Partida Rol por web

Al llegar al pasillo, justo antes de entrar a la habitación que solo la marcaba una letra, Wyatt pudo encontrar al Coronel. Se había olvidado de él, ¡se habían olvidado de él! Era fácil olvidar que otros no tenían la misma facilidad de movimiento en mitad de aquello que no podía definirse de otra forma que no fuera "caos".

El fotógrafo se mostraba ojeroso, sudado y sucio. Había estado arrastrando cadáveres fuera del Saloon para quemarlos y luego ayudó a Susie a deshacerse de Rosalind, pero bien el tullido merecía una explicación tras escuchar las suyas propias.

Le contó como estando afuera "limpiando el terreno" les sorprendió Rosalind, y como Ella había acabado con su vida, por segunda vez. Le contó sus opiniones e impresiones y como lo había vivido. Luego escuchó sus argumentaciones y añadió.

-Ya se lo he dicho, no desconfío más de usted que de Ella. Por lo contrario, creo en lo que ha dicho, porque lo que ha dicho lo pone justamente en una mala posición, creo que se ha arriesgado al decir muchas cosas, y las que tengo parte en ellas confieso que son ciertas.- Se sonrojó al recordar la parte que lo involucraba con Prescott. Era verguenza más que otra cosa y necesitó desviar la mirada al suelo. Quería hacer un agujero y meterse por él.

-Supe de su relación con Red y Prescott, porque así me lo contó el vaquero la noche antes de morir. Todo ha sido muy fácil, hasta el presente. Un horror pero no un misterio. Excepto al enigma que se nos presenta. Necesito retirarme y meditar un poco, pero sin pruebas mi voto no irá por usted, básicamente por lo que ha dicho, a pesar de su voluntad no le veo el tiempo factible de haber cometido ninguno de esos crímenes. Por el momento.-

Miró a cada uno de los que estaban en escena. Incluso a Ella que se retiraba a otra habitación y se dispuso a hacer otro tanto. 

-Si me disculpan, necesito de un buen rato de tranquilidad.- Maybelle le pidió entrar y recuperar sus cosas. -Claro.- Aceptó abriendo la puerta tras dudar unos instantes en los que estuvo apunto protestar algo como "solo necesito unos minutos de tranquilidad", o "sed humanos, ofrecedme algo de intimidad". Ambas respuesta pasaron por su mente. Pero ante todo, Wyatt era un hombre voluntarioso, además, jamás privaría a una dama de recuperar sus vestimentas, por más extrañas que fueran y por más receloso que fuera respecto al sexo bello. 

Cuando ésta salió con su sombrero en su cabeza y el abrigo entre sus brazos. Wyatt reclamó casi en un rogo, algo de tranquilidad. Unas horas para descansar y oir sus propios pensamientos.

Wyatt sonrió tímidamente al corresponder a esa broma. -Seguramente.- Corroboró. Susie seguía siendo Susie, trazando su humor hasta en las situaciones más díficiles, pero su voz destilaba tristeza. Y era de comprender, acababa de despedir los despojos de quién fue su amiga, de alguien muy próximo que no había tenía un final precisamente fácil de encajar. Ya no el recuerdo de que todos eran mortales sino sentir la fragilidad de todo lo que hemos construido y la sensación que de va desmoronándose podía invadirla.

Luego, fue cuando oyeron la llamada. El fotógrafo se puso nervioso hasta que ella lo tranquilizó. Asintió sin atreverse a levantar la voz. Era cierto que la había ido a visitar, quizás las vías tomadas no eran las más ortodoxas, pero no había nada que ocultar. Así que se dejó convencer y se sentó al lugar indicado, se sentía flotar mientras tiraba de su mano y ocupó la cama como si se tratase de un niño obediente.

El reverendo escuchó todo lo que Luisiana tenía que decir, manteniéndose en silencio hasta el final. Sus labios se mantuvieron durante parte de su discurso mínimamente apretados, como si estuviera aguantando conscientemente las ganas de interrumpirle.

- ¿Que no estableció contacto? - Preguntó al final, incrédulo. - ¿Que no estableció contacto? - Repitió, y aún esta vez lo hizo también de manera retórica. - Se veía con un asesino de cada grupo en secreto, y esperaba el momento para unirse a ellos. - Dijo sosteniéndole la mirada. - Supo quiénes eran y no quiso decir nada. Red, Giesie, Lila, Prescott, Riley... Usted sabía todos esos nombres. - Afirmó antes de hacer un gesto, negando con la cabeza. - Ya pueden cambiar mucho las cosas para que no cuente con mi voto.

