Partida Rol por web

Robert tiende su mano con una sonrisa - Sr. Armitage, me llamo Robert Howard, soy un antiguo alumno de periodismo y amigo de Freddy. Como sabrá, venimos del funeral donde hemos echado en falta a algunos de los colegas y compañeros de Fred, así que, decidimos pasarnos por aquí para darles la noticia. Todo ha sido tan repentino... Robert cierra los ojos y se lleva el sombrero al pecho en un gesto de aflicción. -Y ya de paso, recoger sus objetos personales, pues Charles, es su única familia.

- No se disculpe, está claro que es usted alguien muy ocupado. Gracias por sus condolencias - le dijo a la vez que le respondía estrechándole la mano. 

¿Y qué es lo que trae a unos amigos y familiares del Profesor Short a la biblioteca?

Profesor... permítame una pregunta. Usted vio a mi tío trabajar en la biblioteca investigando a los Thuggee los meses antes de su viaje.... Verá... como seguro ya ha oído, la muerte de mi tío no ha sido... no ha sido rutinaria si es esa la palabra que puedo utilizar. Tengo la sospecha de que su última investigación ha sido la que ha acabado con él y que de alguna manera se apoyó en mí para evitar que su investigación quedase en nada... - Charles no termina la frase y lanza su pregunta.

¿Sabe si Freddy, perdón, Frederick trabajaba con algún ayudante?

-No. -Negó rotundamente. -No tenía ayudantes. Justamente hablamos de ese tema en una de sus primeras visitas. Era raro tener a un catedrático sin ayudantes, sin embargo me dijo que era por seguridad. Nunca lo entendí, hasta ahora.

-En cuanto a sus objetos personales. No están aquí, denme un segundo para cerrar esto y les llevo a su despacho.

En ese instante empezó a alejarse del grupo terminando de cerrar los postigos de las ventanas y apagar las pocas luces que quedaban encendidas.

Richard mira con desolación cómo el bibliotecario va cerrando poco a poco el templo del saber. Quizás, cuando volvamos de ver el despacho del señor Short, pueda convencerlo para echar un vistazo a los libros y, a lo mejor, encontrar algo más de esos malditos indios.

No tardó el profesor en terminar de cerrar los postigos sumiendo aquel lugar en la oscuridad. A continuación tomó un objeto que al accionarlo confirmó ser un "destello de luz". Aquel artilugio eléctrico poco iluminaba en comparación con los candiles. 

-Están prohibidas las llamas aquí. -Aclaró viendo entre la penumbra los rostros del grupo. -Yo puse la norma al ver más de un aficionado dejarse las velas encendidas en la biblioteca, así que se usa durante las horas de sol y excepcionalmente  con luz eléctrica.

-Seguidme por favor.- Invitó mientras abrió una puerta, tras dejar el ala de la biblioteca de Arkham atrás empezó a recorrer pasillos de bastante anchura que absorbían la espacialidad de altos techos. El largo recorrido hizo que recordase algo.

-Sorprendimos a unos en el interior de su despacho. -Empezó a contar.- Armaban bastante ruido la verdad. A pesar de todo no alcanzamos a atraparles. Cursamos una denuncia en la comisaría pero poco creo que puedan hacer. Sólo alcancé a ver su rostro aceitunado. Dejaron el despacho bastante descolocado pero no parecían haberse llevado nada. El agente que vino echó un vistazo tomó unas fotos y cerró la denuncia al no echar nadie nada en falta. 

-Supongo que gracias a eso no está precintado y usted podrá llevarse sus pertenencias. -Añadió con una sonrisa que parecía intentar abrirse en aquella faz de dolor.

Tras cruzar el pasillo llegaron a un hall, desde ahí accedieron a otro pasillo de dimensiones más humanas, desde aquel pasillo se abrían diferentes puertas de madera, la luz de la luna se filtraba iluminando tenuemente el pasillo a través de los huecos esmerilados de las puertas. Finalmente se detuvo el doctor en una de ellas, extrajo un llavero del que colgaban numerosas llaves, tal vez de un conserje. A continuación empezó a rebuscar entre aquellas llaves hasta que se quedó con un grupo de llaves más pequeñas, y empezó a encajarlas en la cerradura.

Unas entraban, pero no giraban, otras no giraban lo suficiente, después de seis intentos finalmente la cerradura se abrió con un chasquido. 

El interior era bastante austero, nada destacaba en él a excepción de un escritorio, un archivo y papeles.  Numerosos papeles amontonados a un lado del escritorio. Algunos de ellos tenían huellas de pisadas, parecía que el bedel había recogido aquello después de la investigación.

Robert coloca la mano sobre el hombro de su amigo Charles mientras hace un ademan para entrar en el despacho.

- Pues echemos un vistazo.

- Doctor -Continua Robert mientras busca husmea por el escritorio - Esos tipos que sorprendieron, pueden ser peligrosos, no dude en llamar a la policía si los vuelve a ver. Un sitio tan grande y vacío, es un imán para los rateros, no me extrañaría que volviesen sobre todo si buscaban algo concreto. Creo que deberíamos darnos prisa.

