Partida Rol por web

Padre, seamos sinceros, no soy malo y quiero vivir en este pueblo,sin tapujos digame... a quien quiere que vote? Eso no es un problema,el problema es dar un motivo coherente y asegurarnos de que no ajusticiemos a un inocente

Strong asintió cuando el hombre preguntó de manera retórica si habían sido tres los ataques y emitió un suspiro antes de contestar. - No, no hablo de Jessy. Otra persona más ha recibido un ataque y ha sobrevivido a él, - Se explicó. - pero no sé si podrá hacerlo de nuevo.

Luego escuchó su opinión sobre las conversaciones del salón, asintiendo sólo a medias. - Yo tampoco creo que ellos estén detrás de la muerte por hacha. - Comentó. - Pero no les descartaría como culpables de alguno de los intentos de asesinato. En cualquier caso estoy de acuerdo con usted: Giesie es sospechoso. De hecho sé de varias personas más que van a votarle.

-¿Asi que otra persona mas? Vaya esta usted muy enterado. ¿Y podría saber este viejo irlandes de quien se trata?-Se reclino ligeramente para hacer la siguiente pregunta.-¿Y sabe si podemos confiar plenamente en los atacados que sobreviven? O entre ellos podría a ver aquellos que nos quieren muertos.-Levanto una ceja un tanto intrigado por la posible respuesta.

Adam Strong valoró durante algunos segundos qué responder a la pregunta del anciano. Finalmente lo hizo con voz calmada y amable.

- No es mi secreto. - Le dijo. - No puedo contárselo si esa persona no me da permiso. Pero sí, creo que podemos confiar en ella. Si esto hubiera sucedido otra noche, bueno... Sería diferente. Pero quien ha recibido ataques la primera y sobrevivido para mí es seguro que es inocente.

- ¿Qué hay de usted? Sé de alguien que valora la posibilidad de hacer algo arriesgado, pero teme las consecuencias. ¿Usted no sabrá alguna forma en que podría burlar a la muerte, verdad?

- Si la señorita de Pinkerton de verdad mata a quien salga más votado - Respondió el reverendo. - puedes creerme: caerá un culpable. Debes votar a Giesie. Al menos, si quieres que los demás piensen que no eres un asesino.

Ese chico seguro que no aun a ni guna hembra, es una lastima... no soy un asesino y le votare,pero Padre... como ya se a dado cuenta no soy muy comunicativo,me tendra qhe ayudar usted diciendome que motivo digo,ya que no puedo decir le voto por que me lo dijo el Sheriff,no?

Lila se veía triste, algo apagada y derrotada. Parecía que había perdido el ánimo.

- Reverendo, temo mucho que no podré ayudarle pero le digo con total seguridad que Francis es un forajido. Solo quiere el oro de la gente del pueblo. Está enamorado del fotógrafo Wyatt y ellos dos quieren acabar con nosotros - le dijo con tono rígido.

- Se dará cuenta que no le miento después de las votaciones. Se lo aseguro. Espero que me crea y le digo que Giesie no morirá solo -.

- Tampoco tengo más opción que confiar en su palabra, Reverendo. Si me arriesgo a ayudarla, y perdono la vida a Giese, sólo estaría atrasando lo inevitable. -suspiró, con el remordimiento pintado en el rostro- Me ha dedicado unas últimas palabras que nos pueden ser súmamente útiles, pero por respeto a ella no puedo compartirlas con usted hasta después de que el sheriff ajusticie a Giese- dijo, apenada- En cuanto este asunto se resuelva, le contaré lo que me ha dicho, y seguramente con ello la mayoría de nosotros logrará salir bien parada.

Al ver a Lila en ese estado el reverendo Adam Strong dejó de lado religión y cultura y pasó un brazo por sus hombros, tratando de reconfortarla.

- Lo siento muchísimo. - Aseguró, al darse cuenta de lo que las palabras de ella significaban. - Supongo que si sabes lo de Francis y Stolesouls es porque Giesie también es un forajido, - Dijo con voz apenada. - y morirás con él.

- No conozco vuestras costumbres, pero si hay algo que pueda hacer... - Empezó, dejando la frase a medias. - Sólo dilo.

- Así es, pero fue traicionado por sus compañeros para salvar el pellejo de Francis - lo miró algo confundida cuando puso su brazo en sus hombros y pensó qué hacer por un momento. Luego, continuó:

- Una cosa, Reverendo. Hable con mi padre de lo sucedido cuando todo esto termine y él se encargará de todo. Y otra cosa, asegúrese de que Francis y Wyatt sean ajusticiados - trató de sonar tranquila pero el desánimo era notorio en su voz.

