Partida Rol por web

Rowan comenzó a leer. 
Ciclo sin fin, energia devorándose a si misma, originario de egipto, Aparecen y desaparecen, leyenda negra, entregadas por soldados napoleonicos tras los saqueos, 

- ¿Quien es Arthur Griffiths que escribe en el 84 sobre esto? - Preguntó al dejar a un lado la libreta.

Faraón Oscuro, Ofrendas a la efigie sin rostro, oscuros secretos revelados, una misión, temidos e influyentes...

- ¿Y quien puede saber más de ese faraón negro? - Quiso saber. - ¿Cómo pudo ser que acabaran en esa cueva roñosa? Se podría decir que casi fuimos invitados, como quien tira la primera ficha del dominó.

Por ultimo cogió el periódico.

- Pues si, si es una de estas argollas hay que obtenerla ¿Sabemos cuantas hay exactamente? 

Baker sonrió al escuchar al joven por fin romper su silencio. Podía verse un punto de orgullo en su mirada.

- Son preguntas interesantes. Me parecen ideas dignas de estudiar. Averiguad también quien es Arthur Griffiths y quien podría darnos más información sobre el faraón negro. –

Entonces apagó la pantalla.

- Si no hay más preguntas, doy por concluida la reunión. Pónganse en movimiento y nos volveremos a reunir en un par de días para ver sus avances. –

Entonces, tras dar un saludo cordial, abandonó la sala.

Silvano sonrió socarronamente.

- Supongo que podemos pedirla a RAIZ que busque a esos tipos por nosotros ¿No os parece? Porque la verdad es que encerrarme ahora en una biblioteca –

- Si, buena idea señor Gravette. - Le dijo el pater al italiano. - Creo que RAIZ tiene las fuentes suficientes como para arrojar algo de luz a este asunto. 

Tenían que trazar un plan para acercarse al hospital e interrogar a todos los posibles testigos de lo sucedido en 2014. Eso no debería de ser muy difícil, pues para empezar él seguía siendo el Obispo protestante de la iglesia de Nueva York y sin duda tenía que tener algún tipo de influencia sobre el gerente, director o quien fuera que mandase en ese lugar.

- Podemos decir que venimos en una comisión de investigación del obispado sobre lo sucedido aquel día. - Se encogió de hombros. - Podemos decir que uno de los asesinados pertenecía a nuestra iglesia o... - Frunció el ceño. - ¡O qué diablos! ¡No tenemos porqué dar más explicación! ¿Verdad? - Miró a sus compañero esperando una respuesta.

- Bien, pongamos los engranajes de este sitio a funcionar, a ver que nos cuenta de la victima, de ese Arthur Griffiths y lo que sea ese faraón negro. - Murmuró para decir en voz más firme a sus compañeros.

- Habría que averiguar algo del fallecido y establecer una conexión, ficticia o no, con él, que justifique que nos metamos en esto, la periodista nos puede dar detalles antes de subir al escenario, "Alexandra Sevine". - Sugirió Rowan. - Lo que tenemos es que tener cuidado que no nos pillen la mentira, pero parece el hombre adecuado para eso, padre. - 

Se encogió de hombros mirando a los dos que le iban a acompañar. Necesitaban arcilla para construir su ficción y luego... luego escenificar bien la charada delante de policía, familiares y demás.

Primero se pasaron por el departamento de información y comunicaciones para solicitar información sobre el hombre que había escrito sobre el Faraón negro y las argollas, así como para que localizaran a algún experto egiptólogo con el que pudieran hablar. Tras esto, bajaron al garaje, acompañados de la azafata que les llevó hasta un vehículo.

- Les deseamos toda la suerte del mundo –

Y tras dedicarles su mejor sonrisa se alejó. Los tres hombres se subieron al vehículo, y pusieron rumbo a la redacción del periódico New York Times. Situado en el corazón de Manhattan, el New York Times building era un rascacielos imponente de uno de los periódicos más importantes del país.  La torre, diseñada por Renzo Piano y FXFOWLE, con Gensler como interiorista, destacaba por su innovadora fachada con miles de pequeños tubos de cerámica y una altura máxima de 319 metros.

Tras presentarse en la redacción y gracias a las influencias del padre Graham y de Silvano, pronto les guiaron a un ascensor y les mandaron a la planta 23 donde se encontraba la periodista por la que habían preguntado. Tras llegar, una mujer se les acercó y tras indicarles a quien venían a ver, les llevaron a través del caos típico de una redacción de periódico donde cientos de voces se alzaban, decenas de teléfonos sonaban incesantes y la gente corría de un lado para otro. Finalmente llegaron hasta una mesa y les pidieron que se sentaran.

Al poco, una mujer rubia de complexión fuerte, fibrosa y rostro duro y mirada analista se les acercó.

