Partida Rol por web

Más tarde a las 15 h del domingo 20 de Junio...

El cementerio se encontraba próximo a la iglesia. Un primer vistazo evidenciaba el lugar como un sitio bastante viejo y de gran tamaño. Otro vistazo más más pausado por los alrededores delataba la verja, de unos seis pies de alto, de hierro forjado que rodea al camposanto como si abrazase las tumbas más antiguas. Tumbas que parecían datar de unos trescientos años, tal vez alguno más. 
 
La parcela del Tío Freddy se encontraba situado en la parte trasera de una de las nuevas secciones del cementerio. El día era caluroso, demasiado, como si demonios del mismísimo averno abrazasen las frentes perladas de sudor de todos los asistentes. Estos eran escasos, apenas un puñado de personas que conocían al tío Freddie, Fred o Fredderick para ellos dependiendo del grado de confianza que le tuvieran. Todos se encontraban terriblemente incómodos con sus ropas oscuras bajo aquel sol de justicia.
 
Según reconoció pronto su sobrino (y les iba relatando a sus amigos y acompañantes), seis eran académicos que vivían en Danvers. Trabajaron con el Tío Freddy en la universidad aunque Diehl apenas tenía trato con ellos. Había una pareja que según sus palabras, eran unos vecinos del tío Freddie, a ellos acudió la asistenta al encontrar el cuerpo. Nadie parecía conocer a otra pareja que estaba por allí, salvo algunos detalles parecían un calco el uno del otro: ambos tenían el pelo negro, ojos oscuros y piel igualmente oscura con un tono aceitunado. 
 
Apenas hubo una pequeña charla, la ceremonia transcurría informalmente en el cementerio, no tardó el sacerdote en leer el servicio estándar y el asistente del enterrador comenzó a echar tierra en la tumba. La pala se clavaba en el montón de tierra que se encontraba al lado del hueco excavado donde descansaría el cuerpo para toda la eternidad, tras un breve trayecto en el que algunos granos se deslizaban mancillando el verde césped ésta caía sobre el ataúd con turbador sonido a hueco.
 
Después del servicio, todos los presentes comienzan a marcharse. 

Charles apareció en el cementerio con distinta ropa a la que llevaba por la mañana. Un traje negro impoluto y una camisa blanca cuyos botones cubrían un corbatín charol fue el atuendo que consideró adecuado para la ocasión. 
En otro momento podría haber pasado por la representación más pura de la elegancia, pero su gesto estaba algo perdido, como si acabase de despertar de un mal sueño. Y las gotas de sudor que se afanaba en secar con un pañuelo de raso que sacaba intermitentemente de su chaqueta no parecían dejar de brotar. 

Durante el sepelio las palabras del sacerdote le resultaron pesadas y repetitivas. Lugares comunes que no describían la verdadera personalidad de su tío. Charles se distraía mientras él hablaba, permaneciendo ausente y ojeando a los asistentes al entierro.
Dos hombres desconocidos llamaron su atención e hicieron que pusiese cierto interés en intentar escuchar lo que murmuraban entre ellos.

- Freddy, siempre te recordaré como aquella persona a la que los límites de la vida mundana no parecían afectarle. Espero que allá donde estés encuentres algo más que explorar. - fueron las palabras que cerraron su intervención durante la ceremonia. 

La señorita Leed estuvo a su lado en el cementerio. Las últimas horas le habían unido a ella de un modo que le resultaba ciertamente reconfortante su mera presencia. Quizás fue ella la que le permitió mantener con dignidad la compostura en tal situación. 
Cuando la misma concluyó y la gente terminó de darle el pésame, Charles se acercó a saludar a los dos hombres cuya presencia no pudo justificar. 

- Disculpen caballeros mi impertinencia. Les agradezco enormemente su presencia aqui pero... ¿de qué conocían a Freddy?

En la lejanía apenas se distinguía el significado del movimiento de los labios de aquellos hombres. Al acercarse apenas escuchó unas palabras pues su proximidad lo delató más aquellas palabras eran suficientes:

"[...]coger el amuleto... Shh viene"

-Oh señor, no se preocupe. ¿Es algo mmm... Natural sabe?-. El marcado acento británico no pasó desapercibido, pero había algo diferente en él, unos matices de acento indio puede ser... -Soy Singh, este es mi colega el señor Patel. -Ambos le tendieron la mano.

-¿Usted es su sobrino verdad? -Respondió el hombre al que presentaron como Patel, su inglés era algo mejor que el de su compañero.

-Nos habló mucho sobre usted. Éramos ayudantes de investigación del señor Short en la universidad de Miskatonic. La verdad es que fue toda una sorpresa al leer esta mañana en el periódico las malas noticias. Tantos momentos compartidos en las investigaciones en la India buscando el culto de Kali... Y todo para acabar así. ¡La verdad es que no somos nadie!

-Oh sí. El culto de Kali. -Corroboró su compañero como si recordase algo-. Recuerdo que estaba entusiasmado por ir a India, buscaba un amuleto. No volvimos a saber de él, no sé si encontró lo que buscaba.

- Ah, si - Charles dibujó una sonrisa para ocultar las sospechas que le generaban los dos hombres con quien hablaba - Así que ayudantes de la Universidad. Mi colega el señor Howard estudió en Miskatonic. Quizás se conozcan - hizo un gesto para introducirle en la conversación. Pese a ello, siguió hablando. 
Si le soy sincero caballeros, las investigaciones de mi tío me son completamente ajenas, pero sus palabras me suenan totalmente a Freddy. Cultos, amuletos... ¿Así que en eso andaba ahora? Lo último que supe de él antes de enterarme de la terrible noticia es que estaba en Londrés, probablemente consultando con algún compañero, y que se dirigía de vuelta a los Estados Unidos. Qué trágico destino le esperaba aquí... - baja la mirada - Bueno.... ¿y quién es ese Kali del que me hablan?