- Este no es mi pueblo pero la gente de él, al menos en su mayoría, fue amable con mi tribu. Espero que eso pueda seguir igual -.

-Vaya a dicho ella, presupongo que es una mujer y seguramente este relacionado con ella de alguna manera.-Alzo las cejas con picaresca.

Pero su mirada se volvió mas seria, cuando le realizo esa ultima pregunta, acto que desencadeno en buscar en su sombrero un nuevo trago, por supuesto no del interior del sombrero, si no de la petaca que guardaba en el mismo. Tras beber su néctar y apalearlo, todo regreso a su sitio y su lengua nuevamente hidratada decidió soltarse.

-No, me temo que la única receta que conozco para evitar la muerte, es vivir, Reverendo, pero algo me dice que usted si sabe esa respuesta, si no hoy no estaría hablando conmigo.-Y toco un par de veces, en su cuerpo, la zona que el reverendo le enseño ensangrentada.

-De acuerdo. Así lo haré.- Aseguró con vehemencia a lo que le pedía y levantándose del lugar como si no fuera a perder un instante a cumplir con su palabra. -Votar a Giesie.- Repitió como queriéndose asegurar que lo había entendido. -¿Usted cree que es culpable? Dios se apiade de nuestras almas si nos equivocamos... esto es tan, tan distinto a lo que creo correcto. Es decir. ¿Puede el hombre juzgar a su igual? Quién nos ha dado tal poder.- Él mismo se contestó negando con la cabeza.

-No se preocupe, padre. Así lo haré.- Afirmó dando unos pasos hacía la puerta algo desconcertado y abatido por todo lo que estaba siendo testigo.

Agarró el picaporte y de repente se acordó de algo: -¡Oh, por cierto! Me olvidaba. Su herida.- Dijo dispuesto a echar una ojeada y prestar su auxilio.

Adam Strong había oído confesiones, había dado extremaunciones y se había curtido con el paso de los años. Incluso antes de todo eso había visto mucha muerte, empezando por la de sus seres queridos. Sin embargo ver a Lila así le provocó tal nudo en el pecho que le costó articular palabra.

- Me encargaré de eso. - Dijo antes de llevar la mano a su propio cuello, buscando la pequeña cruz de madera que colgaba de él para tomarla con la mano derecha. - Lo juro.

- Si quieres... - Continuó, sin saber cómo plantear lo siguiente. - Si deseas que suceda de alguna manera determinada, acorde a tu pueblo, hablaré con el Sheriff y la mujer de Pinkerton. Lo haré yo mismo si hace falta. - Dijo antes de quedarse unos segundos callado. - No me gustaría que acabases colgando de una soga o disparada por quien llegó ayer y provocó todo esto. - Concluyó, volviendo a quedarse callado. Y durante algunos segundos contuvo la respiración, compartiendo con la pielrroja un último silencio.

- Hay una cosa más. - Dijo en un susurro, mirando a la chica con ojos vidriosos. Y al hablar por última vez lo hizo en un susurro. - Si pudieras ayudarme... Francis y Giesie, ¿quién más los acompaña?

Cuando el reverendo terminó de hablar, algo en su pecho se había aflojado un poco, como si de repente una tensión acumulada hubiera desaparecido. Luego, cuando Maybelle se marchase, ya pensaría sobre eso y vería de dónde venía, pero ahora sólo podía encontrarse preocupado por ella. Estaba claro que sus palabras le habían llegado, y aunque él no había sabido qué esperar al pronunciarlas se alegraba de ver que aún quedaba un corazón bajo esa coraza. Sólo esperaba no haberla roto demasiado. Esos días iban a necesitar a una verdadera cazarrecompensas para salir con vida.

Al ver que empezaba a recoger bajó la mirada, levemente avergonzado. No tenía claro si eso significaba que ella no volvería por allí. Pero el sonido de la pistola de la mujer al golpear con la mesa le hizo levantar los ojos. Se quedó callado, mudo ante aquella oferta impuesta, y simplemente asintió con la cabeza. Eran tiempos difíciles. Tiempos en los que ni siquiera un hombre de Dios estaba a salvo. Y si tenía que acabar con alguna vida para salvar a la gente que le importaba... Dios lo entendería. Él había hecho un desastre bastante peor con Sodoma y Gomorra, después de todo.

- No tiene nada que agradecer. - Dijo despidiéndose de la mujer, con la voz ronca y un nudo en la garganta. - Si luego quiere que nos emborrachemos a solas juntos, la puerta estará abierta. - Le informó sin mirarla a los ojos a modo de despedida.

