Partida Rol por web

Ahora eran hombres. Ya habían prestado sus juramentos de lealtad a los espíritus de los antepasados en el altar de las runas. Tenían sus propias armas y sus escudos confeccionados con cuero de dragón estirado sobre un armazón de hueso. Ahora eran hombres y no debían tener miedo de pedirle a una chica que bailara con ellos. Todos ellos se habían hecho a la mar y habían empujado los remos en medio de los coletazos de la tormenta. Absolutamente todos habían participado en la caza del dragón y de la orca. Todos habían recibido su parte de las cacerías, una parte muy pequeña, había que reconocerlo, pero parte al fin. Según las costumbres de su tribu, eran hombres. Era una tarde del otoño tardío y hacía un tiempo estupendo. Se celebraba el Día del Recuerdo, el primer día de la última centena del año, el comienzo de la corta estación otoñal cuando el clima, durante un brevísimo período, se volvía bonancible y el mundo estaba en calma. El Ojo de Russ se iba haciendo cada vez más pequeño en el cielo. El período de los terremotos y de las erupciones casi se había acabado. Antes de que se dieran cuenta, vendrían las nieves y caería sobre el mundo el largo invierno, a medida que se empequeñeciese más el Ojo de Russ. El aliento de Russ helaría el mundo y la vida se haría inevitablemente más dura. Era el tiempo de las fiestas, y de estar alegre y de casarse mientras el tiempo era bueno y los días largos. Las chozas habían sido recubiertas con pieles de dragón nuevas. Las paredes de madera de la gran sala habían sido pintadas de blanco y rojo brillantes. En el centro del poblado se levantaba una enorme pira de madera sin encender. Los cerveceros ya estaban arrastrando grandes barriles al aire libre. La mayoría de la gente todavía estaba trabajando, pero los siete jovenes no tenían nada que hacer. Todo ese día iba a ser festivo para ellos y no tenían nada que hacer más que gandulear ataviados con sus mejores galas. Los habían echado de sus cabañas para que las mujeres pudieran barrer y limpiar. Los más viejos estaban ya en la gran sala contando historias de la gran batalla contra los Craneotorvo. En la lejanía podía oírse al skald afinando su instrumento, y a su aprendiz, Grimm, tocando ritmos básicos en los tambores con los que habría de acompañarlo.

Observaron cómo el Gran Jarl Torvald encendía las grandes almenaras. La tea ardiente se precipitó sobre la madera untada de aceite y las llamas se elevaron hacia lo alto como demonios danzantes. El olor del ámbar gris y de las hierbas aromáticas inundaba las callejuelas y el calor de las llamas hizo que sus caras se enrojecieran. Miraron en derredor y vieron que todos los habitantes de la aldea se habían reunido alrededor de la hoguera y miraban fijamente cómo el jefe desempeñaba sus obligaciones ceremoniales. Imogrim empezó a cantar con una voz suave que, sin embargo, sorprendía por su resonancia, y sus palabras parecían fluir al mismo tiempo que el golpeteo de los tambores. Era como si brotara un enorme manantial de memoria dentro de él y hubiera empezado a fluir, lenta pero inexorablemente. Cantaba La Saga de los Puños de Trueno, su canción ancestral, una obra cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos, hacía cientos de generaciones, y a la que cada skald había ido añadiendo capítulos. Los nuevos hombres sintieron el corazón henchido de orgullo cuando Imogrim relató su viaje para conducir al Sacerdote Lobo Ranek a la isla de los Señores del Hierro, y el modo en que lucharon con el dragón antes de que cayera muerto por la magia del anciano brujo. Ahora sabían que sus nombres perdurarían para siempre. Mientras su clan existiera sobre la faz de la tierra, sus nombres serían recordados por el skald y por sus aprendices, y tal vez se cantara incluso en los días santos y en otras fiestas. Incluso después de que traspasaran el umbral de la muerte, sus nombres seguirían vivos.

