Partida Rol por web

En cuanto la dragona plantó sus cuartos traseros sobre el suelo de aquella estancia, Níniel pudo ser más consciente de su envergadura y pararse a apreciar detalles más precisos de su anatomía, como la cresta que recorría parte de su espina dorsal o las escamas gris oscuras que conformaban la superficie de su cuerpo a modo de mosaico. Si algo no se le podía negar a aquella criatura maligna, era el hecho de ser imponente, a pesar de su juventud.

En su entorno y de una manera constante, sus compañeros seguían intentando desplegar sus golpes contra aquel ser maligno con determinación, confirmando aquel compromiso conjunto que habían adquirido de abatirla, demostrando su arrojo y su entrega.

Entonces dio un paso al frente con el pensamiento centrado en aquellos lustrosos guantes azules que portaba, mientras con su pulgar recorría las yemas del resto de los dedos de su mano libre, cerrando los ojos, concentrándose en activar la magia de aquella prenda de estrellados nudillos. En apenas un segundo, en tan sólo un parpadeo, volvió a abrirlos de nuevo y comenzó con el siguiente paso, conminar en su interior a su principal colaboradora, esa esencia mágica que la completaba y que, sin hacerse de rogar lo más mínimo, avanzó hasta la punta de su dedo índice con suma celeridad. Lethio i philinn uin ithryn… murmuró e inmediatamente tres proyectiles mágicos surcaron el aire, alcanzando a la bestia sin posibilidad de error.

Sentía como el ácido devoraba su piel y su carne allá donde le había salpicado el escupitajo de la dragona. En su mente, una profunda sensación de odio y pánico comenzaba a apoderarse del resto de los sentidos.

Casi mecánicamente corrió hacia el monstruo. Su brazo derecho se elevó sobre su cabeza, descargando el mangual sobre el cuello de su adversario. Una terrible sed de venganza se iba apoderando del joven mientras, inconscientemente, sabía que algo no marchaba bien.

Una vez descubierta su posición, el pícaro buscó un mejor lugar desde el que volver a disparar sus flechas sobre el formidable enemigo, en verdad se parecía a las bestias que en ocasiones mostraban las historias de los mayores, las escamas azabache refulgían con destellos naranjas provocados por las antorchas, mientras, el cuerpo sibilino vibraba con fuerza dispuesto a acabar con los guerreros que sitiaban a la joven sierpe. Sin poder evitarlo Jaskier observó casi ensimismado la pulida superficie de las afiladas garras que proveían a la bestia de mortales armas que apenas si se detendrían ante las más robustas de las armaduras.

Sacudiéndose de encima el asombro ante la visión que tenía delante, recordó que su misión era acabar con aquel ser maligno, si lograban su misión serían afortunados no sólo de haber terminado con una de las peores amenazas que podía cernirse sobre Matubias, sino por haber sido testigos de su fuerza y presencia.

Tras buscar una mejor posición para disparar, el joven elfo tensó su arco con todas sus fuerzas y cuando estimó el lugar donde golpear, la flecha fue liberada buscando un punto donde internarse en la carne y músculo haciendo el mayor daño posible, y así fue, en esta ocasión el proyectil encontró hueco entre las escamas del cuello y al igual que el anterior, penetró con fuerza y casi sin resistencia, quedando en el exterior las plumas oscuras de aquella flecha que había encontrado en el arsenal del asentamiento enano.

Al ver como sus compañeros hendían las escamas, calcinaban la carne y luchaban con todas sus fuerzas contra el dragón, no pudo evitar sentir cierto orgullo por formar parte de aquel grupo, pero más aun la esperanza soltó la garra que atenazaba su corazón desde que descubrieran el cubil. Confiaba en que podían matar a la bestia, confiaba en que si alguien podía eran ellos y sería en aquel instante.

Antes de que Noak pudiera revolverse y lanzar mordiscos y zarpazos a diestro y siniestro, la oleada de ataques que recibió en pocos segundos fueron suficientes para arrebatarle la vida. Primero fue Ator con el filo de su espadón haciendo mella en la carne protegida bajo su dura piel, luego Eyholf alcanzó a golpear con dureza y firmeza en el vientre de la criatura haciéndole estremecer; la magia de la maga fue aún más potente aún volviendo a electrizar a la dragona y casi al mismo tiempo, de nuevo, la flecha terrible de Jaskier que alcanzó a penetrar por su cuello cortando y seccionando la yugular de la cria de dragona en un disparo definitivamente mortal.