Cuando el coronel habló Strong se encontraba bastante cansado. Había sido un día agotador. Sin embargo si una cosa era cierta era que su interlocutor era observador. O quizá él estaba siendo demasiado evidente.

El reverendo emitió un suspiro antes de responder, tomándose un instante para ordenar sus ideas.

- El mundo se está volviendo loco. - Concluyó. Y esos eran, en resumen, sus pensamientos. - Entiendo que esto es el Oeste. - Afirmó. - Incluso el Salvaje Oeste. - Insistió después. - Pero nada de esto es necesario. No comprendo qué pueden querer esos bandidos. ¿Dinero? Todos nosotros estaríamos gustosos de darles lo poco que tenemos con tal de conservar la vida.

- Hay una diferencia muy grande entre un ladrón y un asesino. Y esta es el aprecio a la vida. - Afirmó, más sumido en sus propias cavilaciones que en la conversación que se suponía estaban manteniendo. - Me cuesta pensar en un hombre aquí que pueda asegurar tener las manos limpias de sangre, Coronel. Estoy seguro de que usted ha visto hombres morir, y yo también lo he hecho, pero esto... - Murmuró, dejando la frase en el aire. - Esto no tiene ningún sentido.

- Le he estado dando vueltas, Coronel,  y creo que sólo podremos salir de esta confiando los unos en los otros. En algunos, al menos. - Afirmó antes de mirarle directamente a los ojos. - Es evidente que usted no está en disposición de cometer esas atrocidades, así que dígame... ¿Está dispuesto a confiar en mí, y que lo que le cuente ahora quede entre nosotros dos?

Adam Strong sonrió ante la pregunta del muchacho y le dedicó un gesto amable. Se notaba que no era el más listo de la ciudad, pero eso también hacía al reverendo sentirse más inclinado a creerle.

- Di simplemente que te parece sospechoso. - Propuso. - O que si tantos le votan es porque algo malo habrán visto en él. - Continuó, antes de sentirte más cómodo. - También puedes decir que te votó muy rápido y eso te produce desconfianza.

Podía notarse una verdadera pena en el reverendo conforme el momento de la ejecución se acercaba. Era complicado decir si era más por cómo se estaban desarrollando las cosas o por el propio Giesie, un muchacho que siempre había estado por allí y no había parecido un mal chico. Era de suponer que alguien tendría que hablar con su familia. Y era de suponer, también, que le tocaría al propio Strong.

- Lo entiendo. - Le dijo a Rosalind, dedicándole una mirada comprensiva. Luego se quedó unos segundos más callado, como si tuviera más cosas que decir, pero finalmente decidió dejar que la mujer se despidiese de la india. Era lo menos que merecía. - Gracias por todo, Rosalind. Hablaremos después. Yo también tengo algo que contarle.

Al escuchar la aceptación del fotógrafo Adam Strong asintió con la cabeza, conforme. Se le hacía incómodo hablar así de la vida de alguien. Si hubiera dos palabras para describir cómo se sentía, serían incómodo y pegajoso.

- Si le sirve de algo, Stolesouls, opino igual que usted. - Dijo dedicándole una mirada de derrota. El fotógrafo no podía saber lo que significaba todo eso para el párroco, pero que se sentía afectado era algo evidente.

- No se preocupe por mi herida. Alguien me ha ayudado con eso ya. - Explicó con tranquilidad, haciendo un gesto al hombre para que no se marchase todavía.

- Una cosa más. - Empezó entonces. - Este puesto de sheriff... Me ha convertido en un objetivo mucho más de lo que me gustaría. Si ya fueron a por mí anoche no dudo que volverán a repetirlo. - Dijo con un suspiro. - Voy a verme obligado a pedirle un favor, Wyatt. - Anunció, llamándole por su nombre de pila. - Confío cada vez en menos gente, pero usted es uno de ellos. ¿Podría cubrir mi espalda esta noche? Me gustaría ofrecerme a cubrir la suya, pero no estoy en disposición de hacer ese tipo de promesa en este estado. - Comentó señalando el lugar donde había recibido el ataque tan sólo unas horas atrás.

Cuando ya era cerca del atardecer Adam Strong abandonó el Saloon para ir en busca de la cazarrecompensas que hasta hace unas horas había sido una completa desconocida. La buscó por Bala Dorada directamente en lugar de mandar a Cody, aprovechando el paseo para darle vueltas a todo lo que estaba sucediendo. Y al verla sólo le hizo un gesto de saludo señalando la dirección en la que se encontraba la cabaña, esperando que la siguiera.

Francis se quita el sombrero y mira al parroco.
-Ese crio aun no tiene ni barba,que Dios nos perdone y nos hemos equivocado...In nomine Pater et Filis...