Partida Rol por web

El ánimo de Baker cambió por completo cuando Lea y Graham bombardearon al anciano con sus preguntas. Su sonrisa se disipó, su rostro se oscureció y su inquisitiva mirada les atravesaba como dagas ardiendo. De pronto, la habitación pareció hacerse más pequeña, como si las paredes se contrajeran sobre si mismas, las sombras crecían y sin embargo parecían querer alejarse de Charles que había quedado plantado frente a los cultistas. Un extraño miedo primordial hizo que un ligero escalofrío les recorriera la espalda.

- Tal vez se han llevado una impresión equivocada sombre qué posición y capacidad tienen en RAIZ. ¿De verdad creen tener derecho a interrogarme a mí? – Mientras hablaba, les dio la impresión de que la figura de Charles se estaba haciendo cada vez más grande. Entonces sus ojos se clavaron en Graham que de pronto se sintió muy pequeño– Usted fue elegido porque así se requirió y no necesita más información. Si así fuera, se le habría dado. – Entonces se giró hacia Lea y una gota de sudor resbaló por su frente – Y el trato que la organización tiene que Brenda no es algo que necesiten saber más allá de que es estrecha como ya se les dijo. –

Entonces, toda esa sensación de opresión se desvaneció de pronto, las sombras volvieron a su posición y todo parecía tener las dimensiones que debían.

- Espero haber sido suficientemente claro. No es de mi agrado enfadarme con nuestros queridos miembros. Ahora, han dicho que han encontrado algo ¿Qué ha sido? También han comentado ciertas complicaciones… - Entonces se aproximó a la mesa metálica y tomó asiento en una de las sillas. – Soy todo oídos -

Frunció el ceño y guardó silencio... estaban mintiendo... pero lo entendía... se estaban protegiendo... Bien se les podría ocurrir aparecer con una sierra y cortarles los brazos para obtener los brazaletes...

... al menos, es lo que él haría si los desease realmente...

Así que se quedó en un segundo plano, calladito... y decidió darles algo de chicha...

-El sitio era extraño; era una cueva, pero parecía no estar realmente allí; además, había criaturas... guardianes; no pudimos explorarlo todo, cuando tuvimos que retirarnos para salvar la vida; nos fué imposible quedarnos... y una vez salimos, no había vuelta atrás posible. En cuanto al resto... salvo Miss Reed, están bien.

Miró de reojo a los demás... convendría que aquellos también adoptasen la misma versión... Odiaba mentir a Raiz, pero cuando los cerberos están de misión, son uno solo, y aún seguían de misión...

No había tenido tiempo de advertirles, pero lo cierto es que Charles Baker no necesitaba presentación. Jamal no se detuvo a preguntarse cómo era posible que sus compañeros fuesen tan imprudentes. Ni el cansancio tenía justificación para el doctor J. Charles Baker era, simplemente, un eslabón superior a ellos tres.

Aprovechando el silencio que siguió a la reacción de Baker, Jamal tomó la palabra a la vez que se sentaba.

-Ante todo, perdona el estado de tensión en el que nos encontramos, Charles. Mi compañera Lea ha sufrido una terrible herida  que casi le cuesta la vida y el padre Graham casi se despeña durante la expedición-, dijo sintiéndose extraño. Aquel comentario podría haber resultado gracioso en otro contexto, pero en aquel momento no lo era en absoluto.

-Lamento decirte que Brenda Reed ha muerto. Nos condujo a unas cámaras subterráneas ubicadas en Safford, una localidad situada en el desierto de Arizona. La realidad es que no contábamos con los medios ni el equipo adecuado una vez nos adentramos en aquellas cuevas. Encontramos varios cadáveres pero no tuvimos tiempo de analizar el lugar con calma. Nos emboscaron unas criaturas grotescas salidas de la oscuridad. Casi se llevan por delante a la mitad de la expedición. A duras penas conseguimos salvarnos. Brenda no lo logró.

Control de daños. Economizar la información. Estudiar reacciones.

