Partida Rol por web

Héroes de Iretia

[01] La Llegada a Olantus

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04/12/2023, 18:23
Narrador

Respetando la negativa de Ramin, os despedisteis del anciano y os alejasteis de la granja. Ramin observó cómo os alejabais, su figura arraigada a la tierra como si fuera un árbol más. No obstante, Leofonte decidió regresar a la casa abandonada para espiar al ermitaño. Ramin había encendido una vela que titilaba en la penumbra, esparciendo una luz tenue por la estancia polvorienta. El anciano estaba sumergido en la lectura de un libro, extraido de una colección de una docena de volúmenes que descansaban en una desvencijada estantería. La vida aguda de Leofonte, ahora transformado en mochuelo, captó el título de alguno de los libros en la penumbra de la estancia: "La Danza de la Noche: Mitos, Maldiciones y la Influencia de Narria y Sibila", "La Tragedia del Rey Licon" y "Ciclos Nocturnos: Poemas de Transformación y Renacimiento". El cambiapieles se aburrió rápidamente de espiar al eremita y regresó con sus compañeros.

Tras reuniros con Leofonte, seguisteis el camino imperial que discurría a través de colinas cubiertas de hierba y robles retorcidos, que proyectaban sombras danzantes sobre el terreno que se volvía gradualmente más húmedo y pantanoso. El aroma fresco y terroso del follaje se mezclaba con la dulce fragancia de las flores silvestres y, al remontar una última colina, vislumbrasteis Olantus en la distancia, un pequeño asentamiento bañado por los tonos cálidos del atardecer. Sus casas de adobe se alzaban modestas y simples, con cubiertas inclinadas formadas por tejas de barro que, teñidas por el sol del atardecer, relucían con tonos cálidos y ocres. 

Alzándose como un coloso de piedra en el centro, el único edificio que desafiaba la modestia era el templo dedicado a la diosa Meditrea. Su arquitectura imponente y sus columnas de mármol, cinceladas con la destreza de antiguos maestros canteros, se erigían como testigo de la grandeza del imperio en declive. El resto de la aldea, en contraste, respiraba la humildad de quienes vivían en comunión con la tierra.

A pesar del bullicio diurno que solía poblar las calles cuando Cassius era un zagal, la aldea parecía sumida en un inusual silencio. Las seis de la tarde se anunciaban en el horizonte, y sin embargo, las puertas permanecían cerradas, como si un velo de misterio y temor hubiera descendido sobre cada entrada. Los rostros asustados de aquellos que se atisbaban desde detrás de las ventanas cerradas contaban historias de inquietud y preocupación, sumergiendo el ambiente en un manto de incertidumbre.

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04/12/2023, 19:15
Isolde

Cassius guió a sus compañeros por un sendero serpenteante que conducía hacia la pequeña casa de su hermana Isolde. La construcción, modesta pero acogedora, se alzaba con sus paredes encaladas en blanco. Al abrir la puerta, Isolde se mostró precavida, manteniendo la cadenita echada para restringir la apertura total. Era una joven arkadia, de cabellos morenos que contrastaban con un tono pálido de piel, revelando los rasgos heredados de su madre revraína. Iba vestida con ropas sencillas pero cálidas de lana.

Sus ojos, llenos de confusión, recorrieron los rasgos de Cassius. Una ligera arruga de perplejidad surcó su frente, su mirada reflejando una mezcla de curiosidad y extrañeza al encontrarse con aquel hombre cuyos rasgos le eran ajenos pero parecían evocar una lejana sensación de conexión. Sin poder ocultar su desconcierto, Isolde permaneció en el umbral durante unos largos momentos, con una mezcla de cautela y desconcierto, como si las líneas borrosas de la memoria intentaran tomar forma en aquel encuentro inesperado.

—Disculpa, ¿te conozco? —preguntó Isolde, su voz teñida de incertidumbre, con los ojos entrecerrados mientras escudriñaba el rostro de Cassius con atención.

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05/12/2023, 12:29
Cassius Verus

Aquello le cayó como un jarro de agua fría. Sabía desde el primer momento en que leyó la correspondencia de su hermana, que algo como lo que acababa de ocurrir, podía darse en el momento del reencuentro, aunque aquella previsión no lo hacía menos duro. Por suerte se había preparado mentalmente para afrontar la situación. Sólo esperaba que dentro de su hermana, quedara alguno de los recuerdos de infancia y quizás debido a la expresión de ella, Cassius supo que así era.

