Partida Rol por web

00. El Gran Comedor

La habitación era amplia y espaciosa; lo que más resaltaba de ella era aquella enorme y larga mesa de madera en el centro de la misma; pese a su tamaño, en donde podían comer tranquilamente 20 comensales o 30 si se aprietan un poco; el gran tamaño de la estancia permitía también a tener más tipos de mobiliario en ella, en especial armarios de madera y cristal, algunos pedestales sobre los cuales habían jarrones, pequeñas cómodas... Sin contar con todos los platos de porcelana y cuadros de temática frutal que adornaban la estancia. Lo único que podría salirse de la norma era un cuadro situado tras el cabezal de la mesa más cercano a la puerta el cual era "La Espera" de Gustav Klimt, ya que era similar a uno que se encontraba en el Gran Recibidor.

La Sala además poseía de una chimenea, la cual se encontraba en la misma pared que el de la puerta, con la excepción de que esta se encontraba hacia el otro lado del cabezal de la mesa. Además de esto poseía un enorme ventanal que casi cubría toda la pared al completo, teniendo como paisaje las vistas al precipicio que rodeaba el Castillo.

Encima de la mesa, en vez de platos como habría de esperarse estaba una urna metálica con una rendija por la parte superior, además de un montón de papeles con los nombres de los presentes, excepto el nombre de Elora Dannan, la cual estaba sentada en la mesa moviendo sus patas hacia delante y hacia atrás. La cantidad de sobres era inmensa y muy bien repartida sobre toda la mesa.

Una niebla densa cubre los alrededores del castillo, por suerte ya no llovía. Apenas se podía ver más allá de las narices de uno, sabeis que bajo aquella ventana estaba el precipicio que rodeaba el castillo, pues había sido construido en una montaña algo apartada de la otra por la que entrasteis por el puente. Esta ventana daba al bosque al otro lado del precipicio, junto con las maquinarias de construcción que habíais visto a la llegada, o al menos a imaginártelo, pues la niebla lo cubría enteramente, nada relevante.

La Urna tiene una rendija en la parte superior y en la parte posterior tiene una puertecilla cerrada que no se puede abrir, pues falta de pomo o manillar alguno para abrirlo. Pese a ello, tiene algunas marcas de rozaduras y arañazos por los laterales, sin contar eso, no hay nada más relevante en aquella Urna de madera.

La niña rió y mientras reía esta se levantó de un salto impulsándose con las manos hasta caer de pie en el suelo, limpiandose usando las manos para golpear levemente el vestido sobre sus piernas, alzó la mirada hacia Clarisa y corrió a abrazarla, aunque debido a la diferencia de tamaño de ambas chicas, esta tan solo pudo abrazar su pierna izquierda.

-¡Clarisa! ¡No viniste a visitarme! ¡Te estuve esperando! -Dijo la niña hinchando sus mofletes mientras se separaba de la pitonisa- ¡Eso es muy feo! ¡Las Amigas no deberían tratarse así! ¡Clarisa eres mala conmigo!.

Ahora los que vieran hacia abajo podrían ver a aquella niña de apenas 12 años con los ojos llorosos, tratando de evitar que ríos salinos se suicidaran por sus mejillas; pese a ello, tragándose los mocos que tenía en la nariz respirando fuertemente por ella, la niña señaló a la urna.

-¡Traje esto para vosotros! ¡Si votáis por la persona mala y la lleváis a los Calabozos ya no podrá hacer nada! -La niña se acerca nuevamente a la mesa y a la urna- ¡Cuando pase el tiempo, contará los votos, y por aquí saldrán unas esposas! ¡Se las ponéis al más votado y lo lleváis ahí! ¡Las esposas solo funcionan por un corto periodo de tiempo por lo que tenéis que llevarlo rápido a una de las celdas y PUM, chico malo fuera!.

La niña cogió una hoja, en concreto una con el nombre de "Clarisa" y la metió dentro de aquella urna. Acto seguido salió corriendo entre las piernas de los adultos que se encontraban frente a la puerta, mirando extrañados a aquella niña y su discurso; volviendo a meterse por la zona de los calabozos pero esta vez abriendo la puerta con sus pequeñas manos, desapareció del lugar por un instante antes de volver a sacar la cabeza desde la puerta para volver a dirigirse a aquellos investigadores.

