Partida Rol por web

Cuando echo un vistazo alrededor me detengo un instante en el cuerpo de Katarina, tratando de saber si lleva el arma encima.

Al ver el peligros, los disparos, me escudo tras lo primero que encuentre, alejandome de la linea de tiro.

Desde donde estás no se ve nada.

La bala impacta contra el pecho de Viktor, este pone una leve mueca de dolor y alza su propio arma para responder al disparo.
Rápidamente Julian se pone en medio y Nikolai se avalanza sobre el jefe de seguridad.
Hay un leve forcejeo, y finalmente el kazajo desplaza la mano del jefe de seguridad al tiempo que este aprieta el gatillo. Todos esperais el sonido de la bala chocando contra una pared, pero en vez de eso, se escucha un quejido de dolor.
Dirigís la mirada hacia su emisor, y podéis ver a Edmundo caer de rodillas al suelo tratando de taponar con las manos una herida que sangra de forma abundante.
Es evidente que le quedan segundos de vida.

Fui lento para intervenir en un sentido o en otro, pero no puedo evitar una expresión de dolor al escuchar el disparo. Estaba razonablemente convencido de que la bala impactaría en alguien en vez de en una pared, y lo cierto es que esperaba ser yo, viendo la suerte hasta el momento. Pero al escuchar el quejido de otra persona, comprendo que el "afortunado" no he sido yo, y acudo a comprobar el estado de Edmundo.

-Mierda... ¡Doctora, venga!

- ¡Joder, Viktor! - exclamo con total incredulidad al ver lo sucedido - Apoyo a Nikolai como jefe de seguridad. Independientemente de ser un infiltrado o no, cosa que ya hablaremos, está claro que este hombre no está haciendo bien su trabajo. - digo mientras me levanto dolorido, dejando libre la camilla por si la necesitan para Edmundo. Me dirijo despacio hacia Claude y, antes de abrazarla, pongo las manos sobre sus hombros - ¿Estás bien?

- Oh ¡Por Dios santo!-dijo, corriendo al lado de Edmundo, santiguándose. No había podido detener él mismo aquella locura. Y ahora una persona inocente había recibido los daños colaterales de la trifulca. 

- Ese hombre no debe acercarse a nosotros- dijo, señalando a Viktor- metedle en una cápsula de hibernación, o atadle, no debe tocarnos, ni ser libre de moverse por la nave.  ¡Y haced el favor de alejar esas pistolas de vosotros! ¡Las carga el Maligno! ¡Ya habéis visto lo que hemos conseguido! 

Claude mantiene la mirada de Viktor en todo momento mientras la apunta con su arma, hasta que la situación de repente empieza a desarrollarse a toda velocidad. En un primer momento sólo puede respirar, aliviada por poder seguir haciéndolo. Pero el sonido de dolor a su espalda la hace volverse y mirar horrorizada a Edmundo caer de rodillas. La joven siempre había admirado a ese hombre por su trabajo y ahora había... recibido una bala en su lugar. 

Sus labios empiezan a temblar, mientras la tensión provocada por la adrenalina empieza a abandonarla y deja que sea la doctora la que se encargue de Edmundo, para abrazarse a William y esconder el rostro en su pecho. - Estoy bien, estoy bien, estoy bien. - Susurra en una extraña letanía provocada por los nervios. - ¿Qué haces de pie? Deberías estar tumbado... 

La voz de Francesco hace que alce la cabeza, sacándola de su escondite y mire a Nikolai y a Julian, tragando saliva con dificultad. - Gracias... Muchas gracias. A los dos. El padre tiene razón, deberíamos inmovilizar a Viktor antes de que pueda impregnar a alguien, si no lo ha hecho ya. Y William también tiene razón, ya lo dije antes, Nikolai debería ser el jefe de seguridad.

Con la esperanza de que los hombres se encarguen de Viktor, vuelve su mirada hacia los ojos de William y se pierde en ellos durante largos segundos. - Yo... Lo siento. Tenía que hacerlo... Alguien tenía que hacerlo.

Me asusto con los disparos y corro a un lugar algo más escondido para evitar que me den. Cuando veo que muere Edmundo, suspiro. La muerte empieza a ser una costumbre, y ya siento que no tiene sentido ponerme nervioso por ella. Me llegará. Nos llegará a todos más tarde o más temprano, sobre todo mientras siga habiendo traidores e infiltrados.

Me levanto con el estómago algo revuelto cuando ha terminado.

- Nada de esto hacía falta... Dios está de nuestro lado. - Digo, mirando a Francesco y acercándome a él. - Ahora lo sé... Y creo que debemos confiar en Él. Nos enseñará quiénes son los malos. - Suspiro y miro a Paysal y a Zadiyev. - Si ustedes quieren, puedo meter al señor Hasarov en las máquinas de hibernación. Sé cómo funcionan.

-Yo creo que es lo mejor, ya que parece ser un infiltrado. Encerrarle y que se ocupen de él en la próxima zona segura. Gracias, George-digo, probablemente llamándole por su nombre por primera vez. Mi tono de voz es bastante cansado y desanimado, y desde luego parece que todos los acontecimientos de la nave me están empezando a pasar factura. 