En realidad si. - Le respondió. - Nos conocimos muy bien hace no tanto tiempo. - Continuó. - Me llamo Cassius. - Trató de refrescar su memoria. - ¿No te resulta familiar mi cara, Isolde? ¿Mi voz tampoco? - Sonrió levemente y con tristeza. - ¿Te puedo enseñar algo? 

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06/12/2023, 18:30
Leofonte de Melephos

Leofonte-mochuelo sobrevolaba al grupo en la penumbra del atardecer. En principio debía estar vigilando por si había emboscadas pero realmente llevaba un rato dejándose llevar por las corrientes y perdido en sus ensoñaciones.

Volvió en si mismo al caer en que no había comido nada por lo menos en dos horas, eso era inaceptable. Le costó unos minutos encontrar a sus amigos pero los halló cerca de la casa de Isolde. Leofonte-mochuelo acometió un picado y se transformo junto a Cassius, en la puerta de la casa. ¡Aquella era Isolde!.

¡Isolde! ¡Cuánto tiempo, que gusto verte!— Le sonrió cariñosamente— Me alegro de que estés bien, por tus cartas pensaba que te encontraríamos loca, o muerta. ¿No tendrás algo de cena? Estoy famélico, tal vez uno de tus afamados gyros.

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07/12/2023, 21:43
Octavia

Octavia lanzó un suspiro al encontrar aquel giro de los acontecimientos. Supuso que Cassius quería mostrarle las cartas y la aparición de Leofonte solo debió asustarla más. Carraspeó para llamar la atención de los hombres y pedirles que se apartasen para no invadir el espacio personal de Isolde, haciendo aspavientos para apartarlos de la entrada de la casa.

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08/12/2023, 18:44
Isolde

Isolde observó a Cassius con una mezcla de perplejidad y vacilación, sus ojos escudriñando su rostro con una búsqueda ansiosa pero infructuosa de algún recuerdo que se le escurriera entre las grietas de su memoria. Las palabras de Cassius resonaron en su mente, intentando encontrar algún eco familiar en ellas, pero el velo del olvido permanecía inmutable.

—Lo siento, no... no tengo ningún hermano —respondió con un tono de voz cargado de confusión y desconcierto, su mirada alternando entre Cassius y Leofonte, buscando respuestas en sus gestos y palabras.

La presencia de ambos, aunque amigable por parte de Leofonte, generaba una incomodidad creciente en Isolde. Sus rostros desconocidos, las palabras que no encontraban eco en su memoria, la sumergían en un mar de miedo y desasosiego.

—Por favor, no sé quiénes sois, pero... me estáis asustando. Os ruego que os vayáis —murmuró Isolde con una voz temblorosa, su gesto reflejando una mezcla de incomodidad y angustia ante aquel encuentro desconcertante que desafiaba los límites de su propia realidad.

Los aspavientos de Octavia habían llegado aparentemente tarde, e Isolde se disponía a cerrar la puerta de su casa.

 

Podríais detenerla con un gesto brusco e impedir que cerrara la puerta, si es lo que queréis. Si no lo hacéis, ella cierra la puerta y echa el pestillo.

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08/12/2023, 19:09
Leofonte de Melephos

¿Qué le estaba pasando? ¿Le habría afectado el mismo encantamiento del que se hablaba en las cartas? No, ese miedo en sus ojos... ¡estaba secuestrada!. Leofonte reaccionó con rapidez y se transformó en un moloso de Melephos. Esa raza de perros de guerra era enorme, lo cual le permitiría tumbar aquella puerta, se lanzó hacia ella.

Iba a tumbarla cuando un pensamiento le hizo recapacitar, tal vez su captor estuviera tras la puerta, tal vez no y pondría en peligro a Isolde. Tal vez no estaba secuestrada. Descartó su envite para tan solo poner una pata en la puerta y después sonreír a Isolde con la lengua fuera. Isolde ya le había visto mucho en esa forma, seguro que le reconocería. Aunque por si acaso mantuvo su enorme y peluda pata en la puerta. Trato de poner su mejor cara de moloso e incluso gimoteo ligeramente. No le costó, tenia hambre.

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09/12/2023, 16:09
Cassius Verus

Aquello iba a ser un contratiempo. Como a su hermana le diera por comenzar a gritar, las cosas podían ponerse muy feas. Alguien acudiría en auxilio y si le reconocían tanto como Isolde lo hacía con su hermano, sólo podía acabar con derramamiento de sangre.

Espera... - Le suplicó Cassius. - Quiero que leas unas cartas. Reconocerás tu propia letra. - Le dijo. - O eso espero... - Pensó. - Si no te siembra duda acerca de lo que está sucediendo, me marcharé por donde ha venido.

