Partida Rol por web

Little Lampligth

Ocupantes: 4/5

Noche 0

Todo transcurría apaciblemente en la ciudad de los niños. Esa misma tarde, uno de ellos había tenido que abandonarla por llegar a la mayoría de edad permitida para vivir allí, justo cuando varios supervivientes decidieron entrar en ella, para compar algunos víveres o simplemente para curiosear. Pero en ese momento, uno de los niños, que parecía ser el que mandaba allí, ordenó que cerrasen las puertas y decretó una especie de toque de queda. Los rumores que se escuchan entre los pequeños son que El Enclave ha desplegado fuerzas cerca del lugar y para mantener la seguridad de los niños que allí vivían, se decretó la ley marcial.

Y allí están los supervivientes, en una sala que destinaron para ellos, ya que no eran habitantes de Little Lampligth. Una sala con paredes hechas de telas y plásticos, en una de las casas de madera abandonadas. Todo estaba tranquilo esta noche, pero los niños parecían bastante nerviosos.

Vaya, parece ser que tendremos que pasar la noche aquí. No importa, Leo está tranquilo y a lo mejor por aquí encuentro a mis nietecitos, comenta Lily en una voz demasiado grave para tratarse del de una mujer mayor pero demasiado suave para tratarse del de una supermutante.

Visitar "Little Lampligth" siempre me causa una extraña desazón, no puedo dejar de observar a estos niños que actúan como si fueran hombres adultos, pero que, cuando por fin llegan a la edad de ser hombres, son expulsados de la comunidad y, si alguna vez vuelven a ella, son considerados extranjeros.

Los miro y apenas recuerdo cuando yo era como ellos, no se que es lo que pensarán de mi barba y mi pelo completamente blancos y de mi piel tan quemada por el sol y la intemperie que más que una cara parece que llevo puesta una máscara. Lo que unido a las ropas viejas y gastadas, mi petate de un color indeterminado del que sobresale mi viejo pico de minero y el raído sombrero que llevo, me dan un aspecto bastante raro y lamentable, sobretodo si me comparo con ellos.

Saco de mi petate mi vieja pipa de madera y hueso que me ha acompañado estos últimos años y mientras la llevo a la boca, busco una postura cómoda en la que poder descansar del duro viaje por el yermo que me he tenido que dar para llegar hasta aquí. Observo a los pequeños correteando de un lado a otro, parece que están nerviosos y preocupados por un posible ataque. Después observo a mis compañeros de habitación y con un encogimiento de hombros enciendo la pipa y le doy una calada lenta y profunda.

El hombre de piel color ébano tamborileaba con sus dedos metálicos sobre la tabla de la mesa. No le hacía ninguna gracia haberse quedado allí atrapado, en la maldita ciudad de los niños. Si no estuviera allí siguiendo órdenes directas de la Ciudadela, ya se habría encargado él de enseñar a esos mocosos quién podía y no podía salir de allí.

Pero así estaban las cosas, y Cross debía compartir ahora alojamiento con una amalgama de todos los engendros habidos y por haber.

El paladín seguía haciendo su incesante ruidito con los dedos, en tanto que dirigía sin pudor alguno la mirada al resto de individuos presentes...

El hombre joven parece muy nervioso, aún no ha aprendido a tener paciencia y se le nota. Cuando su mirada se cruza con la mía, sonrío mostrando mi boca desdentada y mis dientes sucios y partidos por la dura vida en el yermo, para intentar tranquilizarlo, sus nervios no son buenos para nadie, especialmente para él. Inclino la cabeza a modo de saludo sin dejar de sonreír.

Lily seguía escudriñando los rostros de los niños. No conseguía encontrar a sus pequeños Jimmy y Becky. Dándose por vencida, volvió al centro de la sala. No os preocupéis, no os pasará nada. Si hay cualquier problema, poneros detrás de la abuelita, sonrió la supermutante.

Cross se vio obligado a hacer una ligerísima reverencia al anciano, que le miraba y sonreía insistentemente.

Igual así deja de hacerlo se excusó consigo mismo el paladín. Aunque no tenía mucha pinta de que el anciano se comportara. Por contra, la que no paraba era esa extraña supermutante. ¿de dónde demonios sacaría las ganas de estar feliz, con esas pintas?

