Partida Rol por web

Avanzaba en silencio junto a los dos hombres envolviendo con fuerza el zippo en el bolsillo de su chaqueta, su vista evasiva sin querer mirar a ninguno de los dos pero escuchándolos, impotente por no sacar los bemoles para negarse a dejar a Darren solo. Que vale, no estaba totalmente solo y podía apañarse solito pero eso no tenía porque agradarle. Cerró los ojos concentrándose en el frió tacto del encendedor que iba adquiriendo el calor de su piel, invoco el recuerdo de lo que había visto, lo que había sentido y la esperanza de todo corazón que ello pudiera ayudar para que no le pasara nada malo a su amigo, si de verdad insistía en quedarse solo.

La voz de Darren la arrebato de donde estaba volviendo al presente sin siquiera haber escuchado lo que parecía decirle a ella sobre Adrián, así que siguió callada y se encogió de hombros.

-ah...eso – dijo sin más para luego sonreír ante la verborrea aduladora de Grend – oh señor Grend...que cosas tiene – respondió con un zalamero pestañeo – si realmente cree que podemos sacar algo más en la biblioteca sera un placer ir con usted, estoy segura que el profesor Merrick agradecerá su colaboración y consejos para proteger ese conocimiento en el futuro – luego de terminar miro a Darren, quién disminuía la marcha del “paseo” posiblemente porque estaban llegando a su destino.

Cuando se detuvieron por completo tiró de su brazo hacía abajo estirándose a su vez para alcanzar su altura y darle un beso en la mejilla.

– y tú ten cuidado ¿vale? - le dijo mirándolo fijamente a los ojos con preocupación y aprovechando para dejar disimuladamente el zippo en su mano, dudando hubiera logrado transmitir lo que quería mostrarle a su amigo – cualquier cosa no seas idiota y avisanos...-no le hacía gracia, ni un poquito, dejarlo solo, más sintiendo que no tenía opción aunque no entendía el porque – señor Grend ¿me permite su brazo? Sera solo un rato mientras acaba de hacerme efecto la pastilla – así se despidió de la compañía de Darren, dandole espacio y tomando el brazo de Grend

Mara no tiene que esforzarse mucho para que el contrario se agache, respondiendo a su petición como si esperase que la contraria le dijese algo... y con lo que se encontró fue con un beso. Parpadea - ¿pero no estaba enfadada? Creo que nunca la entenderé - Disimula su turbación con su expresión seria de costumbre y no dice nada de inmediato. Solo cierra los dedos sobre el conocido objeto metálico en sus manos tratando de no pensar en lo hermosos que eran sus ojos, y se concentra...

¿Qué es tan importante?

Adrian movió sus dedos rápido aprovechando el momento de cobertura antes de que se fuese y, viendo cómo su amiga prefería preguntar a entrar en el juego, se limitó a comer. No quería mostrar sus trucos a la gente normal que podría volverse un poco loca por sencilleces como aquella.

Observó a la camarera y le permitió proceder con la investigación. Hablar con la chica delante no era la mejor opción, así que dejó que el encanto de su amiga funcionase, pero si la camarera le miraba le sonreiría y se encogería de hombros.

Sacó la lengua divertida a su compañero mientras esperaba respuesta de la camarera. Ya lo sondearía con calma cuando les trajeran la comida… total, no podría escaparse y tendría que decirle la dirección que ocultaba si o sí, pensó mientras una sonrisa inocente se asomaba en su rostro y la dirigía hacia Adrian.

Adrian rió cuando le sacó la lengua, pero no añadió nada. La investigación era su fuerte y el de él era conocer gente, suponía, o encontrar trabajos temporales. Pero la idea de jugar con la comida le había parecido divertida en principio, se había olvidado de que estaban para trabajar. Estiró su cuello y siguió mirando a la muchacha.

La camarera os lleva los postres y os mira con una sonrisa. No tenéis muy claro si es suficientemente discreta como para no decir nada sobre lo que estáis hablando, si no tiene ni idea del tema o si realmente entiende vuestro idioma más allá de las frases típicas de un restaurante. Lo que parece bastante evidente es que de aquí vais a salir con la tripa bien llena, pero sin más información de la que teníais al entrar.

