Partida Rol por web

La historia recordará este día más o menos de esta manera. Al comienzo de la mañana, justo cuando el sol despuntaba el horizonte, varios misiles disparados desde un lugar secreto en el Yermo Capital impactaron sobre varias localizaciones de toda la zona. La mayoría, desprovistas de defensas contra ellos, cayeron presa de las explosiones, del calor y de las ondas expansivas de las decenas de misiles que cayeron sobre todo el lugar.

Sin embargo, había un bastión, el último lugar de la esperanza humana, que aún seguía en pie.

Esa mañana, a las 700 horas, tres misiles se dirigieron hacía La Ciudadela. Las defensas antiaereas y antimisiles de la Hermandad del Acero abrieron fuego directamente sobre los misiles. Las armas de railes que se encontraban sobre las murallas, escupían balas a diestro y siniestro mientras que toda La Ciudadela se encontraba en estado de alerta. Allí, entre los soldados de la Hermandad del Acero, se encontraban algunos supervivientes. Los que han podido sobrevivir a la debacle que habían causado las fuerzas del Enclave.

Pero aún le quedaba una baza a los enemigos, y esta eran los misiles.

Uno de ellos fue destruido por las defensas de la Ciudadela, sin embargo, dos de ellos cayeron e impactaron sobre los edificios haciendo que todo salga volando por los aires. La onda expansiva mandó a varios de los soldados de la Hermandad a varios metros de distancia, sin embargo, los supervivientes estaban a salvo de las explosiones, resguardados entre decenas de soldados dispuestos a la guerra.

En ese preciso momento, por los altavoces de La Ciudadela comenzó a sonar una canción que todos reconocían...

Los centinelas apostados en las murallas gritaron, y las puertas se abrieron para dejaros ver lo que sucedía allí fuera. Una polvareda se levantaba en el horizonte y poco a poco, con el sol en la espalda, comenzaron todos a ver una silueta enorme que se acercaba caminando y tras unos segundos, cuando la nube de arena y tierra se disipó, pudieron ver a las filas del Enclave, marchando en dirección a La Ciudadela con la sincera intención de dejar todo convertido en cenizas.

Iba a ser una batalla épica, de dimensiones nunca antes vistas.

Y los supervivientes, y los enemigos, iban a vender cara su vida.

Actualizaciónes:

A todos los que habéis salido de la Cueva con vida, la Hermandad del Acero os ha preparado unas armaduras especiales y os han dado un entrenamiento intensivo de varias horas para manejarlas. Son armaduras hechas con trozos de otras armaduras por lo que no son tan buenas como las que puede llevar Sarah o Cross, que son soldados experimentados.

Esas Armaduras os quitan 2PV del daño que puedan haceros, es decir si os hacen 4PV de daño, en realidad os pasan dos.

Sarah y Cross recibieron actualizaciones de sus armaduras. Ahora la Armadura de Sarah y de Cross doblan el daño resistido.

Los que llevéis Gordos al Combate, el ataque es -1, es decir que restáis uno a vuestra Destreza, pero el Daño es +14, además de tener radio de efecto y hacer 4 RAD´s de daño a los impactados.

Los demás habéis recibido armas de energía con un Ataque de +2 y un Daño de +3.

Los que llevan el Robot:

Para maniobrar con el es necesaria una tirada de 1D10 + Inteligencia.

Sus armas, para utilizarlas se usan con 1D10 + Destreza. Las ametralladoras tienen un bono de +3, con un daño de +6. Los misiles tienen un bono de ataque de +2, con un daño de +10.

La resistencia del robot es grande, y buena contra las balas y armas de energía, pero no tanto con los misiles.

Actualizaciones:

Los que llevan el Robot:

Para maniobrar con el es necesaria una tirada de 1D10 + Inteligencia.

Sus armas, para utilizarlas se usan con 1D10 + Destreza. Las ametralladoras tienen un bono de +3, con un daño de +6. Los misiles tienen un bono de ataque de +2, con un daño de +10.

La resistencia del robot es grande, y buena contra las balas y armas de energía, pero no tanto con los misiles.

Los kits:

Cada "+" en el kit, da un +1 a lo que sea. Si es al ataque, sumáis uno más al ataque. Si es en la defensa, resistís esa cantidad de daño, el daño sobrante pasa a vuestro cuerpo.

Las armas que os han dado son armas de energía con un bono de +2 al ataque y un bono de +2 al daño.

La batalla estaba a punto de comenzar.

El Enclave, que se encontraba al norte en perfecta formación, y la Hermandad del Acero al sur. Las murallas habían caído por varias partes, en dónde los misiles impactaron o la onda expansiva las había destruido. Así que iban a combatir en campo abierto, cubierto por las rocas y las irregularidades del terreno.

El Enclave había obtenido una pequeña ventaja, al lograr que los misiles impacten sobre La Ciudadela, por lo que seguramente, serían los primeros en lanzar su ataque...

