Partida Rol por web

La situación comenzaba a hacer mella en los nervios de todos y tal vez los verdaderos colores de las personas empezaban a salir a flote. Con algo de incredulidad, mirabas la escena, pero hubo algo que se aferró a tu cabeza: la foto de ese cadáver. De repente, comenzaste a sentir un hambre voraz que te poseía, no comprendías el porqué, pero nunca habías sentido algo parecido.

Ni siquiera cuando debías seguir esos regímenes estrictos alimenticios había sido así, era gula, una insaciable e imaginar ese cuerpo te hacía agua la boca. Sentías que estabas enloqueciendo y trataste de ignorar la sensación, pero eso se volvía más fuerte que tú.

El olor a podredumbre de aquel lugar en vez de incomodarte, se volvía un elixir al pasar por tus fosas nasales y no podías entenderlo, pero tu cuerpo reaccionaba como el momento de un éxtasis. Era algo inexplicable e incómodo a la vez. Sentías un deseo profundo de algo, pero era de algo muerto.

Recordaste tu vida e imaginaste cómo sería recuperar la cima, te imaginaste el suicidio de la actual líder de porristas y la aberrante imagen te llevó a imaginar el sabor de su carne y su sangre. Te viste lamiendo cada centímetro de su cadáver y aquello te causó escalofríos. ¿Por qué todo esto de repente?

Miraste tus manos y parecían estar normales, buscaste mirar tu reflejo y la visión te asustó. Tu piel parecía pudrirse y caerse a pedazos. Entonces lo comprendiste. Tenías el poder de ser quien quisieras, pero debías pagar un precio. Si no consumías carne muerta, podrías perder aquel poder y era lo que menos querías. Querías recuperar tu estatus y eso lo harías a costa de todos los demás. No eras solo Daisy, ahora serías todas y cada una de tus víctimas.

Hambre. Daisy se había ido a la cama con demasiada hambre pese a que ya había comido lo que tenía que comer a lo largo del día. Pese a su estricta dieta, jamás había sentido tan vacío el estómago. Por eso, cuando vio aquel cadáver, tan pálido, tan quieto, tan rojo y tan.... apetecible, no pudo contenerse.

Daisy tenía que saciar aquel apetito y, además, sabía que su supervivencia dependía de aquello. Sin pensárselo dos veces, la chica se acercó a el cadáver y rebanó buena parte del muslo derecho del joven John Witaker. La sangre hizo que su boca se humedeciese y, sin pensárselo demasiado, dio un fuerte mordisco a la carne, saboreando hasta la última gota de músculo, piel, grasa y sangre.

Cuando terminó se relamió, complacida, y lamentando no haber cortado un trozo aún mayor.

Te disponías a devorar con gula aquel cadáver tan exquisito, pero en ese momento, viste cómo la luz lo envolvía y le devolvía la vida. Con algo de decepción, tuviste que soportar tu hambre un poco más.

Daisy se preparó. Esta vez nadie se adelantaría. Ella tendría su presa. Ella y nadie más. En el caos que se crearía en las votaciones, en el caos y la sed de sangre que habría, conseguiría su presa.

Me como a Kazuo.

Habías aguantado hambre por dos días, no sentías satisfacción con nada de la comida enlatada que poseías y tu boca se hacía agua al ver tantos cadáveres al amanecer. Con esto, no pudiste soportarlo más, cada fibra de tu cuerpo vibraba con la idea de consumir esa carne muerta y cuando aquello sucedió, no pudiste contener tus impulsos.

Te abalanzaste sobre el cuerpo de Kazuo y deshiciste sus ropas con afán mientras dabas mordidas a su inerte piel. Tus dientes, de repente filosos, desgarraron el músculo y la dulce sensación de los tendones desgarrándose llenó de gozo tus papilas gustativas.

No podías detenerte, devorabas hasta el último ápice de su piel hasta llegar a sus huesos y, en ese momento, sentiste tu hambre saciarse. Allí, lograste absorber su esencia y tomar su lugar por un día entero.

¿Vas a desarrollar las muertes de las tres personas? Me gustaría saber si alguno de ellos no tiene marcas de asesinato XD

Tras meditarlo mucho, Daisy cambbió de idea. No le gustaba Akire. No se fiaba de ella. Si sus sospechas eran ciertas, ella era uno de los miembros de la parejita, pero no podía saberlo, al menos no de momento. El riesgo que corría si atacaba a alguien como Akira era demasiado alto. Si la descubrían, no podría defenderse de ninguna manera. Por eso, pese a que no le gustó, decidió aque acabaría con uno de los silenciosos.

Con todo el enojo que sentías, no podías más que irte hacia alguien. Esta vez, sería el callado y silencioso John tu víctima como bestia. Despedazaste su cuerpo, mientras el anciano luchaba por sobrevivir. No te importaba ser limpia, solo querías deshacerte de toda esa ira que sentías y saciar tu instinto de venganza. Cuando John dejó de moverse, podías sentir la satisfacción de lo que acababas de hacer y sonreías ante tu obra.

Habías asesinado a una persona y la sensación de poder era simplemente extática. Con esto, perdiste el poder que habías tomado de Kazuo.

Entonces, sentiste ruidos extraños y de repente, una garra monstruosa atravesó tu pecho, mientras unos terribles dientes afilados mordían tu cuello, arrancando un pedazo gigante de piel. Tu corazón dejaba de latir y te preguntabas qué había sucedido. Creías estar a salvo, pero, al parecer, alguien ya se había fijado en ti. Esa noche, te unirías a los caídos.