Dicho aquello, sacó las cartas que la propia Isolde había escrito de puño y letra y trató de entregárselas.

- Tiradas (1)
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09/12/2023, 19:00
Octavia

-La estais agobiando -musitó Olivia. Pero ¿qué otra cosa podía hacer ella? Intentó mantenerse lo más al margen posible, insegura, esperando la aparición del alguacil Graciano en cualquier momento.

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12/12/2023, 08:20
Isolde

Isolde, al ver la transformación de Leofonte en un perro, sintió una oleada de miedo que se reflejó en sus ojos ampliamente abiertos. El cambio abrupto del cambiapieles añadió una capa más de desconcierto a la escena, intensificando la angustia que ya se aferraba a su corazón.

—¡No, para! —exclamó Isolde, retrocediendo unos pasos, su voz temblorosa mientras la incomodidad se transformaba en temor.

Cassius, con una expresión de súplica, intentó calmarla, ofreciéndole cartas que pretendían ser un lazo entre ellos, un hilo que conectara el presente con un pasado olvidado. Sin embargo, la mirada de Isolde permaneció llena de desconfianza y miedo.

—No sé de qué hablas, no he escrito ninguna carta, y no sé quiénes sois—balbuceó Isolde con desasosiego, su rostro reflejando una creciente inquietud y desconfianza ante la posibilidad de un peligro latente. La ausencia de su marido en ese momento acrecentaba su sensación de vulnerabilidad—. Lo siento mucho, pero no puedo... no sé qué está pasando, por favor, no insistáis más.

Con una determinación nacida del miedo, Isolde cerró la puerta con un gesto rápido y tembloroso, sintiendo el alivio de tener un obstáculo entre ella y aquellos que representaban una amenaza desconocida.

 

Ya que no me decís por el grupo a dónde vais, lo tendréis que decidir en el roleo.

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12/12/2023, 19:34
Cassius Verus

No me gusta... - Murmuró entre dientes sin esperar respuesta. 

Cassius se mantuvo pensativo unos instantes. Quizás ya nadie en toda Olantus le podría reconocer. Sólo esperaba que durante el tiempo que estuviera investigando en la aldea, no acabase perdiendo la memoria como le había sucedido a sus antiguos vecinos y familiares.

- Si es que es eso lo que les ha sucedido... - Resopló temiéndose lo peor. - ¿Y si ya no son ellos mismos?

Sumido en una gran desesperanza, agarró las cartas que la propia Isolde le había enviado y agachándose junto a la puerta de la vivienda, trató de introducirlas por debajo de la misma. Conocía bien a su hermana y sabía que la curisoidad acabaría por obligarle a leer aquello y si reconocía su letra, empezaría a hacerse preguntas y acabaría por buscarle. Si no se había marchado de la villa, quizás le escuchase...

¿Vamos a tomar una cerveza? - Le pregunó a Leofonte. - Quizás encontramos a alguien conocido en el Olivo Dorado... - Dijo sin demasiada esperanza. - Aunque puede que nosotros no seamos conocidos para él... claro está...

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13/12/2023, 13:08
Leofonte de Melephos

Leofonte-moloso arañó la puerta durante un momento mientras gimoteaba lastimoso. Tenia hambre y, además, estaba triste por Isolde. Cabizbajo, abandonó la puerta y se colocó junto a Cassius. Posó la cabeza contra la pierna del hombre buscando un poco de consuelo. Le sentaba genial que le rascaran tras las orejas cuando cambiaba a una piel perruna.

Respondió con un ladrido afirmativo a la pregunta. La cerveza le vendría bien para enjuagar ese desasosiego. Seguiría un rato como moloso pero debía abandonar esa piel tanto para entrar a la taberna como para sacudirse esa tristeza. Los canidos eran estupendos para el buen tiempo, no tanto para salir de la tristeza.

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14/12/2023, 17:16
Octavia

La ladrona se llevó una mano a la cara al ser testigo del terror causado a Isolde. No la conocía personalmente pero era capaz de ponerse en el lugar de la mujer. Las intenciones de Cassius y Leofonte eran nobles, habían perdido la confianza de Isolde con sus acciones y ahora les resultaría un poco más complicado resolver el problema que asolaba Olantus.

-Vayamos a la posada y preguntemos por el loco del pueblo. Tienen por costumbre salirse de la norma y seguro que hay algo de verdad en lo que dicen -sugirió Octavia como añadido a lo expuesto por Cassius.

