Partida Rol por web

Sir Croodin y Jaskier hablaban de la posibilidad de pillar desprevenidos a los soldados, de intentar perderlos de vista o incluso de acabar con ellos si era necesario. ¿Era necesario? Lo meditó. Por una parte, no les convenía atraer a más patrullas a la zona, siguiendo el reclamo de más soldados desaparecidos en aquellas inmediaciones. Por otra parte, en la cueva cercana había una cría de dragón negro que si bien no podía llegar a las manos de los trasgos a los que se la habían arrebatado, tampoco podían consentir que acabase entre las huestes de los hombres del rey, el cual en teoría no debiera usarla, sino destruirla por su malignidad, pero que ellos sabían mejor que nadie que no dudaría en utilizar, pues su corrupción y su compromiso con la reconstrucción del Yelmo así podrían requerirlo.

Justo en aquellos instantes uno de los soldados se movió, alejándose de la zona en la que se encontraban sus compañeros, ¿buscaban refuerzos por si acaso aquello se transformaba en un cuatro contra tres? Pues de ser así, no se lo podían consentir, necesitaban un movimiento que frenara los pasos del que avanzaba, ya no podían sorprenderles, ni tampoco llevárselos de paseo, y, lo que era más complicado, en caso de que estuvieran a punto de llegar más huestes malignas, había que clarificar posiciones cuanto antes. Ya no cabía esperar y menos aún seguir disimulando no haberles visto, ya que ese soldado que se alejaba avisaría de seguro a un superior. Si nos vamos, pueden decidir seguir nuestro rastro, de hecho, imagino que ese soldado seguramente va a informar o a por refuerzos… susurró en élfico a aquellos de su entorno. Estemos preparados… bajó aún más si cabe el tono de voz, Sir Croodin, ésta es una ocasión única para lucir vuestros cuidados modales… centrar la atención en sí mismo de aquella audiencia aviesa se le podía dar bien, sonrió al bardo. Si manifestamos que les hemos visto, sabrán que si su otro compañero continua su camino, dejará a los otros dos en franca desventaja en caso de que se acabe demasiado pronto la conversación... La presencia del gnomo les respaldaba, al menos a él no le atacarían sin más, ya que pertenecía a una raza respetada y, por otro lado, tampoco haría sentirse amenazado a nadie. La cuestión era ganar tiempo e intentar que el que se alejaba no continuase avanzando o echara a correr, dependiendo de la repuesta de sus compañeros, la hechicera actuaría de una forma u otra, ya que dejar ir a aquel hombre suponía arriesgarse en exceso.

Agachados tras la espesura que les proporcionaba el roble y los matorrales circundantes, los dos soldados no dejaban de mirar extrañados al grupo que hablaba en élfico. Aparentemente, aquellos soldados, si llegaban a alcanzar el diálogo, no parecían entender ni "papa" y así lo reflejaban sus rostros. Pero ambos hicieron algo que llamó la atención de nuestros aventureros: los soldados se colocaron una especie de pañuelo o braga que llevaban al cuello, por encima de la nariz y justo por debajo de los ojos, tapando con la tela fosas nasales y boca cual bandoleros agazapados. ¿Por qué?

La tensión pudo con el joven bárbaro que, al ver como uno de ellos se alejaba (de seguro en busca de refuerzos) intuyó que el momento de actuar había llegado. Las palabras de Jaskier y el gesto de taparse la cara de los soldados solo confirmaron la decisión que acababa de tomar.

Las palabras de Niniel le llegaron en el momento en el que lanzaba su cuerpo en una frenética carrera contra los dos soldados que permanecían agazapados. Ya no podía detener el impulso que lo arrastraba al combate y tampoco es que creyese mucho en la posibilidad de que el gnomo detuviese la marcha del otro soldado solo con palabras.

-¡EL RETRASADO VIENE HACIA AQUÍ...EL RETRASADO NOS ATACA! -Gritó uno de los soldados regulares del ejercito de La Rosa LLameante. En una carrera fugaz, el bárbaro se planto delante de uno de los soldados, pero sus gritos fueron suficientes para alertar al que había comenzado a retirarse de la escena.

Cita :
EL RETRASADO VIENE HACIA AQUÍ...EL RETRASADO NOS ATACA

¡¡Ala lo que me ha dichoooo!!

Al ver al bárbaro lanzarse al ataque contra uno de los soldados, una imagen fugaz pasó por la mente de los demás...¿una imagen premonitoria tal vez?

