Partida Rol por web

¿Ticket?, me quedo pensando. Ooooh, claro ese papel. Me dijeron que era importante y lo guarde en el bolsillo especial. Aquí tienes, saco de un gran bolsillo del pantalón el ticket, pegajoso y arrugado; el cual está lleno de una gran cantidad de aperitivos y dulces. Cuando entramos, empiezo a tener hambre. TENGO HAMBRE, QUIERO ENTRAR YA. Empecé a quejarme con un tono algo y haciendo un berrinche; mientras se oía mi estómago sonar. No paso mucho hasta que saque una bolsa de patatas y empecé a comer otra vez, olvidándome completamente de mis quejas.

En cuanto las puertas se abrieron Tanaka cogió impulso para entrar a ese mágico lugar con el que había estado soñando desde que viera por primera vez el ticket dorado entre sus manos. Pero el impulso no le sirvió demasiado cuando la marabunta de niños echó a andar en dirección al carismático señor que venía a recibirles, dando empujones. Se quedó algo rezagada mientras los más ansiosos pasaban, pero en cuanto tuvo ocasión se recolocó la gorra y avanzó para colocarse delante del señor Womkat.

­― Nice to meet ya’, sir! -dijo, extendiendo el billete dorado con la mejor de las sonrisas-. Mi nombre es Tanaka Mashiro, ¡espero que nos llevemos todos genial!

Al decir lo último dejó de mirar exclusivamente al hombre para mirar al resto de sus compañeros. Decidió apartarse un poco para que el resto de niños pudieran seguir entregando sus tickets.

Estaba corriendo tropezando un poco sin dejar de correr en un esfuerzo por no romperme los dientes contra el pavimento -No puedo creerlo, que tarde es, ¿Por que nadie me despertó- Me respondí yo mismo la incógnita en forma de susurro -Es verdad, es yo vivo solo- Dejando toda la preocupación de lado empecé a carcajearme un poco por recordar mi triste vida.

Voltearía a mirar a las demás personas frente a la fabrica abriéndome camino empujando a un grandulón que había hecho exactamente lo mismo para quedarme en frente de Willy Womkat -¿Quien era usted?, ya lo recuerdo, Me regalaron este boleto dorado en el trabajo despues de cumplir 20 entregas de pizza- Toqueteaba  mi camisa hasta mi pantalón sacando un boleto dorado bastante arrugado -Espero que no sea falso, ¿Se puede fumar aquí?- Sacaba un cigarrillo del bolsillo poniendo un extremo en mi boca tratando de encenderlo sin mucha suerte -¿Se acabo el liquido?- Recorde lo que estaba hablando hace unos momentos soltando una risa -Es verdad me llamo Kouta Kita, soy un repartidor.

Mi cara de cabreo es evidente, y más después de llevarme varios empellones de críos hipervitaminados. Miro con desagrado las motas de polvo en mi vestido, y doy un profundo suspiro. Finalmente, consigo abrirme paso aprovechando mi "masa corporal", evitando a gordos, pordioseros y demás fuentes infectas. Me limpio el polvo un poco antes de llegar.

- Lady Emily Malcolm, a vuestro servicio.

Hago una discreta reverencia y me vuelvo a concentrarme en lo que acontece a mi alrededor. Hago un esfuerzo en poner mi mejor sonrisa o en su defecto cara de poker, conteniendo los sudores. Va a ser dura la experiencia.

Upps me olvidaba. Saco un sobre lacrado con la insignia familiar y se lo tiendo al caballero de la puerta, sin articular palabra. Todo bien protegido de dulces, piojos y demás mierda. 

Tras la muchacha rubia de aspecto refinado llegó un chaval peliverde y pelopincho que sonreía con gran amplitud y llevaba una mochila algo desarrapada colgada en ambos hombros.

¡Hola a todos!

