Partida Rol por web

Salió del hospital y entró en el coche, comprobando que seguía allí dentro inconsciente. No sabía si matar al octavo conllevaria que explotasen los explosivos que llevaba encima por lo que se alejó lo suficiente del vehículo y partió por la mitad el móvil del muchacho. Si era el octavo, acabaría destruído. Uno menos. 

Hatori miró serio a la muchacha. ¿Qué quería decir con aquello? Tras la escena conmemorativa de ambas personas que se encontraban en la sala, empezó a preparar los artilujos para proceder a la operación.

-Seguro que sus padres estarían orgullosos de ella, parece dulce -sentenció duramente, como siempre. En sus palabras no había ilusión, ni esperanza alguna- Yo también lo estaría. Sin embargo, es huérfana. Una lástima.

-Las pinzas, por favor.
 

Ni una mirada de afecto, ni una sonrisa. Nada. Estaba obsesionado con su trabajo. Aquello era lo que le había dado vida después de tantos años, después de aquello. Del todo y del nada.

Te ha quedado muy: ''héroe justiciero'', pero tira un dado...
 

Compruebo las entradas de los dos diarios, el de Yunly y el mío. El del octavo ya está destruído, partido por la mitad.

¿LO vas a matar sin darle opción? Pobrecito... a ver, que yo no tengo ningún reparo en matarlo, pero pobre...

Básicamente me ha hackeado, le ha disparado a Yunly y se debate entre la vida y la muerte, tiene conocimiento de la habilidad de mi móvil...etc etc

Si, me lo cargo xD

Hoy, 19:30

El cuarto destruye el diario del octavo, haciendo que este se esfume.

En el instituto, el alcalde sigue en él.

La décima se halla en el parque.

Arma: la anestesia que tengo en vena.

Hoy 19:30

El cuarto rompe mi diario estando inconsciente.

DEAD END.

Hoy 19:30

Yunly es llevada a la sala de operaciones. La sexta la está operando.

El octavo sigue en los mundi de Yupi, es una ocasión que no debo de perder.

Hoy 19:30

El chico terrorista resultaba ser el octavo, ha muerto a manos del cuarto.

Estás a salvo.

Aquel muchacho se desintegra por completo, sin dejar rastro en el coche.

Sonrió al leer las entradas del diario de Yunly, realmente era un diario muy útil.

Entiendo...la sexta entonces es la enfermera Shimizu, la mujer del doctor. ¿Querrá atentar contra la vida de mi jovencita mientras está anestesiada? No tendría sentido matarla si no sabe quién es...menos mal que me quedé con su diario.

Sabia que la operación duraría unas horas y que en el instituto le esperaban. Ya habrían llegado las unidades y rodeado el edificio.

- Hora de moverse... Se dijo para si mismo. 

Entonces se dirigió al instituto.

Kurusu sale del hospital.

Mizuki le dio las pinzas a Sohma y después, los distintos utensilios que le iba pidiendo, pero su mente permanecía atrás en el tiempo. Las palabras de su esposo eran una sombra de lo que escuchaba hace años, cuando a pesar de no decirle un "te quiero", eran capaces de sentirse bien el uno junto al otro. Mizuki sabía que jamás conseguiría por completo a aquel hombre, que parecía incapaz de dar lo mejor de sí mismo. Su rostro era ya entonces triste y le costaba transmitir sus deseos y emociones, pero al menos, con su hija, lograron durante un suspiro crear una especie de lazo que les permitió caminar juntos. Así que con la muerte de su hija, no solo se marchitó su alma, sino también la última oportunidad de construir algo que tuviese un sentido.

Y aquel quirófano representaba la máxima expresión de en lo que se había transformado su vida. Era tan aséptica como aquel lugar, fría como el bisturí que estaba a punto de usar, y la herida estaba mucho más profundamente arraigada que aquella bala.