-Por cierto -Dijo la niña- ¡No funcionan las esposas si se ponen en alguien que no ha sido votado! ¡El Barón me lo dijo!.

Con esto, la niña vuelve a desaparecer por la entrada de los calabozos cerrando su puerta tras de sí. Aunque no fue eso lo último que los investigadores escucharían de aquella niña, a través de las gruesas paredes de piedra su voz se hizo eco hasta llegar a los tímpanos de los presentes.

¡Y alguien debería ir a la cocina!

Me asomé a la sala y viendo lo desordenada que estaba, cogí un manojo de papeles y transportándolos sujetos con ambas manos contra el pecho, salí corriendo por donde había llegado en dirección a la cocina. Mientras corría, reía y mi risa se perdió en la distancia a medida que me alejaba con mi captura celulósea.

GÑÑAHAHAHAHAhahahaha_hahahahaha

Janessen (o Nessnaj) estaba de un gran humor, o al menos, eso parecía ya que vino tatareando alguna canción desde su habitación, moviendo su cetro de Asclepio de izquierda a derecha al ritmo de su canción. - ¿Han visto la niebla, caballeros? - preguntó tan tranquilo a nadie en particular al reunirse con todos en la sala del comedor, después de ver la función de la niña y la fuga del señor Gñeé con los papeles para las votaciones esas extrañas. - Con una niebla tan densa, nadie del exterior podría entrar aquí. Y desde luego, nadie del interior podría salir. Lo que significaría, que si nos pusieramos a jugar a los policías con todas estas urnas, yo no me extrañaría nada de que alguien quisiera jugar a los ladrones. Oh, esperad, que eso ya lo hicieron ayer... - dijo, balanceando ahora la cabeza de izquierda a derecha al ritmo de una canción invisible en lugar de su cetro.

-...Todo este ambiente me inspira muchísimo. ¿A vosotros no? Una baronesa que cita a veintitantas personas aquí, pero luego no aparece. Montones de puzzles para las mentes inquietas, con tesoros esperando ser descubiertos. Esposas, niñas y niños que parecen salidos de la más pura historia de miedo... Me inspira, me inspira de verdad. Por favor, decidme que no soy el único que lo está pensando. Una mansión vacía, sin baronesa ninguna, en medio de la nada, no se puede entrar ni salir... ¿A que este parece el escenario perfecto para una saga de asesinatos en serie? ¿A que sí? Disculpad si es un tema tabú, pero es que me fascinan las historias policíacas tanto como lo paranormal. Pero como ese mundo me quedaba grande, me apunté al otro, ¿saben?-

-Que interesante- realicé la observación - Alguien mas encuentra curioso esto, por que a mi me ha parecido de lo mas normal y agradable-  sacando un bizcocho de chocolate de la maleta me dispuse a comerlo.

-Buenos días compañeros, ¿Cómo pasaron la noche?, tres fantasmas vinieron a mi habitación así como dos demonios pero por fortuna solo comieron té y galletas, ¿Alguno conoce a mi hijo Jimmy? es un jovencito de lo más encantador, lo extraño- me limpié con un servilleta, mientras examinaba la sala.

Cuando la niña se coge a mi pierna un cosquilleo me recorre el cuerpo, titubeante pongo una mano en su cabeza y la acaricio algo temblorosa no me da tiempo a decir nada, se aleja y empieza a explicarnos lo que debemos hacer, sin más coge mi nombre y lo mete en una urna Pero que... Ya tienes edad para saber leer. Has metido mi nombre!! Me tapo los ojos con una mano y niego con la cabeza resignada, en fin...Miro por la ventana la niebla densa que menciona uno de los compañeros. A mi me inspira inquietud... Desde que llegamos noto una sensación de peligro y de calma a la vez. Debemos investigar pero con precaución, al menos hasta que sepamos un poco más de este lugar.