-De algún modo que no alcanzo a entender, la entrada a la gruta quedó bloqueada por una especie de... muro ilusorio, por ser gráfico. Descubrimos que el ardid se desvanecía si se portaban una especie de brazaletes-. Jamal alzó el suyo. No tenía sentido ocultárselo a Baker tras las palabras de sus compañeros. Ahora el Corintio estaría en guardia. -Por algún motivo no hemos sido capaces de quitárnoslos. Parecen cerrados con algún tipo de mecanismo. No encontramos nada más. Desafortunadamente, el riesgo y los recursos empleados en esta operación no han dado el fruto que esperábamos.

Desalentar. Minimizar importancia. Desviar la atención.

El doctor J. fingíase exhausto, pero estaba en guardia, atento a la reacción de Baker.

Sentada en la silla a la que le había conducido Jamal, lacerada por la llaga del vientre, Lea no pudo evitar sentirse sobrecogida de gozo ante la muestra de poder mostrada por Baker. Sí, de gozo: no es que le hubiera entrado una repentina afición al masoquismo, sino que pocas veces había tenido la oportunidad de presenciar esa capacidad de utilizar conocimientos ocultos para acceder y comandar planos ocultos de la realidad. En las cuevas, Jamal, Harris, Samantha y ella misma habían mostrado habilidades especiales, pero esto... Esto reafirmó a la ambiciosa empresaria en la seguridad de que afiliarse a Raíz era la mejor elección de su vida.

Curioso, ni siquiera me molesta que me trate como a una subordinada. Qué callado se lo tenía este Baker, quién sabe qué negocios habrá cerrado gracias a estas capacidades extraordinarias...

Ninguno de los hombres debió darse cuenta de la sonrisa (por una vez, sincera) que se dibujó en los labios de Lea. Cuando Jamal tomó la palabra, la joven miraba a Baker con ojos nuevos. ¿Admiración? No, más bien parecían ojos golosos que miraban un enorme y apetitoso pastel...

El rostro del pater se transformó. Apretó los labios, bajó la mirada y se hizo pequeño escondiéndose en la silla, como tratando de pasar desapercibido. Sin ninguna duda, él allí no mandaba nada, ni siquiera podía opinar o sugerir nada, menos exigir explicaciones. Suerte que el corintio tenía un buen día y de momento sólo les había caído una reprimenda.

- ¡Mierda Graham! ¿Dónde te has metido? Creo que estamos en un buen lío. - Miró hacia el techo de la habitación y frunció el ceño con expresión agria. - ¡Gracias Dios! ¡Esta vez te has superado! - Ironizó.

Por suerte Jamal había intercedido por ellos y había suavizado las cosas. No obstante, seguía sin gustarle aquello no un pelo. Lo cierto era que deseaba que aquella reunión acabara por fin y así poder ir a ver a su esposas. Tenía que cuidar de ella y necesitaba verla y saber que estaba bien.

- Supongo que ha sido una experiencia… intensa. Quedan disculpados -

A pesar de lo que había sido una salida de tono de Baker, mientras escuchaba o hablaba todos podían comprobar lo sereno y firme que se mostraba en todo momento. No era una persona temperamental, sino alguien que sabía muy bien controlar sus emociones y mostrarse como quería en todo momento, como jugando un papel. Su rostro, lejos de ser una tabla blanca, era más bien un teatrillo, el rostro de alguien que da una falsa imagen para ocultar la verdad.

Cuando escuchó sobre la muerte de Reed, solo abrió los ojos sorprendido.

- Vaya, es una auténtica lástima –

Fueron sus escuetas palabras al respecto. Mientras Jamal relataba la aventura que habían tenido en la cueva, el líder cultista escuchaba con interés, pero no fue hasta que Ahmad se levantó la manga de la chaqueta y le mostró el brazalete que pudieron ver que su máscara se resquebrajaba y su rostro se iluminaba claramente excitado. Sus manos se dirigieron hacia la joya cuando escuchó al doctor informar de que no se las podían quitar.

- Vaya, así que… lo tienen unidas a ustedes. Ya veo – Se quedó un rato pensativo – Entiendo entonces que sus compañeros Cerberos llevan unas pulseras similares ¿No es así? Curioso. –

Entonces se puso en pie e inclinó la cabeza.