Jaskier que estaba preparado para que en cualquier momento aquello derivase en un combate avanzó preparando su un flecha en su arco y cuando atisbó con seguridad la figura del soldado que huía dejó volar certero el proyectil que se clavó profundo en la espalda del desdichado. Tras escuchar las palabras que los guerreros dedicaron a Eyholf, las dudas morales desaparecieron de la mente del pícaro que ahora estaba convencido que las cosas debían cambiar mucho para que los hombres del Rey Loco fueran de fiar.

- Disparad primero al que huye, no debemos dejarle avisar a más soldados o nos veremos en problemas.- Sin duda aquella era la mayor de sus preocupaciones, luego ya se encargarían de pensar que hacer con aquellos cuerpos y los de los trasgos, no podían permitir nuevas visitas, aunque esto parecía inevitable.

La flecha atravesó la espesura...una flecha exploradora cortando hojas a su paso terminó clavandose por la parte de atrás del cuello del soldado que emprendía la retirada; el desgraciado ni se enteró y caía de bruces contra el suelo. La retirada estaba cortada.

Parece ser que ellos no nos entienden en absoluto, pero nuestra capacidad auditiva tampoco nos ayuda a entender sus palabras. Tampoco es que sus siguientes movimientos fuesen algo imposible de deducir para una mente lógica y aplicada como la de un asesino en potencia, nada menos que el papel que habíamos asumido en el exterior de la colina.

Las dudas a cerca de atacarles o no, simplemente retenerlos o pensar en una escapatoria fueron aniquiladas por un gesto simple. Observe como los guerreros se tapaban el rostro con un pañuelo, mis ojos se entrecerraron con furia mientras les observaba en silencio. Había visto demasiadas veces como transportaban las caravanas de esclavos elfos con sus rostros medio ocultos, protegiendo así sus pulmones del hedor de las razas inferiores. Las hirientes palabras que surgieron de su garganta sirvieron para aliviar mi conciencia ante los pensamientos inciertos a cerca de su muerte. Sentenciándose con esa frase me aproximé unos pasos y disparé a uno de ellos deseando con toda mi alma que los dioses no nos hubiesen abandonado ahora y guiasen mi virote hasta su entrecejo.

El soldado salió de su posición y disparó con su ballesta contra Niniel -PUTA ELFA DE MIERDA...MUERE INFECTA -gritó el soldado regular. El virote fue demasiado preciso; se clavó justo en medio del torso de la maga. La punta de la flecha rozó el corazón de la elfa que miró el virote clavado en estado de completo sock. Una mancha líquida fue creciendo progresivamente en la túnica de Niniel, sus manos tocarón sus vestiduras y se impregnaron de su propia sangre. Estaba al borde de la muerte.

La flecha penetró en su carne, hiriéndola diestramente, obligándola a tambalearse y a pugnar por mantenerse en pie. Acercó su mano a la herida mientras se sentía invadida por un dolor punzante que laceraba su costado, junto al corazón, y a partir de ese momento un sinfín de pensamientos cruzaron su mente a un ritmo vertiginoso.

Podía apartarse del combate para intentar guarecerse del mismo, pero si lo hacía, si aquel soldado seguía en pie, no dudaría en insistir con la misma presa, consciente de que podría abatirla a su antojo una vez herida, o al menos eso era exactamente lo que ella misma haría. No, debía actuar rápido, ya que no sabían a qué distancia estarían esos refuerzos a los que uno de los soldados tenía intención de avisar, ni si ese grito de huargo les traería más problemas o si bien simplemente resultaría ser el eco de otra batalla librada en la distancia. Debían abatir a aquellos soldados del Rey cuanto antes y con el mínimo alboroto posible o quizás no sobrevivirían. Los segundos contaban dramáticamente en contra de aquellos cuatro compañeros.

La pérdida de sangre la hacía flaquear, se miró los dedos, su guante se había manchado de sangre, su pulso había perdido firmeza, sus ropas se empapaban, oscureciéndose aún más y a la vez ganando un brillo hermoso. Tenía que aguantar. Extendió esa misma mano con la palma hacia arriba y con el dedo pulgar acarició las yemas de sus otros dedos, activando de esa forma la magia que aquella prenda albergaba y centrando sus pensamientos en el bosque que la vio nacer en un intento de abstraerse. De pronto la magia fluyó y la letanía habitual alcanzó sus labios en un murmullo suave esta vez, como si el hecho de hablar o respirar fuera un esfuerzo enorme en tales circunstancias, lethio i philinn iun ithryn… musitó mientras simultáneamente la esencia mágica que se había concentrado en su palma, formaba dos proyectiles mágicos en la punta de su dedo índice que abandonaban su mano y alcanzaban su objetivo en escasos segundos.

