Partida Rol por web

Al parecer aquellas figuras de metal estaban sobre unos raíles en espacios de 6 x 6 cuadrados, y tenían formas rectangulares que ocupaban 2 o 3 cuadrados, tanto en forma horizontal como vertical; el mayor problema que estos rectángulos de metal presentaban es que no podían moverse libremente, las que estaban posicionadas de forma vertical solo podían moverse de arriba a abajo, y las horizontales de derecha a izquierda.

Destacando en una de las horizontales había una esfera de color azul, justo enfrente de la única salida que daba al estanque. Además de eso, al lado de aquella zona de cristal se encontraba una especie de plancha, que parecía estar atrayendo a una placa de metal. ¿Sería un imán?.

Edgard estaba ensimismado viendo al joven intentando resolver el misterio de las placas, un típico puzzle de deslizar hasta extraer la pieza marcada. Cuando se dio por vencido el señor Fox, se aproximó e inicio infructuosos intentos de resolverlo.

Cuando le parecía que se encontraba a punto de dar con la clave, una lluvia de agua caliente le hizo perder el hilo hasta que se giró de nuevo, una vez controlada la situación, lleno de ira.

- ¡Por todos los diablos! ¡Esto sale ahora!

Y por fin vio la solución. A veces para liberarse hay que quedarse encerrado.
Sonrió y pensó nostálgicamente en sus años mozos. Con sus largos y elegantes dedos, comenzó a deslizar las placas hasta que la roja quedó libre.

- Por fin...

Lentamente, deslizó la pieza roja hasta la salida.

La placa rojiza salió finalmente de aquel demasiado complejo sistema de almacenaje de esferas de cerámica; deslizándose esta por el estanque hasta finalmente quedar en el fondo del mismo, ahora mostrando como, en efecto, la esfera de cerámica azul cían estaba a tan solo unos cuantos centímetros de ser obtenida para la colección.

Si no fuera por las implacables tortugas que se habían refugiado en el estanque para evitar las quemaduras de la fuente, claro está; ahora otro nuevo problema se presentaba ante los investigadores y era recuperar la bola sin perder ninguna extremidad.

Intrigado por la fuente, ahora que todo parece calmado, Edgard se acercó a los restos de la misma por ver si la fuente aún era operable. Se le había ocurrido que podrían usar el agua hirviendo para cocer a las tortugas en su propio lago vertiendo allí el agua. Si el tubo pudiese ser dirigido ahora que la estructura de piedra se había desintegrado.

Después podrían, simplemente verter agua fría y esperar que algún voluntario se adentrase en la aguas a recuperar la bola.

La fuente ya no expulsaba agua, y el agua que aún esta conservada en su parte baja ahora se encontraba tibia, por lo que no sería capaz de hervir a ninguna tortuga y mucho menos hacer una sopa de ellas. Los trozos de roca de la parte superior de la fuente se encontraban esparcidos por todos lados.

-¿Acaso pretende emprenderla a pedradas con las tortugas, sir Richstone? Son unas criaturas nauseabundas, no lamentaría su pérdida y ahora que la "amiga de los animales" está entre rejas, nadie se lo impediría. Desde luego, sería un buen colofón al espectáculo de la fuente -comentó jocosamente la anciana. Había contemplado desde cierta distancia los últimos acontecimientos, incluido el pequeño show que constituyó la imagen del investigador jugando con el imán y las placas. Sin duda, lo necesitaba como reconstituyente tras las trágicas pérdidas de la última noche.

- No creo que las pedradas puedan funcionar, como mucho podríamos hacer un puente con las piedras en el estanque, aunque no creo que sea posible - cogí el imán que había usado el señor Richstone y lo até a mi cinturón. A su vez, usé mi jersey para atarlo al cinturón y hacer una "caña". Tiré el imán al estaque donde estaba la pieza de metal con la piedra, con la esperanza de que se enganchara.