-Encantado señor Howard-. Respondió uno de ellos mientras que su compañero también le tendía la mano.

-No os recuerdo.-Negó tras las presentaciones, no tardó en asaltarle la curiosidad. -¿Trabaja usted en estos momentos en la facultad de arqueología o la de antropología?. Allí trabajo yo, llevaré allí como un año y medio desde que el señor Short me tomó bajo su tutela. Singh lleva algo menos.

-Así es. La verdad es que era un buen hombre, no... No merecía esto. -Respondió con su acento más cerrado.

- Bueno.... ¿y quién es ese Kali del que me hablan?- Interrogó nuevamente el familiar.

-Kali es ella, es una diosa hinduísta. -Aclaró con una sonrisa.- Una de las diosas principales y consorte del gran dios Shiva. Algunos la llaman Madre universal. El folcklore la define como destructora de la maldad y de los demonios. 

-¿Apasionante verdad? -Añadió su compañero con una sonrisa-. Es como una contradicción, ¿sabe? Unos la consideran madre benévola, para otros es diosa destructora. -Entonces de repente como si recordase el camposanto en el que estaban corrigió su compostura.

-Perdonen. No conozco sus costumbres religiosas. Somos hindúes. No queremos ofenderle. Estábamos preocupados por saber si nuestro amigo había conseguido sus objetivos y acabamos dándole un discurso religioso. La verdad es que lamentamos mucho su pérdida. 

- No hay de qué disculparse caballeros. Yo pregunté. Además, me es grato conocer algo más sobre qué ocupaba la mente de mi tío. No voy a tener muchas más oportunidades de conocerle más a fondo... - Charles pellizcó con sus dedos pulgar e índice de la mano derecha sus lacrimales a ambos lados de la nariz. 

Richard, al oír la intervención de los dos desconocidos, no puede evitar un interés creciente, sobre todo cuando desvelan los estudios que poseen. De repente, al escuchar la religión que profesan, siente que la desconfianza y el recelo vuelven a hacer presa de él, y los recuerdos no del todo borrados de los tiempos de la guerra se despiertan en su interior. Estos dos son hindúes, e hindúes eran los que atacaron al tío de Charles. A lo mejor están aquí para vigilar que no queden cabos sueltos, o para espiar cuánto sabemos. Debemos ser cuidadosos. Se acerca y finge una sonrisa, tendiéndoles la mano.

-Encantado, yo soy Richard, un viejo colega del pobre Freddy. ¿Dicen ustedes que estaban todos detrás de ese misterioso culto, de Kali? ¿Les comentó si estaba muy cerca de dar con él? Disculpen mi indiscreción, yo también me considero antropólogo, aunque autodidacta, y me apasiona todo lo relacionado con cultos religiosos en todo el mundo.

-Lo encontró. Encontró a un grupo que se hacía llamar Thuggee, activo en estos tiempos. -Los ojos de Patel brillaban fruto de la excitación. -No sé qué vio por allí porque de repente estaba muy interesado en un medallón. Eso nos contó antes de partir a su último viaje.

-Y usted, ¿sabe algo de ese culto?

Thuggee curiosamente es una prolongación de la palabra inglesa Thug (matón, rufián, gangster, son algunas de sus acepciones). De hecho los orígenes de dicha palabra radican en la india.

El origen de aquella palabra se debió a causa de una organización a la que algunos estudiosos consideran la primera mafia del mundo los Thugs. Las historias contaban que su modus operandi consistía en trabar amistad con los peregrinos hasta ganarse su confianza. Cuando los viajantes permitían a los ladrones unírseles en su travesía, el grupo de thugs los mataba en un lugar adecuado para desvalijarlos. Su método para darles muerte fue muy a menudo la estrangulación. De ahí que se les llamara también los estranguladores.

Catherine acudió al funeral como acompañante de Charles. Hacía muchísimo tiempo que no pasaba por un camposanto, y nunca habían sido lugares de su devoción. Claro, que probablemente fueran los preferidos de muy poca gente. 

Pese a su estilo alocado habitual, aquel día había optado por un vestido negro por debajo de la rodilla, bastante sencillo. Por respeto a su compañero, y al fallecido Fredderick. Aunque el calor del día y la situación habían hecho que la mujer se encontrara más distraída de lo habitual. Trató de actuar como soporte y amiga de Charles, hasta que el grupo se acercó a una pareja de hombres con aspecto de extranjeros. Catherine les acompañó, pero no vio la ocasión ni la pertinencia de decir nada. Su lista de intereses era amplia; sin embargo, la religión de la India -o el país en general- no estaba en ella. Por lo tanto, sus intervenciones consistieron en asentimientos con la cabeza y sonrisas intermitentes. 

Robert se encontraba mareado por el calor, el sudor resbalaba sobre su frente y trataba de contenerlo con un pañuelo ya empapado. Quería, necesitaba salir de allí, pero la conversación con los hindúes lo dejo demasiado inquieto y lleno de preguntas. - ¿Serian capaces sus asesinos de venir tranquilamente a su funeral? ¿Hablaba el diario sus ayudantes? Quería comprobarlo con sus compañeros. - Quizá puedan aclarar algo.

- Señores, me encantaría cambiar impresiones con ustedes sobre el trabajo del señor Fredy, pero creo que este no el mejor lugar ni el mejor momento. Podríamos vernos por la tarde, tomando algo en alguna cafetería.    

Robert mira a sus compañeros en busca de aprobación y vuelve a secarse la frente con el pañuelo.