Salvo por el mensaje de Mara, claro.

Después de que Jade pague una cuenta sorprendentemente baja por la cantidad de comida que os han servido, salís de nuevo al callejón junto al Fremont Vintage Mall.

Para seguir investigando al tipo del puente tenéis dos opciones: el centro comercial en el que trabaja, del cual habéis salido sin preguntar al guardia de seguridad que le estará reemplazando durante la baja, o ir directamente al hospital. Seguramente la segunda sea la más directa para averiguar algo útil, pero nunca se sabe.

Raymond siente que sus dos acompañantes están realizando algún tipo de magia menor. Todo bastante discreto, pero el uso de poderes sobrenaturales suele llamar la atención de los iniciados. Casi inconscientemente, mira a su alrededor por si alguien más ha podido notar algo, pero hay poca gente en la calle y nadie parece prestar al trío la más mínima antención.

Darren funce ligeramente el ceño, aparentemente confuso, mientras continúan las despedidas.

Utilizas tu psicometría en el zippo que te pasó Mara, pero lo único que sientes es la preocupación de tu amiga, sin tener muy claro a qué va dirigida. Es raro, porque suele ser una forma muy útil de comunicaros mensajes sencillos, pero tal vez ha intentado transmitir algo demasiado complejo o puede que vuestro estado de ánimo afecte de alguna forma a la comunicación, porque no percibes nada más.

Raymond no dice nada sobre lo que hacen los dos jovenes, hay cosas privadas en las que mejor no meterse a menos que lo involucren a uno directamente. Y suponía que aquel no era el caso ya que le habrían dicho algo, aunque no por ello se queda menos intrigado.

-Bah. No le pasará nada. Darren sabe cuidarse bien. Además, una vez en la tienda estará mucho más seguro que nosotros.

El mago pretendía quitarle hierro al asunto de cara a Mara, pero lo cierto es que él se quedaría también más tranquilo si tuviera compañía. Darren no era ningún novato, y tenía muchos recursos, pero más valía prevenir.

Cuando Mara le pidió el brazo Raymond se apresuró a ofrecerle su ayuda como el buen caballero que era. Ni los ingleses eran tan galantes como él.

-Faltaría más mi bella dama. Apoyese en mí lo que haga falta hasta que se encuentre bien.

Aunque sonreía al decirlo, se preguntó qué le pasaría realmente para ir así. En un principio creía que era cosa de la pareja, pero parecía que le dolía algo realmente.

-¿Te encuentras bien?

- Estará bien - Sonríe esta vez un poco más blando, devolviendo el Zippo a su propietaria. Entonces se vuelve a su viejo amigo

- Cuídela - No había mucho más que añadir. - Es probable que esta noche no esté disponible - Agrega como quien habla del tiempo - Pero intentaré mantener mi teléfono operativo, por si pasara cualquier cosa. Por si no nos vemos, hasta mañana.

Asintió ante el intento de ambos por sosegar sus preocupaciones y luego curvó sus labios tan solo por las comisuras.

-cuando este en la tienda...- musitó como si tuviera que ser un consuelo recibiendo su amuleto de vuelta sin apartar la mirada de Darren

No le preocupaba el que pudiera apañarse solo, conocía sus recursos y sabía que no estaba indefenso, lo que la tenía intranquila eran los intereses cruzados de seres que buscaban ese manuscrito. Debería tener fé en que todo estaría bien.

-tortitas para desayunar entonces usare la llave de repuesto – fue su despedida y declaración de intenciones se volviera a ver o no ese día, ya aferrada del brazo de Grend atendió a su interés por su estado- si, señor Grend, estoy bien – apretó los labios evaluando la molestia – es solo la consecuencia de una mala caída en la biblioteca...lo cierto es que tengo una pregunta para usted al respecto...

-Tortitas para desayunar entonces usare la llave de repuesto 

- Espero no tener que lamentar haberle dado esa llave - Piensa para sí mismo mientras la ve alejarse con el mago.