- Muy bien caballeros, no ha sido una pérdida de tiempo su visita a Safford. Pueden volver a casa y descansar, se lo han merecido. –

Se giró entonces hacia Lea

- Lamento mucho que haya sufrido daños, si necesita que uno de nuestros doctores vea esa herida, no dude en pedirlo. -

Entonces siguió hablando para todos.

- No salgan de la ciudad y manténganse atentos a nuestra llamada, creo que es importante estudiar esos brazaletes, pero antes debemos prepararnos. Por cierto, Doctor Jamal, me comenta su compañero Arthur Wheeler que uno de los Cerberos que les han acompañado, el señor Harris, podría ser de mayor interés que el que se le ha dado hasta ahora, ¿Es eso así? –

Entonces Lea y Graham se dispusieron a abandonar la habitación, una para visitar a su médico y el otro para volver con su mujer cuando Baker los detuvo.

- Un momento Padre Graham, si me lo permite, me gustaría que tuviéramos unas palabras a solas. Será solo un instante –

Encerrados en aquel sótano de mala muerte, sin más salida que la puerta por la que habían entrado, el nerviosismo comenzó a hacerse con ellos mientras la voz del portátil se mantuvo en silencio. ¿Habían descubierto el engaño? Ambos tres habían mantenido la misma versión y se habían mostrado escuetos y directos para evitar incongruencias. La humedad del ambiente era palpable y casi podían sentirla en su boca al tragar saliva. Entonces el silencio se rompió.

- Bien, parámetros parciales cumplidos. No ha sido un resultado óptimo, pero no siempre puede conseguirse. No obstante, enhorabuena. Analizaremos las piezas que llegaron a recuperar. -

Entonces la voz se calló y volvió al texto de pantalla.

- Mathias, puede marcharse a casa a descansar. Samantha, Rowan, tenemos una nueva misión para ustedes. En cuanto estemos a solas se les informará de la misma. –

Y la puerta de la habitación se abrió invitando a Harris a abandonar la sala

Por cierto, Doctor Jamal, me comenta su compañero Arthur Wheeler que uno de los Cerberos que les han acompañado, el señor Harris, podría ser de mayor interés que el que se le ha dado hasta ahora, ¿Es eso así?

Jamal asintió lentamente. Wheeler se había ido de la lengua.

-Todavía estoy en una fase preliminar de mi estudio, pero creo que el señor Harris tiene un potencial oculto. Podría ser un recurso muy valioso para Raíz. Deseo pasar a una... segunda fase con él-. Aun manteniendo ese indescifrable gesto en el rostro, los ojos de Jamal centellearon brevemente.

El doctor J. no fue ajeno a la expresión "no salgan de la ciudad; debemos prepararnos", pero no dijo nada al respecto. Estudió con detalle a Baker, evaluando sus reacciones y expresiones.

Cuando Baker dio por zanjada la reunión, el doctor ayudó a levantarse a Lea y se despidió del padre Graham de forma cordial. Tenía una conversación pendiente con el sacerdote, visto su comportamiento durante el viaje. Aún no era el momento.

-Estaremos en contacto, Charles. Padre, descanse. Lo necesita-. Estrechó la mano al Corintio con fuerza, mas era una mascarada. En aquel preciso instante, no sabía en quién confiar. Ni siquiera tenía claro qué había ocurrido. Ni mucho menos lo que iba a ocurrir.

Tuvo la incómoda sensación de que Baker sabía, de algún modo, lo que iba a ocurrir. Como si esperase precisamente su retorno con aquellos brazaletes. Era, en todo caso, una suposición sin fundamento. Al menos, hasta que observó algo en Baker. Algo que le hizo desconfiar aún más... (*)

Al salir de la oficina, viendo que Lea andaba con dificultad, la sostuvo tomándola del brazo.

-La llevaré al hospital. Antes de que diga nada, no es molestia. Es mi deber como médico. ¿Tiene...? ¿Tiene algún familiar al que quiera que avise?-, inquirió Jamal con tono calmado.

