Renfri entra en el Gran Comedor bostezando y escucha a los presentes. Después añade
-El Gordo. ¿Cómo se llama el gordo seboso, pervertido y degenerado? El que asesino a la niña tirándole una estatua a la cabeza.
Coge una de las papeletas y revisa los nombres buscando alguno que no le suene -Gustavo, Jorge o Luis. Son los que no conozco- dice finalmente. Mientras pasea por la habitación pensando que nombre apuntar se detiene en el ventanal para ver las vistas.
Observo tanto las vistas lejanas, como lo que pueda estar en la cornisa o en las proximidades
Una niebla densa cubre los alrededores del castillo, por suerte ya no llovía. Apenas se podía ver más allá de las narices de uno, sabes que bajo aquella ventana estaba el precipicio que rodeaba el castillo, pues había sido construido en una montaña algo apartada de la otra por la que entrasteis por el puente. Esta ventana te dejaba entrever el bosque al otro lado del precipicio, o al menos a imaginártelo. Nada relevante.
Me hace gracia la forma de referirse a Gustavo de Renfri. Me saca una pequeña sonrisa.
Tras unos minutos pensando mirando por la ventana, Renfri reacciona. -Gustavo, así se llama el gordo. Las iniciales bordadas en su servilleta eran GMH. Lo pude ver anoche a través de toda la grasaza que iba dejando en la servilleta... y en el mantel. Qué asco de individuo.
Marca el nombre de "Gustavo Montoya Hidalgo", dobla el papel y lo mete en el sobre. Momentos después introduce el sobre en la urna y empieza a pasear por la estancia.
La actitud de la recién llegada me hace gracia. No puedo evitar soltar una risa dulce. Al darme cuenta, me tapo con la mano derecha.
-Si quieres te puedo acompañar, Inara.
Me acerco a hacía ella y desde su posición observó a Brett:
-¿Quieres venir luego? -le guiño un ojo divertida-, después de todo, si nuestra estancia aquí se va a alargar, no nos vendría nada mal conversar los unos con los otros...
Renfri se fija en el interior de los armarios y vitrinas de cristal, sin llegar a tocar nada
Una vajilla hermosamente decorada colocada no para su uso, sino para ser expuesta. No hay nada reseñable que mostrar.
Inara sonríe. Eider parece tan... jovial.
-Sí, eso me gustaría -le responde a Eider -. Podríamos ir en cuanto terminase la votación y charlar mientras comemos algo y recuperamos energía, porque mucho me temo que lo peor esté por llegar.
Inara mira a su alrededor. Los demás invitados, los que han bajado al comedor, están dispersos y parecen no decidirse, pero ella piensa que el día será largo y necesitarán de toda su energía para sobrevivir allí.
Contestando a Eider,-Me parece bien, podríamos ir en la tarde a la cocina si han acabado las votaciones, aquí hay sobres de más y prefiero quedarme para ver si alguien intenta amañar la votación. Lo siento pero prefiero no fiarme de cualquiera...
-No se que opinais vosotras
William baja las escaleras con apariencia aparentemente fresca, sin legañas ni ojeras, pero la misma ropa de ayer.
- Buenos días.
Dice cordialmente observando a la gente, particularmente a las mujeres que habló el otro día. No tarda en fijarse en las urnas y sobres.
- ¿Que nuevo juego nos ha planteado su marido señorita Alice?
Dice señalando los bolígrafos y demás enseres.
Yo también ando con el móvil xS
La joven pelirroja se entretiene observando los cuadros en su deambular por la habitación
Todos los cuadros eran de frutas o temática frutal, salvo aquel de Gustav Klimt "La Espera". Sin contar con el deleite de observar el arte, no hay nada interesante que reseñar.
Alice mete su papeleta en la urna tal y como dijo que haría.
Pues, al parecer, el juego de hacernos ir a buscar en persona a la cocina alimento. Y también algo con urnas y papeletas, pero el servicio no contesta para explicar de que va esto y de mi marido, como podéis haber intuído ya, no podemos esperar mucho.
Hay cierta consternación en su tono de voz.
Me encantaría poder decirle algo más, pero no puedo.
Suspira.
En fin, veo que planean ir a la cocina a buscar algo que comer y charlar un rato. Yo me temo que voy a quedarme aquí hasta el ocaso. Quiero ver si sirven cena y si alguien aparece para darme una explicación... aunque, la verdad, lo dudo mucho. Si alguien quiere quedarse conmigo, la compañía de cualquiera de los que están aquí me será muy grata.