Al menos sentía que podía tener algo de tiempo. Ni el hechizo de protección había saltado, ni le había llamado nada la atención de camino hasta allí.

Ahora llegaba el momento del regreso del caballero de brillante armadura... que traía comida para llevar y bollitos recién horneados de la panadería.

En parte lamentaba separarse de los demás, pero no había nada que hacer. La tienda era su templo y centro de poder, aunque... aparentemente el personaje para el que trabajaba ahora no era del tipo al que le importasen en absoluto sus protecciones.

Volvió a pensar en el mensaje del Zippo ¿Qué tan importante era para Mara que sintiera que se preocupaba? ¿Por él? Esa idea le hizo sentir un instante de calor que al momento se desdibujó con una pincelada de amargura. Las cosas eran como eran, y la respetaba demasiado como para usarla así.

En la pastelería compra una colección de mini-cruasants con y sin formas y chocolates apetitosos, guardados en una bolsita de papel.

Ya comería después en la tienda, pero al menos preguntaría a Helen cómo va todo y si había tenido algún cruce con clientes raros desde que se había ido.

Os separáis finalmente de Darren y al caminar Raymond se fijan en que Mara parece ligeramente dolorida. Mientras le pregunta por su estado, deduce por sus gestos que tiene una contusión en la espalda. Tiene que haber sido una caída muy estrepitosa para golpearse en esa zona.

La camarera había dejado claro que no pretendía hablar más, o que no sabía más. Pero la comida estaba rica y, lo mejor, gratis para el pelirrojo, así que no tenía demasiado de lo que quejarse.

Así terminaron ambos a la salida del centro comercial y mirando a su compañera asintió.

Venga, vamos al hospital.

Concluyó Adrian, había algo de información que sacar aunque, la verdad, si el hombre había... suspiró al razonarlo.

Aunque si ha perdido la memoria. Venga, vamos a preguntar a su sustituto. Esta vez déjame a mí, no podrá resistirse a mis encantos.

Y con una sonrisa confiada se dirigió hacia el interior y, una vez localizado el nuevo guardia de seguridad -mediante preguntas, mera observación, o azar- se acercó con un gesto preocupado al sustituto, mientras se fijaba en el nombre de la empresa de seguridad.

Perdona ¿Jonh, verdad? -sabía que se equivocaba, pero eso no le importaba, dijo uno de los nombres más comunes a propósito- ¿Tienes un momento para unas preguntas? Es por el seguro del señor Wells.

Helen mira por encima del mostrador en cuanto llegas y sonríe.

— ¡Darren! No esperaba que volvieras hasta mañana — comenta. Si está molesta por la forma en que te fuiste, no da la más mínima muestra de ello. Cuando le das la caja de croissants sonríe con gesto goloso. — ¡Qué amable! No tenías por qué... Cogeré uno, que tengo que cuidarme un poco...

Escoge uno de los que más chocolate tiene en un extremo y lo muerde con expresión de deleite. — ¡Qué bueno! ¿Tú no coges? — Pregunta acercándote la caja. Ves cómo le da la vuelta al croissant para comer primero la parte que no tiene chocolate, dejando el resto para el final. Eso hace que se manche un poco los dedos, que luego rechupetea con expresión divertida.

Cuando le preguntas por cómo ha ido este rato y por sus clientes le cambia ligeramente la expresión alegre.

— Todo ha estado tranquilo... ¿Por qué? ¿Hay algo en ese libro que deba preocuparme? — Dice con seriedad, como si adivinase tus intenciones al pasar por allí.

Entráis en el centro comercial y no os cuesta encontrar al único vigilante de seguridad caminando por los pasillo. No parece preocupado cuando os acercáis, pero al escuchar la pregunta de Adrian frunce el ceño un momento.

— ¿Del seguro? — dice mirando al chico, sin duda pensando que es demasiado joven. Luego se fija en Jade y se encoge de hombros, como si no tuviera importancia. — Claro, dígame en que puedo ayudarles...

