Partida Rol por web

Todo el horror que se estaba sucediendo a nuestro alrededor era incomprensible. ¿Cómo? ¿Cómo podíamos ser coherentes ante lo que pasaba? ¿Cómo podíamos hacer funcionar nuestro cerebro si unas míseras muñecas estaban creando tal terror en nuestro interior? Porque, al fin y al cabo, eran eso: unas muñecas que queríamos creer que se parecían a nosotros. No teníamos por qué creer que eran nuestros dobles en plástico y que un alma atormentada se había molestado en hacerlas a través de las fotos que habíamos mandado para la expedición.

O, al menos, todo ello era lo que quería creer, pero todo era una paranoia, donde mi cerebro veía cosas que jamás hubiera visto, si no me hubiera encontrado en una situación de máxima alerta.

Mientras seguía con la mirada a algunos que querían contemplar su doble “yo” en aquellas muñecas, giré sobre mí misma escuchando las voces de los demás para encontrar una posible salida.

Desde que aquellos dos hombres habían sido atacados, y habían resucitado, aún con la incógnita del cómo, debíamos de salir de allí, cuanto antes.

Sin embargo, tenía un ligero presentimiento, una pequeña angustia que oprimía mi corazón, y que apenas me dejaba respirar. Y se manifestó cuando aquella mujer de pelo enmarañado fue atacada por una Abigael poseída, fuera de sí, y sin miramientos, como si disfrutara con lo que hacía.

Quise gritarla, obligarla a que cejara en su empeño de destrozar a aquella mujer, pero intuí que ni ella misma sabía lo que hacía.

Me llevé las manos a la boca, ahogando los gritos que pugnaban por salir. Noté mis piernas temblar, y caí de rodillas hacia el suelo, mirando cómo varios eran mucho más capaces que yo para hacer frente a aquel horror, y acudían a salvar a aquella mujer.

Mi visión se me empañaba, mi cuerpo convulsionaba, y mi respiración estaba agitada. La historia de miedo acababa de empezar. 

El ver como se iban apañando con Mona fue relajando las cosas y el ambiente. Seguí observando a la gente mientras seguía fumando hasta que Andrea se alejó de todos hasta su "tienda".

Me acerqué hasta allí mirando de reojo a su hermano no fuese cosa que me lanzase un zapato o algo.

Rebuscaba en mi riñonera mientras me acercaba hasta que al llegar a ella saqué un paquete de OCB y le tendí un papelito.

-Toma, un papel para que te seques..-saqué otro-o dos-y otro-o tres..o mejor,-Comprendí que eso n iba a solucionar mucho- espérate, ahora vengo..-Y salí corriendo hacia mi tienda para luego salir con un rollo de papel higiénico en la mano y dárselo-Toma, esto es lo que tengo, un amigo mío me enseño a que siempre que e va de viaje o excursión es bueno llevarse uno, quieras creerlo o no..ya me entiendes-reí un poco para relajar la tensión del momento.-Por cierto, antes no hemos podido hablar en condiciones...y quería bueno..-Quería preguntarle si aquello que había dicho era algún tipo de insinuación pero no me atreví y rápidamente pensé en alog-te presento a mi amigo-señalé a mi muñeca con la mano-Bob. Y como no habla, le voy a llamar el silencioso, Bob el silencioso. ¿Te gusta? Ahora somos Jessie y Bob el silencioso.

Chasqué los dedos acompañando mi genialidad. 

Busqué entre las herramientas que había usado para montar la tienda tratando de encontrar algo con lo que empezar a cavar. Tenía sentido pensar que los túneles eran más peligrosos aun y que esas paredes los mantendrían también cerrados. La mayoría estábamos asustados y queríamos marcharnos, estaba intentando mantener el control todo lo posible para no caer en el pánico y lo hacía tratando de buscar soluciones. Solo algunos parecía que disfrutaban con todo lo sucedido y luego estaba Mona que consideraba que debía de continuar con su investigación. No podía entender colocara su investigación por encima de la natural necesidad de autoconservación y supervivencia inherente al ser humano.

Me acerqué al lugar donde estaban las muñecas, recogí la mía y la metí en la pequeña mochila imitando a algunos que ya lo habían hecho. Entonces fue cuando todo se descontroló aún más. Al ver lo que hacía Abigael y el efecto que tenía sobre la Mona humana, las imágenes que habíamos visto cobraron sentido, fuera lo que fuera lo que estaba pasando, las muñecas no eran simples juguetes.