Noak profirió un terrible grito de dolor, giró sobre sus patas traseras intentando buscar algo a lo que aferrarse a la vida, pero su patas delanteras terminaron doblandose y la cria se derrumbó en el suelo en un charco de su propia sangre.

No pudo ser más rápido. Algo en los aventureros les había llevado a desencadenar sus mejores ataques...quizás el miedo canalizado o quizás que de su interior había salido por un instante el héroe épico que llevaban dentro guardado.

Apenas habían sudado y la terrible amenaza de la dragona negra Noak era ahora un cadáver.

¡¡¡¡QUE HAGO, QUE HAGO!!!! Apunto con mi arco a la dragona, ya herida por los golpes de los guerreros, pero con tanta cabeza amiga por medio UUUFFFF se me hace un tiro imposible… Si ya lo decía yo, teníamos que haberla dejado morir de hambre si es queee… Ahora ella puede escoger: o se escapa o nos mata. Teníamos que haber confiado en la sensatez, la sensatez enana y no dejarnos llevar por… Un momento: ¿Y si prendo el muro? Así dificultaría que se pudiera escapar pero, ¿en cuanto tiempo? ¿y con que consecuencias para nosotros? Inmovilizado por mis escasas y malas posibilidades, por las que no acabo de decidirme, dejo pasar el tiempo sin darme cuenta, sin saber como reaccionar hasta que ¡ZUUUUUUF! EL flechazo del elfo secciona la yugular de la bestia. - JO – DER – Dejo caer mi arco al suelo y entro en una especie de frenesí nervioso -  ¡POR LOS PELOS DE MI BARBA, JAAAAAAJAJA! – Todos los temores, todas las dudas, los nervios… Todos esos sentimientos tan fuertes borrados de un plumazo, ¿o debería decir flechazo? , no podían irse sin dejar huella, por algún lado tienen que salir. - JAJAJA… - Me acerco hasta el elfo sin poder parar de reír, y le atizo en la espalda con la mano abierta al modo enano, es decir: que le pique, que le pique. – ¡MENUDO ARQUERO ESTÁS TÚ HECHO! JAJAJA Me rindo ante tu maestría… Has dejado claro que los elfos sabéis como disparar un arco...

Al ver como el robusto cuerpo escamoso caía al suelo sin vida, Kerrin hizo lo que se esparaba de el, agradeció, con su habitual seguridad, la ayuda de Moradín. Mirando al resto les "explicó" - Se los dije, Moradín está con nosotros. Fue su ayuda la que hizo caer a ese ser infecto que se burlaba de sus enseñanzas -

Descartando la pericia de sus compañeros (y de el mismo) de sus pensamientos continuó con su "explicación" - Está claro, el "Señor de la Piedra" no quería que la lagartija gigante deshonrara la morada de su pueblo e hizo lo posible por distraerla sin que sufríeramos daño... bueno, solo un poco - reconoció al ver las heridas que el semielfo portaba en su cuerpo

- Puedo hacer algo con eso... aunque quizás debas curarte con el agua sagrada del templo para demostrarle a Moradín que aprecias su ayuda - le explicó, sin querer reconocer que prefería almacenar sus recursos por si surgía una emergencia - Quizás debas hacerlo antes de que bajemos a investigar ese pozo - Mirando a Jaskier le preguntó - Crees que puedes trabar ese mecanismo para que no nos quedemos encerrados? Quisiera saber que hay allí abajo, pero no me gustaría que se cierre con nosotros abajo -

¡A si que ha sido por eso, ya decía yo que era un tiro imposible! – Aunque esta vez no he sido capaz de detectar la presencia de nuestro Dios Moradin ayudándonos, no dudo de la veracidad de las palabras de Kerrin. Por algo él es clérigo y yo no.  – Un tiro imposible para alguien mortal como nosotros, quiero decir. - Me arrepiento de habérmelo pensado tanto antes de disparar, puesto a dirigir flechas, seguramente Moradin hubiera preferido a un lanzador enano. – Debéis sentiros muy orgulloso de que Moradin os haya utilizado como herramienta divina, señor Jaskier. ¿Qué sentisteis en el momento en que guió vuestras manos?  

-SI- gritó el guerrero mientras levantaba el mandoble por encima de su cabeza, -ha sido un tiro fantástico Jaskier, tu pericia con el arco nos ha llevado a la victoria- dijo sin hacer caso de las palabras del enano -felicidades, felicidades a todos, no pensé que fuesemos a salir tan bien parados-.