Acto seguido Adam Strong observó cómo Ella se refugiaba en uno de los cuartos y, tras dejarle unos minutos a solas, se decidió a llamar por si necesitase algo.

Cuando el reverendo entró en la habitación se encontraba un poco pálido, aunque su estado no era peor que el del resto. Saludó al fotógrafo antes de sentarse a su lado en la cama y se llevó una mano al hombro dolorido. Acto seguido movió un poco el brazo, tanteando su estado.

- Muertos que caminan, gente que habla con ellos... - Empezó a enumerar. - Y ahora resurrecciones. Cuesta encontrar respuestas en la Biblia a todo esto. - Dijo con voz pausada.

- Vengo a decirte que haré caso de lo que dijiste: votaré al Coronel. - Aseguró antes de hacer una pausa y cambiar de tema. Realmente lo del Coronel lo había dejado claro delante de todos, pero era difícil ver cómo entrar en el verdadero tema a tratar. - Susie, tú... - Empezó. - ¿Fuiste tú, verdad?

Escuchar en voz alta el apelativo por el que siempre la nombraba cariñosamente su padre hizo que Maybelle se estremeciera mientras los recuerdos acudían a su mente y todo se llenaba de rojo. No, de granate. Apretó los dientes y la línea de sus mandíbulas se endureció durante un instante, hasta que parpadeó y sacudió la cabeza. 

- Sí. Era Ellie. - Respondió con la voz áspera por la avalancha de recuerdos. - Así me llamaba mi padre. 

Se llevó el cigarro a los labios y dio una nueva calada, larga y lenta, mientras se esforzaba por apartar su mente del pasado y centrarse en lo que tenían entre manos. 

Pasaron varios segundos antes de que soltase el humo y volviese a hablar. - La señorita Powell probablemente acuse al coronel. Si usted y la señorita Watson también lo hacen... Bueno, lo de después no debería ser difícil. Tal vez debería hablar usted con ella para asegurarse. 

Finalmente su mirada se dirigió al reverendo y lo estudió en silencio. Ese hombre había cambiado por completo desde que lo conoció unos días atrás. Lo había visto hundirse lentamente durante el primer día. Y ahora parecía haber resurgido de sus propias cenizas. Tras el día pasado lejos del pueblo, notaba aún más la diferencia en él. Aunque no era exactamente que fuese distinto, sino que... Se había quitado la máscara. 

Al escuchar la confirmación por parte de la pistolera Adam Strong simplemente asintió con seriedad. De haber sido otra persona probablemente se habría acercado, le habría puesto una mano en el hombro o incluso le habría dado un abrazo o unas palabras de ánimo. Sin embargo sabía de sobra que ahondar en lo que ella consideraría una debilidad no era lo más adecuado. Y menos estando sobria, por más que el peyote aún siguiera haciendo efecto.

- Ahora no sólo habla con muertos, también lee la mente. - Bromeó, dedicándole una pequeña sonrisa para relajar el ambiente. - He estado hablando con ella sobre eso mismo. Creo que hoy el Coronel encontrará la muerte. - Observó, antes de quedarse mirando cómo ella le escrutaba. En silencio se dejó observar, sin prisa, antes de extender la mano y tomar el tabaco de ella para liarse su propio cigarro.

- Ella ha hecho bien en encargarse de Rosalind antes de que supusiera un problema. - Valoró, ya sin condenar de viva voz el asesinato. Estaba claro que eran o ellos o los otros. - Dígame, ¿qué dicen los muertos? - Se lanzó a preguntar al final, a pesar de lo mucho que le costaba pensar en todo eso. - ¿Alguno tiene idea de lo que hemos estado haciendo realmente?

Por su lado, cuando el Reverendo entró el fotógrafo lo saludó inclinando levemente la cabeza, y levantando a su tiempo con timidez una de sus manos. Se encontraba no solo cansado, ojeroso y falto de un buen baño, sino, además, algo sonrojado por la imprevista interrupción, aunque a la vista quedaba que no habían hecho más que hablar.

A todo ello, las velas y el macabro libro en medio de la habitación delataba el tema de la misma conversación.

Expectante a lo que pudiese decir el recién llegado, observó con interés su lenguaje corporal. No obstante, prefirió no interrumpirlos. Y, en silencio, tan solo escuchó intentando no ser una molestia. 