Me quedé bloqueada sin poder reaccionar, no estaba acostumbrada a que eso pasara y me frustraba enormemente. Andrea reaccionó y comenzó a atender a la mujer, luego Wyatt se le unió. Sin embargo, lo que dijo Krysta me llamó la atención. Me acerqué al lugar donde lloraba apoyada en Goro.

.- ¿A qué te refieres con que no pensaste que pudiera ocurrir aquí? Creo que va siendo hora de que nos expliquéis claramente que está pasando.  

Krysta miró a Sasha con un fuerte interrogante en su rostro y le respondió.

- ¿Qué crees? ¿Crees que yo planeé algo de esto? ¿Que creía que esto pasaría? Lo máximo que creía es que podíamos escuchar pasos en la noche o los gritos de los que hablaban los aldeanos, ¡Pero no esto! - dijo alterada y enojada.

- ¿Acaso creías que algo así ocurriría? Para mí lo más terrible sería encontrar un pentagrama en el suelo o algo parecido, no una muñeca con tanta vida - se abrazó a Goro una vez más.

La reacción de Krysta me sorprendió, teniendo en cuenta que formaba parte de la organización, esperaba que fuera un poco más colaboradora.

-No he dicho que hayáis organizado esto. – Intenté que mi voz resultara tranquilizadora, ya que me preocupaba que en un arranque hiciera algo similar a lo que había hecho Abigael. –Has dicho que no esperabas que esto pasara aquí. Solo me ha dado la impresión de qué sabéis más de lo que habéis dicho. Dado que parece que nuestras vidas están en juego, creo que deberíais darnos cualquier información que tengáis.

Sasha era la que más había agradado a Richard hasta el momento. Y ahora sabía por qué, le recordaba a él mismo cuando era joven. No es que a él le interesaran las cosas sobrenaturales a esa edad, ni esas series que lo habían explotado, como Expediente X o Fringe. No, era el entusiasmo, el querer saber la verdad lo que le recordaba a un joven Connors. Ahora, bastante más envejecido y tras muchos años de bebida el entusiasmo ya no era tan pronunciado en el que algunos apodaban "Dinosaurio". Aunque descubrir la verdad, le seguía interesando.

Además, aquella mujer también se había dado cuenta en algo que acababa de caer Richard. La "niña mona", también conocida como Krista, sabía algo más que no les habían contado. Quizá mentía y lo supiera todo, o decía la verdad, pero algo sí que les ocultaba. Algo que acabó con la muerte de muchas personas hacía 10 años.

-Ocultarlo ya no cambiará los hechos, Krista. Algo está pasando. Algo que ya pasó hace diez años- algo sobrenatural, pensó- ¿qué sabéis sobre las muertes de "La montaña de las muñecas"?

Esa chica debía ser muy joven cuando pasaron esos eventos, pero la gente para la que trabajaba sabría algo que ellos no.

Antaño, aquellos sucesos habrían resultado un material excelente para uno de sus libros. Sin embargo,  más allá de la fantasía narrativa y del terror, todo aquello se mostraba como real, palpable. Ahí mismo, en ese mismo momento, mientras una mujer se desangraba de manera irracional, pero no menos irracional que las dos resurrecciones que había presenciado. Michael estaba confuso, desconcertado. La incredulidad le mantenía casi paralizado. No tanto el miedo. Finalmente reaccionó y se quitó la chaqueta, para poder remangarse. Se aproximó al cuerpo inconsciente de Mona, donde acababa de terminar de coserla Wyatt, aquel hombre de palabra desafortunada, junto a Andrea y Kattia. Se puso de cuclillas, y negó a su afirmación. -Yo no estaría tan seguro.-Afirmó, rebuscando entre las pertenencias de Mona. - Sólo has cosido superficialmente, y no los desgarros internos. Podría producirse una hemorragia interna que la colapse. Eso sin contar el peligro de infección. - Miró a su alrededor hacia el resto de personas allí presentes. -¿Alguien tiene algún antibiótico? ¿Amoxicilina por ejemplo?. Si la disolvemos en 100 ml de agua, podríamos inyectársela con la jeringuilla con la que quería tomar muestras de Salvatore.-  Observó las heridas sin tocarlas. -El tiempo dirá si mejora o no. Poco más podemos hacer aquí si no recibimos ayuda del exterior.- Alzó la vista mirando al resto. - ¿Qué?, no soy médico, pero un escritor de novelas sabe estas cosas. No se escribe sin documentarse...-  Luego miró el cuerpo de Mora de arriba a abajo. -Tendríamos que intentar hacer algo para poder transportarla moviéndola lo menos posible. ¿Alguna idea?-

