Partida Rol por web

En estando ya en alta mar, que empezaste a sentirte francamente mal. Las gachas que tomaste como desayuon empiezan a brincar en tu estómago buscando frenéticamente una salida. Vomitaste penosamente hasta la primera papilla y, muy enfermo, bajaste a la bodega por vergÜenza, ya que los comerciantes, marinos y viajeros del Brau se quedaron bastante atónitos viéndote echar aquello. Al cabo de un buen rato de estar hecho un ovillo en el fondo de la bodega, parecía que te encontrabas algo mejor. Oíste entonces en cubierta bastante ajetreo, correteos (las maderas sobre las estancias superiores crujían) y gritos.

La vergüenza que sentía el pardo acrecentaba su malestar. ¿Cómo un caballero curtido en más de mil batallas podía desfallecer ante algo tan nimio como un par de bandazos en un barco? Solo hacia un par de semanas que había visto el mar y este era su primer viaje en barco. Estructura que para el leones se asemejaba más a una invención de diablo para torturar a los hombres que un medio de transporte creado por los hombre.

Entonces escucho los pasos apresurados,  había estado escuchando los pasos de los viajeros en las cubiertas superiores durante todo el trayecto y no se parecían nada a estos. ¿Qué pasara? Con dificultad se incorporó y apoyándose en las maderas de la nave comenzó a subir a cubierta. 

Vergüenzas aparte, y estando ya bastante mejor, subíste por la escalera de acceso. Observaste que algunos miembros de la tripulación habían avistado a lo lejos una nave, y la observaban inquietos. Miraste hacia arriba, pues el vigía de la coca apostado en la cofia lanzó un grito de "¡PIRATAAASS!", y entonces, ya habiendo subido a cubierta, oteaste el horizonte. Una nave musulmana se dirigía como una flecha hacia vosotros, y sus marineros se preparaban para abordaros. La tripulación del Brau se preparaba también para repeler el ataque, asegurando bien las puertas y sus armas.

El mareo no le iba a impedir que hiciera lo que verdaderamente sabía  hacer, luchar. Se acercó a la zona por donde se iba a producir el ataque y afianzo los pies en el bamboleante suelo de madera. Con una de las manos se agarra a una de las jarcias, para ganar estabilidad, y con la otra desenvaino la espada.

De algo estaba seguro y era que sí tenía que morir lo haría luchando.  ¡Por Santiago!  Grito para darse ánimos. 

Finalmente, las naves entrechocaron. La nave musulmana, golpeó la proa contra babor del Brau, haciendo que los piratas saltaran al barco, et algunos marineros y soldados de guardia del Brau cargaran contra su agresor. Tu estabas en primera línea de batalla, y cruzaste tu acero contra el primer pirata que te encontraste.

¡Clank! ¡Clank! Cimitarra contra tu espada de mano, ambas encontrábanse en un baile en que ninguna de ellas, todavía, llevaba el ritmo y patrón de su pareja. Eso sí, te convenía despachar a ese mequetrefe rápido, pues otros dos te habían visto y corrían directos hacia tí con también viles intenciones.

El furor del combate aparto rápidamente el malestar causado por el mareo, ahora Guzmán se encontraba en su entorno natural, el combate. Antes de lanzar un nuevo ataque se aseguraba de tener bien afianzados los pies sobre el entarimado aun no se fiaba de su equilibrio.

Otro golpe, seguido de otro, y otro más. Los aceros chocaban a su alrededor pero Guzmán solo tenía ojos para su adversario. Si una sirena hubiera pasado a su lado, el pardo ni se habría enterado. 

Aquel tipo de piel oscura como el azabache y turbante, cimitarra y vil rabia de mil demonios cargó contra tí, cuando las cubiertas estaban "pegadas" una con otra.

Resumen turno1:

Guzmán se abalanzó contra el infiel y pirata que estaba frente a sí. Aquellos tipos eran perros desarrapados, que les daba igual ocho que ochenta. No conseguiste acertarle, pero él tampoco logró dañarte ni un ápice gracias a tus fabulosos mandobles, que hicieron aguantar el embiste sólo con el filo.

Mantenía la defensa a pesar del movimiento del barco, algo que sorprendió al leones que pensaba que su combate se vería seriamente mermado por las circunstancias. Pero Guzmán no se confió en exceso y volvió a afianzar los píes sobre la cubierta para lanzar un nuevo ataque.       