Contesto con respeto y la distancia que me crea que sea una mujer casada:
-Tranquilicese señora Backwell, no se que, opinarán Inara y Eider pero en mi opinión sería interesante que viniera a la cocina a charlar sobre los hechos acontecidos, me gustaría hablar a solas con usted.
- Ya veo... - dice acicalándose la barba - Votaciones... ¿con qué motivo? ¿Qué se está votando?
William mira a todos los presentes con los ojos medio cerrados, tratando de ver si algo se le escapa. Al ver que no hay mucho más de interés, el joven doctor se acerca a los sobres, tomando uno de estos y un bolígrafo.
- ¿Alguien puede decirme si no sabéis cuales son los motivos del barón, al menos por qué votáis vosotros? Estoy hasta las narices de sus juegos. Lo único que quiero es largarme de aquí.
Ya ha visto con la cena de ayer cuál es el método de mi marido. Si algo se le atraviesa le da igual a quién arrolle. Si no le importan un bledo sus juegos, como a mi, lo mejor es responderle rápido como si jugara. Es probable que hasta que todos no hagan lo que él quiera no nos deje avanzar y largarnos.
-Buenos días william, lo cierto es que no tenemos ninguna instrucción del Barón pero la señora Backwell ha decidido que elijamos a la persona que "peor nos cae" y ya veremos que hacemos con él.
Se puede percibir que no estoy muy convencido de lo que estamos haciendo pero al no tener una alternativa mejor simplemente sigo la corriente
Inara volvió a contemplar la escena que le rodeaba. Gente a la que solo conocía desde hacía unas horas, se habían convertido en algunos casos en rostros dignos de confiar en ellos, mientras que en otros, aún continuaban siendo anónimos, sin una emoción que transmitir al verlos. No sabía por qué, pero aquel lugar seguía dándole escalofríos, y no se sentía nada segura a pesar de no encontrarse sola... o precisamente por eso.
-Creo que el estilo de su marido, señora Backwell, parece claro -le dijo a la baronesa, girándose después hacia el resto, hacia Eider Relishprimero, Brett Xiaojun y William Smith después, y por último, hacia Renfri Dakota y Tylor MacRury, que estaban más alejados -. Se ha tomado muchas molestias en reunirnos aquí, a una importante cantidad de personas que no tenemos nada en común, pero que empujados por las circunstancias, tendremos que aprender encontrar aquello que compartimos y lo que no. Seguramente, cuanto más en equipo seamos capaces de trabajar, mayores probabilidades tendremos de... soportar con entereza esta situación.
Inara se giró de nuevo hacia Alice Backwell.
-Creo, señora Backwell, que una vez terminen las votaciones y tengamos un resultado, deberíamos todos ir al mismo lugar, a buscar comida, si es que no nos la traen al final, porque no es posible que la servidumbre desaparezca ni que su marido tampoco haga acto de aparición. Cuanto más tiempo permanezcamos juntos, supongo que más posibilidades habrá de enfrentarnos con lo que quiera que encontremos.
William se encoje de hombros a lo que escribe un nombre que aquellos cercanos a él ven sin ningún problema, pues no oculta sus intenciones de votar a un individuo: Gustavo Montoya.
Tras escribir su nombre con letra más o menos legible, pues los médicos y doctores al escribir desarrollan un misterioso don para que no se les entienda, deja caer el sobre en el interior de la urna y se gira ante los demás presentes.
- Bien - dice en un tono más o menos bajo - Ayer dejé más o menos claro mi desagrado por participar en estos juegos macabros. Y estoy seguro de que todos los aquí presentes comparten más o menos mi opinión. Si queréis discutir el plan de actuación estoy dispuesto a entablar un debate sobre cual es la mejor manera de actuar. - afirma el joven Smith rascándose la barba - Así que, deberíamos hablar como personas civilizadas, pues he podido comprobar que de las personas que faltan en estos momentos... bastantes son individuos con los que no recomendaría tener contacto, ya sea por su extraña forma de actuar o por los "accidentes"... - remarca dicha palabra fuertemente - Que suceden alrededor suyo. Y creo que los que nos hayamos aquí y ahora somos de los más cuerdos en este lugar que casi parece un manicomio.