Partida Rol por web

Después de trasplantar su mandrágora Valeria volvió, como no, a sus libros. Sacó uno aparentemente al azar de su maleta y con un gesto de su varita lo abrió por donde el marcapáginas se encontraba, el cual dió un par de pasitos hasta colocarse entre la cubierta del libro y la tapa del mismo, donde no molestase a la niña al leer.

Tras un par de páginas la chica exclama:

- _¡Oh! Mira Galadriel - dice la chica Ravenclaw levantándose a enseñarle el libro sin percatarse de la disputa que tenía ahora mismo con los Griffyndor, metiendose completamente enmedio. - La protagonista de este libro muggle se parece mucho a tí, creo... - el libro se titulaba Ciudades de Papel, y el personaje del que le hablaba, Margo Roth Spiegelman. - Podrías personalizarla en sus... Mhm... las fotogrfías que ven en sus cajas... pel... peluqueros, ¡eso!

Valeria parecía bastante contenta de haber recordado bien la palabra muggle que estaba buscando. ¿O no? Bueno, ella estaba feliz.

Marty había transplantado su mandrágora a duras penas, porque pataleaba y le lanzó tierra a la cara, haciendo que cerrase sus ojos para no tener que soltarla. Así que acertó de milagro con la segunda maceta, después de sentar a su mandrágora encima del rastrillo, y buscar a tientas el segundo recipiente.

Tras su pequeño drama personal mandragórico, asistió en silencio a la pequeña algarabía de sus compañeros. Estaba claro que Sprout, sin enterarse de lo ocurrido, vivía en otra galaxia. 

A la próxima clase me traigo música, o algo para ahorrarme las explicaciones de la señora Sprout.. ¡qué aburrimiento de mujer! ,pensó.. Aunque sin duda la clase era entretenida por sus compañeros: llegaron tarde, hubo insultos, piques entre casas, distracciones.. alguno que se quedó dormido.. 

Con su mandrágora pataleante se había perdido todo eso, pero ahora ya podía hacerles más caso.

No entendía nada, cada uno parecía ya conocerse, entre ellos se gastaban bromas y algo de insultos que el joven Kenma se quedaba expectante ante todo aquello mientras recibe la sorpresa de su gato negro Luna que lo acaricia ebozando una sonrisa - Luna! que haces aquí?  vamonos de este sitio...  En ese momento se despide del chico de cabello anaranjado y tomando si mochila en su otra mano  comienza a caminar a la salida del invernadero .

Quizá fue porque las mandrágoras comienzan a callar y agradecéis aquel silencio. Quizá porque estáis entretenidos en vuestras bromas, que tardáis un poco en daros cuenta de que la profesora ya no habla.

Puede que Kenma, que ya enfila la salida, sea el primero en ver que Sprout mira desde una de las ventanas del invernadero muy atenta al cielo.

Poco a poco también vosotros vais callando. Unos miran a la profesora, otros intentan seguir la dirección de su mirada. Tarde o temprano todos lo veis.

El cielo se había oscurecido con grandes nubes que parecían de lluvia. Al principio sólo es eso, pero las nubes van tomando una forma. La forma de una calavera.

Podría haberse dicho que era tan solo una pareidolia si no fuera porque se movía mientras el resto de las nubes permanecían quietas, al mismo tiempo que iba tomando una tonalidad verde que hacía que destacara en el cielo.

Abre su gran boca, y de ella sale una serpiente.

- La Marca Tenebrosa... - se atreven a susurrar algunos. Aquella marca que se sabe que antaño señalaba el lugar donde un mortífago había matado a alguien. Una marca que no se había vuelto a ver desde la caída de Lord Voldemort. Una marca que nadie esperaba volver a ver jamás.

- ¡Pomona!

La enfermera del colegio, Poppy Pomfrey, entra corriendo desde el invernadero de al lado, el número tres. Al escuchar su nombre, la profesora Sprout se da la vuelta, completamente pálida.

- ¿Puedes verlo? ¿Qué demonios es eso, Pomona? ¿Qué significa? ¿Qué hacemos?

- No lo sé, Poppy... Creo que... deberíamos llevar a los alumnos al Gran Comedor. Hay que encontrar a Minerva. Ella sabrá que hacer.

La profesora os mira, intentando recomponerse y parecer decidida, como si no pasara nada grave y aquello sólo fuese un contratiempo para continuar con su clase.