Gunnar estaba disfrutando de los prolegómenos de la fiesta, y a cada ocasión que tenía instaba a sus compañeros a unirse a la fiesta:

- Vamos muchachos! Vayamos a la sala de hidromiel a calentar nuestras gargantas con el nectar de los dioses. Jajajajajajaja.

Mientras atronaba a los vecinos con la estruendosa risa, cogía firmemente del brazo a dos de sus compañeros arrastrándolos a la sala festiva.

Pero bajo la aparente "gregariedad" de Gunnar, este se repetía muchas preguntas de los últimos acontecimientos del viaje: las impresionantes estructuras que vió en el puerto, ese pájaro férreo que parecía buscarlos en medio del mar, si volverían a cruzarse con Ranek, ..., muchas más se arremolinaban en la mente de Gunnar, pero ninguna tenía todavía respuesta .....

El guerrero suspiró con aires renovados tras el desembarco. Aquel viaje marcaba un antes y un después, ya era un hombre y eso significaba un nuevo tipo de vida. A pesar de ello y por razones que llegaba a entender ya empezaba a echar de menos toda aquella extraña brujería metalica que habían tenido el honor de contemplar en Asaheim.

No se me olvidarán las palabras de Ranek...

Haakon se sumó a la proposición del hijo de Thorvald el Gris con cierto entusiasmo, emitiendo un suave gruñido le golpeó el hombro - ¡Gunnar, recuerda dejar algo para los demás! - sumandose a la estruendosa risa tras el comentario.

La ceremonia del juramento fue como un renacer para Sigmund. Su vida anterior ya estaba muy lejos, más allá de sus recuerdos. Pero el tiempo aislado de la civilización habían calado hondo en la personalidad del recién juramentado Puño de Trueno, no permitiendo que se sintiera cómodo en compañía de otros...Aún no estaba preparado para abrirse...

Loados fueran los dioses por permitirle alcanzar tamaño honor, ya era un hombre a ojos del clan...pero aún no había encontrado la paz interior, la búsqueda de la gloria le carcomía por dentro... Esperaba la oportunidad para redimir su estirpe y cada día que pasaba se obsesionaba más...

La gesta que había encumbrado a los jóvenes ya era pasado, y Sigmund sentía que aún le quedaba mucho por hacer. Tampoco se le escapó el detalle de la nueva estrofa de la canción de la Saga de los Puños de Trueno. Sí, les honraba incluyendo sus nombres en la leyenda del clan....pero su apellido fue hábilmente soslayado... De hecho al escuchar la canción recordó todos los pasajes en los que debería mencionarse un Chuelson y se entristeció. No culpaba al Skald por su deliberada ocultación, era lo justo.

Sacudió la cabeza intentando alejar los oscuros nubarrones y cuando Gunnar le agarró por el brazo se dejó llevar...

Marnus permanecía apartado del gran meollo de la fiesta. El joven cazador, ahora un hombre hecho y derecho, permanecía observador de todo lo que acontecía, apoyando su espalda contra una de las columnas de madera del Gran Salón, mientras degustaba una jarra de buena cerveza.

Marnus era un cazador siempre atento a todo lo que le rodeaba. Era su forma de vivir. No podía cambiarla. Al sentir la canción del skald, sólo pudo sentir orgullo, y no pudo evitar evocar el recuerdo de su padre y su hermano. Les hubiera encantado oír las proezas del muchacho de pelo como la miel y ojos azules.

¡¡Por vosotros!!- pensó mientras alzaba su jarra para brindar con la memoria de sus parientes difuntos.

Sii! Por fin eran hombres con todas las de la ley.

Ya podían tener sus armas como algo propio y no un bien prestado. Ya podían festejar con las muchachas del pueblo.Ya podían salir a cazar fuera de los límites que tenían prohibidos antes...

Gracias a Russ, que los había bendecido con grandes pruebas, pero tambien con grandes dones y regalos, podía contar hoy el skald la historia pasada. Habían visto maravillas y habían conocido un mago hijo de Russ. No implicaba eso la buenaventura para sus vidas? Esperaba que si.