Ejem carraspeó el miembro de la Hermandad del Acero. No se ofenda señora, pero no tengo ningún miedo. Mi tecnoarmadura me permitirá superar lo que sea. se jactó, aunque no daba la impresión de estar tan seguro de si mismo como quería aparentar De todos modos, ¿está buscando a alguien?

Claro que no joven, por supuesto que no tienes ningún miedo. Un joven tan bien ataviado como tú, tan apuesto y con tanta seguridad en si mismo no puede tener ningún miedo. Aunque a mi parecer eres como una de esas hormigas de fuego, con una carcasa muy dura pero con carne muy blandita dentro, y muy sabrosa según Leo. Durante unos instantes pareció discutir consigo misma, No Leo, eso no esta nada bien. No, no y no.

Ah, pero no te preocupes, que a mi no me gusta la carne humana, sonrió de nuevo.

Muchas gracias por preocuparte, cariño. Busco a mis nietecitos, Jimmy y Becky. Pero llevo tantos años buscándolos que seguro se han debido esconder muy bien.

Sonrío levemente ante las palabras de la supermutante, para a continuación darle una profunda calada a mi vieja y fiel pipa. Después, entre el humo generado, observo a mis compañero de habitación, sin dejar de sonreír levemente ante sus comentarios, antes de decir:

- No se preocupe señora, si sus nietos están por aquí, les encontraremos facilmente.

Ay, buen hombre, no te preocupes. Mis nietecitos ya no están por aquí. Han pasado tantos años.., rememoró con añoranza.

Lily se acercó al Coronel Tsu. Tú tampoco te preocupes, seguro que estás nervioso y no puedes hablar. Mientras yo esté aquí nada te ocurrirá.

DÍA 1

LITTLE LAMPLIGHT

Algo parece que está sucediendo justo en la entrada principal de la Ciudad de los Niños esta mañana. Los disparos de Láser y las balas, parecen repiquetear en las paredes de metal de la ciudad. El Mayor, que al parecer es el niño que está al mando, se ha ocupado de ver que todos vosotros os encontráis bien, pero lo más importante, que la seguridad de la ciudad no haya sido vulnerada.

Tras una media hora de revuelo, los disparos parecen haber cesado, sin embargo, la puerta principal ha sido seriamente dañada por lo que los niños se han puesto manos a la obra para recuperar la funcionalidad de dicha puerta, para mantener seguro a los habitantes de la localización.

Pero el peligro ha pasado, y las puertas se han abierto de par en par para los que queráis marcharos de ese lugar.

Recursos:

Agua Sucia x3: Recupera 1PV +1RAD.

Estimulante x1: Recupera 2PV.

Pistola Laser: Daño: +1, Disparo: +1, Balas x1.

Parece que por fin podremos salir de aquí musitó Cross tras el intercambio de disparos inicial. Sin embargo, el paladín era un tipo curioso, y semejante ataque contra Little Lamplight era algo que no podía dejar de investigar.

Si les parece, tomaremos cada uno uno de esos viales de aguasucias. No tiene buena pinta pero es lo que hay. sugirió, sopesando la reacción de cada uno de los presentes, e ignorando por completo al tipo que nisiquiera se habñia presentado.

No tengo interés ninguno en la pistola láser, no puede ser mejor que la mía propia, dijo dando unas palmaditas en la culata de su arma, enfundada a la cintura. En cuanto a los estimulantes... la Hermandad del Acero no consume drogas. Pueden quedarse con ello si les apetece.

Dicho lo cual, el paladín Corss llamó a uno de los críos que regían el asentamiento.

Quisiera tener unas palabras con el Mayor, muchacho. Quiero saber qué diantres ha pasado aquí.

Miro con curiosidad al impaciente hombre joven que apenas han abierto las puertas, ya tiene prisa por irse y asiento ante sus comentarios. Después me levanto lentamente, me estiro haciendo crujir mis viejos huesos uno tras otro y dejo escapar un leve suspiro, antes de agacharme con parsimonia a recoger mi vieja mochila y la levanto cogida sólo por una correa. Doy una profunda calada a la pipa, dejo reposar el humo del tabaco unos instantes y después lo dejo salir lentamente por la comisura de la boca.

