A ver! Sacad a los heridos. Diego mete el carro en el cobertizo, y no saquéis las armas de momento, las sacaremos esta noche. Meted a los heridos dentro.
El alférez sin esperar contestación entra en la casa. Y le ois hablar en italiano con las mujeres.
Siguiendo las órdenes del alférez, dejo mi pica en el carro.
- Vamos compañero le digo a Antonio mientras le ofrezco mi brazo para levantarse e ir hacia el interior de la casa.
A mi espalda, oculta bajo la ropa, la vizcaina recide en su vaina. - Nunca he sido un hombre de armas, y cuando el Señor mande un ángel a recogerme, le seguiré con gusto.. Pero no quiero que un italiano sea quien abra las puertas de las escaleras que van al cielo..
Voy Dice Antonio apoyandose en el brazo de su compañero y bajando de la carreta con un leve gemido gutural. Mierda... Mira a su alrededor con cierto odio en la mirada. Espero que aquí sanen tan bien como apuntan.
Rodrigo de Bárcena estaba mal, bastante mal. Intentó hacerlo andar, pero no podía. Luego, tuvo que meter la pica en la casa, y volver a por él tomándolo en brazos.
-Ya verá vuesa merced como se pone bien. Manténgase despierto.
Lo llevó allí dentro, donde esperaba que pudieran atenderle pronto, o pronto habría que pagar a un canónigo para misas por su alma.
Apenas suelta un escueto Gracias compañero que apenas es audible. Le cuesta respirar y ha perdido mucha sangre.
Dormir en una cama caliente le parece una buena idea y además esta lo del misterio de los niños. Pase lo que pase no serán unos días en blanco.
- Mi alférez, si a su señoría le parece bien me quedo con el carro, haciendo guardia, no vaya a ser que en tierras italianas vayan a aprender las mulas a salir volando... Por no nombrar las armas... me parece que será mejor que haya dos ojos pendientes de que no le crezcan pies y salgan corriendo, si sabe usted a qué me refiero...
Humm...Buena idea , Diego quédate fuera vigilando el carro. Todos los demás adentro, tenemos que hablar.
* A partir de ahora desmarcad a Diego.
Mientras sus compañeros entran en el edificio acompañando al alférez, Diego comienza a cargar su arma diligentemente y desde un punto que apenas pueda ser visto desde el exterior pero que le permita una reacción diligente si alguien entra en el recinto ocupado por el carro... Nunca se sabe cuando puede hacer falta, pardiez...
Yo ya entré con Rodrigo, hace rato :P
-¡Por fin un lecho digno de buen cristiano!- Exclama el joven. -Me muero de ganas por descansar mi espalda en una buena cama. Me entre el cuartel y la intemperie me estaba empezando a sentir como una liebre.
Despues de eso ve entrar a su álferez tras dejar a Diego de guardia.
-Menos mal que se ha presentado voluntario. No hubiese hecho esta guardia ni por todo el oro de las Indias. -Se dice a sí mismo satisfecho.
La casa está dividida en dos plantas, en la planta baja hay una gran sala que hace las veces de comedor y cocina , además delante de la larga mesa del comedor hay una chimenea de piedra con un escudo de armas grabado que no reconocéis. Las dos mujeres calientan agua en el fogón y susurran entre ellas. El alférez está sentado en una de las sillas del comedor y os hace un gesto.
Subid a Antonio y a Rodrigo arriba a la planta de arriba, creo que hay unos camastros. No os preocupéis , las mujeres cuidarán de ellos hasta que se recuperen. Cuando hayáis acabado bajad, hay mucho que preparar.
Asintió a la orden del alférez, pensando en que hacía mucho tiempo que no veía una lumbre como aquella. Sin duda era una casona de calidad, de un noble provinciano italiano. En todos lados hay poderosos y siervos.
Subió a Rodrigo por las escaleras con cuidado, procurando no resbalar, y buscó un catre donde dejarlo acostado. Encontró uno, cerciorándose de que no era aposento de gente principal y lo dejó allí acostado.
-Aguanta. Ahora vendrán a sanarte -le dijo.
Bajó las escaleras, pues, de nuevo ante la presencia del alférez.
Permaneciendo de pie, en el centro de la estancia, observo como mis dos compañeros llevan al herido escaleras arriba. No me atrevo a sentarme. Espero una autorización para ello. Aunque, ahora mismo, lo que más me apetece es poder sentir la comodidad de un asiento en condiciones.
Si preguntan contare que le di muerte. Responde a la broma de su compañero. Gracias por la ayuda, mi buen escudero. Rió ya de mejor humor. Espero por el bien propio que vengan chicas guapas a darme la cura.
-Descuida, amigo mío.- Dice el mientras le ayuda en el ultimo tramo de escaleras. -En cuanto vea a una italiana sin mostacho te la entregare. En justo pago por tus servicios al rey.
Dejáis a Antonio tumbado en el camastro, cuando bajáis los escalones os cruzáis con las dos mujeres que van cargadas con paños y un barreño de agua. Ya en la sala el Alférez espera sentado en la silla que preside la mesa del comedor.
Tomad asiendo por favor. Cuando os sentáis empieza a hablar. No me gusta nada ese tipo, el alcalde. Creo que esconde algo, os habéis fijado lo nervioso que estaba cuando hemos aparecido sanos y salvos? . Apuesto las Indias a que ese bastardo nos quería ver muertos!!!
En este pueblo está pasando algo, niños que desaparecen?? hay que hacer algo.