Asi que se acercó a sus amigos y compañeros y brindó con ellos con alegría

Grimm hizo sonar sus timbales con la enérgica suavidad que requería el momento, disfrutaba del festín más grande para él, no solo un relato suyo pasaría a la historia de la tribu, también aparecía en el. Era un hombre, era un guerrero, era leyenda y las mozas estaban disponibles y deseosas. Sin duda el mejor día de su vida.

Tras acabar la canción ceremonial y con el permiso de su maestro el mozo de pelo rojo se alzó tambor en mano y empezó a aporrearlo con la furia de Russ, el ritmo era firme, duro, beligerante y de la potencia del arma de Ranek. Ahora se iba a lucir para cortejar a todas las chicas que le fuera posible, tras la canción su objetivo era beber y follar hasta morir. Con un rugido empezó a cantar un tema pura y duramente dedicado al corto otoño y el momento de zanganear de los nuevos hombres, incitando a todos (y todas) a levantarse y a comenzar los festejos y los excesos.

- Por fin en casa... - pensó Ulf. Nunca antes había estado tanto tiempo y tan lejos de su hogar como aquel último mes. Habló largo y tendido de la aventura con su padre, quien le respondía solo con asentemientos de cabeza para no interrumpirlo. A pesar de no decir una palabra, los ojos del padre brillaban con el orgullo y la dicha. Cuando Ulf finalizó su relato, la voz grave de su padre le dedicó unas palabras:

- Veo que por fin has empezado a cumplir tu sueño, hijo mio. Estoy muy orgulloso de ti. Ahora ve a la sala de festejos. Tus amigos estarán esperando tu llegada para poder emborracharse a modo y tratar de fornicar con todas las mozas que se os pongan a tiro, JAJAJAJAJA!! - estalló con una alegre carcajada. Vamos Ulf, ve y disfruta, el dia es vuestro por entero... Y con una sonrisa de oreja a oreja Ulf salió a todo correr de la choza rumbo al Gran Salón.

Llegó casi sin aliento. Miró desde la entrada, esperando poder ver a sus camaradas. No sabría explicar muy bien el porqué, pero desde el viaje, se sentía más unido a aquellos muchachos que sus otros compañeros de andanzas adolescentes. Aquel reto los había unido, como la brea a la piel. El gran festival resonaba por toda la sala. Encontró con la mirada a Grimm, aporreando sin piedad un timbal y berreando como un autentico poseso. Siguió buscando hasta que al fin dio con todos ellos. Bebiendo cerveza y riendo como si no hubiese un mañana. Corrió raudo a su encuentro, cazando un cuerno de cerveza de un despistado que se le cruzó y con una sonrisa apuró el cuerno de un solo trago.

- A vuestra salud, hermanos!!!

Cuando la Canción acabó, después de un buen rato, algunos jovenes se unieron a Imogrimm portando algunos instrumentos, y juntos comenzaron a tocar piezas no tan solemnes y más alegres y festivas. Era la hora de la danza. Los dispuestos a bailar se alinearon en dos largas filas y comenzaron a moverse con intrincados pasos al son de la musica. Aquellos de los jovenes que acababan de ser nombrados Hombres que se encontraban en la sala fueron arrastrados a una de las filas, y varias jovencitas los miraron sonrientes, pues ya eran guerreros de pro y serían buen partido, aun los menos agraciados fisicamente. Con el barullo de las risas, los gritos, los cantos y la musica todos los jovenes acabaron enlazados con alguna mozuela, y de tanto en tanto las parejas se cambiaban, aunque ya todas las chicas tenían un objetivo marcado, y al final siempre se las arreglaban para acabar con el joven deseado. El baile general duró bastante tiempo, pero poco a poco, la musica se iba suavizando y se acercaba la hora de las danzas más personales, y de que al final, los jovenes se convirtiesen en hombres por completo.

Para Marnus, la caza no era un método de subsistencia, sino una forma de concebir la vida en Fenris. Para el joven de pelo como la miel, la elegancia del cortejo era similar al acecho de una delicada presa, había que ser inteligente, cuidadoso y sobre todo, conocer los puntos a explotar en propio beneficio.

