Partida Rol por web

Tu secuestrador te dejo tirado en mitad de la falda sur de una cadena montañosa (Los pirineos) con cumbres nevadas. Es un dia soleado y bonito, en cierto modo, se parece un poco a tu verdadero hogar, pero no es nada comparable con la belleza del mundo Faerico. Miras soñador las nubes pasar veloces, cuando un extraño sonido te despierta de tu ensimismamiento... Buscas con la mirada la fuente del sonido, y en la distancia, no muy lejos, ves una luz blanca...

Observo la luz blanca de la que, al parecer, proviene el sonido que me ha despertado de mi ensueño. Suspiro profundamente mientras llevo ambas manos a la espalda, entrecruzándolas. Esta posición hace que las Cadenas de Oniros tiren aún más de la piel, quemándome constantemente... Pero claro... Ya estoy acostumbrado al dolor. Comienzo a andar hacia la luz, tranquilo pero alerta... El mundo humano es demasiado hostil como para permanecer mucho tiempo con los ojos cerrados o levantando castillos sobre las nubes...

Cuando llegas, ves la cara de tu secuestrador saliendo del portal...

Observo a mi captor con los ojos cansados y entristecidos... En realidad no sé si me profesa más lástima que odio, o si es al revés...
-Conseguiré el anillo, si me dáis la información que preciso para saber de vuestro maestro... Sin embargo no puedo matarle a menos que tenga una buena razón para hacerlo... Debo juzgar sus actos antes de llevar a cabo una posible ejecución... No os toméis esto como una insolencia, pues no es ésa mi intención, pero vos mismo especificasteis que lo que precisáis es el anillo...

Mi cuerpo se retuerce de dolor en un primer momento, mientras dejo escapar un grito de protesta, provocado por la constricción de las cadenas. Caigo, de rodillas, como el esclavo que soy, y alzo la cabeza para observar cómo Magnus comienza a toser sangre.
Interesante... ¿usar magia deteriora su cuerpo o es una simple coincidencia?
Me levanto lentamente, para adoptar la misma posición que mantenía antes.
-Se hará como ordenéis, señor...

Asiento lentamente con un gesto de la cabeza. Si quiero que se me retiren estas cadenas, tendré que hacer lo que se me ordena... Sin embargo, aún gozo de cierta independencia, de la que pretendo hacer buen uso.
-Bien, mi señor... Se hará tal y como ordenáis... Ahora me gustaría saber la dirección en la que debo encaminarme para iniciar mi viaje lo antes posible, con vuestro permiso.

Agacho la cabeza con las manos a la espalda, mirándole desde debajo del flequillo con odio y tristeza, sin responder, como es habitual, a sus provocaciones... Hago una inclinación de respeto y comienzo a caminar en la dirección que me ha indicado con paso tranquilo pero constante.

-¡¡¡¡NGH!!!! Recibo la sacudida de dolor con estoicismo, cayendo al suelo de rodillas, una vez más. Observo cómo se marcha entrecerrando los ojos. Al menos ahora que se va podré gozar de algo de tranquilidad... O eso espero, al menos... Recojo los útiles de viaje que ha dejado y cojo las viandas, que iré consumiendo por el camino, para no perder tiempo.
Así pues, ahora sí, me encamino en la dirección indicada.

Encuentras raciones para 1 mes de viaje, una vara para apoyarse, una mochila con mantas, yesquero y pedernal. 3 odres con agua potable, cecina y algo de pescado en salazon, parece bonito. Te extraña que te de cosas de tanta calidad

Conforme sigo caminando observo los útiles que me ha dejado Magnus a cargo. En efecto, no es habitual en él... La única explicación que se me ocurre es que quiera que pueda rendir a plenas facultades durante mi misión... Después de todo, si quiere que yo acabe con su maestro... En fin, supongo que me envía a una misión suicida para calibrar sus fuerzas... En mi estado no puedo vencer en combate a muchos humanos que posean un poder medio... Tendré que mantenerme ojo avizor, nunca se sabe cuándo va a serme arrebatada la vida...
Entre estos oscuros pensamientos continúo mi travesía hasta la ciudad oscura de la que mi amo hablaba...

