Os fijáis en que Zogdav ni siquiera se vuelve a mirar lo que le señaláis.
Ya está todo perdido. Poco más se puede perder si le pregunto una única cosa.
Dime Zogdav -digo al gigante verde- ¿Qué ves ahí? -pregunto señalando hacia dónde se encuentran las espinas de rubí.
Llevo tiempo mascando la idea de que fuesen una ilusión, pero entonces me habría dado cuenta cuando le eché la pócima por encima. Pero total, por salir de dudas...
¿Ver? Ni siquiera compartimos el mismo plano. No veo más allá de los confines de esta prisión.
La criatura a la que identificáis como Zogdav mastica sus pensamientos en silencio.
No os percibo versados en esclavitud interplanaria. ¿Quienes sois y cómo osáis?
Somos los que te hemos invocado y solo queremos que nos enseñes el camino a seguir.
Hay algo que en las tinieblas de mi prisión puedo ver con claridad: sois un hatajo de mediocres. Podría intentar engañaros para que me liberaseis, pero me resultaría indigno y vergonzoso como principio de mi imperio del caos.
Si claro, si eso es como todo. Pero dinos una cosa. Zogdav, ¿nos vas a ayudar? -Pregunto al genio tocapelotas.
Yondalla, dame paciencia...
Zogdav hace una mueca desdeñosa y se esfuma.
Sois agraciados con una nueva cuenta roja en cada colgante.
Estáis a punto de caer en una profunda depresión. Os dais cuenta, conforme vuestra mente se tiñe de sombras, de que olvidasteis aplicar el resto de la reveladora estrofa sobre Zogdav. ¿Quizás habéis tomado a la ligera poderes que os superaban con creces? ¿O es una muestra más del descontrol que impera en la Orden del Inicio del Camino desde su abandono?
Ah, si tan sólo tuvierais a mano a ese demonio de Crakell Dúrdagan...
Ahora no hay más que dos posibilidades. Podéis continuar con el Chambelán de Bronce, tratando de resolver el asunto del gong, o bien entregaros a las mieles del suicidio en grupo.
Abatidos, apenas alcanzáis a oír el eco de unas voces por el corredor, que serpentea detrás de vosotros.
Bendice Dios a Charlie Mopps,
de la cerveza inventor-tor-tor-tor
Cuando ve al gran Trasgo Rognar le dice de sopetón:
Por donde podemos salir de aqui y como?
Os habéis dirigido de vuelta hacia el pasillo central, el que une el muro por el que entrasteis a la Orden con la puerta que dice Sala de Evaluación. Interrumpís al oficial grantrasgo y uno de sus hombres mientras se dirigen a la Sala de las Llaves a "hacer algo que nadie puede hacer por ellos".
El sargento os mira de arriba abajo. Lo que en principio tomáis por una mueca de desprecio se revela como una muestra del limitado repertorio de expresiones que tiene un grantrasgo. Y todas parecen hostiles.
¿Crees que vivimos en esa sala por gusto? ¡Por Hextor! Sois más lerdos de lo que chillan vuestros colgantes.
Chasqueo la lengua y señalo la puerta de Evaluación.
Podríais intentarlo con esa puerta. Los que la atraviesan no vuelven. Claro que eso no tiene por qué ser bueno... al menos para vosotros.
queda alguna cuenta sin color en los colgantes¿?
Creo que no. Eran seis cuentas y yo diría que ya las tenéis todas iluminadas.
Mientras están presentes los trasgos Meiar se mantiene inusitadamente callada y medio escondida tras Rognar pues le asustan aunque, como dice si le preguntan, "solo un poquito"
Una vez se han ido se dirige a sus compañeros con voz desanimada
Creo que deberíamos intentarlo con esa puerta, además por lo visto no tenemos más pruebas en las que fracasar y conseguir otra cuenta roja... tras una breve pausa está claro que ha llegado el momento del recuento... espero que podamos contarlo y luego echarle la bronca a ese pequeñajo mentiroso que nos engañó
¿Recuento de cuentas porfa please?