El tipo apretó sus labios y no dudó, en medio de la algarabía en alta mar, en volver a atacarte ferozmente.

Resumen turno 2:

En un impoluto giro de muñeca, el filo viajó de arriba a abajo, e hiciste un severo corte en el brazo izquierdo del pirata, quedando éste malherido, pero en pié.

Daño: 11 (/2 por brazo) (sin armadura): 6 puntos de daño.

Acto seguido, éste se lanzó contra tí con su cimitarra. Te golpeó con tremenda fuerza* en el pecho (gritando tú entonces como un poseso**), y luego en el abdomen. Ambos cortes diagonales y rápidos hicieron mucha mella en tí:

Daño1: crítico (daño máximo e ignora armadura): 8 puntos de daño.
Daño2: 3 (-5 por coracina): sin daño***

Guzmán se dolió del primer ataque que casi había destrozado su armadura. ¡Maldito bastardo! ¡Perro hereje! Grito mientras apretaba los dientes para aguantar el dolor.

Decidió adoptar una postura defensiva mientras miraba a su alrededor, buscando un hueco donde recuperar el aliento. En una batalla en tierra se hubiera retirado a segunda línea y otro hubiera ocupaba su puesto, pero el Pardo no sabía si esto pasaba en la mar.  

Aquel pirata no cesaba en su empeño. Pese a las heridas causadas por tí, quería acabar contigo, los otros dos corrían y estaban a punto de atacarte (de hecho llegarían un instante después). Viste el devenir de la batalla, y muchos de aquellos musulmanes estaban atravesando a diestro y siniestro a marineros y otras gentes dadas a luchar. Los pasajeros y empleados del Brau no eran soldados realmente, pero esos piratas estaban demasiado acostumbrados a la mar y a matar... Parecía que vuestro barco no tenía demasiadas posibilidades de salir indemne... ni siquiera de salir malparado..

Resumen turno 3:

El pirata se lanzó contra Guzmán, aunque éste ahora parecía haber tomado una actitud defensiva. Sin embargo nada pudo hacer, pues no logró siquiera rozar al pardo. Acto seguido llegaron dos piratas más, pero levantaste las manos en señal de rendición.

A tu lado veías, a diestra y siniestra, que el resto de piratas comenzaban a hacer también prisioneros a los marinos y navegantes del Brau. Podrían haberos matado salvajemente (y luego saquear vuestro barco), pero vuestro destino fue muy diferente. En pocos minutos los piratas agruparon a los vencidos y rendidos y os condujeron a empujones al interior de su propio barco, encerrándoos en la sentina del mismo (es decir, en la cavidad inferior situada inmediatamente sobre la quilla).Tras unas hora encerrados, tus compañeros te indicaban que habíais caido en manos de, literalmente, "esos malditos piratas berberiscos". Añadían que vuestro destino no podía ser otro que ser vendidos como esclavos en el mercado de Argel.

Tras unos días de travesía realmente inferna (haciandos en un rincón de la segunda bodega, sin comida y apenas bebida, y con los lamentos de dolor de tus compaeñros heridos como hilo musical) el barco llegó a puerto. Probablemente Argel. Os hicieron salir a cubierta con malas formas y empujones (y al ver cielo abierto la luz del sol os cegó). Luego os colocaron cadenas y grilletes en manos y tobillos (por supuesto, os habían despojado de vuestras pertenencias) y os dirigieron al mercado de esclavos de la ciudad casi en hilera. Notaste que la vigilancia era rigurosa, y que era imposible escapar, al menos de momento. Tras una media hora colocándoos y esperando público y afluencia, o subieron a un estrado en una de las tantas plazas de la ciudad para comenzar una compraventa (vuestra adquisición como esclavos). Decenas de musulmanes rugían apostando entre ellos cuál de vosotros era más productivo o cuál más enfermo. Veías sus caras y sabías que estabas metido en un buen embrollo, mucho más grande que el que te obligó a salir de Valencia.

Los días que transcurrió en la bodega, Guzmán se maldigo por no tener el valor suficiente de morir luchando. ¿Qué pensaría su padre de él? Seguramente se sentiría defraudado. Guzmán se mortificaba una y otra vez con estos pensamientos mientras la herida del costado le seguía quemando. Malditos piratas, me vengare. Juro por Santiago que terminareis todos con el vientre atravesado.

La rabia acumulada durante el viaje hizo que Guzmán se comportara de forma agresiva y poco complaciente, a pesar de lo desfavorable de la situación.