Se paseó al rededor del cuerpo sin vida de la dragona, sin duda aunque era un animal terrible, tambien era bello, pasó su mano por las escamas negras que cubrían su cuerpo, aún podía notarse el calor que desprendía, -una vez vi a un gran guerrero vistiendo una armadura de escamas de dragón, ¿creeis que podríamos hacer lo mismo con la piel de este?.

¡Por todas las tuercas y tornillos del continente! Ha muerto... la afirmación surgió poderosa de mi garganta con un estridente sonido agudo en la voz, el alivio que sentía al ver como su enemigo, poderoso enemigo había caído en apenas unos segundos propiciaba un éxito incomparable en la canción que nos transportaría a la gloria, a la eternidad.

Escurriendo mi cuerpecillo entre las lanzas bien colocadas me aproxime con unos saltos de alegría hacia el resto de combatientes que rodeaban el ya cadavérico enemigo. Ha sido asombroso, vuestros disparos me recordaban al legendario príncipe elfo que salvó de las garras del dragón su tesoro mas preciado, su princesa. En el momento en que pronunciaba la palabra princesa mi cabeza se giró involuntariamente hacia la hechicera. Jaskier deberíais confesar vuestro noble origen para poder decirlo en la canción, quedaría mucho mejor, y así ahora podríamos disfrutar del beso de la princesa. Ahora que caía en la cuenta la muerte de la dragón había desbaratado mis planes de robarle un inocente beso a la elfa en el momento en el que se sintiese conmocionado por nuestra próxima muerte...así no había manera de conseguir convertirse en un héroe de canciones.

Dejando escapar un suspiro por mi larga nariz me acerque a la cabeza de la dragona con curiosidad. Solo quedamos tu y yo dulce dama, debisteis ser mas amable cuando os ofrecí el trato de ser vuestro nuevo señor. En unos segundos me vi montado a lomos de un dragón como aquel, no, cien veces mas grande que aquel. Surcando los cielos, con sus brillantes escamas reflejando la luz del sol y mi imponente sombrero agitándose con el viento. Tras parpadear para hacer desaparecer el espejismo de mis fantasías Habéis estado espectaculares, vuestras flechas se han clavado con una decisión pasmosa, pero sin duda esas maravillosas descargas mágicas han sido de vital importancia, por no mencionar los poderosos brazos que han golpeado su cuerpo en repetidas ocasiones y yo...traicionado por mi propio dedo... Ahora solo lamentaba no haber podido hacer nada en ese combate épico que les llevaría mas allá de la esfera mortal.

¡¡¡MUERTA!!! no puedo creer que hayamos acabado con ella así, casi sin esfuerzo. El joven bárbaro se sentía avergonzado por el pánico que le había acompañado desde la noche anterior.

Soltó el escudo y el mangual y sacó su hacha de su funda.

No me fio. Con un rápido gesto, elevó el hacha sobre su cabeza y asestó un fuerte golpe al monstruo, justo en el lugar donde acababa la cabeza y comenzaba aquél formidable y largo cuello. Necesitaba eliminar la adrenalina que invadía su cabeza y amenazaba con hacerla explotar de un momento a otro. Las escamas y la musculatura del animal opusieron feroz resistencia pero, un par de golpes más fueron bastante para separar la enorme testa del dragón de su cuerpo.

Ahora si está muerta. Dijo Eyholf, levantando la cabeza sangrante.

Jaskier apenas si se creía lo que veían sus ojos, las palabras de sus compañeros sonaban distantes y apenas dio importancia a el exceso de celo del clérigo acerca de la ayuda de su dios. Para él en aquellos momentos únicamente estaba la bestia caída sobre el suelo, manchando con su oscura sangre el suelo de piedra, mientras en sus oídos aun resonaba el terrible y agónico grito que en su último aliento saliera de la garganta del dragón. Aquel dragón que con su simple presencia había convertido el día anterior en una oscura y nublada pesadilla, aquel dragón que parecía destinado a ser el azote de aquella región, aquel dragón que ahora jamás alcanzaría su destino.

Sólo cuando Eyholf seccionó la cabeza de la sierpe no reaccionó Jaskier, sonriendo aceptó las felicitaciones aunque no pudo dejar de recordar que aquella victoria era gracias a todos. - Todos hemos actuado más haya de lo que se nos habría pedido, hemos logrado sobreponernos al pavor y el miedo y aceptado la responsabilidad que había recaído sobre nuestros hombros. Es en los momento difíciles cuando surgen los héroes de las leyendas, cuando los dioses posan sobre sus seguidores la luz que les guíe, cuando los soldados encuentran su camino, cuando los olvidados gritan con voz propia mostrando su fuerza, cuando los hermanos vuelven a encontrarse perdonando sus diferencias, a fin de cuentas sólo cuando la oscuridad se cierne surge la magia y retorna la esperanza.