Robert se inquieta al escuchar sus propias palabas, aun así, intenta disimular y calmarse centrándose en la búsqueda del amuleto.

- También vinieron aquí. Siempre vamos por detrás de sus pasos - se lamentó Charles - Profesor, esos hombres aceitunados de los que habla se están haciendo pasar por ayudantes de mi tío. Sospechamos..... que son responsables de lo que le pasó.

No dejó que su rostro se ensombreciera de nuevo, directamente se puso a buscar entre las cosas de Freddy confiado de encontrar algo que les llevase hasta el amuleto. 

Aquel despacho era aún más espartano de lo que parecía a simple vista. Salvo algunos exámenes corregidos y algunas notas del temario apenas había nada más. Al registrar los cajones apareció una foto enmarcada, ésta parecía el único efecto personal que había en todo el lugar. La foto ilustraba a un juvenil Charles antes de ir a la universidad, acompañado de su fallecido tío totalmente sonriente. De fondo se escuchaba la voz del profesor, casi era un murmullo.

Aquel lugar debió ocuparlo durante los breves momentos en los que no estaba de viaje y no pareció haberse molestado en adecentarlo. 

Charles soltó una carcajada al ver la foto con su tío. 

- Caramba, así que me tenía en su mesa de trabajo, jajajajja. Qué gordo estaba Freddy en esta época - les dijo a sus compañeros - Creo que nos la tomó mamá el verano antes de comenzar mis estudios en el despacho de su casa. - la sonrisa se le quedó dibujada en la cara acompañada de una mirada melancólica - Me prestó unos libros fantásticos con las biografías de grandes filósofos que.... creo que nunca le devolví. Gracias a ellos comencé a estudiar a Locke antes siquiera de matricularme en la facultad.

Profesor, me llevaré esta foto a mi casa. No la recordaba - dijo en alto - No parece que haya mucho más en esta sala caballeros, y me encuentro un poco cansado. Ha sido un día muy largo. ¿Les parece que continuémos mañana?

Richard se aprieta los ojos con cansancio.

Desde luego, hoy ha sido un día muy intenso en emociones. Mañana no pinta que sea mucho más tranquilo, y también me gustaría echarle un vistazo a la biblioteca, a ver qué información puedo obtener. No dejo de tener esa incómoda sensación de que lo que buscamos debería estar en algún sitio cercan. A ver si mañana vemos las cosas con un poco más de luz.

Catherine sintió una punzada de felicidad al ver a Charles reír. Lo cierto es que estábamos teniendo muy buena suerte, todo aquel al que pedíamos ayuda parecía dispuesto a hacernos la vida más fácil. Salvo aquellos peligrosos extranjeros. Espero que la policía sea eficiente y los detengan. 

-Creo que tienen razón, caballeros. Estos días están siendo agotadores. Daría mi reino por una cama -se sentía extraña. No había podido aportar nada a la conversación con el entrañable bibliotecario. El día siguiente será mejor, se decía a sí misma.

Hace un rato que el grupo volvió a casa de Charles. Dada la hora a la que salieron de la universidad, el señor Diehl tuvo el detalle de ofrecer al grupo la posibilidad de dormir en su casa. Ésta se encontraba a unos pocos minutos por lo que su propuesta fue recogida de buen grado. 

Los sucesos del día, así como las escasas pistas que encontraron además del evidente hecho que Fredderick fue asesinado por una secta india, quienes parecían estar buscando un amuleto de evidente valor simbólico. La creencia del propio Freddie es que ese amuleto tenía la clave para destruir el mundo, o para evitar su destrucción. Sin embargo todos parecían escépticos al respecto.

Al llegar a casa iniciaron un corto debate acerca de dónde podría estar el amuleto, más nadie parecía tener muy claro el asunto, sólo una cosa es lo que estaba claro y era que nadie lo había encontrado. Decidieron retomar la conversación en la mañana siguiente. Aunque el silencio era palpable las preguntas flotaban en el ambiente, ¿qué harían?, ¿seguirian investigando?, ¿darían carpetazo al asunto?

La mañana siguiente amaneció como cualquier otra, parecía un día sin mucho futuro en el que todos los amigos se separarían hasta otro cumpleaños, tal vez no se volviesen a ver nunca dada la escasa fortuna que tuvo el encuentro. Nadie les hacía sospechar que nuevas pistas llegarían de la forma mas insospechada.

Se encontraban tomando un café acompañado de unas tostadas, en silencio, cuando un periódico golpeó el ventanal. La señorita Leed se encontraba en ese momento junto a la puerta, por lo que fue a recoger el periódico...

-¡Ahhhhh! -El grito ahogado que gritó alarmó a todo el grupo temíendose lo peor, ¿habrán vuelto los indios? ¿Habrán tenido el descaro de venir hasta aquí? Las preguntas que se agolpaban en sus mentes encontraron pronto su respuesta.