Susie miró a los dos hombres que había en su habitación con rostro ojeroso y fatigado. Estaba cubierta de polvo, cosa muy inusual en la camarera, cuya obsesión por la pulcritud era conocida por todos. Asintió pesarosa ante las palabras del reverendo.

Yo tengo intención de votar al coronel también. Como me ha dicho Maybelle, y confío en ella, un hombre que abiertamente dice que querría haberse unido a la masacre de Bala Dorada necesita ser ajusticiado. Yo no me sentiría tranquila teniéndolo a mi lado. Y aún así, dudo que todo vaya a solucionarse tan fácilmente...

Señaló los objetos que descansaban delante de ella.

Antes de desaparecer, Emily me entregó este maletín. Contiene un libro de magia negra donde se explican rituales para devolver a la vida a las personas. Pero no como los que hemos visto esta noche. El fallecido recupera su alma y vuelve a su cuerpo... Como Rosalind... La mujer calló durante unos segundos y las manos le temblaron un poco mientras guardaba los utensilios en el maletín de madera. Pensé que ella se merecía una segunda oportunidad. Era inocente, sabía cosas de todos los de este pueblo. Y además era mi amiga.

Pero bueno, lo hecho hecho está. No sé si Ella lo hizo para protegernos o porque realmente es una de los forajidos y quería impedir desesperadamente que la delatasen.

Maybelle asintió a las palabras del reverendo. Ella también veía claro que el coronel tenía que caer. Y Rosalind era suficientemente peligrosa con vida como para que le pareciese que la señorita Watson había hecho lo mejor cargándosela. 

Finalmente soltó el humo despacio antes de empezar a dar explicaciones. - Los muertos juegan sus propias triquiñuelas. Los que saben algo, disimulan. Los que no saben nada intentan apuntar al vacío. El señor Prescott y el señor Hardigan han acusado a la señorita Powell como la última que queda. Uno alegando que es mexicana -Maybelle puso los ojos en blanco- y el otro fingiendo que no sabe ni quiénes eran sus propios compañeros. Aunque no le he dicho que sabemos lo suyo, así que intenta parecer inocente. El borracho está feliz porque nos ha ayudado a averiguar lo del coronel y ha tenido razón. Por lo demás, no se creen que estoy viva, ni tampoco se creen que sus cuerpos se levantaron anoche para atacarnos. Piensan que he perdido la cabeza al morir. Al parecer algunos de ellos me atacaron la misma noche que Emily me secuestró. No son conscientes de lo que sucedió anoche. Aunque ahora con la vuelta de Rosalind, quizá empiecen a creerme. 

Hizo una pequeña pausa y dio una nueva calada. - No tienen ni idea de lo suyo, reverendo, ni de que yo estoy ayudándoles a usted y a la señorita Watson. Creo que los compañeros de Ella todavía esperan que ella salga victoriosa de esto, aunque no se imaginen que no lo hará sola. 

Soltó el humo y sus ojos buscaron los del reverendo antes de ofrecerse. - ¿Quiere que les diga algo de su parte, Adam?

Esa última puntualización era una idea que Wyatt compartía, así que sencillamente asintió. No terminaban de convencerlo las explicaciones de Ella, y esperaba que el Reverendo al menos pudiera aclarar un poco todo aquél asunto turbio.

Strong escuchó la confirmación por parte de la camarera, aunque aquello era lo menos importante. Lo que realmente le preocupaba era todo el asunto de la magia negra. Siempre había oído que tocar algo así no era buena idea. Lo que había pasado la noche anterior lo demostraba. Sin embargo sería innegable que Susie había sabido sacarle provecho después de que ella misma la usase para salvar su propia vida.

- De escoger a alguien no creo que nadie pueda reprochar que fuese ella. - Le dijo en tono serio, hablando despacio para no decir nada que pudiera ofender a su amiga. - Sin embargo, todo esto... - Enunció, haciendo un gesto hacia los objetos. - ¿Seguro que es una buena idea? - Preguntó. Y aunque él mismo se negaba que aquél fuera el camino no pudo dejar de preguntar algo más. - Han fallecido muchos inocentes. Llegado el caso, si fuese cuestión de vida o muerte, ¿crees que podrías repetirlo?

Dicho eso se quedó un instante callado, valorando las opciones que Susie había planteado. - Si Canary habla con los muertos no tiene sentido que Ella lo haya hecho para no ser delatada. Podría haber otras explicaciones, claro... Pero es cierto que, de lejos, no parecía que Rosalind estuviera precisamente bien. Caminaba más como ellos que como nosotros.