Exhausta y dolorida, Lea agradeció al doctor Jamal su ayuda. Le pidió que la acompañara a su médico particular, en una prestigiosa clínica privada, y que allí ya la recogería su secretaria. En el coche, no pudo evitar preguntarle al sicólogo:

-- Dígame, Jamal. ¿Cómo ha conseguido Baker esos poderes? ¿Qué hay que estudiar, qué pruebas hay que superar?

Estas preguntas iban acompañadas de unos gestos, encogiéndose de hombros y manoteando, que mostraban que la curiosidad de Lea superaba su capacidad para expresarse.

Cuando el coche se detuvo en la puerta de la clínica, Lea todavía preguntó:

-- ¿Qué cree que va a hacer Baker con nosotros? ¿Qué son estas... pulseras? Me da la sensación de que este mundo es más peligroso de lo que imaginaba, y no es mi costumbre esperar a ver cómo los demás llevan a cabo sus planes. Usted, ¿va a quedarse en casa sin más, esperando la llamada de nuestro "superior"?

Graham sonrió cuando por fin el señor Baker les dejó marchar. La puntilla final provocó hastío en el pater. Quedarse a solas con aquel tipo no era precisamente lo que quería hacer en esos momentos. Tampoco sabía que podía querer de él, pero era posible que alguna de las respuestas que buscaba, se resolvieran en aquello reunión.

- Bien... - Le respondió al corintio. - ¿Qué diablos querrá de mí? ¿Lo sabes tú? - Le preguntó a Dios. - Supongo que sí. Todo lo sabes. ¿Por qué diablos no respondes nunca? - Negó con la cabeza y esperó a que Lea y el doctor J se marchasen, despidiéndose de ellos con un leve cabeceó. - Usted dirá... - Dijo la quedarse solo con aquel hombre.

El trabajo de contención del señor Baker era digno de admiración y un auténtico disfraz capaz de engañar a la mayoría de las personas. Pero Jamal llevaba demasiados años estudiando la mente humana y las personas como para que funcionara con él. Al menos al cien por cien. En casi todo momento, el rostro de Charles era inescrutable, pero si uno sabía donde mirar, captaría pequeños tics, gestos, imperfecciones en esa máscara que se había fabricado. Y el Doctor no perdía detalles.

Lo primero fue cuando hablaron de Brenda Reed, pudo ver como la comisura de sus labios esbozaron una ligerísima sonrisa, como si la noticia, lejos de asustarte o molestarle, le pareciera divertido.

Lo siguiente que notó fue una dilatación de las pupilas cuando vio los brazaletes, claramente le había emocionado verla. Y luego, una arruga en el entrecejo cuando decía que los cerberos tenían otras argollas. ¿Una señal de molestia? ¿No le gustaba que los Cerberos tuvieran brazaletes? 

Por último, después de verle cometer ligeros errores, se sorprendió cuando Baker llamó al Padre Graham para que se quedara con él. En ese momento, era una auténtica tabula rasa. Un ser indescifrable. ¿Por qué ese empeño en que no se notara que pensaba de verdad?

Sin hacerse de rogar... salió de la sala, despidiéndose con un gesto de los demás; algo le olía a mierda, y lo hizo saber tocándose levemente la nariz; no tenía claro el qué, pero lo resentía.

Salió... y sintió alivio al respirar el aire de la calle; localizó una parada de autobuses, para dirigirse del modo más gris posible a su domicilio, su guarida, su rinconcito de paz y tranquilidad, con ventanas que daban a un callejón oscuro en el que solo podían pasar cosas malas... pero era su callejón oscuro.

Tenía bastante en qué pensar... y seguía con el maldito brazalete.... era un fastidio, y sabía que ni aplicando grasa podría sacar el brazo -ya había probado con jabón... pero... bueno, era inevitable que lo probase-. Comprobó que tenía el móvil encendido, y se perdió entre la gente...

Sam asintió al gesto de Mathias, en cierta medida se acababan de convertir en aliados al margen del culto. Se habían cubierto las espaldas entre ellos, ahora debían protegerse entre sí, por que en el momento que uno flaquease los seis caerían. 

Una misión, tan pronto, no podía ser nada bueno. Sonaba a turbio. Así que se retiró hasta apoyar la espalda contra la pared, en una esquina. Lo más lejos que pudo del ordenador, vigilante de todo lo que pudiera ocurrir en la sala en esos momentos.