-Opino como usted, señor Janssen. Creo que la Baronesa, si es la mitad de aguda que su padre (que-Dios-lo tenga-en-Su-Gloria), nos ha preparado una velada inolvidable. -dijo Madame Maslova, sumándose a la conversación del gran comedor, tras haberse adecentado un poco en su habitación. Ya no llevaba aquel grueso abrigo de piel, aunque sí se había dejado el coqueto gorro peludo y ahora portaba un elegante vestido de noche, apropiado para toda ocasión. -Los actores que ha contratado son de primera fila, aún me estoy preguntando como ha hecho antes la niña aquel delicioso acto de desaparición a través de la puerta cerrada. Por supuesto, tampoco puedo descartar que alguno de ustedes sea también un actor al servicio de esta puesta en escena. Por ejemplo, usted -dijo, señalando vagamente en la dirección de la pitonisa Clarisa- es más que evidente que usted está metida en el ajo, si me perdonan la expresión. -concluyó, mientras examinaba los armaritos de aquella lujos estancia en busca de alguna botella de licor.

Podrían ser experiencias de una vida pasada irrumpiendo en el presente. Podría ser un recuerdo de raza almacenado en el inconsciente colectivo. O clarividencia, o contacto telepático.

Tenemos que averiguar el misterio aunque... Para mí es una regla no involucrarme con gente poseída. En realidad, es más una pauta que una regla.

Ethan se acercó a la mesa e inspeccionó la cubertería mientras el resto charlaba. Con una de las cucharas en la mano se dirigió al resto. – En mi experiencia los fantasmas suelen ser un tío con una manta, humo, trucos de luces y espejos. Es muy fácil engañar al ojo humano con trucos visuales. – Dijo mientras les mostraba a todos la cuchara y la hacía desaparecer con un simple juego de manos. – Creo que no deberíamos asumir que estamos lidiando con un problema sobrenatural hasta que veamos pruebas concluyentes.

Los niños volvieron de la cocina. - No hemos encontrado nada realmente útil, pero hemos llegado a una conclusión, aunque no es de nuestro agrado. Vamos a obligar a la gente que no cree a creer en los fantasmas, vamos a obligar a Sam Diamond a ser el receptáculo. Aunque esto hace que haya más posibilidades de que el exorcismo falle y muera, pero al menos morirá creyendo. - se quedaron un segundo en silencio, luego habló Micaela. - Ah si, por cierto, hay un cadáver en la cocina, el de Madame Leurre. - sentenció la niña sin expresar ningún tipo de preocupación, pues ya la habían bendecido y no había riesgo de que su fantasma los atormentara.

- ¡MAGNÍFICO! ¡SUBLIME! ¡JA JA JA JA JA JA! - exclamó el hombre pájaro en voz alta y una frenética risa en cuantito se enteró por parte de los niños pijos de que había un cadáver en las cocinas. -¡Gloria in excelsis Deo! - exclamó levantando los brazos al cielo. - ¡Os lo dije! ¡Os dije que este era el escenario perfecto para una obra así! ¡Y al parecer, nosotros somos actores! Qué magnífica forma de abandonar la vida, que viendo una tras otra apagarse. Si llego a saber que iba a pasar de la sartén al fuego, me habría traído la cámara. Se está mejor en casa que en ningún sitio... ¡Ja ja ja ja! -

El hombre pájaro se sentó en una de las sillas, y puso las piernas sobre la mesa, cruzado de brazos, cómodamente. - Dejen al señor Diamond en paz. Ya ha sufrido bastante el pobrecillo al dislocarse el hombro estúpidamente. - el hombre pájaro negó con la cabeza. -Si es que... ¿a quién se le ocurre? - le volvió a regañar. - Señores, el show ha comenzado, y los niños ya tienen un cabeza de turco. Y yo digo ¿nadie está cansado de ellos? ¿Por qué no les metemos a ellos en los calabozos, para que jueguen con la otra niña? O, si es un espíritu, ya que están, que la exorcisen. Tanto da una cosa como la otra. - se encogió de hombros.

Poco a poco las bombillas de la estancia se apagan, una a una hasta que el candelabro finalmente se queda sin iluminación; la puerta que daba al Gran Recibidor Principal se cierra de un portazo; mientras que las ventanas se abren de golpe y un viento gélido entra por ellas al igual que parte de la neblina que rodeaba el castillo.

Poco a poco la niebla va engullendo los cuerpos y los rostros de los invitados que se encontraban más cerca del ventanal, mostrando en ellos una mirada petrificada de terror, primero se tragó a Clarisa que estaba al lado de Alexandra, luego sería el turno de Edgard Richstone y del Padre Lankester, los Doctores, Egon y Valerov. El resto de los invitados se habían alejado ligeramente de las ventanas viendo como esto había acontecido tan de repente y la niebla continuaba avanzando.