Había vuelto. No sabía como, pero había vuelto al mundo de los vivos y su hambre con ella.Se lamió los labios, mirando los cadáveres más frescos. Akire y Trevor. los dos jóvenes. Los dos apetecibles, no como la carne vieja y pasada de Kazuo. Su víctima sería uno de ellos, ¿pero quién?

Tras valorarlo unos segundos, se decantó por la chica. Quería probar el sabor de una carne exótica.

La muerte te había dejado famélica y no podía esperar a devorar un nuevo cuerpo. Esta vez, sería la delicada Akire quien correría con aquella suerte. Sin pensarlo dos veces, te abalanzas sobre ella, devorando sus pechos, luego su torso hasta llegar a sus vísceras. Esta vez no te calmabas tan fácilmente.

Entonces, sentiste aquella sensación, la sensación de una nueva identidad. Una resplandeciente luz te rodeó tornando tu cabello blanco y tus ojos de un brillante azul. La luz de la vida ahora te rodeaba, la luz que antes Akire había utilizado ahora era tuya por un día.

Eres el Curandero. Te explico el funcionamiento de tu rol:

- Tendrás la posibilidad de traer a los muertos del Cementerio, devolviéndoles la vida y la libertad.

- Tendrás hasta el martes para darme un nombre. Si lo haces después, no podrás usar tu rol.

La carne de Akire era mucho más delicada que la de Kazuo. Un sabor más elegante, menos basto. Daisy la disfrutó, aunque a la bestia le do igual una que otra. Ella solo quería devorar, no diferenciaba el sabor de la buena carne al de carne barata. Por suerte Daisy no era una bestia. Bueno, no del todo. Ella sí sabía apreciar la sutil diferencia.

Cuando adquirió el poder de la joven, supo que le debía la vida y a Daisy no le gustaba deber nada. Sin pensárselo dos veces, la trajo de vuelta.

Te acercaste al cuerpo de Akire y pudiste ver cómo la luz te rodeaba, tu cabello se torna blanco y tus ojos se iluminan con una hermosa luz azul mientras transmites tu luz a Akire, cuyo cuerpo comienza a recuperar su vitalidad poco a poco y a sanarse de las heridas causadas por la noche.

Día 6

Había que matar. Era evidente. Tenía que acabar con la persona que atacaba por las noches, con la persona que los encerraba en aquel lugar... Demasiadas personas. Daisy tenía que ayudar a hacerlo o lo acabaría lamentando, ya que ella misma probablemente moriría esa misma noche.

Con ganas de darse un buen festín, se acercó a los restos del cadáver del viejo. Toca asesinar.

El cadáver de Kazuo estaba en demasiado mal estado. Ya había comido todo lo que podía aprovecharse, solo era desperdicio. Pese a que lo intentó, no sacó nada de él, así que se centró en su ovjetivo inicial, Trevor. El joven y dulce Trevor, novio de Amelia.

Se acercó a él y le lamió el cuello, como si de su amante se tratase. Amelia, jamás tendrás algo como esto con él... Pensó, mientras le daba una dentellada en el cuello. Trevor era guapo. Poco musculoso para el gusto de la chica, pero guapo al fin y al cabo. Disfrutaría con aquello.

Te acercaste al apuesto Trevor con cautela para no ser descubierta mientras te deleitabas con la vista de su cadáver ya de dos días. Sí que se veía apetitoso. La piel fue difícil de cortar al inicio, pero apenas lograste sobrepasar la barrera rígida, los músculos aún algo suaves se mostraban ante ti. Rompías las fibras con tus dientes y la sangre restante se escurría por tu boca.  No querías dejar escapar una sola gota, por lo cual te relamías ante la sensación de humedad corriendo por tu rostro para tomarlas todas.

Seguiste adentrándote hasta que llegaste a los tejidos internos y fue entonces cuando lo viste. Tus ojos se tornaron completamente blancos y pudiste ver fuegos fatuos flotando a tu alrededor, contándote sus historias y guiándote en esa casa de locos. Estabas ahora conectada con ellos y ellos te contarían su historia.

Eres el Enterrador. Te explico el funcionamiento de tu rol:

- Podrás ver el rol de un caído pero debes hacer una tirada oculta de 1D20. Si sacas más de 10, tendrás éxito.

- Debes darme un nombre y la tirada antes del martes porque, después de eso, no será válido.

Vaya, Trevor, parece que no tuviste suerte. La casa no te dio una habilidad muy interesante... La verdad es que me caías bien. Eras de los pocos que no me causaba repulsión. Dijo, relamiendo aún la sangre de sus labios frente a los restos de su cadáver. No te voy a engañar, mi intención era que fueses el que encerraba a todos en esa sala para usar tu poder y terminar el trabajo. Salir de aquí. Supongo que tendré que conformarme con esto. Trataré de devolverte el favor informando a la resucitadora de tus poderes.

Tras eso miró a los demás cuerpos. Parece que todo yo gira alrededor de la muerte. Curioso. Espero que no sea un presagio. Dio varios pasos y se paró frente a Haneul Yoon. La cosa está entre Oliver y tú, pero tú me pareces más interesante.

Los fuegos fatuos comenzaron a rodearte y a hacer un remolino a tu alrededor, dándote su luz, prestándotela para cumplir con la labor que Trevor desempeñaba, pero por más que rodearon a Haneul, no lograste identificar su verdadera naturaleza. Tal vez devorar su cadáver podría ser una manera más efectiva de saberlo.