- Al final no he tenido tiempo de comer. Y hacerlo solo no es lo mismo - Sonriendo en respuesta a los gestos de la contraria. Tenía que reconocer que tenía su encanto - Ya lo creo - Ríe, cogiendo también uno él. Al fin y al cabo apenas había probado bocado, y tras el café el apetito empezaba a apretar.

Al cambiarle la expresión por su pregunta, se esfuerza en mantener el tono amable - Al salir de la tienda vi algo que no me gustó en la calle - Cierto en sí mismo, aunque no abordase de lleno sus sospechas - Es posible que no fuese nada, pero quería quedarme tranquilo. Además... - deja sobre la mesa un pañuelo para que pudiese limpiarse las manos tras considerar que era demasiado pronto para aventurarse a hacerlo él mismo. Para desconcertarla ya tenía las palabras - No te llegué a preguntar dónde querías que te llevase a cenar esta noche. - Ensaya una sonrisa pícara - Si eres valiente, te puedo llevar al lugar en el que hacen los mejores macarrones con queso de la ciudad. Nada formal. Solo... dos personas... - Mira su reloj con algo más de desgana, como si lamentase que el tiempo se le escapara entre las manos - que tienen que aprender a convivir entre los ratos de descanso. - Por suerte estaba cerca, pero no podía permitirse estar todo el día con la tienda cerrada - Si lo prefieres, me puedes responder durante la tarde. Para esto o cualquier otra cosa - Aunque seguro que ya la tenía, le deja una tarjeta de la tienda sobre el mostrador - Si terminas a tiempo, por supuesto. No quiero privarte de tu descanso - Miente por último. Si todo salía bien, ambos dormirían más bien poco. - Si cierro yo antes, me pasaré a recogerte. Si no, puedes venir tú y salimos desde allí. - Como reafirmando sus palabras, se lleva otro de aquellos dulces a la boca, disfrutándolo. Una de las mejores estrategias de vendedor consistía en actuar como si el trato ya estuviese cerrado. ¿Colaría con Hellen? - Mm... Me encanta este chocolate.

Helen parece tranquilizarse un poco con tu explicación y con la proposición de la cena se olvida por completo de su preocupación anterior.

- Macarrones con queso, ¿eh? ¡Perfecto! - dice con una sonrisa. - Yo estaré aquí trabajando en tu libro, así que ven a buscarme en cuanto cierres... - Con una sonrisa casi distraida, coge otro croissant olvidándose de su propósito anterior de comer sólo uno. Cuando le da un mordisco se da cuenta de lo que había dicho antes y se sonroja ligeramente. - ...Están ricos... - dice casi a modo de disculpa. - Y sí, ese chocolate es un vicio.

Termina el bollito y te ofrece otro antes de cerrar la caja, seguramente para no seguirlos viendo y evitar la tentación. - Bueno, tendrás que abrir la tienda y yo tengo que seguir con las fotos. ¿Nos vemos luego, entonces?

Sin dejar de sonreír, Darren acepta el bollito que le ofrece Helen, anotando mentalmente que la muchacha era, al menos en parte, golosa. Siempre resultaba divertido tentar a una golosa.

Si todo iba bien, el día podría acabar mejor de lo que se había imaginado y la imagen por la mañana sería suficiente como para que Mara cesase en... bueno, mejor no pensar en ello.

Paso a recogerte, entonces. - Aprovechando su cambio de humor, se inclina sobre el mostrador para dejarle un beso en la mejilla.

Cualquier cosa, estaré cerca. Hasta luego. - ¿Estaba siendo perverso? Sin duda alguna. ¿Cómo se daría el resto de la tarde?

Al salir de la tienda, casi como un acto reflejo, lo primero que hace es mirar arriba y abajo, como si casi esperase que se repitiese el encuentro anterior. Saca del bolsillo el móvil para mandar un anticuado sms a Adrian. Aún tendría que dar gracias que los dispositivos modernos conservaran alguna clase de aplicación para seguir recibiéndolos. El día que quedasen obsoletos tendría un serio problema.