Mientras se dirigía hacia allí, le hizo una carantoña al perrete. En ese momento, Lucrecia asomó los bigotes por el borde de la bolsa. La rata familiar de Octavia se había pasado buena parte del día durmiendo.

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15/12/2023, 09:26
Narrador

Os marchasteis de la casa de Isolde con un nuevo peso en el corazón y os dirigisteis a El Olivo Dorado. El sol comenzaba a deslizarse hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y púrpuras, cuando llegasteis a ella. La posada había sido construida hace aproximadamente tres décadas, y exhibía aún la frescura de su juventud en las líneas suaves y los detalles artísticos que adornaban sus muros. Los adobes, en tonos cálidos de ocre, se alzaban con una elegancia modesta, creando una estructura que se mezclaba armoniosamente con el entorno. La hiedra que trepaba por las paredes exteriores, destacando la tonalidad dorada que le confería un aire de misteriosa elegancia. Las tejas de barro, dispuestas con esmero sobre el tejado inclinado, capturaban los últimos rayos del sol crepuscular y lanzaban destellos dorados. En la entrada, un antiguo olivo, testigo silencioso de las décadas transcurridas, saludaba a los visitantes con ramas retorcidas que se alzaban hacia el cielo.

Sin embargo, a pesar de la aparente calidez del exterior, al adentrarse en el salón principal, la atmósfera cambiaba. La estructura de adobe mantenía el calor del día, pero la sensación de acogida se veía eclipsada por una quietud inusual para aquellos de vosotros que habíais disfrutado del jolgorio en sus salones. Aunque las mesas estaban dispuestas de manera acogedora, fabricadas en madera pulida, la escasez de comensales creaba un silencio palpable.

El crepitar del fuego de la chimenea, ahora apagado, dejaba una ausencia notable de la calidez que solía emanar de su danza ardiente. La leña, dispuesta en una pila ordenada junto a la estructura de piedra, aguardaba pacientemente el momento en que el fuego reviviría, pero por ahora, solo quedaba la memoria de las llamas que habían danzado en aquellas largas noches en las que Cassius y Leofonte habían bebido hasta el hartazgo.

Las sombras se alargaban en el interior, acentuando los detalles tallados en la madera de las mesas y sillas. Las cortinas de lino, ligeramente movidas por la brisa vespertina que se filtraba por las ventanas, añadían un toque de misterio a la escena. Pocos hablaban, sumidos en sus propios pensamientos, mientras el sol se despedía en el horizonte.

 

Tirada de Percepción, por favor.

Hay 7 clientes repartidos por el salón.

- Tiradas (2)
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15/12/2023, 09:31
Brielus

¡Buenas tardes, caballeros!

El fornido posadero de El Olivo Dorado, emergió detrás del mostrador con una sonrisa franca. Sus hombros anchos y el cabello oscuro, salpicado de algunas canas, denotaban la experiencia y la calidez de un anfitrión consumado.

—¡Bienvenidos, bienvenidos! —exclamó con entusiasmo, extendiendo sus brazos en un gesto de hospitalidad—. Soy Brielus, el tipo que cuida esta taberna. ¿Habéis andado un buen trecho? Dejad que os ofrezca algo pa' mojar la garganta. ¿Preferís cerveza, vino o un buen trago de brandy que pega como martillazos?

Mientras hablaba, su tono resonaba con la calidez del hogar y la hospitalidad característica de la región. Aunque no era, desde luego, la misma persona que había atendido a Cassius y a Leofonte hacía unos años. Con gestos ágiles, llenaba vasijas de barro con las bebidas elegidas, presentándolas con una reverencia amable.

—Y si tenéis hambre, aquí hay manjares que harían babear a un cíclope —continuó Brielus con un brillo travieso en los ojos—. Tenemos souvlaki, brochetas de carne a la parrilla, bien sazonadas y aromáticas, o si lo preferís, pescado en salazón con salsa garo.

Con una inclinación apenas perceptible, preguntó con un tono amistoso pero cuidadoso:

—Y, ¿qué les trae por Olantus, eh? Aunque somos un pueblo tranquilo, siempre hay historias que revolotean por ahí. ¿Algún asunto emocionante que contar, amigos?

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15/12/2023, 16:44
Leofonte de Melephos

Leofonte-moloso se sintió mejor tras recibir los mimos de Octavia. Su amiga era a veces muy suspicaz y desconfiada, al conocerla un poquito veías que había sufrido lo suyo, pero Leofonte la quería mucho y se sentía mejor cuando estaba con ella. Curiosamente Octavia parecía soportarle mas cuando adoptaba formas animales, y no era la única.