INTERRUMPIDO UN INTENTO DE ROBO EN EL CEMENTERIO

Repugnante Incidente tras el Funeral de un Respetado Ciudadano

A las 8:00, mientras abandonaba la Primera Iglesia de Danvers tras el servicio de la Tarde, el Reverendo Jacobs observó luces moviéndose a través del cementerio contiguo a la iglesia. Este informó que, investigando, vio a varios individuos que "parecían llevar puesto algún tipo de túnica extranjera."
Para su sorpresa, estos individuos llevaban palas e intentaban desenterrar la tumba del Sr. Frederick Short, quien había sido enterrado esa tarde en una breve ceremonia.
El Reverendo Jacobs volvió inmediatamente a la iglesia donde telefoneó a la policía. cuando llegaron a la escena, los oficiales descubrieron palas y evidencias de haber cavado en las proximidades de la tumba. Sin embargo, los perpetradores de este escándalo han huido. Los oficiales montaron guardia el resto de la noche, pero no se dio más actividad. El Detective Samson de la comisaría de Danvers especula que este incidente puede estar conectado con el espantoso asesinato del Sr. Short. Sin embargo, fue incapaz de explicar como podrían estar conectados ambos sucesos. Cualquiera que tenga información sobre este horroroso crimen se ruega contacte con el Detective Samson tan pronto como le sea posible.

Richard, después de unas deliciosas tostadas con cafe cortesía de su anfitrión, a quien saluda con un sentido gesto de la cabeza, procede a encenderse uno de sus baratos cigarrillos, cuando el grito desgarrador de la señorita Leed le hace desparramar la ceniza sobre sus pantalones. Mientras con una mano procede a sacudirse las ascuas, escucha con estupor la noticia que ha alarmado de tal manera a la dama. ¿Sera posible que el amuleto haya estado ahí todo este tiempo?

Charles, usted tuvo acceso a la última voluntad de su tío, ¿no es cierto? ¿Recuerda si hacia alguna mención especial acerca de cómo queria que lo enterrasen?

La mañana pintaba animada: desayuno, compañía, una esperanza de tranquilidad que inundaba el corazón de Catherine. Hasta que el ruido del periódico, instando a ser leído, le hizo despertar de su ensoñación. Con parsimonia, se acercó a recogerlo, cuando las palabras de la portada obligaron a la mujer a ahogar un grito. 

Tras leer el artículo con prisa, se dirigió a la mesa en la que descansaban los demás y dejó caer con pesadez el diario. Casi de la misma manera, se sentó en una de las sillas libres, de morros. Adiós a la vuelta a la rutina.

-Entonces, ¿qué se supone que tenemos que hacer ahora? ¿Buscar a esos cabrones? ¿Volver a hablar con el detective?  

- Es espeluznante... - Charles derramó por accidente el café sobre la mesa mientras escuchaba la noticia de boca de sus amigos - Señores.... yo también me acosté anoche pensando que mi tío podía haberse llevado el amuleto a la tumba pero... ¿se lo tragó? ¿A eso llegó?

Cada detalle que conocía sobre los últimos días de Freddy le encogían más el estómago.

¿Recuerda si hacia alguna mención especial acerca de cómo queria que lo enterrasen?

No, ¡claro que no mencionaba nada como esto! - Charles se molestó por la pregunta - Mi tío no merecía nada como eso, no hubiera hecho nunca nada como eso. ¡Tuvo que estar muy desesperado para hacer algo como eso!

-Espera, un momento. –Le interrumpió el periodista. –Charles, ¿me estás diciendo que intentaron desenterrar el cadáver para sacar el amuleto? ¿No estarás sugiriendo…? –Se interrumpió antes de seguir con aquello.

-Realmente tuvo que estar desesperado… –Dejó sus propias palabras en suspenso, buscando calmarse para sopesar otras posibilidades.

Richard abre la mano ante la explosión de ira de su amigo.

-Me refería a que lo hubiera llevado como adorno personal, la verdad es que no se me había ocurrido esa otra opción, desde luego mucho más terrible, y lamento haber parecido insensible ante la tragedia. Se dirige a todos ahora. -En caso de que nuestras suposiciones sean ciertas, ¿cómo deberíamos proceder? Máxime cuando ahora parece que la policía estará sobre aviso.

La mirada de Charles cambió al escuchar el tono de su amigo. 

- Discúlpame tú Richard. No merecías tal contestación... Ni siquiera se me pasó por la cabeza la posibilidad de que el amuleto lo tuviese colgado del pecho por mucho que fuera su última voluntad. Eso implicaría que, o lo llevaba encima entre sus pertenencias o estaba visible en su casa para la gente de la funeraria. Y ambas cosas no casan con la tortura que sufrió o el estado de su vivienda. Sólo se me ocurre que lo escondiera.... dentro de sí mismo - se llevó la mano a la boca. 

La idea de sus perseguidores abriendo la tumba y el cuerpo de su tío no abandonaba su cabeza. Una arcada le sobrevino haciendo que el café y las tostadas volviesen por su esófago. Se tapó la boca con la servilleta y corrió al cuarto de baño. 

Tras vaciar su aparato digestivo contra el inodoro, Charles se aclaró la cara y lavó la boca en el lavabo para quedar después mirándose al espejo intentando refrescar su mente.