Imagínate lo que tiene que ser morir y volver a la vida, Susie miró con tristeza al reverendo, Rosalind tenía que estar agotada, confusa y asustada. Quizás... Quizás los muertos no sepan todo, tal y como nosotros pensamos. Siempre creemos que desde el cielo pueden ver todo lo que pasa, pero... ¿y si nos equivocamos? Quizás McFinnigan esté acusando al Coronel porque es una información que tenía antes de fallecer. Y quizás Ella acabase con Rosalind porque sabía de sus... habilidades nocturnas. Rosalind tenía en su haber muchos secretos de este pueblo, Adam.

Susie se frotó la cara con una mano. Las conjeturas le estaban dando dolor de cabeza.

Sobre la magia negra... Sabes que jamás la he usado hasta ahora, más allá de hacer pócimas y ungüentos. Sin embargo, Emily me dejó esto por un motivo. Ella sabía lo que estaba usando, sabía que íbamos a necesitarlo. Igual que ese aparato que Maybelle usa para contactar con los muertos. Susie hizo una pausa, pensativa. Realmente no sé si podría hacerlo otra vez, tendría que estudiar el libro en más detalle.

La mujer le dedicó una sonrisa cansada al reverendo.

Sé que todo esto te resulta muy difícil de procesar, Adam. Pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Tú puedes pedirle ayuda a Dios, yo se la pediré a... ¿la magia?, añadió en tono de broma, intentando quitar un poco de tensión a todo el asunto.

-Tú mismo lo has dicho.- Remarcó Wyatt con un ademán cansado y ofreciendo su apoyo a Susie. -"Muertos que caminan, gente que habla con ellos, cuesta encontrar respuestas en la Biblia a todo esto."

El fotógrafo a pesar de creer con las tecnologías y los avances modernos, siempre había sido un hombre de Fe, de Fe por su mismo Dios, pero también era un hombre avanzado a su tiempo, y con ello una rápida capacidad de adaptación, y no podía negar los que había visto y oído los últimos días.

-Rosalind nos hubiese venido muy bien, y no sabemos lo que pasó ni lo que es volver de la muerte. A mí también me pareció precipitada la reacción de Ella. Aunque no puedo culparla. Todos hemos cometido muchos errores.- Y sabía muy bien que él era el primero, no se había olvidado de Prescott.

Maybelle había terminado sentándose en el Saloon en silencio, en la misma mesa que había ocupado cuando llegó al pueblo, con la petaca de whiskey en una mano y un cigarro en la otra. Había aprovechado que el reverendo parecía dispuesto a cocinar para pedirle que le dejase algo de lo que hiciera. Llevaba sin probar bocado desde antes de que la secuestrasen y era eso o se iba a dar una vuelta por el desierto para cazar algún conejo. 

No estaba segura de cuánto rato llevaba allí, perdida en sus pensamientos y dejando que el humo pasease libremente por sus pulmones, cuando de repente un resoplido de risa salió de sus labios y se puso en pie. Se acercó a los que quedaban allí y se cruzó de brazos antes de decir algo que en cualquier otra circunstancia podría sonar disparatado.

- Los muertos quieren negociar. - Sus ojos se entrecerraban por el humo del cigarro que colgaba de sus labios. - O chantajearnos, más bien. Han estado diciendo muchas sandeces, pero ahora la indígena y el señor Hardigan aseguran ambos saber quién falta. Ella dice que nos lo dirá a cambio de una ruta segura para su pueblo y el respeto de sus tierras. Él dice que tan sólo quiere saber quién le clavó el pico en la espalda para vengarse él mismo. - La mujer se encogió de hombros. - Aunque tampoco estoy segura de que podamos fiarnos de lo que nos cuenten. Al fin y al cabo son asesinos. - Terminó, mirando al coronel.

Strong escuchó la explicación de la cazarrecompensas, sin saber si sentirse asqueado o curioso. Que los muertos pudieran hablar entre sí de esa manera, y que lo hicieran también con ella, atentaba contra la mayor parte de sus creencias. Aunque quién sabía, quizá esa era la manera que tenía el Señor de echarles un cable.

- No les diga nada, no. - Declinó entonces. - Como mucho me gustaría explicarles por qué están donde están, pero no creo que sea la mejor idea. - Valoró antes de quedarse callado.

- Usted... - Empezó de nuevo, sin saber cómo formular la pregunta. - ¿Ve dónde están? Es decir... ¿Ve el sitio, o sólo habla con ellos? - Dijo, acercándose a la cuestión importante. - ¿Ha visto - a sus padres - a los padres de Cody y Emma?