- ¡Vamos, chicos, recoged vuestras cosas! ¡Todos al Gran Comedor!

Camináis juntos por el jardín hacia el castillo. Sprout abre la marcha y Pomfrey la cierra. No os quitan ojo de encima.

Todo está extrañamente silencioso. No se escuchan gritos de asombro o de miedo, no hay alumnos corriendo, ni siquiera se escucha algún pájaro cantar. Parece que hasta el viento ha callado. Cuando llegáis al Gran Comedor, está vacío, lo cual parece lógico pues a esas horas todo el mundo está en clase, pero os sorprende que nadie más se haya dado cuenta.

- Quédate con ellos. Iré a buscar a los profesores.

La profesora asiente, y con un ligero movimiento de su varita transforma las grandes mesas y bancos del comedor en una redonda, con las sillas suficientes para que os sentéis los 24. Como si el castillo supiera que necesitáis algo de normalidad o consuelo, aparecen golosinas de colores en bandejas decoradas con tonos alegres. Pasan unos minutos en los que nadie se atreve a decir nada en alto, hasta que la enfermera vuelve, muy nerviosa.

- ¡Todos! ¡Profesores, alumnos, y hasta fantasmas! ¡Todos están dormidos!

- ¿Cómo?

La profesora se levanta alarmada. Se había sentado en su lugar de la mesa de profesores donde podía ver toda la sala de un solo vistazo y masticaba algo de regaliz.

- ¡Sí! Lo he comprobado. Los alumnos están apoyados en sus mesas y los profesores en las suyas. Los fantasmas levitan sin rumbo fijo, tumbados y con los ojos cerrados. Pero no están muertos, ni petrificados. Están en una especie de coma. Respiran, pero no reaccionan. Incluso Minerva está en el despacho del director apoyada sobre sus papeles. Nunca había visto algo así.

Cuando la señora Pomfrey termina de hablar, casi inmediatamente, os da la sensación de que, sobre el centro de la redonda mesa, las luces de la sala se concentran mientras el resto se va quedando a oscuras. Van tomando forma, la forma de un fantasma.

Al verlo, tanto Sprout como Pomfrey ahogan un grito. Ellas le reconocen.

- No despertarán. Sus consciencias ahora son mías. No sé cómo vosotros habéis escapado al hechizo, pero da igual, más diversión para mí. Os destruiréis entre vosotros, en lugar de hacerlo yo.

Tom no mira en ningún momento a las ancianas mujeres. Sólo se dirige a vosotros.

- Han cometido el error de pensar que fui destruido para siempre, pero no lo seré mientras mi recuerdo siga vivo. Mientras aún haya un alma dispuesta a seguir mis pasos. Cuatro de vosotros desean mi vuelta, y a ellos les debo agradecimiento. Por lo tanto, les dejaré jugar. Deben acabar con el resto. Así, además, me demostrarán su lealtad.

Una sonrisa inquietante aparece en el traslúcido rostro de Tom.

- Pero no quiero que matéis a nadie, no... con petrificar bastará, pues quiero sus mentes funcionales. Quiero poder absorber su alma como lo habría hecho un Dementor, para hacerme de nuevo fuerte. Uno cada noche. Si mis esbirros logran acabar con todos, serán recompensados.

Con una risa perturbadora que hace eco en la sala, el fantasma de Tom Riddle, desaparece.

Valeria no entendía demasiado bien lo que staba ocurriendo. Cuando alzó la cabeza y vió la Marca Tenebrosa en el cielo se le escapó un pequeño gritito ahogado mientras el libro que tenía entre manos se le resbalaba y caía al suelo. Lo recogió gimoteando asustada antes de que se los llevasen al Gran Comedor, cargando en su pequeña espalda su pesada bolsa de libros, pues precisamente en esa situación no se iba a alejar de lo que más le tranquilizaba.

La cosa fue hasta a peor cuando se quedaron en el comedor. Las profesoras estaban completamente indefensas y no sabían qué hacer... y entonces apareció ÉL. Valeria agachó la cabeza con ansiedad, sabía quien era. Había leído acerca de él y había visto su foto en algunos libros, pues era una de las grandes historias de Hogwarts y el mundo mágico, pero jamás habría esperado ver al fantasma del mismísimo Señor Oscuro.

Llorando en silencio se agarró al brazo del compañero o compañera que tuviera más cerca, temblando de miedo entre lágrimas.