Sus ojos siguieron los movimientos de Andrea mientras ella se acercaba a Jessie, dándole un porro. Aparentemente, en devolución por otro. No era difícil notar en su mirada lo furioso que estaba, tanto por ese acercamiento como por el descaro que mostraba ofreciendo, burlescamente, las drogas que él tanto aborrecía. Apretó los labios con fuerza tan pronto el nombre de Katia escapó los labios de su hermana, haciendo un gran uso de fuerza de voluntad para no detener su pequeño espectáculo allí mismo. Tal acción, como podía llevarla a cabo en ese momento, hubiese sido tremendamente indecorosa.

Fue fácil ignorar su arrebato contra Mona, pero eso distaba enormemente de lo posible cuando se trataba de lo que dijo a continuación. ¿Qué demonios creía que hacía? ¿Es que acaso se había transformado en alguien completamente distinta al llegar a este horrible lugar? Mirarlo mientras hablaba de eso, como si fuera un desafío, una burda provocación. Como si no fuera el inicio de un horrible recuerdo. Le sostuvo la mirada, dolido por lo que intentaba implicar, y enfurecido, consigo mismo, por creer que este tipo de actitudes habían quedado atrás.

Entró a su tienda y se cambió de vestimenta por una impecable, pensando que quizás el sentirse pulcro lo tranquilizaría. Andrea claramente no necesitaba de su ayuda, ni sus cuidados. Para cuando salió, Mona estaba tendida en el suelo, y Andrea buscaba consejo en Janko. Oh, claro, perfecto…

Con sus leves conocimientos médicos, pues Salvatore poseía conocimientos aunque fuera mínimos de cualquier cosa que hubiese sido editada en libros alguna vez (o eso aseguraba), examinó a la mujer desde lejos. Estaba claro que, por sus casi nulos conocimientos, no sería él quién podría sanarla de múltiples heridas perforantes, pero al menos el resto seguía el procedimiento correcto. Lástima que fuera la herida la con practica en medicina…

Viendo a la rubia del móvil chillón con una mirada que delataba su debilidad frente a aquel tipo de heridas, se acercó a ella y poniéndose entre ella y la visión, la estrechó contra su pecho sin decir palabra, esperando que aceptara el refugio ofrecido. Simplemente no podía verla sin asociarla a Andrea de menor, y aunque ahora no quisiera siquiera acercarse a la recién nombrada, su recuerdo adolescente le hacía querer proteger a quien más se le asimilaba a sus ojos.

Si algo pudo agradecerle a su hermana, fue que se fuera de allí en ese momento. En cuanto desapareció de su vista, exhalo pesadamente, y buscó la mirada de Jessie con profundo odio en cuanto lo vio seguirla. No era su culpa, y lo sabía, pero su presencia era el perfecto chivo expiatorio. Solo esperaba que el joven drogata midiera bien sus actos, a menos que su mayor deseo en esta vida fuera comerse sus propios testículos.

Los sucesos de aquella noche no hacían más que confirmar mis más firmes sospechas. Lo que había imaginado que sucedía en ese lugar, en base a los estudios que había realizado. Las leyendas recopiladas. Los conocimientos adquiridos durante buena parte de la última década.

En base a la atracción mediática, quise descartar que se tratara de un montaje. Algo así sin duda atraería muchas miradas y, por tanto, audiencia. Cuando vi las cámaras de los organizadores, así como la presencia de Sasha, me temí que así sería: un montaje y un engaño, como tantos otros que había perseguido en su día con ahínco y que habían acabado en fraude. Pero en esos momentos en que nos atraparon bajo la barrera de cristal y vimos, todos y cada uno de nosotros, lo sucedido con la científica y las muñecas, ya no había lugar para el fraude. Éramos víctimas de los caprichos de entidades sobrenaturales. Como las que se llevaron a mi padre ante mis propios ojos hace tanto tiempo que mi recuerdo a penas alcanza.