Pero lo peor de todo, era que el corazón de Mizuki jamás había dejado de sangrar... por ninguno de los tres.

A pesar de ser un matrimonio, aquella pareja no compartía el mismo apellido. Mantenían sus respectivos segundos nombres de solteros y esto era originado por un motivo: después del incidente con la pequeña, habían decidido divorciarse, sin embargo, seguían viviendo en la misma casa. El pasado les perseguía y habían optado por combatirlo juntos.

Sin embargo, combatirlo o no, era un puzle sin resolver aún. Luchaban por separado, aferrándose a destinos totalmente singulares.

-Cerraremos la herida y la despertaremos -comentó cosiéndole la pierna-. Dejaremos que se despierte lentamente... Te dejo a cargo de ella.

Mizuki asintió. El procedimiento habitual era que una vez realizada la operación, la enfermera, en este caso ella, debía encargarse de monitorizarla en su despertar, a medida que los efectos de la anestesia iban desapareciendo. Después de asegurarse que el suero estaba bien puesto, Mizuki empujó la camilla para salir del quirófano y dirigirse hacia la habitación. Indiferente ante lo que sucedía a su alrededor, el "diario" era lo único que la mantenía atada a la realidad, a pesar lo irreal y fantástico de aquella herramienta.

Cuando salía del quirófano, giró la cabeza una última vez para ver a su marido marcharse y su alma suspiró por la inmensa y asfixiante sensación de abandono que la llenaba.

¿Dónde se encontraba?  La habitación era blanca, tenía una ventana, una puerta y la cama. NO había nada más. Aquello parecía un psiquiátrico. Lo último que recordaba era ser alcanzada por una bala y a dos del del...

Como si de un déja vu se tratase, Yunly abrió los ojos lentamente. Lo primero que visualizó fue a aquella dulce mujer, o almenos los que sus ojos permitían ver. Intentaba hablar, pero la voz no le salía. Sentía cómo se le caía un hilito de babas, debido al estado de la anestesia.

-H-Ham...br-re-ee

Mizuki sonrió con calidez. Sabía que cualquier enfermo, más que una cura lo que necesitaba era unos ojos que mostraran emoción, preocupación genuina y sobre todo, que fuesen capaces de transmitir que había alguien con ellos, cuidándolos en los momentos de mayor fragilidad y ayudándoles cuando más lo necesitaban.

Con delicadeza, cogió una poco de papel que disponían para ese tipo de cosas y le quitó los rastros de saliva con suaves toquecitos en la piel.

-Bienvenida -le dijo, ampliando más tu sonrisa -. Todo ha salido bien. Te hemos sacado la bala y cerrado la herida, pero me temo que tendrás que esperar un poco antes de comer. Necesitas estar completamente despierta.

Después, le acarició la frente.

-Descansa ahora. En cuanto pueda te traeré algo de comer.

Yunly se despojó del gorro y se echó hacia un lado. Respirando fuertemente.

-Dime, enfermera... ¿alguna vez... has ... echado... de menos... a alguien?

Una extraña sensación le invadió el pecho, dejándole un vacío oscuro y temible. Aquellas paredes le aterrorizaban por completo. Le recordaban al inicio del todo, al fin de su comienzo y del motivo del porqué se encontraba allí. Los echaba de menos. Seguramente aquella mujer se pensaría que estaba hablando del oficial, pero se equivocaba. Hablaba de su familia y, aquella dulce mujer, le recordaba a ella. Por extraño que pareciese, Yunly, en parte, se veía reflejada. Había perdido por completo a su familia y se hallaba jugando a un absurdo juego de supervivencia.

-¿Por qué... se pierde... más... de lo... que se gana...?

La máquina empezó a emitir sonidos peculiares. Los pulsos de la chiquilla se estaban acelerando. Era un ataque de ansiedad.

Hoy 19:45: (últimas entradas)

Estoy completamente a salvo. La quinta no me hará nada. Tiene un ataque de ansiedad.