Cuando Claude se refugia en mi pecho pongo una mano en su espalda mientras con la otra acaricio despacio su cabeza, pasando mis dedos por su pelo, tratando de darle un poco de seguridad en un momento tan complicado.

- Chsss... - susurro - No te preocupes. Esto es más importante.

Luego, cuando levanta la cabeza para hablar a los demás y vuelve a mirarme, me quedo enganchado en sus ojos hasta que habla. - No tienes nada que sentir. Lo entiendo. - Le digo antes de llevar la mano de su pelo a su barbilla. Y tras un instante de duda aún mirándola, me acerco despacio a sus labios, dejándome llevar por un instante, dispuesto a besarla.

Las mejillas de Claude se ruborizan completamente cuando se da cuenta de lo que William está a punto de hacer. Pero no se aparta. Por la mente le pasa la idea de que no es el mejor momento para algo así, pero realmente... ¿Va a haber un buen momento alguna vez? Ya ha descubierto que esperar a que lleguen los momentos no suele ser buena idea cuando la gente puede morir en un segundo. Cierra los ojos cuando siente los labios de William sobre los suyos y durante los instantes que dura el beso simplemente se deja llevar por la sensación de calidez y protección que crece imparable en su interior.

La leve inseguridad y el nudo en mi garganta se van diluyendo al darme cuenta de que ella no se aparta, tomándolo como un permiso. Poso mis labios en los suyos, y sentir su calidez me ayuda a saber qué hacer. Entreabro mi boca, para tomar su labio inferior, y cuando me quiero dar cuenta se trata ya de un nuevo beso, uno más firme y sólido. Noto entonces que llevo varios segundos conteniendo la respiración, pero aún así sello una vez más antes de separarme sus labios con los míos. La mano que se encontraba en su espalda sujeta ahora su mejilla, como si fuese uno de los pocos lugares a los que aferrarme en esta situación que se ha creado a lo largo de los días.

Cuando pongo un poco de distancia y puedo volver a mirarla a los ojos la inseguridad vuelve. Espero no haberme equivocado, desde luego. Llevo entonces la mirada al techo un instante, recordando algo, pero sonrío al volver a mirarla a los ojos.

- Luego si quieres podemos hablar de esto. - le digo con voz ronca - Ahora hay algo que debemos hacer. - añado con la disculpa en la mirada, mientras llevo una mano a mi bolsillo para sacar un bisturí como el que Claude clavó al sacerdote hace un rato. La otra se deja caer de su mejilla a su hombro, y de ahí a su mano.

- Antes de hibernarlo, tendremos que comprobar si se trata de un cyborg, - explico ya hacia todos, pero sin soltarme de sus ojos - Por favor, sujetadlo. - pido, acercando la mano de Claude a mi boca para dejar un beso en el dorso, más como un aplazamiento que como una despedida.

Luego comienzo a caminar hacia Viktor, esperando que alguien lo agarre, para hacerle un pequeño corte y ver si sangra, sólo por si acaso.

Viktor forcejea con la gente que le tiene sujeto ¿Un cyborg? Vaya idiotez. Logra soltarse una mano y abrirse la camisa. Todos pueden ver que lleva un chaleco antibalas debajo.

-No soy ningún robot, idiotas. Sólo soy un tipo precavido. Sabía que esta loca de Claude iba a intentar matarme. Ella es la verdadera infiltrada y no yo. Sospechosamente todos los que se le oponen acaban muertos. Ha embaucado a William que le sigue el juego.

- Je, ya no me quedan dudas de que eres un infiltrado, Hasarov. Porque Bayley también llevaba un chaleco antibalas... Chaleco que yo inutilice cuando intente matarlo por la noche. - Sonríe de lado, mirando al encargado de seguridad.

- He estado pensando mucho en eso, en que Claude podría ser la verdadera infiltrada, y que William, incluso George podrían haber estado planeando esto... Pero hay un gran problema en tu teoría. ¿Cuantos infiltrados creen que hay? Samantha y Harper coincidieron en casi todos los infiltrados, claro, podrían asegurarse de que eliminaran a inocentes en lugar de culpables... El problema es: Rodrik también era un infiltrado. Cuando fueron acusados, no reaccionaron como alguien a punto de morir lo haría, su defensa fue fría, pensada, pero inútil. - Toma de sus ropas el cuchillo con el que había querido matar a Bayley, mientras observa a Hasarov fijamente.- Será mejor que te muevas a la cámara de hibernación si no quieres ser degollado aquí mismo.- Mientras hablaba, ignoraba lo de nombrarle encargado de seguridad, para él era lo mismo realmente.

-Así que tú eres el que ha estado matando a la gente noche tras noche ¿no? -dice señalando el cuchillo- ¿Y luego soy yo el enemigo? Yo he eliminado a infiltrados. Tú has degollado a quien te ha dado la gana una noche tras otra. No dejaré que me pongas las manos encima, Zakiyev

- Te equivocas nuevamente, Hasarov. - Sonrío de forma sádica al sujeto.- No fui yo quién degolló a Rodrik, o a otros. Hay otra persona que ha pensado en lo mismo que yo... Hasta el momento mis manos están limpias, pero con gusto las manchare con tu sangre si no te pones a caminar a la cámara criogenica. - Jugó con el cuchillo, moviendolo de una mano a otra por el aire.