- ¿Me querían ver? Soy periodista de noticias de verdad, no se que puede querer de mi la iglesia o el futbol o… - entonces miró a Rowan -…¿Un colegio? -

- Muy interesante. - Dijo el pater mirando fijamente y con interés real a la mujer que tenían delante. 

Sin duda se trataba de una mujer de carácter, una mujer dura y fuerte forjada en un mundo de hombres. Había levantado una fachada de mujer impenetrable, para tratar de sobrevivir, pero sin duda no podía ni sospechar lo que se escondía al ojo humano, incluso antes de que este morara sobre el planeta al que solían llamar "Tierra". Graham estaba convencido que si podía contemplar tan solo la sombra de lo oculto, del horror cósmico que un día acabaría por devorarles a todo, se cargaría de golpe el disfraz que aquella mujer llevaba puesto y chillaría como una chiquilla.

- ¿De qué te serviría entonces tu fachada? - Murmuró en un hilo de voz casi imperceptible.

- Conmigo ha acertado. - Dijo al fin algo que aquella mujer podía entender. - Soy el padre Graham. Obispo protestante de la iglesia de Nueva York. - Le ofreció estrecharle la mano. - Pero no vengo en representación de mi iglesia. No exactamente al menos. - Hizo una breve pausa. - ¿Le apetece tomar un café u otra cosa? - Le preguntó. - Tenemos unas preguntas para usted sobre un artículo que escribió hace tiempo.

La mujer primero miró sorprendida por la respuesta del Pater y luego volvió a sonreír socarronamente.

- Ya veo, pues siento decir que, al contrario que ustedes, los hombres de Dios, yo por lo general tengo una agenda muy apretada y mucho trabajo por lo que entenderán que no puedo perderlo en caprichos de unos pocos por muy importantes que se crean. –

Se giró hacia un compañero y le susurró algo al oído. Este asintió y se fue a la carrera.

- Así que, si quieren algo tienen solo unos instantes antes de que me vaya a hacer cosas más interesantes –

Rowan aguantó la mirada dura de aquella mujer estoico, analizándola mientras le cortaba como si de un hacha se tratara al padre Graham.
- Nos interesa averiguar algo más del caso del asesino del Hospital Lincoln, supongo que su agenda es muy apretada, pero algún modo habrá de hacer que le valga la pena el tiempo que pueda dedicarnos.- Dijo a la mujer. 

- Seguro que ha publicado todo lo que el rigor periodístico le permitía publicar, pero por otro lado, usted lo ha investigado de primera mano, tendrá sus ideas, sus sospechas, declaraciones de las víctimas de primera mano... - Sugirió Rowan guiando a la mujer hacia lo que querían.

- Sí, cualquier cosa fuera de lo normal podrí sernos de utilidad. - Comentó el pater. - Podemos ser generosos. - Confirmó. - Dependiendo de la utilidad de lo que nos pueda contar, podríamos serlo en mayor o menos grado. - Añadió tratando de ser lo suficientemente convincente, como para sonsacarle a aquella mujer, todo lo que pudiera recordar de aquel asunto.

Al escuchar vuestras preguntas, su expresión burlona cambia una sorprendida.

- Vaya, no puedo negar que me sorprende sus preguntas ¿Por qué quieren saber cosas de John Doe*? –

Los miró unos instantes, escuchó la oferta del pater antes de sentarse en su mesa, abrir un cajón archivador, buscar algo en él y sacar un dossier.

- Ocurrió hace ya tres años creo. Dos personas fueron encontradas en un barrio de Queens, estaban prácticamente desnudos salvo por unas argollas que llevaban. Uno estaba extremadamente herido. Recuerdo que me interesó por si se trataba de las acciones de alguna secta, fue una época en la que parecían estar de moda y surgían a cientos. Los hijos de la noche, la camarilla, Los nuevos hijos de Nyarlanosequé, los pastafaristas en fin, un despiporre. Uno de los hombres murió al poco de llegar al hospital, pero el otro comenzó a hablar en egipcio antiguo y atacó al doctor y a las dos enfermeras que intentaban calmarlo. Finalmente consiguieron reducirlo cuando intentaba escapar del hospital. Nunca conseguí hablar con John Doe ni me han dejado acercarme a él. Pero si tanto les interesa, pueden intentarlo ustedes mismos. Si no estoy mal informada, y no suelo estarlo, sigue recluido en la prisión de Rikers Island. –

Entonces se dio cuenta que había hablado de más.

- Perdonen, recuerdo bien el caso porque llevaba poco en la redacción. Uno siempre recuerda sus primeros trabajos. Nunca saqué nada de ese salvo lo que les he contado –

La joven con la que antes hablara, se acercó a la periodista y le dijo algo al oído.