Llevas andando varias horas. Llegas a la rivera de un rio no muy caudaloso, pero conforme vas avanzando se va haciendo mas grande. Unas cuantas horas mas andando llegas a ver en la distancia un pequeño pueblo en llamas...

Hago un alto en el camino, sin cambiar en un momento la mirada ante el espectáculo flamígero que ven mis ojos. Sin embargo, hay cosas que no pueden evitarse, como que mi cuerpo empiece a moverse a gran velocidad hacia el poblado en llamas, con la firme intención de ayudar si es preciso.

Antes de que empezaras a correr, ves en la distancia un pequeño grupo de soldados con armadura negra que estan realizando una masacre asquerosa... Aun no lo ves con detalle, pero conforme te vas acercando ves que son tres soldados con espadas a dos manos y a sus pies hay una pila de cadaveres destripados... sin miembros... todo esta lleno de sangre negra y espesa... y los soldados rien con malicia. Parece que no te han visto

Observo con horror y aún más tristeza el infernal espectáculo perpetrado por estos bárbaros... Hacen sufrir y disfrutan con el sufrimiento ajeno... Al final, a esto se reduce la esencia del mundo humano, por lo que llevo visto hasta el momento. Agacho la cabeza, apesadumbrado, mientras dejo caer los brazos que, hasta ahora, se mantenían a la espalda, entrecruzados. Describo un arco con mi brazo frente a mí mientras musito unas palabras arcanas:
-Ven para protegerme contra todo ataque a mí dirigido... I Moot ir Dorhort...
Frente a mí aparece un extraño símbolo semietéreo y semiesférico, a modo de escudo, que desaparece al instante. Comienzo a caminar hacia los hombres con paso decidido.

-Durante mucho tiempo he estado arrodillado, pero ante un hombre mil veces más temible que tres perros que acaban con sus indefensos semejantes... Lo siento... No hay cuartel para los que no dan cuartel... Uno entrega y otro recibe... Recibid vosotros, pues yo os entrego ahora...
Alzo la mano. En la estela del movimiento se dibuja una línea roja poblada de extrañas runas arcanas de color negro. La energía mágica se concentra en torno a mi mano levantada, que empieza a arder con un fulgor plateado como la luna.
-Argentum Ignis...
Un rayo de poder surge de mi mano hasta el primer soldado.

Uno de los soldados cae al suelo de rodillas con una obertura en el pecho... Los otros dos se quedan paralizados mirando con horror como su compañero ha muerto con un simple gesto y unas sencillas palabras

Sin cambiar el imperturbable aunque entristecido gesto de la cara, miro a ambos hombres a los ojos a través de sus oscuras armaduras mientras alzo la otra mano, impregnada igualmente de fuego plateado.
-Decidme... ¿Debería tener clemencia con vosotros cuando no la tuvisteis con unos pobres hombres, mujeres y niños desarmados? ¿Hay alguna razón que podáis darme para que no envíe vuestras podridas almas a las profundidades del Hades? ¿Quizá alguna que me lleve a pensar que, en verdad, no estabais disfrutando con la carnicería que llevabais a cabo? Si alguna de éstas preguntas que os he formulado tiene una respuesta convincente... Hablad con presteza... O de lo contrario preparaos para morir, pues mi mano no tiembla a la hora de castigar el mal.

Los soldados restantes se miran y asienten... sin comerlo ni beberlo ambos soldados dan un salto cayendo ambos justo delante de ti... si levantar el cuerpo, te miran desde abajo, y como si fueran un solo ser levantan sendas espadas hacia ti pero por desgracia para ellos y por fortuna para ti uno de ellos hizo mal el ataque y ha seccionado por la mitad a su compañero...