Partida Rol por web

Lamento decir que esta no es la partida que estaréis jugando. La partida que estáis a punto de jugar es extremadamente desagradable; si deseáis jugar una partida sobre un alegre y pequeño elfo, estoy más que seguro que habrá sitio de sobra en otras partidas de Comunidad Umbría.

De todas formas, si a vosotros os gustan las historias sobre inteligentes y razonablemente apuestos neófitos, incendios sospechosos, sanguijuelas carnívoras, comida italiana y Organizaciones Secretas, entonces quedaos a ver como recorro todos y cada uno de los desafortunados pasos de los neófitos. 

Mi nombre es Lemony Snicket, y mi triste deber es documentar esta historia.

Nuestra desdichada historia comenzó hace más de una década, palabra que aquí significa "más de 10 años repletos de Traición, Engaños, Tos, Asesinatos y Secretos", cuando nuestra noble organización de Voluntarios capaces y valientes que tenían como objetivo acabar con todos los incendios literales y figurados que asolaban el planeta. Pero esa historia, quizás sea objeto de escrutinio en otro momento y en otra partida, por lo que aceleremos algo más de una década para lo que fue, en verdad, el comienzo de la historia que yo os relataré aquí.

La bienvenida a la Sede General del V.F.D. había comenzado, los desafortunados neófitos habían logrado llegar a las Montañas Mortmain y habían logrado escalar el Monte Tensión hasta alcanzar la sede en el "Valley of Fourt Drafts", y lo que era mejor, habían llegado a tiempo para unirse a los Voluntarios más veteranos.

Un total de 30 aprendices irrumpieron, uno a uno en la estancia; el ambiente sobrecogedor y elegante del lugar no hacía otra cosa que golpear de la impresión a los neófitos, como aquella vez en la que tuve que huir de unos Agentes de Bienes Raíces usando tan solo un atún mediano. Pero volviendo a la historia, los neófitos llegaron y se acomodaron rapidamente a este ambiente Vivaz, Festivo y Dulce que el resto de los Voluntarios les ofrecieron, desde bebidas a los que parecían más sedientos, como unos cómodos sofás a los que no habían encontrado la puerta secreta en la base de la montaña y habían subido por su propio pie hasta la cima.

La fiesta ya había comenzado, y los invitados ya estaban dentro celebrando. Según el reloj, aún faltaba una hora para que el evento principal se diera lugar; por lo que aún había tiempo para ellos de relacionarse entre ellos, con algún otro voluntario presente, o incluso acercarse a la barra a tomar alguna bebida algo más fuerte, o ir en la caza de los canapés, como los huevos endiablados, especialidad de Larry, el camarero.

El lugar es muy elegante, tras un rato de charla cojo una copa de una de las bandejas que llevan los camareros y me siento en uno de los sofás para disfrutar mejor de ella.

Miró el reloj y observo al resto de aprendices, está claro que somos un grupo diverso hay hasta... , ¿Niños? Había oído que el anfitrión era extravagante pero ¿Tanto? Bueno tampoco nos podemos fiar por las apariencias. Con un suspiro vuelvo a mirar el reloj por séptima vez en los últimos 5 minutos.

pfff aún queda una hora. Habrá que esperar aun.

Me acerco a la barra, vodka con martini, agitado, no revuelto. Hace años que Abbadon había dejado la bebida pero esa noche no podía estar más nervioso, sin duda, a su alrededor había incontables peligros y necesitaba serenarse, el camarero tardó unos minutos en prepararle la copa y este fue fulminado con la mirada, ¿Qué pasa, has ido hasta Russia a por el vodka? Me giro con la copa en la mano, miro a mi alrededor juzgando a todos aquellos personajes sacados de una novela de Agatha Christie (para los de la logse, una escritora muy famosa). No sabía como había llegado a estar en aquella posición pero no le importaba demasiado, se bebió la copa de un trago y se volvió a girar hacia la barra y el lento camarero, otra de lo mismo, pero más rápido, ya no creo que te cueste tanto hacerlo ¿No? Si aquel camarero aguantaba toda la noche sin quejarse de él... Mis dieses...

Howerd Thonctot era un hombre alto y delgado de nariz destacable y pelo despeinado. Tenía una mirada dispersa y amistosa a partes iguales, pero también sabía ser asertivo.

Por supuesto, Howerd Thonctot no era su nombre original, pero era su nombre actual, lo que lo convertía en su nombre real, porque la realidad era algo tan inconstante como la misma fantasía.

En la fiesta de recepción de los voluntarios, era una persona más, derrochante de afabilidad y voluntarioso. Paseaba, reconocía algunos rostros de los que había oído hablar a los que saludaba imperceptiblememte, como la señorita Snicket o los señores Denouement o alguno más, pero aún no había tenido ocasión de entablar conversación con nadie.

También se fijaba en los rostros desconocidos y les sonreía con la misma simpatía.

De momento poco se puede decir más que se limitaba a estar presente.

Recorró con la mirada el lugar con interes, siempre es bueno saber donde esta todo, pero más importante, donde esta cada quien. Aunque por el momento solo tuviera caras y no nombres, habría que solucionar eso. Tomo una copa de la bandeja de uno de los mozos y se deslizo gracilmente por el lugar estudiando las interacciones de la gente, hasta llegar a los sillones donde se sentó en el lugar disponible con la mejor vista sobre la multitud. Se cruzó de piernas y se recostó contra el respaldo, tomando con calma la copa que se había adjudicado, y observando, mientras intentaba que la molestia que los nervios le producían en el estomago desapareciera y pasara desapercibida.