Sus ojos no tardaron en fijarse en Helga, una de las hijas de Sögrem el calderero. Helga no llevaría más de un año siendo una verdadera mujer, y eso la hacía una preciosidad de tangible fragilidad y belleza. Sus ojos ya se habían cruzado de forma futil en algún momento de la noche, pero el joven cazador, proseguía apartado del jolgorio saboreando la pastosa cerveza que se había servido para celebrar un día como aquel.

Cuando la danza se inició, Marnus lanzó la jarra de madera contra las llamas del gran hogar que se habia encendido, y se dispuso a bailar, con un sólo objetivo... Cazar a la pueril muchacha.

La noche avanzaba, y Ulf sentía las "propiedades" del Hidromiel, como le abotargaban los sentidos y crecía su confianza.

Llegó la hora del baile. Las muchachas empezaron a bailar, y Ulf, embelesado, veía como se contoneaban y movían sus caderas al son de la música. Sin ningún tipo de pudor ni vergüenza, se abalanzó sobre Valeria, la hija mayor de Pendergast el Cazador, sintiendo como sus tersos senos presionaban sobre su pecho. La muchacha, notando que Ulf hacía más fuerza para sentirla contra el, soltó un bofetón a este, el cual, sorprendido, dió un paso atrás.

-Que ocurre mujer, a que se debe esta reacción?. hay que disfrutar de la fiesta!!!!! Está en parte dedicada a nosotros!!!!!!!

Pero la joven, con una sonrisa de maldad le respondió:

-No seras tú quien mancille mi cuerpo.............

Aturdido, Ulf se desesperó por aquel comentario. -Acaso había interpretado mal las señales que Valeria le había hecho durante toda la noche? Le habría jugado el alcohol una mala pasada?

Avergonzado, se disculpó balbuceando unas palabras de disculpa - si es que se podía decir así, ya que la cantidad de alcohol en su cuerpo era considerable- y dando media vuelta, se dirigió de nuevo al centro de la sala a proseguir con el baile e intentar "cazar" una nueva presa.

-Eh Ulf, que haces? A donde vas? Serás drittsekk .- Oyó Ulf a su espalda. Este se dió media vuelta, mirando de nuevo a la muchacha con el ceño fruncido.- He dicho que no serás tú quién mancille mi cuerpo, pero eso no significa que no sea yo quién mancille el tuyo..........- dijo con una sonrisa malévola en su cara.- Hay demasiada gente en este salón  como, y lo que me gustaría hacer contigo, dudo mucho que les interese al resto.

Cogiendo a Ulf del brazo, se encaminó hacia la puerta del salón, mientras oía al resto de sus hermanos de armas como gritaban y reían acerca de la situación.

-Cuidado Ulf, esa tiene mas brazos que un Kraken!!!!!!!!!.- gritaba uno. - Mirad, Ulf se va!!!!! Tabernero, dame su ración de hidromiel, que ya daré yo buena cuenta de ella!!!!!!!!!. - dijo otro riendo.- El joven Ulf va a meterla en calente esta noche, JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. A tu salud Ulf!!!!!!!!!!!! Por fin serás un hombre completo!!!!!!!!.- dijo el últmo al que pudo escuchar Ulf.

La gente seguía haciendo chanzas sobre él, pero Ulf ya no escuchaba. Solo pensaba en la noche de lujuria y desenfreno que le esperaba.

Marnus cazaba y Ulf era cazado... uno a uno todos parecían encontrar o que encontrarían su sitio entre las piernas de alguna moza recia con la que retozarían durante la noche. Grimm era diferente, no era hombre hecho para yacer con una mujer y era demasiado fanfarrón como para irse a la discreción de la luna. Así que agarró a las gemelas Olsen de sendas cinturas e hizo ademán de levantarlas en volandas, pero entre risas y cerveza solo consiguió que los tres cayesen al suelo. Pero las risas continuaron, estaban demasiado borrachos y calientes como para pensar que eso pudiese haber sido un contratiempo.

Vamos nenas

Dijo magreando uno los enormes pechos de cada gemela.