Sin saber como habían surgido aquellas palabras de su boca, Jaskier se sonrojó un poco al terminar, feliz como estaba se agachó sobre el cuerpo inerte de la dragona y examinó aquellas escamas relucientes, creía haber oído a Ator algo sobre aquella armadura natural, era posible sacar provecho, la cuestión era donde conseguir un herrero apropiado, más ahora que los edictos del Rey les obligaba a evitar los asentamientos humanos, al menos a ellos.

Había caído justo después del certero flechazo del elfo y su derrumbe había resultado sin duda tan imponente o más, que contemplarla en pie, la forma en la que se había debatido entre la vida y la muerte en los últimos segundos de aliento, sorprendida, herida en su orgullo de criatura legendaria, traicionada por todo aquello que le habían prometido ser e incluso por sus propias armas que habían resultado inútiles, engañada por un destino sesgado justo en el momento preciso, aniquilada antes de alcanzar su sueño. Se había desplomado sobre el suelo sin que en su gesto hubiera habido un abandono de la lucha, gritando dolida, de golpe y sin entenderlo, pero de manera sublime.

Primero el silencio, como un breve preludio de la satisfacción general que seguro estaba por venir, surcando el espacio bajo el plumaje oscuro de la incredulidad, estallando entre ellos, como si pudiera palparse, haciendo más ruido que las palabras. Níniel escuchaba el latido ajetreado de su propio corazón, lo percibía en su garganta, bombeando sangre hasta sus oídos. De pronto, cortando el aire que durante la lucha parecía haberse vuelto denso, se produjo el estallido de las manifestaciones de complacencia. Sintió como la tensión la abandonaba con lentitud, no como a los demás que parecían exultantes, dejó entrar el aire en sus pulmones y agradeció en su fuero interno la sintonía que habían demostrado todos sus compañeros, después lo exhaló despacio y avanzó hacia ellos, atravesando el parapeto que había estado a punto de cruzar momentos antes de la caída de la dragona, sintiendo que por fin habían iniciado un camino. Se esperaban grandes cosas de ellos y para eso había que crecerse, tenían que creer que lo podían conseguir, como en aquellos momentos en que incluso parecía escucharse el eco de grandes destinos.

Una vez más se dolió de la traición del tiempo, que había sentido correr despacio hasta aquellos instantes, pero que ahora de pronto avanzaba deprisa, sin permitirle apreciar en su justa medida el sentido de los acontecimientos, que se volvían a plegar sobre ella. Observó a sus compañeros uno por uno, los enanos con Moradin, el humano hablando de armaduras, el semielfo sosteniendo la cabeza de la bestia, el gnomo pensando ya en versos y Jaskier pronunciando un sentido discurso que la hizo sonreír, que decía mucho de sí mismo. Quería quedarse con aquel momento intacto, guardado para el futuro, para recordarlo tal cual en momentos posteriores, cuando uno analiza el pasado en perspectiva y todo le parece más pequeño.

Ha sido un placer compartir estos instantes con todos vosotros… asintió, no se congraciaba porque el grupo hubiera matado a una dragona, sino por el arrojo, la unión y la valentía demostrados de principio a fin al enfrentarla. Creo que sería conveniente que Serosi partiese a avisar a la Serpiente Plateada cuanto antes, apuntó, girándose hacia el guerrero, nosotros podríamos encargarnos de terminar de asegurar y vigilar este enclave, mientras vos recorréis ese trayecto… añadió. El tiempo se agotaba en muchos sentidos, escurriéndose de nuevo entre los resquicios abiertos por aquella cuenta atrás. Llamó mentalmente a su búho, que descendió sobre sus cabezas en un leve aleteo sobre la estancia, observando al dragón, como quién sopesa el valor de una presa abatida, desechándola posteriormente y posándose al fin sobre el hombro de la persona que le vinculaba a aquel destino, mientras ella desviaba su mirada desde la doble puerta hacia la trampilla.

-Si, es buena idea - confirmó Kerrin las palabras de la hechicera - Ahora pueden venir sin riesgos - Y nosotros revisar ese lugar sin testigos añadió para si mismo sin pronunciar ni una palabra.