Nuestro confinamiento repentino allí era una muestra de poder abrumador, más que el ataque sobre dos del grupo, más incluso que las resurrecciones de ambos. Para mí estaba claro que las ruinas de este hotel estaba enclavado en un punto de poder. Lo que los antiguos llamaban... - Porta inferni.

Musité esas palabras en voz alta, casi sin darme cuenta. Tarde para retractarme. Mi gesto permanecía impasible. Mi mente estaba sumida en las implicaciones de todo lo que estaba sucediendo.

Goro le dió unas palmaditas en la espalda a la rubia como intentando darle ánimo, con más bien poca convicción. Se sentía algo incómodo porque preferiría tenderle, como ya hacían otros, un dedo acusador y preguntarle más cosas. Por pura educación la aguantó junto a él, reconfortándola, pero en la mente de Goro aparecía el documento que les habían hecho firmar y que ahora parecía mucho más que puro trámite.

Culpar a Wyatt y a la rubia cañón no le parecía una buena idea en este momento. En plan, ellos también podrían acabar como Mona, pero más directamente por sus propias manos si al resto de los presentes se les empezase a ir la cabeza. Niega con la cabeza ante las especulaciones de que se repita el misterio y catástrofe de hace diez años. Es algo demasiado gordo para los intereses tan ligeros que Paco trae. 

Se aleja ahora unos pasos tanto de la escena sangrienta y ver que el tal Jessie está manejando porros, y le pareció entender antes que tenía pastillas. Esas no le tranquilizarían, pero unas caladas... Siempre ayudan. - Eh, Jessie, ¿puedes darme un par de caladas? - Pide como si en ese momento fuese algo tan vital como un vaso de agua. Luego escucha al investigador sobrenatural. Porta Inferni... Suena mal, desde luego. - ¿Eso es italiano? - Pregunta nervioso, esperando un ofrecimiento de porro. - ¿Significa puerta del infierno? ¿Estamos en la puta entrada del infierno? 

Kim había observado la escena como si se tratase de un sueño, una pesadilla. El estado febril y onírico en el que estaban le recordó a cuando se colocaba con sus amigos. Solo que cuando se colocaba con los amigos no veía cómo a una mujer la apuñalaban y se desangraba en el suelo. El joven se sentía mareado y dejó escapar una maldición bastante malsonante por lo bajo. Cuando pestañeó, alrededor de Mona había ya un numeroso grupo de gente que había reaccionado antes que él, intentando salvar a la mujer.

Así que esto es presenciar un acto de vudú en primera persona - el chico susurró para sí mismo mientras caminaba con piernas inseguras hasta la estantería de las muñecas. Sin dudarlo, buscó aquel que se parecía a sí mismo y lo observó fijamente con los ojos entrecerrados (más de lo que los tenía normalmente). Un sinfín de preguntas cruzaron la mente de Kim. Sus dedos recorrieron la cara del muñeco, y se preguntó con un estremecimiento si, de clavar algo en él en ese mismo instante, su propio cuerpo sufriría las consecuencias. No podía dejar de mirarlo. No sabía por qué, pero aquellos muñecos lo fascinaban.

Escuchó a sus espaldas cómo sus compañeros intentaban tratar a la mujer y las discusiones que surgían. Kim suspiró y guardó el muñeco en uno de sus anchos bolsillos. No iba a dejar que nadie, nadie se hiciera con él.

Tras un momento de reflexión, el joven se giró y volvió hacia donde estaban los demás. Parecía más calmado.

¿Cómo está? ¿Se recuperará? - preguntó a los que estaban intentando salvar a Mona. Su voz indicaba que se sentía mal por no ser de utilidad, pero no tenía ninguna idea sobre primeros auxilios.

Geonwoo miró a Paco y torció el gesto.

Dudo mucho que sea la puerta del Infierno... Osea, dudo que sólo haya una puerta. Quizás para el Cielo, pero no para donde se albergan todos los horrores y pesadillas...

Al menos parecía que Mona iba a poder recuperarse, eso podía evitar que se desatara la histeria colectiva.