Os he contado alguna vez el por que se dice que soy medio troll? pues si buscais dentro de mis pantalones no hallareis solo la respuesta sino que también la felicidad muajajajaja.

No había pasado ni un minuto que Elsa Olsen ya estaba con la falda levantada y a cuatro patas siendo embestía con furia desde atrás por el aprendiz de skald mientras a su vez este morreaba y sobaba a su hermana Berta en medio del festín, solo parando para dar un buen trago de cerveza o hidromiel que le pasara por ahí cerca.

Björn reía y disfrutaba de la fiesta. Notaba la expectación en todos sus compañeros. Había tensión en la sala y la miradas entre hombres y muchachas eran clarísimas... 

El loco de Grimm cayó a su lado con las dos chicas, y al ver como se ponía a follar delante de todo el mundo, el joven decidió que aunque el aprendiz de skald no quisiera intimidad, el daría un poco. Así que entre risas, los dejó allí magreándose y fornicando...

Fué fuera a  aliviar su vejiga  y miro la luna mientras se alegraba de la vida que tenía. 

Sintió una mano en su espalda cuando ya estaba a punto de regresar.

Se  sobresaltó un poco, y al girarse se encontró con Banda. La muchacha siempre había sido amiga suya. pero desde hacía unos años, esa amistad se había desplazado a algo más.

Se acerco y lo besó en la noche. Retrocedieron hasta una zona sin iluminación  donde sus instintos tomaron parte del control. 

La ansiedad y la pasión lo eran todo. Se necesitaban el uno al otro...tenían que descubrirse, tenían que disfrutarse

...

Gunnar se empezó a divertir de lo lindo, pero su excesiva camaradería, lo hizo brindar con todos y cada uno con los que se cruzaba. La velada continuó, pero los recuerdos eran confusos. Creyó ver, en un momento de extraña lucidez, una cantidad de jarras como nunca había visto. Por un momento pensó que estaba detrás de la barra ante la hilera de jarras por utilizar, pero se encontró con que estaba en una mesa sólo. Su mente se hizo la pregunta de si todas esas jarras eran suyas o había habido más gente en la mesa en algún que otro momento. Pero rápidamente descartó esos lúcidos pensamientos debido a la sed insaciable que tenía.

En el devenir del tiempo, creyó ver a más gente de la que realmente había, vio moverse objetos inanimados de un lugar a otro, vio fornicar a una pareja, y se preguntó si realmente se había equivocado y entrado en alguna alcoba sin querer, se cayó accidentalmente encima de los senos de no recordaba quién, ...., un sinfín de recuerdos confusos producto de las grandes ingestas de alcohol dejaron a Gunnar estirado en lo que creía que era el suelo, ..., pero en ese momento no era muy consciente de dónde.

Aquella noche Sigmund durmió caliente...y no precisamente como a él le hubiese gustado. No supo cómo diantres ocurrió, él estaba disfrutando con la danza, la bebida y las chicas....pero al parecer el alcohol desinhibió más de la cuenta al siempre circunspecto e introvertido joven. En un momento dado las manos de Sigmund volaban apretando nalgas, sobando senos...en cuanto podía sobaba su amorcillado pene por doquier, estaba ardiendo por dentro....
Fue repartiendo su fragor hasta que se topó con Gorak El Pequeño...a pesar de que medía pasados los dos metros y pesaba más de 120 kilos no lo vio....iba correteando detrás de una moza recia para arrejuntar los meaderos cuando la mole se puso en su camino, del impacto salió volando un par de metros hacia atrás pero Sigmund no se amilanó

Oshe tú! Hip! Aparta de mi camino! Hip! No quieras enfrentarte al gran Sigmund! Hip! Soy él! Hip! Y te voy a....

Sin mediar palabra Gorak lanzó un manotazo con su enorme manaza como si espantase una mosca y el impacto derribó a Sigmund que ya no pudo despertar de aquel sopor inducido por la vía rápida hasta la mañana siguiente sin recordar apenas nada....

Haakon se sumó sin dudar a la celebración una vez terminó la canción, había mucho por lo que sentirse alegre y beber, así como cortejar a las muchachas de la tribu.