Cross fue de los primeros en salir del bunker que resguardaba a los supervivientes. Las explosiones de los misiles sin duda habrían acabado con la vida de varios de sus hermanos, pero su responsabilidad ahora era salvaguardar las vidas de los civiles que había a su alrededor.

Con gesto ceñudo, el guerrero del acero se llevó el gordo al hombro, eligió una zona de las fuerzas enemigas en las que se aglutinaran más soldados, y disparó la mininuke con una precisión asombrosa.

¡Si creeis que vais a joderme en mi casa, vais listos!

El enclave, por fin, presenta guerra. Los misiles caen, y al parecer el único bastión que consigue aguantar del todo es la Ciudadela, que aun así resulta golpeada parcialmente. Al lado del bien, decenas de armas, construcciones potentes y pesadas armaduras de gran resistencia. Al otro lado, ceguera en sus soldados, vacío en los corazones y poco más que muerte y desolación como único objetivo.

Entonces, el combate en tierra se inicia por fin. Empuño mi arma, un rifle de energía prestado por la hermandad, y en cuanto tengo un enemigo a tiro abro fuego. No debe quedar ninguno.

Los misiles habían caído y con ellos el derrumbamiento de la ciudadela, no teníamos apenas muros con los que defendernos y los seguidores del enclave se habían agrupado para atacar.

Durante el tiempo que pudimos aguantar en la ciudadela, nos equipamos con armaduras y armas para estar preparados. A pesar de mi tamaño pude ponerme un especie de servo armadura creada a partir de viejas armaduras, en el almacén pude encontrar armas de energía, guardaré mi supertrineo para el cara a cara.

La hora de la batalla había comenzado, delante nuestra estaban ellos, aquellos que habían cambiado de bando, que casi acaban con mi vida (recuerdo el agujero que me había atravesado). De entre todos distingo al pequeño asesino de Little Lampligth. Vaya volvemos a vernos rata asesina, no se como sobreviviste a aquel monstruo pero esta vez no saldrás vivo.

Apunte concienzudamente a mi objetivo y disparé.

Por fin nos veíamos los unos con los otros. Por fin, podía ver a los que aún seguían vivos, pero ahora podíamos optar por una victoria, derrotando todos ellos. Tan solo había que apuntar bien y acabar de una vez por todas con este combate.

Apunté al bando contrario y disparé mi kit.

El androide, con su programación de la guerra aún en su memoria, escogió al enemigo más lógico según sus directrices: un chino.

Con una sonrisa de oreja a oreja, se dio su tiempo peinando su tupe, con su navaja de peine antes de poner las manos en su kit y elegir a su objetivo. Sorprendentemente entre todos los enemigos, habia una cara que le resultaba familiar, pero no sabia la razón real. Por lo que opto por lo mas lógico acabar con ella. Cortando así cualquier tipo de lazos con su anterior existencia.

Viejos conocidos se encontraban allí, caras de enemigos que ya no tendría porque volver a ver. Rostros que tan solo representaban el mal mas absoluto.

Es hora de acabar con el Enclave de una vez por todas... Aunque sea lo último que haga...

No puedo más que sentir asco y desprecio al ver a mi enemigo aquí, frente a mí, cara a cara. Siento la necesidad de aplastarle la cara a puñetazos, golpe tras golpe, rompiendo poco poco los cartílagos y los huesos. Pero eso tendrá que esperar, primero debo ocuparme de un asuntillo.

Butch, mucha suerte hermano, cárgate a todos los que puedas. Clover, intenta que no te maten, tengo un regalo para ti, te daré todo lo que te mereces después de la batalla -digo mirando a esa mujer con una sonrisa divertida y burlona.

Tras ello me lanzo a por los enemigos.

Todo aquello era muy extraño. La verdad que la supermutante no llegaba a enterarse de qué pasaba, pero sabía que la única forma que había de proteger a los que estaban en la Ciudadela, era disparando contra todos los que se acercaban.

Esperando que Arcade maniobrara para posicionar el robot, Lily movió los controles de las armas, acostumbrándose al manejo y ya de paso soltando alguna que otra palabrota por descubrir que el eje-Y no estaba invertido.

Realmente aquella no era su lucha, pero por alguna razón sabía que el futuro de lo que quedaba de la humanidad, supermutanticidad y necroguicidiad dependía del resultado de aquella batalla.

Siguió la iniciativa del necrófago y descargó las ametralladoras contra el bando contrario.

"bueno, pase lo que pase creo que esto acabará aquí" estoy incomoda con esta armadura de la hermandad hecha con piezas sueltas, pero creo que voy a agradecer cada placa de metal protegiendome

Y ahora, atacar. Me cuesta un poco levantar el Gordo, la brutal arma me hace parecer pequeña incluso con la servoarmadura, me pregunto si podría levantarla sin la ayuda de esta, pero eso no tiene importancia ahora. Con poca confianza en mi punteria con un artefacto así decido apuntar hacia el bulto, una gran honda expansiva y las formaciones cerradas siempre han sido grandes amigas

El niño observo interesado los bandos, en un santiamén tomo la decisión y una sonrisa se apareció en su rostro.