- Caballeros, siento decir que no puedo dedicarles más tiempo, si me disculpan, mi compañera les indicará donde está la salida. Y padre, le guardo la palabra, espero que la próxima que necesite hablar con alguien de su institución usted se muestre igual de colaborativo que lo he sido yo hoy. Adieu–

Entonces se marchó, dejándoos a solas con esa joven que les hacía señas para que la siguieran

John Doe... Así era como el FBI llamaba a los cadáveres sin identificar. Lo que o sabía el padre Graham era que también recibían ese nombre las personas vivas de las que se desconocía su identidad y ese parecía ser el caso del individuo al que buscaban, lo cual era muy interesant, aunque más interesante era confirmar que ese individuo portaba consigo una de las argollas y que pertenecía a una secta y lo más importante, la periodista había tratado de hacer referencia a Nyarlathotep.

- Descuide señorita. - Respondió el pater. - Un hombre de fe, siempre cumple con su palabra. - Comentó sonriente. 

Esperó entonces a estar otra vez a solas los tres y lejos de los oídos de gente curiosa. Se les abría un nuevo camino a explorar y en esta ocasión les llevaría a la fuente misma del misterio. La pregunta era si debían seguirla de forma inmediata o por lo contrario, seguir haciendo averiguaciones para llegado el momento tener toda la información posible. 

- ¿Hospital o prisión? - Preguntó. - Para mí ella obvio. Hospital. 

Rowan se quedó pensativo mientras salían y asintió coincidiendo con el padre..

- Los dos llevaban esos brazaletes, habría que averiguar quien se llevó los restos mortales del muerto y donde acabaron los brazaletes, si. A ver si hay suerte y alguien se acuerda. -  Expresó su deseo de ese modo.

Tras conseguir cierta información de la periodista, los tres pusieron rumbo al hospital. Como este estaba en el Bronx por lo que tenían un camino largo hasta él con el tráfico de Nueva York. El vehículo circuló con calma mientras discutían de la información obtenida.

- Ha sido cuanto menos sorprendente lo rápido que ha largado todo lo que sabía. Con lo dura e íntegra que parecía al principio jeje. – Silvano se acomodó en el asiento trasero pues acostumbraba a que le llevaran y siempre se sentaba ahí por inercia. – Pero no me ha pasado desapercibido que ha nombrado a Nyarlathotep y seguro que a vosotros tampoco. ¿Tendrá algo que ver? También es verdad que siempre surgen mil sectas locas que no saben ni de lo que hablan. Zumbados que quieren jugar en las ligas mayores cuando no llegan ni a campeonato de colegio – Y Se rio de su propio chiste.

Entonces, comenzó a rascarse el brazo.

- Joder, esta mierda pica ¿A vosotros no os molesta? –

El viaje prosiguió y finalmente llegaron al lugar, el Hospital Lincon. Tras presentarse, el director del propio hospital aceptó reunirse con ellos. Los llevaron hasta un despacho situado en una de las plantas superiores. Tras pasar pasillos sobrios y blancos, el despacho era bastante diferente con muebles de diseño, unas sillas acolchadas y equipo de última generación. Sentado en la mesa del despacho había un hombre regordete, con un bigote exagerado que le tapaba media cara.

- Buenos días caballeros, ¿En que puedo ayudarles? –

Mientras hablaba, todos pudieron ver el móvil del hombre sobre la mesa y la aplicación de RAIZ instalada.

Durante el camino
Ignoró las quejas del picor de Silvano.
- ¿Crees que pueda estar metida en el ajo y nos lleve a una pista falsa o calle algo? - Preguntó Rowan cuando Silvano sugirió que era sorprendente que hubiera hablado tan fácilmente. - ¿Podemos pedir que la vigilen?

En el hospital

Rowan compartió una mirada cómplice con el padre y un gesto hacia el teléfono, para que pudiera darse cuenta del detalle de la app instalada, ese tio era del "equipo".
- Buenas, buscamos información de unos pacientes que ingresaron hace unos años. - Diría al tipo que les interpelaba.

Durante el camino:

La tipo de nombre italiano sacó la palabra clave: Nyarlathotep. El pater podía intuir todo lo que aquel nombre llevaba detrás, pero para nada podía considerarse un experto en la materia. No obstante, parecía que el señor Gravette podía sabe algo más y debía compartirlo con los demás. 

- ¿Y que sabe usted sobre ese tal Nyarlathotep? - Le preguntó al italiano con evidente curiosidad.

En el hospital:

El pater se acercó al hombre del bigote con gesto serio. Le miró directamente, como tratando de conectar con él de alguna forma. 

- Un enfermo mental asesinó a dos enfermeras y a un doctor. Tiene que acordarse si estaba ya trabajando aquí. - Hizo una breve pausa. - RAIZ le agradecerá su colaboración. - Dejó caer y esperó su reacción.