La espalda de Maybelle se tensó durante un instante y su ceja se enarcó como en respuesta a algo fuera de esa habitación. - Rosalind acaba de delatar a la señorita Watson. Y afirma que usted lo sabe porque ella se lo dijo, Adam. Espero que Susie no pueda volver a traerla de vuelta o podríamos tener problemas. 

Después llevó de nuevo el cigarro a sus labios y empezó a responder a las preguntas del sacerdote. Si es que se le podía seguir denominando así. - Veo dónde están, en el cementerio a unos diez kilómetros de aquí. Veo el desierto, las tumbas, siento el sol sobre mí, puedo fumar y compartir mi petaca con ellos. Es como estar en dos sitios a la vez. - Trató de explicar, arrugando la nariz. - No es cómodo. Espero que cuando esta locura termine encontremos la forma de arreglarlo antes de que pierda la cordura que me queda. Y no, tan sólo están algunos de los muertos de estos días, ni siquiera todos. El negro no está, ni la rubia que se cargó el Sheriff. Los demás sí, no sé por qué algunos sí y otros no y ellos tampoco lo saben.

Mientras Susie hablaba Adam Strong bajó la cabeza, apoyándola sobre sus manos. Se encontraba cansado no sólo físicamente, sino también de sentir que cualquier detalle podía suponer la diferencia entre vivir y morir. No para él, que se consideraba preparado, sino para los que le rodeaban. Cody y Emma, por ejemplo: ya habían perdido a sus padres. Como uno de los dos muriera... Probablemente el otro se rompería en tantos pedazos que no habría manera de recomponerlo.

- Estúdialo entonces. - Concedió el reverendo, y algo en su interior se removió entonces al acceder a algo así. - Y si lo vuelves a hacer, avisa antes para evitar malentendidos. - Dijo refiriéndose a lo sucedido con Rosalind.

- Por lo que sé, lo de Canary más que un aparato es una droga. - Continuó luego antes de emitir un suspiro. Después pensó durante unos instantes en las palabras del fotógrafo y, sin nada más que aportar por el momento, simplemente puso una mano en su hombro, tratando de animarle.

- Mira, Susie, no seré yo quien te pida que no hagas lo que consideres oportuno. De hecho creo que si puedes ayudarnos a salir con vida, bueno... Habrá que hacerlo. - Dijo antes de mantener un segundo de silencio, mirando a su amiga. - Pero prométeme que si todo esto termina dejarás todo esto. Para siempre. - Le pidió con el corazón en un puño.

- Entiendo. - Respondió Adam Strong, más como una frase hecha que cualquier otra cosa. Porque entender, lo que era entender, no entendía nada.

- Rosalind dijo muchas cosas. - Comentó entonces. - Y sólo dijo que Lila le había dicho antes de morir quiénes eran sus compañeros y los de Giesie, pero se suponía que tampoco estaba segura de que no mintiera. - Resumió antes de encogerse de hombros. - Bueno, ahora poco importa. Al menos mientras Susie no la traiga de vuelta de nuevo. - Afirmó antes de escuchar con atención sus otras palabras.

- ¿Y mientras ellos caminan? ¿Puedes oírlos entonces?

Maybelle negó con la cabeza. - Cuando se levantaron se hizo silencio allí y no volvieron a hablar ni hacer nada. Cuando les conté lo que había pasado aquí, al principio no me creían. Me dieron unas hierbas tranquilizantes indígenas que sabían a mil demonios. 

Entonces su expresión se puso más seria. - Adam. Rosalind y Lila están decidiendo que probablemente usted ha ocupado ahora su lugar al frente de su negocio. Tal vez deberíamos intentar que esto acabe cuanto antes. 

Susie suspiró. Lo creas o no, Adam, he tenido ya suficiente juego con la vida y la muerte en estos días. Te prometo por mi honor de Powell que, si conseguimos salir de esta con vida, lo único raro que haré aparte de deliciosos almuerzos serán ungüentos de hierbas para las picaduras de mosquitos y remedios para la tos.

La mujer terminó de recoger la misteriosa caja de vodoo, pero dejó el libro fuera apoyada sobre ella. Después se levantó y se estiró como un gato, aunque algo menos ágil, ya que la espalda le crujió. ¿Cuándo fue la última vez que dormí en condiciones? Parece que fue hace años... Murmuró para sus adentros.