Cuando empezaron a coser a Mona, Katia apartó la mirada y se alejó unos pasos. No quería ver más aquella herida, ni toda aquella sangre. Se mordió el labio y cruzó por un momento su mirada con la de Andy. Su rostro se relajó y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, cuando ella le dijo que había hecho bien. 

Pero se quedó apartada, con expresión atemorizada y todavía sujetando con fuerza la muñeca que tanto se parecía a ella. No quería soltarla, le daba miedo que alguien la cogiera y empezara a acuchillarla como había ocurrido con Mona.

De nuevo volvió a mirar hacia aquella mujer. Escuchó la voz de un hombre que aconsejaba como curarla y preguntaba si alguien tenía amoxicilina. La joven, sin poder esta vez apartar la mirada de la agredida, negó con la cabeza y sus labios temblaron al ver la herida destapada.

Pero entonces sintió la presencia de Salvatore, que se puso delante de ella para taparle la visión y la abrazó. Apoyó la cabeza en su pecho y ahogó un sollozo. Había empezado nuevamente a temblar, pero se sujetó a él y poco a poco fue recuperando el control sobre sí misma. 

- Gracias... - Musitó, levantando la mirada y clavándola en los ojos de él. De repente fue consciente de la cercanía del músico y sintió como sus mejillas se sonrojaban violentamente. Apartó rápidamente la mirada de él, bajándola, completamente avergonzada. - Ya... Ya estoy mejor... - 

Alejada de los demás y manchada de sangre, Andrea iba consumiendo con caladas rápidas y largas el porro que tenía en los dedos. Decir que se sentía superada por aquello era decir poco. Sin embargo sabía que no podía dejarse caer en la languidez, que tenía que estar activa.

Cuando Jessie se acercó ofreciéndole un papel que medía lo mismo que su pulgar Andy lo miró, sin comprender realmente qué quería que hiciera con ello. Si realmente le estaba dando eso para limpiarse era que la mente del chico había atravesado una línea de no retorno de la que ella siempre se había creído alejada. No estaba de humor para dedicarle una sonrisa, o unas palabras de disculpa, pero el propio Jessie lo solucionó trayendo un rollo de papel higiénico. Lo tomó con las manos, mientras le seguía escuchando de fondo, y desvió su mirada hacia él cuando le presentó a su amigo imaginario. Era normal que en aquella situación su cerebro buscase cualquier válvula de escape, pero aquello...

Andrea emitió un suspiro, sin llegar a opinar al respecto. Si tenía que ponerse a pasar consulta a todos no iba a acabar en meses. - ¿Crees que Bob y tú... - Empezó, perfilando una pequeña sonrisa al hablar de aquella manera, como si Jessie fuera un crío. - ... podéis abrirme la botella? - Le pidió. - Estoy un poco pringada. - Dijo, mostrándole los manos y antebrazos.

Desde su posición Andy escuchó a aquel hombre, Michael, hablar como si supiera perfectamente lo que decía, y esperó que los organizadores realmente hubieran traído alguna de esas cosas. Su vista se dirigió hacia Wyatt, esperando saber si realmente sólo le había cosido superficialmente. Ella apostaría porque sí, viendo lo que había hecho, pero tampoco sabía qué era lo mejor que se podía hacer ahora por Mona.

Acto seguido, al sentir la mirada de su hermano sobre ellos Andrea le buscó, devolviéndosela largamente, pero no llegó a decir nada. Finalmente apartó sus ojos de Salvatore cuando Paco les interrumpió. - Cógete uno para ti. - Le dijo, tendiéndole la pitillera. A pesar de que había tratado de alejarse y tomar algo de distancia no habían tardado en seguirla, y así era imposible desconectar mínimamente, de modo que desde donde se encontraba observó a Mona aún descansando, esperando que se recuperara. Sus ojos se detuvieron luego en el abrazo entre Katia y su hermano y ahí se quedaron mientras ella, callada, se dedicaba únicamente a terminar de manera ansiosa aquel porro que le parecía cada vez más breve.

Sam presenció el espectáculo estupefacta, inmóvil e incapaz de hacer nada más que tratar de asimilar lo que estaba ocurriendo. Hasta ese momento, había creido que todo era falso. Que era una pantomima, un montaje televisivo. Y sin embargo ahí estaba la sangre, y la muerte, reales sin lugar a dudas. 