Ni siquiera llegó a comprobar el resultado de sus actos, se desplomó, perdiendo la consciencia, sus rodillas no aguantaron más, se doblaron sobre el suelo y su cuerpo cayó de costado sobre el lecho del sotobosque. La última imagen que Níniel guardó en su retina de aquellos instantes fue la de su propia sangre alimentando la oscura tierra de Ankay.

El proyectil mágico impactó sobre el soldado que acababa de herirle cubriéndole con una azulada luz electrizante. El soldado de la Rosa cayó desplomado al suelo con agitadas convulsiones de su cuerpo para quedar posteriormente inerte. Pero inerte también estaba la elfa que se desangraba de manera gradual bajo la colina.

El militar que quedaba alzó su espada bastarda para deshacerse del tremendo semielfo que le encaraba, pero el bárbaro era rápido en movimientos y con una fugaz inclinación hacia adelante del torso, hizo que el filo de la espada pasara por encima de su cabeza cortando el aire.

El bárbaro era ajeno a lo que le había sucedido a la elfa. Su atención se centraba en aquél soldado bien pertrechado que trataba de rebanarle la cabeza con el filo de su espada.

Sopesando el peso del mangual que portaba, aprovechó la finta conla que había esquivado el ataque del soldado para descargar desde abajo un certero y brutal golpe en las costillas. Notó como la bola del mangual tardó un segundo en separarse del cuerpo del soldado, ensangrentada.

¿QUIEN ES EL RETRASADO, PERRO, QUIEN? CONTESTA HIJO DE MIL PADRES.

La furia del joven iba en aumento al trabarse cada vez más en la pelea con aquél hombre.

El sonido de las costillas recordó las ramas rotas al ser pisadas en el suelo al paso de los leñadores. El terrible golpe hizo tambalearse al soldado, pero aún seguía vivo...sus ojos brillaban de emoción propia del combatiente que ha encontrado un rival digno.

Perdón Aswan, no me acostumbro a mirar el tablero.

Ahora me hago un par de andominables o siete como castigo.

El virote pasó veloz hacia la espalda del pícaro donde se encontraban Níniel y Sir Crooding, esperaba que nada hubiera sucedido aunque algo en como su compañera pronunció las palabras arcanas le dijo lo contrario, daba la sensación que con aquel conjuro había dejado escapar algo más que su poder, se podría decir que su último aliento. Sin embargo encendido por las hirientes palabras que aquel soldado escupió contra la elfa, Jaskier ya había iniciado su avance hacía donde tenía lugar la refriega entre Eyholf y el guerrero humano.

Lo que despertó la ira en el elfo más que las palabras en si fueron la sensación de estupidez y derrota que sintió en su interior por haber pensado en dar una oportunidad a aquellos aborrecibles soldados, ira que aumento al entrever por el rabillo del ojo como Níniel caía al suelo hecha un ovillo visiblemente herida. Algo en el interior del pícaro se rompió desde ese momento cualquiera que portase aquellas enseñas del Rey Loco sería un enemigo para él tan odioso como podían serlo los trasgos y orcos.

El pícaro dudó unos segundo, se debatía entre volver y socorrer a su compañera o descargar su rabia contra el soldado que luchaba contra el semielfo, trató de aclarar su pensamiento y actuó. Se había alejado demasiado de Níniel y no sabía como poder ayudarla si estaba grave, la mejor opción sería dejar que Sir Crood se encargara de ella, portaba la varita de curación y tendría más posibilidades de ayudar que él.- Sir Crooding ayudad a Níniel.- Las palabras sonaron llenas de preocupación y ligeramente entrecortadas por las diversas emociones que se agolpaban en su mente.

Decidido aprestó su arco y apuntó cuidadosamente contra su enemigo, era complicado pues ambos combatientes se movían continuamente y por temor a dar a su compañero, la flecha se perdió en el bosque. Su frustración fue en aumento, no sólo había sido incapaz de socorrer a su amiga, sino que ahora erraba su disparo permitiendo que aquel abyecto humano siguiese con vida. - Eyholf aplastad el craneo de ese aborto de trasgo.