Me muevo sin prisa hacia los objetos, me acuclillo frente a ellos y guardo uno de los viales de agua en mi petate, mientras le tiendo uno al joven impaciente y otro a la supermutante para que los cojan.

- En principio me parece bien lo que dice, joven, muy razonado. - Sonrío levemente en dirección a él antes de mirar a la supermutante y añadir. - Y usted, señora, ¿que opina?, ¿prefiere la pistola o los estimulantes?

No Leo, no podemos hacer nada, gritaba la supermutante fuera de sí. ¿No ves que las puertas están cerradas? No, no voy a destrozarlas, qué cosas tienes. Su discusión duró unos instantes, durante los cuales los disparos no cesaron de sonar.

Al apaciguarse la conmoción, Lily recobró su aplomo poco habitual.

Uy, señorita dice, se ríe Lily. Con el agua tengo suficiente. Pero por no ser malos invitados, no debemos rechazar lo que nos ceden. Así que si no tienes ningún inconveniente, me quedo con el Estimulante. Qué pena que no haya ningún Sigilante por aquí cerca...

Después de entregar el estimulante a la supermutante, me levanto con tranquilidad, me coloco la mochila a la espalda, guardo la pistola en uno de los bolsillos de mi vieja chaqueta (para tenerla a mano en caso de necesidad) y me estiro ruidosamente para volver a colocar mis viejos huesos.

- Si no le importa, joven, me gustaría acompañarle a hablar con el Mayor. También estoy interesado en saber lo que ocurre y si puede ser peligroso al caminar por estas tierras.

Me parece bien, abuelo respondió Cross, aguardando a que el niño se dignara a ir a buscar a su líder. Qué sitio más raro, y qué gente más rara...

- Oh. Adultos. - Dijo el niño mientras salía de una casa. - ¿Qué queréis? ¿Me estáis buscando para darme un escarmiento? ¿Tratarme como a un niño? ¿Ayudarnos? -

El muchacho parecía muy seguro al hablar.

- ¿Qué qué ha pasado aquí? Bueno, nos han atacado, pero los hemos repelido. Somos así de guays, ¿no creéis? Pero volviendo a lo anterior... ¿nos vais a hechar una mano o sólo venís a vivir del cuento? -

Miro al niño con curiosidad mientras entra como una exhalación y no para de hablar a toda velociad, siempre me deja descolocado la vitalidad y lo rápido que se mueven y hablan los niños.

- Sólo soy un invitado. - Digo lentamente mientras me rasco la barba. - Y no estoy para darle escarmientos a nadie. - Doy una larga y lenta calada a la pipa, dejando macerar el humo antes de expulsarlo por la comisura de la boca. - Y para mi todos sois niños, incluso este. - Digo señalando al hombre joven e impaciente que tengo al lado. - Pero ahí fuera siempre es peligroso. Si puedo ayudaros lo haré encantado, sólo que me gustaría poder explorar un poco las cuevas. - Tras el largo discurso, cambio el peso de un pie a otro, y me coloco bien el petate para que sea más fácil de llevar.

- ¡Claro! ¡Las cuevas! Es por allí... pero no os recomiendo que vayáis solo... -

Tras guardar el recipiente de agua que habían encontrado, Cross se dirigió junto con el anciano a hablar con el mayor... que no era más que otro de aquellos críos medio locos.

Heh rio el paladín ante la mención de Pete de que le consideraba un niño. Qué sarcasmo. Pero no importaba, no había venido aquí a demostrar su innata superioridad.

Ejemm... es un... honor, Mayor saludó intentando tratar como un adulto al crío Si necesitais ayuda, estare encantado de ofrecérosla, pero antes dime quién os ha atacado, muchacho. La Hermandad del Acero no se mete a ciegas en peleas absurdas. aclaró muy orgulloso de su pertenencia a semejante banda.

Anciano, si necesita compañía no me importaría tampoco protegerle, pero antes quiero saber lo que tiene que decir el Mayor.