Estaba riendo junto a Tyler cuando algo extraño sucedió. Lo peor de todo es que al darme cuenta de lo sucedido comencé a sentir un inexplicable miedo,  algo difícil de controlar. 

Ahora inundada por esa sensación, sujeto la mano de mi amigo (Tyler)  que tenía más cerca y le dije al oído. - La marca tenebrosa... Ha...  Vuelto. No me sueltes la mano. - expreso un tanto nerviosa mientras caminábamos hacia el comedor. En el camino le hago señas a mis amigos para estar juntos en esto.

Ahora allí sentada espero alguna indicación de las Profesoras, los leones permanecimos juntos como una manada aunque la incertidumbre comenzaba a reinar en el ambiente. 

Solo que de pronto aparece el fantasma de Tom Riddle, momento en que sujete la varita con fuerza en el bolsillo de la túnica. Era una Gryffindor, podía tener miedo pero también era valiente. 

Liam apenas abrió la boca durante aquella sucesión de sobrecogedores actos. Asistió estupefacto a las imágenes formadas en el cielo sin creer lo que estaba viendo, y obedeció sin dudar a la profesora Sprout, recogiendo todo y dirigiéndose al comedor con todo el grupo.

Una vez en la gran sala e intentando asimilar lo ocurrido, cogió una de las golosinas de la mesa - Tomad, están riquísimas - ofreció a sus compañeros. La colorida bandeja llena de dulces parecía lo único alegre de ese día. Pero ese respiro no duró muchó, un espectro hizo su aparición y comenzó a hablarles. Liam no fue capaz de sostenerle la mirada y terminó por esconder la cabeza entre sus brazos, esperando que pasaran los segundos. "Os destruiréis entre vosotros..." fue la frase que más le impactó de todo aquel discurso.

Cuando volvió la calma, y con la risa del fantasma aún resonando en su cabeza, alzó su rostro - ¿Qué ha ocurrido? - fue todo lo que acertó a decir.

Cuando miré hacia el cielo y pude ver la marca tenebrosa, la verdad es que no pude reconocerla. Mi cultura general era más bien escasa y no tenía mucha idea de qué podía significar aquello. -¿Una serpiente saliendo de la boca de una calavera?...Mola.-Pensé, esbozando una sonrisa y asintiendo con la cabeza. Sin embargo, cuando vi que mis compañeros empezaban a mostrar miedo y preocuparse y que incluso la profesora no sabía lo que hacer, cambié totalmente la expresión. -¿Qué se supone que está pasando?

Una vez en el comedor, apareció sobre la mesa la imagen de aquel tipo, el cual yo no tenía ni idea de quien era. Cuando empezó a hablar me hizo gracia. Había dormido a todo el mundo y ahora se aparecía como un holograma en el gran comedor, los tenía a todos muertos de miedo. -Una de las mejores bromas que he visto nunca, increíble.. Pero poco a poco su discurso fue volviéndose más macabro, diciéndonos que debíamos petrificarnos entre nosotros para absorber nuestras almas y cosas por el estilo. Entonces me asusté. Cuando el fantasma desapareció y escuché la pregunta de Liam, añadí: ¿Quién... quién era ese tío?

-Eso es...-susurró Austin cuando miró por la ventana y vió la marca tenebrosa. Había visto imágenes de ella, pero nunca la había visto de verdad. Y no le agradaba haberlo hecho. Siguió a sus compañeros hacia el comedor, sorprendido de no ver a nadie. Cuando el fantasma comenzó a hablar Austin ya sabía quien era. Había leído que el señor tenebroso había sido alumno de Hogwarts, así que probablemente ese fuera él cuando era un crío. Notó como se apoderaba de él la ansiedad y tuvo que concentrarse para no perder la calma.

-Piensa, maldita sea, piensa -se dijo a si mismo- Analiza la situación como te enseñó mamá. Como mucho a muerto una persona tan sólo, y de ahí la marca. El resto aún están vivos -ese pensamiento le tranquilizó- Un momento. Cuatro, ha dicho cuatro. Y petrificarán a uno cada noche. Además, ha vuelto gracias a ellos, por lo que si acabamos con ellos todo debería volver a la normalidad. Y tenemos mandrágoras contra la petrificación -mientras pensaba andaba recorriendo un pequeño círculo, con la mano en la barbilla y la preocupación en el rostro- ¿Cuántas noches tenemos? Somos 24 alumnos, por lo que 20 noches. No, no es así. Recuerda el acertijo de los lobos y las ovejas, una vez haya menos ovejas que lobos estamos perdidos. 16 noches, 15 siendo realistas. O puede que menos -apretó los puños- Somos un rebaño de ovejas entre lobos con piel de cordero -llevó la mano hasta su varita- No, de eso nada. Son lobos entre ovejas, somos más y les encontraré.