Cuando la Juez entro a la sala, se limitó a suspirar aliviada después de tan agobiante escalada, la última vez que había hecho aquel extraño ejercicios había sido hace un par de años, pero ahora estaba ahí con una sola intención, ser una miembro activo, participativa de V.F.D, ya lo había decidido desde que aquel extraño acontecimiento en el taxi con la fotografía del bebé.

Con su característico andar calmado y cubriéndose el rostro con el antifaz se dirigió a la barra donde varios mozuelos se encontraban bebiendo y con calma pidió a quien servía – Agua para comenzar, que estoy agotada-suspiro mientras apuraba la bebida del vital líquido – ahora un buen vino, que la velada está empezando- solicito mientras apreciaba la juventud que a su lado se encontraba.

-Que encanta de jovencito- dijo la dama observando al bello ejemplar que se encontraba cerca, rubio, con buen traje, una serie de ideas libidinosas y llenas de lujuria se apoderaron de la juez, pero se contuvo y prefirió entablar conversación - ¿Cuál es su nombre mi estimado señor?- dijo la vieja  aquel buen mozo que pedía un Vodka con martini.

Abbadon Flanagan, enchanté, ravi de ce que vous voulez. Extiendo mi mano y la saludo haciendo un movimiento de cabeza en señal de respeto. ¿Cuál es su nombre bella jovencita? ¿Sabe su madre que se ha escapado de casa para salir esta noche? 
 

-Que encantador joven Abbadon por mi parte soy Agnes Mary Extravanganza Corpiño de Libramorte, pero puedes llamarme Princesa cuando gustes- la juez miro al joven examinándole de arriba abajo, cada vez con mayor lujuria, el mozo estaba justo como el medico lo había recetado, alto, rubio y con suficiente dinero, la combinación perfecta.

Al notar la mirada lujuriosa de Agnes Mary Extravanganza Corpiño de Libramorte me acerco a ella y me pongo a escasos centímetros de ella, la verdad es que no tenía ninguna esperanza en esta reunión pero se está poniendo realmente interesante.

-Bastante- menciono la dama mientras examinaba con detenimiento las evidencias del caso, que planeaba disfrutar en la noche – ¿Y  a que te dedicas mi bello amigo? si no es inoportuno saber- la Juez estaba cautivada con la belleza del mozuelo que la acompañaba.

Soy bombero bella dama, ¿Y usted? ¿Es acaso modelo? Me giro mirando al resto de la sala unos segundos y compruebo si nos miran, después acerco mis labios a su oreja derecha, ¿Le apetece una copa? Muerdo su lóbulo y paso mi lengua por el mismo una milésima de segundo, suficiente para pre-calentar el horno y comenzar a hacer el fuego. Me bebo mi segunda copa de un trago y le hago una seña al camarero de que me ponga otra.

Me acerco a la barra y le digo al camarero que quiero una copa de lo que está tomando el semental. (Abbadon Flanagan) 

La verdad es que me llama la atención el hombre rubio que parece ligar con la vieja, así que me acerco y pido una copa, el camarero se sorprende al decirle que quiero lo mismo que el señor Flanagan. Muy rico, lo reconozco.

Me quedo mirando al hombre de la máscara de si mismo, creo que sin duda hay algo que este tipo no entendió, por otra parte es original, ¿Cómo se llama? Le pregunto.

Un fuerte rubor se apoderó de las mejillas que ahora se encontraba sumergida en los más oscuros deseos lujuriosos, si no hubiera habido publico seguramente estaría sumergida entre las piernas de aquel buen mozo, pero Agnes tenía un poco de autocontrol debido al pudor, así que solo se limitó a que esos deseos se quedarán en su cabeza.

-So..,So.., Soy juez de la suprema corte de justicia, me dedico a dictar sentencias justas a las personas de bien y castigos a quienes los cometen, mi tatatatara abuelo fundo una línea de sangre de jueces y abogados y estoy para servir a Dios y a usted señor Bombero-menciono la juez mordiendo la servilleta, quizás esa noche sería la primera en sus 45 años de señorita que se atreviera a perder el decoro.

Llámame Bad, aquí nos miraría todo el mundo pero quizás encontremos algún sitio más... Privado. Me encantaría que juzgaras mis acciones en una escala del uno al diez, es más si no me porto bien... Tienes experiencia en castigos.

El salón había sido decorado con buen gusto, observó Donovan al entrar, frunciendo el ceño ante las alegres risas del resto de voluntarios, bien que aquello era una reunión social y no el encuentro de gentes que habían sido secuestradas.

Empezaban bien.

Asió el bastón contra su costado y lo apretó con el brazo izquierdo sin perder el porte avanzando al interior y acercándose a la barra.

No había anfitrión a la vista, y no conocía a nadie, entonces solo quedaba ordenar una bebida y observarlo todo... entonces solo quedaba la barra.

Fijo los ojos en un camarero y ordenó, con la altiva voz que le había cedido su cuna.  

-Un vermouth con sifón.

Llegó a la fiesta y observó el gran variopinto número de asistentes que acudió a la fiesta, además del tan acogedor ambiente que se respiraba allí. No esperaba menos, después de todos ellos eran los aprendices y aquella, una fiesta organizada con una ingente cantidad de dinero.

No prestó especial interés a nadie, fue directo a la barra y pidió una buena copa de bourbon. Ignorando la extraña relación que se había formado en la propia barra, apoyó los codos y parte de la espalda en esta, buscando con la mirada a los mayores bellezones del lugar, mientras se deleitaba con su bebida y dedicaba algún gesto picantón a las damiselas que centraban su mirada en él, aunque fuera de forma fugaz.