Cuando Harris salió de la sala, los dos cultistas quedaron a la espera de las nuevas ordenes, pero la pantalla seguía mostrándose estática. Entonces escucharon un ligero clic, cerraduras activándose y una puerta sellando la sala en la que se encontraban. Demasiado tarde se dieron cuenta de que estaban atrapados y que de los bordes del techo estaba saliendo un extraño humo que en breve anegaría toda la habitación. Un mensaje se dibujó en la pantalla.

Por favor, permanezcan tranquilos. Pronto terminará todo

Solo le llevó unos segundos a la sala llenarse de aquel humo y aunque intentaron aguantar la respiración, pronto su vista comenzó a nublarse, la boca se les secó y el mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas. Finalmente, todo se volvió negro y los cuerpos de Samantha y Rowan cayeron al suelo.

Inertes.

Cuando Lea y Jamal abandonaron la sala y el Padre Graham quedó a solas con Baker, este le esbozó su mejor sonrisa y le invitó a sentarse.

- Noto mucha preocupación en usted Padre, ¿Tal vez duda sobre lo que intentamos conseguir? Créame que solo buscamos un lugar mejor para todos. El problema es que, como bien ha aprendido, el mundo está podrido y no hay Dios que vaya a velar por nosotros. Hay poder, y los que estamos dispuestos a buscarlo y usarlo para el bien mayor. –

Mientras Charles hablaba, Graham notaba como la mente se le embotaba y los ojos le pesaban cada vez más.

- Pero usted duda y estamos en un punto en el que las dudas no son admisibles. –

Entonces el eclesiástico entendió que le estaban haciendo algo y que pronto perdería la conciencia. Intentó levantarse, pero tropezó y cayó al suelo. Su mente se alejaba de la realidad y la visión se le emborronaba. Pronto perdería la conciencia. Pudo intuir la difuminada figura del líder cultista frente a él. Entonces le escuchó una última vez.

- ¿Por qué te elegiría ti? No mereces el brazalete. –

Había odio, envidia y asco en aquellas palabras. Entonces su mente quedó negra y ya no vio ni oyó nada más.

El vehículo del doctor recorrió las bulliciosas calles de Manhattan de camino a la clínica que le había pedido Lea. Estaban inmersos en su charla, sin fijarse en los pobres mortales que hacían su vida como hormiguitas, seres insulsos que poca importancia tendrían para el devenir del mundo.

Tal vez por eso, por no mirar por la ventana, no vieron una figura femenina, esbelta y elegante soltar una bocanada de humo de su cigarrillo. No la vieron cruzar sus delgados brazos frente a ella y esbozar una sonrisa en su bello rostro. La mujer parecía muy satisfecha.

Y Brenda Reed se giró y se fundió entre el gentío…

Se despidio de Mat con un gesto de la cabeza, un tanto impersonal y se quedó allí esperando. Sonrió y miró a Sam

- Solos los dos... - Dijo medio en broma. 

Aquel flirteo escondió una cosa evidente, tenía ganas de ir a hablar con sus dos mentores sobre lo acontecido en la cueva. Quería su consejo.

La puerta se cerró cuando Mat salió y quedaron a solas con la pantalla y el maletín.

El humo salió de ninguna parte, debió haberlo asumido, Matt había dado una información mas concreta que ellos, los habían desechado, con aquel pensamiento cayó inconsciente.

La bulliciosa ciudad gritaba y se movía a su alrededor, pero Mathias apenas le prestó atención. No merecía la pena, además, el mundo nunca le había prestado atención a él. Y sin embargo, algo que tal vez notó o tal vez no, es que, aunque seguían sin mirarle, ignorándole, como si no existiera, todos parecían ahora querer evitarle. Sin importar lo abarrotado que pudiera estar, todos parecían dejar una distancia prudencial entre ellos y Mathias, como presas que ven pasar a su cazador y solo esperan que esta vez, sea él el que no repare en ellos.

El brazalete le hizo cosquillas en el brazo y la voz en su interior ronroneo y Harris se perdió entre la muchedumbre.

-- Fin del Capítulo --