Todo volvía a la normalidad en el invernadero, las peleas habían acabado y casi todos habían trasplantado ya a su mandrágora, yo entre ellos. Qué aburrimiento más grande llevaba sufriendo toda la mañana...si no fuera por la pequeña discusión que se formó por el comentario de Gala o las bromas de Nathan, no hubiera podido aguantar y cuando creía que todo volvería a ser un completo coñazo me fijé en que la profesora Sprout había enmudecido completamente mientras su vista estaba clavada sobre un punto fijo a mis espaldas.

Me giré para ver qué era eso que llamaba tanto su atención y la dejó casi petrificada, entonces lo vi. La marca tenebrosa...según había escuchado alguna vez o leído algo de pasada en algún libro de historia, hacía años que nadie veía esa calavera en el cielo...Desde la supuesta muerte de Voldemort, los mortífagos habían cesado sus ataques...hasta hoy, parece...No puedo evitar poner cara de completo asombro y quedarme con la boca totalmente abierta - Ha vuelto - pensé, no puede haber otra explicación para esto.

Envuelto por la sorpresa y un poco de miedo, no consigo reaccionar antes de que la enfermera entre en escena y entre ella y la profesora nos saquen de allí casi a rastras. Nos dirigieron al Gran Comedor y una vez allí, mientras la enfermera iba en busca del resto del colegio, nos llenaron la mesa de golosinas. Se creen que unas pocas golosinas nos van a tranquilizar...Yo seguía con cara de tonto, mirando a mis compañeros para ver si era el único que estaba así y puedo observar que la mayoría también están muertos de miedo.

Si todo esto no fuera poco, de repente la enfermera consigue levantar aún más tensión...Todos, a parte de nosotros, estaban completamente dormidos...todos y entonces, en el medio de nuestra mesa aparece un fantasma. - Tom Riddle- se me escapa casi en un susurro por culpa del asombro y el miedo que estaba pasando en esos momentos...Definitivamente ha vuelto.

Sin cerrar la boca y mirándole perplejo, escuché todas y cada una de sus palabras.

Quiero poder absorber su alma como lo habría hecho un Dementor, para hacerme de nuevo fuerte. Uno cada noche. 

Esas fueron las palabras que más se me quedaron...Quiere volver...y quiere hacerlo utilizándonos a nosotros para ello...pensé mientras no podía creer nada de lo que estaba ocurriendo y permanecía callado en mi sitio.

El silencio se creó en el invernadero. Todo el mundo mirando por la ventana. Al imitarles vi la extraña nube con forma de calavera y la serpiente. A mamá no le gustaba mucho hablar de la época oscura en el mundo de la magia, pero sí me había contado suficiente como para saber que eso no estaba bien. 

De camino al castillo, nadie hablaba. Agarré la túnica de mi compañero de enfrente. Ni siquiera me fijé en quién era. Eso no me importaba. Una vez en el Gran Comedor, veo que todos los Gryffindor se sitúan juntos en la mesa, así que hago lo propio y me sitúo cerca de mis compañeros Hufflepuff. Cuando todo parecía estable, el fantasma de un niño aparece en la mesa. Un escalofrío me recorre la espalda. Sin decir nada, agarro la mano de Gala y hundo la cabeza en su hombro.  

¡Por Merlín! Aquello era oscuro y tenebroso. La Marca en el cielo, las palabras de ese Tom Ryddle. Se quedó junto a su compañero Liam, cerca de Maren y Tyler. Sujetaba la varita con fuerza, más que nada por la tensión del momento. Había cuatro de los compañeros allí presentes que apoyaban a aquel chico. ¡Y les iban a matar! 

De pronto miró a todos los que le rodeaban, intentando encontrar algún tipo de pista en sus expresiones... ¿Quién podría ser? Troy tenía el vello de la nuca de punta. Aquello no sonaba a broma en absoluto.