Mi rezo surgió efecto, pero creo que se me debió olvidar un agradecimiento previo acertase o no ya que solo rozó la mejilla del maldito soldado que servia con devoción a un régimen corrupto. Maldiciendo entre dientes por el uso infructuoso de un virote certero tantee el carcaj en busca de uno nuevo para cargar la ballesta. Los gritos de odio crecieron en voz de todos, ya fuese del soldado como del semielfo.

Extrañado me volví hacia la elfa, a la cual escuchaba levemente quejumbrosa. Esperaba verla en pie, majestuosa, canalizando su esencia en poderosos hechizos que acabarían con los soldados, pero en vez de eso yacía en el suelo inerte mientras se desangraba. No podía ser cierto acababa de ver como fallecía un soldado gracias a su ataque...Las palabras de Jaskier me sacaron de mi estupor así que devolviendo el virote a su lugar corrí hacia mi compañera mientras buscaba la varita en la funda. No os preocupéis Niniel ya estoy aquí...solo intentad respirar tranquila y sosegada, como si de un sueño se tratase. Yo espantare el dolor como si de una pesadilla se tratase. Arrodillándome a su lado desee con todas mis fuerzas que en esta ocasión la varita le proporcionase fuerza suficiente, si era necesario la exprimiría sobre la maga con tal de sanar su cuerpo.

Sir Croodin Doo of the Kiln-Ring Spinning, dejad de lamentaros y curad a la dama... recriminándome mi propia tardanza me relaje un poco para dejar fluir la esencia de mi cuerpo al suyo.

La maga abrió los ojos de golpe. Aún una brillante luz se desprendía de la mano del gnomo cuando el virote salió de su cuerpo y el dolor se esfumó de su pecho...el corazón latía con normalidad...el aire entró fresco en su pecho en una sacudida repentina...estaba viva. Sir Croodin la miraba con curiosidad.

Sintió el cosquilleo de la magia inundarla, reconfortarla y arrastrarla de nuevo a la vida, regalándole otra oportunidad, mientras la voz del gnomo la envolvía, cálida y conciliadora. El dolor descendió y la herida dejó de sangrar, iniciando el proceso de cicatrización. Entonces sus pulmones dejaron de perder ritmo para ganarlo, sus sentidos abrazaron esas palabras y esa esencia que le eran regaladas y fue desligándose del frío lazo del adiós, que la apresaba, para regresar a la consciencia.

La primera imagen que percibió, borrosa al principio, diáfana al final, fue el recorte de la colorida figura del bardo sobre el horizonte, todavía con la varita de curación en la mano e inclinado sobre su persona. Gracias por compartir vuestro don conmigo… aquel variopinto trovador, que curioso la observaba, podía estar satisfecho de sí mismo.

Apoyó su mano en él, sabiéndose todavía debilitada, siendo consciente de que aún no estaba del todo recuperada por la excesiva pérdida de sangre, pero sintiéndose ampliamente regenerada, y se alzó sobre el suelo. Seguía sin ser momento de dudar, el resto la necesitaba, volvió a canalizar la magia, entregando en ella la furia de toda una raza relegada a la inferioridad, de toda una tribu élfica amordazada, e insistió en su labor con determinación. Lethio i philinn uin ithryn… esta vez su voz se elevó impetuosa y el proyectil abandonó su mano decidido. Jamás se subestima a un oponente… ¿Acaso nadie se lo había enseñado? Sentenció, usando el común, mientras sus ojos buscaban el momento de cruzarse con la mirada del otro elfo para asegurarle con ese simple gesto que se encontraba bien.

El proyectil pareció salir con mayor energía de la mano de la elfa cruzando a gran velocidad como una flecha de luz que peina a su paso la parte superior de los bajos arbústos del terreno boscoso, sorteando los matorrales y pasando entre Jaskier y Eyholf y golpeando con fuerza en la armadura escarlata del soldado. ¡AAARRggg! -El grito de dolor salió de su boca y su espalda se tensó al recibir la magia de la elfa, alzando los brazos en cruz. Después miró al semielfo con mayor desprecio aún y con los ojos inyectados en sangre, juntó de nuevo los brazos agarrando su espada bastarda con las dos manos y dejando caer su escudo de acero al suelo, pero nuevamente el bárbaro supo leer el la maniobra con la espada y evitó el golpe alzando el escudo que él mismo portaba.