La niebla se detendría a la altura de Zacharías Janssen, quien parecía contenerla, o quizás controlarla usando aquellos dos cuervos que tenía a cada hombro, aleteando como locos. Lentamente un líquido viscoso comenzó a caer de los orificios de la máscara de pájaro de Zacharías, mientras esta se abre lentamente mostrando unos filosos dientes.

Aquel monstruoso Zacharías lentamente se acercaba con aquellos filosos dientes a Sam Diamond, el cual no podía moverse lo más mínimo, pues sus piernas no se movían del lugar, estaba paralizado por el miedo y el terror de lo que veía ante sus ojos.

Los niños rapidamente toman acción, rodeando a aquel Zacharías endemoniado, lanzando agua bendita mientras realizan cánticos en un idioma extraño, quizás fuera hebreo. Pese a ello, tan solo lograban que aquella criatura ralentizara su movimiento hacia Sam Diamond, pero seguía firme y regía en ir contra el, alzando su mano, ahora convertida en garra trató de desgarrar el cuello del hombre y lo hubiera logrado si el último niño no se hubiera puesto delante de Sam.

-"AN-TO-NIOOOOOOOOOOOOOO" -gritó el niño, propagando una onda expansiva hacia aquella criatura, esperando que con esto fuera suficiente como para acabar y expulsar a aquel Zacharías demoniaco.

El grito provocado por el que a todas luces parecía ser "Antonio" resultó de forma sublime no solo para hacer retroceder unos pasos a aquella criatura; sino para deshacer aquel estado en el que Zacharías se encontraba, el pico se cerró y dejó de supurar el líquido negruzco mientras tanto sus cuervos seguían aleteando enloquecidos.

La niebla incluso logró retirarse levemente hacia las ventanas, liberando así a todos aquellos que habían sido devorados y engullidos por esta, devolviendo la situación a una aparente paz y tranquilidad, mientras todos volvían a tener rostros más acordes a la situación que se encontraban, eso sí, mudos, por todo ello.

Sam ya podía moverse nuevamente, aunque sus zapatos estaban cubiertos de aquella brea que el Zacharías monstruoso había segregado mientras trataba de alcanzarlo incansablemente y que, sin lugar a dudas, lo habría hecho, si no fuera por la presencia de aquellos niños.

Precisamente iba a proponer esperar a ver que pasa, no es momento de empezar a dudar los unos de los otros sin razón, es momento de aunar esfuerzos en resolver el misterio y llegar al final del mismo para poder cobrar.

La verdad es que Sam había estado ausente pensando con ahínco en aquella vez que tuvo que infiltrarse en aquel club de caballeros desnudos solo con intención de recabar información. Así que había estado escuchando a medias lo que decían aquellos niños, pura palabrería infantil sin duda. Y había visto con aire completamente embobado la "aparición" que le había manchado por completo los zapatos.

Sacudió los zapatos sacándose la brea y con una voz de tipo duro (con su completamente racional tono de terror subyacente) dijo: -He visto tipos más duros en el puerto de Boston. Se llevó un cigarrillo a la boca y miró a los críos demoniacos. -Buen intento chavales, pero sigo sin creerme todo esto. En Broodway he visto actuaciones mejores... o no? Acabó diciendo con un deje de duda. -Demasiado conveniente todo, sin duda alguna.

Empezó a restregar un zapato contra la pared para sacar la brea. Esperaba que saliera rápido, el sueldo de detective privado de renombre no daba para ir muchas veces a la tintorería.

Los niños alababan a Antonio mientras este sostenía en alto el tarro en el que se había metido el espíritu exorcizado. - ¡Poco importa que creas o no! ¡Hemos capturado uno de los espíritus de esta casa! ¡El malvado Zacharías ya no volverá a hacer daño! - todos los niños bailaban al ritmo que marcaba el poderoso Antonio el cual tarareaba una canción, obviamente usando su nombre. - Antonió, Antonió A-A-A-A-Antonió.

Calev se acercó al hombrecillo que decía ser detective y entre risas le dijo. - אתה תשרת אותנו כדי למשוך יותר רוחות, חוטא ארור, כי החיים של חטא להיות כמוך, שווה כלום, חלאה. - y le dio una buena palmada en la espalda.