La pieza de metal se enganchó, pero al levantarla, la esfera cayó y se quedó en el fondo del mismo. Además de eso, las tortugas se envalentonaron contra Cat Lam, quien tuvo la suficiente destreza y agilidad para esquivar los mordiscos de aquellos animales carnívoros.

- ¡Malditos bichos! - grité echándome rápidamente atrás - vale, voto a favor de las pedradas, no perdemos nada con intentarlo. Si con suerte esta noche cenamos sopa de tortuga me pido llevarle la cena a la happy flower en su celda - bromeé cogiendo una piedra y lanzándola al aire para recogerla inmediatamente después.

-Vaya es verdad lo que dicen, las canas dan sabiduría. Tal vez debería dejar de teñirme...-Tal vez no lo parecía pero estaba alagando el buen trabajo de aquel hombre de bigote fino.

-Esas tortugas si que son voraces. ¿No había una escalera para poder ponerla entre ella o algo? -La idea de hacer un puente no era mala después de todo.

-O si tuviéramos mas carne, supongo.

Alexandra les dio unos ligeros puntapiés a los restos de la fuente, como valorando si alguna de aquella piedras valdría para hacer puré de tortuga.

No parecía haber nada de interés entre los restos de la fuente, ni un arma secreta mata-tortugas ni siquiera una piedra lo suficientemente grande como para hacerle un Mario Bros a aquellos animales y salir indemne de ello. Los restos de la parte superior de la fuente no eran más que pequeños cascotes y esquirlas.

-Entonces... La bola esa que "debemos" recuperar esta en el estanque donde están las tortugas asesinas... Y tenemos que cogerlas sin morir en el intento o perder un dedo ¿verdad? -Se toqueteaba al barbilla pensando.

-¿Se podría usar el cartel de las tortugas que encontramos como pala para recoger la bola? mmmm... Seria supongo que tiene que haber algo aquí para poder recoger la bola, distraer los quelonios o algo. -Se puso a rebuscar por la maleza. A ver si encontraba algo mas que la señal mencionada.

Lo único que se pudo encontrar entre la maleza, a parte de alguna que otra tortuga enfadada, la caja que contenía los engranajes que finalmente hicieron que la fuente expulsara agua, ahora en un estado de "Stand By", puesto por Antonio, tal y como lo habíais encontrado la primera vez que pasastéis por ahí.

-¿Que sucede si se gira al otro lado la palanca esta? -Pregunto Fox investigador de lo invisible preguntándose también a donde iba ese segundo tuvo que salia de la caja, moviendo la palanca hacia la izquierda.

Con un profundo sonido del drenaje, los cuellos de los invitados se giraron para ver de donde este procedía y, en efecto este vino de aquel estanque de las tortugas; poco a poco el nivel del agua fue bajando hasta que finalmente esta fue eliminada por completo, tan solo dejando la placa metálica rojiza, la esfera de cerámica y alguna que otra tortuga enfadada y confundida.

Aprovechando la confusión de los quelonios, la Odoyevski-Maslov vio su oportunidad de oro para hacerse de una vez por todas con la esfera de marras. Con toda la velocidad que le era posible a la anciana de XXX años, se apresuró hacia el estanque vacío para tomar la esfera entre sus ágiles y expertas manos y, quizás, si la fortuna le era propicia, la placa metálica también.

La fortuna no le fue propicia a la señora de xxx años, pues cuando intentó levantarla todos los de la sala escucharon un chasquido, con ese poderoso "clack", la señora de xxx años no tuvo más remedio que dejar atrás la placa de metal y volver a la seguridad antes de que las tortugas deshidratadas la alcanzaran... y logró escapar pese a llevar una mano al bajo de su espalda.

-Oy, oy, oy, si es que quién me mandaría a mí, a mi edad. Bueno, al menos tenemos la bola -dijo, recomponiéndose como pudo y echándole un buen vistazo a la esfera que tantos esfuerzos les había costado conseguir.

-Cука блять! -profirió. Les dedicó a las tortugas un último vistazo, confiando no tener que cruzarse nunca más con aquellas con aquellas criaturas del demonio.