El guerrero, que se encontraba con Gunnar, vió como las jarras corrian y corrían tanto por sus manos dejandolas todas apiladas en una mesa. Tras esto a punto estuvo de caer encima de algunas de las parejas de baile tras dar un leve traspié y perder el equilibrio.

Justo en ese momento, alguien propinó el manotazo a Sigmund que le dejó fuera de combate, momento en el que Haakon cayó rendido ante tanto alcohol y energía desatada.

El deseo pasaba entre ellos como las descargas del cielo, recorriendo sus cuerpos. La respiración aumentaba el ritmo de las envestidas entre ellos. El sudor de ella tenía el gusto del mar en primavera, salado pero con tonos florales. Sus jadeos se elevaban en la noche y el alcohol en sus venas aumentaba la sensación de perentoriedad .

Un estallido de placer los alcanzó a ambos cuando el estado de éxtasis alcanzó su clímax. Y se quedaron allí mirándose, riendo. Disfrutando del momento. 

Toda la vida esperando este momento y no estaban para acabar en un momento. Así que se pusieron otra vez a lo suyo...

Finalmente, acabaron rendidos encima de pieles. y se quedaron dormidos...

Los nuevos hombres disfrutaban, aquellos que eran capaces, de los placeres de su nueva condición. El alcohol y las mujeres eran botines más que perfectos en aquella noche que tocaba a su fin. Excepto Sigmund y Haakon, los demás yacían junto a sus muchachas, envueltos en gruesas mantas de lobo, algo embotados y dormidos, disfrutando en sueños del calor de la piel que ahuyentaba el frio glacial de la hora antes del alba. En aquel sueño de cerveza y sudor carnal, un estampido sacudió sus cuerpos y mentes. Un trueno lejano, similar a aquel que escucharan cuando partían de Asaheim. Sin embargo, no fué el trueno lo que agitó más de lo normal sus espesas cabezas. Un grito de mujer, un grito desgarrador y de puro terror hizo que sus ojos legañosos comenzaran a abrirse. Un grito quejumbroso que finalizó subitamente con un borboteo humedo, y el sonido de algo al caer sobre el fangoso suelo. La gota que colmó el vaso de sus ya intranquilos sueños fué un grito de hombre. Y no un grito de miedo o sorpresa. Era el aullar de un guerrero a la carga. Era un grito de batalla.

Gunnar salió como pudo, luchando por el embotamiento de su cabeza, y sin mirar con quién había pasado la noche, que por cierto sus recuerdos eran confusos y no recordaba como había llegado a un lecho.
Asió la primera cosa susceptible de utilizarse como arma y salió con las pocas ropas que pudo recopilar, básicamente las puestas que pudiera llevar, para enfrentarse de la mejor manera posible a lo que parecía una amenaza a su clan.

Gunnar caminaba medio adormecido, medio atontado todavía. Aferraba un hacha que había encontrado en la choza donde dormía con su desconocida compañía. Se encaminó hacia donde creía que provenía el grito, pero antes de girar la esquina de otra cabaña, un cuerpo de mujer cayó frente a él. Una brecha terrible hendía su cabeza, dejando un ojo totalmente destrozado y las facciones desmontadas por completo. Un charco de sangre se iba formando alrededor de la cabeza mutilada, tiñiendo de oscuro el lodoso suelo. Antes de que el joven pudiese ver de quien se trataba, una figura cruzó sobre el cadaver. Un guerrero, que Gunnar no acertó a conocer. Era un hombres enorme y fornido de largos cabellos negros, de rasgos bestiales y poderosas mandíbulas. Tenían un aspecto casi de troll, y Gunnar lo reconoció al instante por las canciones del skald. Era como si hubiera salido de una de sus canciones. Era un Craneotorvo. El guerrero, con su hacha ensangrentada, miró al joven, y profirió un gruñido semejante a una risa. Sin perder un instante, se colocó en posición de ataque y avanzó hacia Gunnar.

- Vas a morir, bastardo Puño de Trueno - amenzó con voz rasposa y gutural.