Durante el trasiego que sobrevino al ataque hacia Mona, se sintió totalmente desorientada, siendo tan sólo capaz de buscar la mirada de Soph y acercarse a ella, con expresión ausente. Se abrazó a su compañera, y respiró hondo, tratando de serenarse. La mujer estaba ya siendo atendida por varias personas, y ella, que no poseía conocimientos útiles, era innecesaria. De manera que acudió hacia donde necesitaba acudir, y poco a poco, se sintió flotar un poco menos. 

Suspiró, y besó su mejilla, intentando no echarse a temblar. No era momento para aquello. No ahora que sus vidas estaban en peligro.

Estaba claro que esto se salía de una broma macabra o una cámara oculta, al parecer todo lo que estaba pasando era cosa de vudú pero… en esta parte del mundo? Sacudí la cabeza para quitar la idea e intentar aclarar las ideas. La terrorífica imagen de las dos mujeres sufriendo de esa manera, siendo atacadas de manera tan brutal me hacía cuestionarme absolutamente todo. ¿un brujo entre nosotros? Me acerqué un par de pasos hasta donde estaban las mujeres heridas, no tenía idea de medicina por lo que no veía razón de meterme ahí de cabeza y estorbar - ¿se pondrán bien? – pregunté a nadie en particular preocupada por ellas, si las cosas seguían así, miedo me daba volver a dormir.

¿Que os han contado las personas del pueblo? – pregunto a la joven rubia que nos había traído hasta aquí – ellos no se acercan a este lugar porque está maldito ¿no les habéis preguntado que han visto u oído?

Mike terminó de ayudar en lo que pudo... seguramente todo el esfuerzo realizado con aquella mujer sería insuficiente... allí no había ningún médico, ni siquiera alguien ducho en temas médicos... Dirigió una mirada de ánimo a aquella mujer y fingió en sus labios una sonrisa de esperanza que su cerebro sabía que no sería posible...

Después se alejó y se sentó solo mientras miraba sus manos teñidas de sangre... Unas lágrimas escaparon de sus ojos...

¿Qué demonios estaba pasando allí?

Sin poder detenerse, siendo una simple espectadora, observo en primera persona como era poseída y apuñalaba la muñeca de aquella científica, de una manera tan fría que hasta a ella le costaba creer.
¿Porque ella? ¿Porque ese hombre? Que clase de poder tenia todo eso. Al final consiguió librarse de esa posesión cuando Mona grito pero ya era tarde, ella ya estaba sangrando y Abigael no entendía nada de nada, asustada echo a un lado el cuchillo, un arma que se había materializado prácticamente en sus manos y así se quedo, con los ojos totalmente abiertos, mirando a sus manos temblorosas mientras aquel arma seguía cerca de ella en el suelo y las voces del resto de los presentes la rodeaban.

Al rato hasta creyó escuchar las palabras de los guías e incluso ellos no sabían nada, pero Abi seguía sin decir palabra o moverse, seguía petrificada sin que su cerebro asimilara lo que había pasado.
-No esta muerta, no esta muerta, no esta muerta-Era en lo único que pensaba aquella mujer de mediana edad

Abrí la boca con una falsa sorpresa en mi rostro hacia Andrea.

-Oh, Bob es un muñeco,-Aclaré por como había hecho referencia a que el o yo la abrieramos- no creo que pueda, pero yo con mucho gusto...

Abrí la botella y la levanté hacia ella.

-¿Es para beber? ¿Te ayudo?-Levanté la botella hacia su rostro-¿O es para limpiar la sangre?-Viendo las miraditas de Salva, era mejor no tentar al zapatazo y mostrar mis buenas maneras, mi caballerosidad.

Apareció un bigotes queriendo formar parte del circulo, o así lo llamábamos mis amigos.-Eso, y si quieres, tengo bastante en mi tienda, es lo bueno del cultivo propio, normalmente te lo vendería, pero dada la situación, es mejor velar por la salud y le bienestar que pensar en los negocios.

-Bueno, ¿y como va el rollo ese al que te dedicas? ¿Debe ser entretenido no?-Miraba de vez en cuando hacia el quirófano improvisado, pero sentía que mi misión era tranquilizar, o al menos eso sentí cuando también el bigotes se acercó buscando relajarse. "Tal vez debería poner un cartel en mi tienda...Peace & Love, Jay & silent Bob. Mm...molaría."