- Quizás, antes que nada, debamos ocuparnos de ese ácido - le comentó a Eyholf. El semielfo estaba obsesionado con la cabeza del dragón y parecía que había olvidado sus propias heridas - Ese cadaver no se moverá de allí mientras visitamos el templo y dejamos que el agua sagrada de Moradín haga su trabajo. Así nos podremos ocupar de terminar de revisar el lugar antes que lleguen nuestros aliados - continuó, esperando que el resto entendiera que la investigación no había terminado. Habían acabado con el dragón, es cierto, pero faltaba revisar su cubil... y las enormes puertas negras seguian cerradas. Kerrin no estaba seguro si a Moradín le parecería apropiado que las abrieran, pero quizás en el cubil de la dragona encontraran algo que les diera una pista

El ácido... había olvidado el dolor que aquel líquido le provocó al tocar su piel y penetrar hasta su carne. El efecto que la mezcla de miedo y excitación provocaban en él era preocupante. De repente todos sus sentidos se dormían y el odio y el ansia de matar se apoderaban de su mente. Hasta ahora solo era una especie de rumor en su cabeza pero, en el enfrentamiento con la dragona lo había sentido más fuerte que nunca. Solo después de ver como la cabeza del monstruo se separaba del cuello había sentido que la tenaza de aquel sentimiento perdía fuerza.

Si... aún siento como quema mi carne. El agua de tu Dios me ayudará a limpiar las quemaduras, seguro.

Miró la ropa deshecha bajo la armadura. Algo de ropa no me vendría mal. Después de curarme miraré entre lo que hemos rescatado de los trasgos, a ver si encuentro algo.

Detrás de ti Kerrin. 

al salir de la estancia se giró hacia el grupo. Si no es problema, quisiera quedarme con uno de los cuernos del dragón.

No podía creer lo que sus ojos estaban viendo, ese magnifico animal casi mitológico y perteneciente a las historias antiguas de guerras y príncipes había exhalado su ultimo aliento hacia apenas unos segundos y lo que mas escuchaba eran recolecciones de partes de su cuerpo como si fuese un simple mercado ambulante. Acercándome con lentos pasos al cadáver rodee su cuerpo para apreciar todo su esplendor.

La cabeza ya no estaba donde había permanecido desde el día de su nacimiento y eso le otorgaba un aspecto de lo mas terrorífico y curioso, como un grotesco animal de cuerpo gigantesco terminado en una cola en cada lado, como un uso de tejer, aunque uno de los apéndices sangraba profusamente debido al corte de verdugo que le había propinado Eyholf. La espalda de la dragona se alzaba ante mi como una montaña inexpugnable de superficie resbaladiza y engañosa. Alargue los dedos con cuidado preparado para retirarlos rápidamente si el tacto me resultaba desagradable. Mis yemas se apoyaron en una escama y se retiraron con la rapidez de una mordedura de serpiente. Al volver a apoyar los dedos en toda su extensión y la palma de la mano pude apreciar una de las maravillas de estas criaturas, a pesar de ser reptiles los dragones eran criaturas de sangre caliente, bombeaban vida aunque el sol no acariciase sus escamas. Todavía esta caliente...

Mi mano acaricio su superficie hasta rozar la membranosa cresta que recorría su espina dorsal. El tacto de este tejido era mas desagradable, pero aun así tenia algo de especial. Poco a poco fui memorizando sus pequeños detalles, observando si entre sus escamas se escondían monedas de oro como rezaban las canciones, hasta que mis ojos se toparon con las poderosas garras de la bestia. Y eso es lo que me pareció, una bestia armada con cinco poderosas espadas a modo de garras. Esos apéndices asesinos no abrían acariciado mi pellejo con tanto esmero y cuidado, pero podía excusarla, ya que ella era una criatura magnifica, pero yo no era mas que otro gnomo.

Era el momento de separarme de su cadáver así que dándole la espalda me acerque a las puertas conteniendo la curiosidad. Quizás no deberíamos esperar para abrir las puertas ¿no?

Las palabras del gnomo llegaron a los oidos de Kerrin mientras este se dirigía hacia el templo enano. Se detuvo un momento y lo miró con algo de intranquilidad Espero que no haga algo de lo que nos debamos arrepentir se dijo a si mismo antes de comentar en voz alta

- Antes de pensar en abrir esa puerta, creo que deberíamos revisar el agujero donde estaba encerrada la dragona - comentó - Quizás allí guarde algún tesoro - añadió con el fin de tentar a sus compañeros - E incluso alguna pista de que puede haber tras la puerta. De cualquier manera esperennos, Eyholf necesita curación... y nosotros sus músculos - intentó convencerlos - Serán solo unos minutos y luego decidimos entre todos como hacerlo sin quedar encerrados. Jaskier, crees que si te tomas tu tiempo podrás dejar abierta esa trampilla... no me gustaría reemplazar a la dragona en su encierro -