Algo mas contento, Leofonte-moloso revoloteó y olfateó todo el camino hasta El Olivo Dorado. Adoptó su forma humana para empujar la puerta y entrar con una gran sonrisa. Hay quien pensaría que Leofonte sería una persona despistada pero mas bien al contrario, vivir la mitad de su vida como animal había desarrollado su instinto natural. Conforme entro en la taberna fue muy consciente del ambiente, por lo que su sonrisa amainó ligeramente. No se dejo hundir por el ambiente y se giró hacia el amable Brielus.

Espera un segundo, este Brielus... Reconoció al tabernero de inmediato como uno de sus esporádicos compañeros de bacanal. Se pasó una mano por su sedosa melena para apartársela de la cara y se acercó a la barra con una picara sonrisa. Se sentó en un taburete y posó su codo sobre la barra, flexionando su musculoso brazo para apoyar su barbilla sobre su mano y mirar fijamente al tabernero con una mirada arrebatadora.

¡Hola, mi querido Brielus! Soy Leofonte de Melephos, ponnos un mucho de todo lo que has mencionado. Pero antes, ¿No me reconoces?

- Tiradas (1)
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16/12/2023, 14:20
Cassius Verus

Las cosas también habian cambiado en "El Olivo Dorado", aunque en ese caso lo habían hecho de una forma más natural, pues el dueño no era el mismo que años atrás. No obstante, también había cambiado a peor, pues aunque el menú sonara apetitoso, el ambiente era bastante más frío que el que recordaba. Fuera como fuera, no había ido allí ni a comer, ni a pasar un buen rato disfrutando de la bebida o la compañía.

Nada que contar ciertamente. - Mintió Cassius. - Somos simples trotamundos tratando de ganarnos la vida, ¿sabe? - Trató de convencer al mesonero, aunque tampoco creía que fuera necesario elborar más su falacia. Al fin y al cabo, el interés de Brielus no debía ir mucho más allá de la mera cortesía. - Nos sentaremos en esa mesa. - Señaló una mesa algo apartada del resto, pero con una amplia visión de toda la sala. - Si le parece bien, claro... - Sonrió levemente. - ¡Estamos hambrientos! 

A diferencia de Leofonte, Cassius prefería guardar un perfil bajo. Hasta que supieran algo más sobre lo que estaba sucediendo, prefería no seguir llamando la atención. De otra forma, quien estuviera detrás de toda aquella trama, podría empezar a sospechar que no estaban allí por mera casualidad y eso no les iba a beneficiar de modo alguno.

- Tiradas (1)
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16/12/2023, 21:56
Octavia

Octavia se limitó a entrar en el local y observar las posibles salidas. Inspeccionó la decoración, estudió los detalles y analizó a los presentes del modo más profesional posible. No estaba atada a ese lugar como lo estaban sus compañeros y la añoranza o la nostalgia no eran emociones a las que se entregara con facilidad. En realidad, no se dejaba llevar por ninguna emoción, eso era lo único que te salvaba la vida en situaciones de peligro.

Cuando Cassius eligió una mesa, Octavia se sentó de cara a la puerta y con la espalda contra la pared. Rebulló en el asiento, no se fiaba del posadero ni de los parroquianos. Si de verdad había algún escamoso haciendo de las suyas por la zona, todo los que estaban en la posada estarían bajo su control y podían ser potenciales espías. También podían ser un puñado de bandidos haciéndose pasar por el posadero y sus clientes habituales.

 

- Tiradas (1)
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20/12/2023, 08:28
Narrador

Te ha parecido ver una comadreja observándoos en la distancia. No lo has visto bien, pero jurarías que era Bigotes, el animal que se posaba en el hombro del ermitaño que vivía ahora en la vieja granja de Cassius.

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20/12/2023, 08:30
Brielus

Brielus pareció advertir la reserva en las palabras de Cassius y su gesto discreto. Asintió con una sonrisa comprensiva ante la vaga explicación del viaje y asintió al señalamiento de la mesa apartada.

—Claro, claro. Os llevaremos algo de comer enseguida, no os preocupéis. ¡Estáis en casa aquí! —dijo el posadero.

Después observó atentamente a Leofonte, tratando de recordar de dónde conocía esa cara. Después de unos segundos, una chispa de reconocimiento iluminó sus ojos.

—¡Leofonte! ¡El campeón de Melephos! ¡Por Varos, qué sorpresa tenerte por aquí! ¡Sorex un especial de la casa! ¡Ponte cómodo, campeón! ¡La casa está a tu servicio!