Miró a su alrededor con gesto amistoso recorriendo todos y cada uno de aquellos bichos raros como si todos y cada uno de ellos fuese la persona más normal de la tierra y todos y cada uno de ellos fuesen su amigo de la infancia más cercano.

¡Por fin aquí! ¡Me ha costado llegar un poquito, pero lo conseguí!

Se quitó la mochila de los hombros, la puso en el suelo delante de sí y se arrodillo junto a ella para buscar en su interior mientras seguía hablando.

La parte más divertida fue el puente de Seto. Pensé que me iba a aburrir se caminar, pero todo el mundo fue muy amable y me pitaban y gritaban cosas desde sus coches al adelantarme para distraerme de la caminata. 

Por fin encontró lo que buscaba y lo levantó triunfal. Era un billete dorado

¡Aquí está! Tenga señor. ¡Soy Juniro Jin y estoy deseando que empecemos ya a convivir todos como una gran familia!

Usagi sonrió aun mas cuando el señor Womkat le dijo que había oído hablar de ella.

-Claramente el pobre chiquillo lo lamento, pero le enseño una gran leccion, apostar en mi contra es algo muy arriesgado, aunque por supuesto, si no hubiesen valientes, mi vida seria muy aburrida.

Tras aquello Usagi saludo con una genuflexión al matón que se le había presentado.

-Encantada, señor Katsumoto, veo que tiene buena vista para reconocer el talento, aunque bueno, visto lo visto.

Señalo un poco a los que habían ido apareciendo, en especial a la criatura rosada y a la peluda y desagradable, la que se apellidaba Perv.

-Tampoco es que haya mucho competencia.

Dijo con una leve sonrisa.

-No tengo problema en aliarme con usted si es necesario, pero me gusta ser clara, debe saber que yo juego para ganar, no me conformare con unas migajas, si aun sabiendo eso, decide que colaboremos, no seré yo quien se oponga.

El resto de  participantes fueron llegando, cada uno casi peor que el siguiente, Usagi no se podía creer que tubiera que competir contra gente tan extraña. Cuanta pordioseria, cuanta falta de clase, cuanta chusma...

Por suerte, apareció la señorita Emily que parecía saber lo que era ser refinada y tener clase, se acerco a ella con el mejor de sus modales y le saludo conforme la buena etiqueta de dama inglesa, de la misma manera que había saludado a Wonkat o al maton, cogió la punta de su falda e hizo una leve genuflexion.

-Al fin alguien con clase, ya creía que iba a estar rodeada de bárbaros. Mi nombre es Usagi Shiroi, es todo un placer poder compartir mi tiempo con alguien que si parece tener ciertas normas de etiqueta entre tanta clase baja.

Llegaba tarde.

- Esta vieja preciosidad nunca me había dado problemas señorita.- Esas habían sido las palabras de Takeshi mientras cambiaba la rueda cerca de la entrada a la ciudad. La directora del internado había insistido en que el cocinero y su hijo la acompañaran para protegerla, por si acaso. "Mis caballeros" Aunque si eso fuese así, ¿Cómo debería llamarlos? "Sir Grasa y Sir Voz de Niño" Sonrió para si misma mientras se le ocurrían los nombres de sus acompañantes, incluso se los imaginó vestidos con armaduras ridículas alardeando de sus dotes caballerescas. 

Sus ocurrencias terminaron instantáneamente. Llegaba tarde. 

Sus acompañantes se apresuraban en empujar a todos a su alrededor para abrirse paso hasta llegar a la puerta de la fábrica de dulces. Cuando lo consiguieron, no les dio tiempo apenas para poder despedirse de ella.

- Le deseamos mucha suerte señorita.- Fueron las últimas palabras de Sir Grasa antes de desaparecer entre la congregación de curiosos, cámaras y seguridad que se había reunido para disfrutar de este gran evento.

Cuando llegó a la puerta, al ponerse a la altura de los otros participantes, observó como un señor vestido con un atuendo impecable, aunque demasiado estrafalario para su gusto personal, iba saludando y recogiendo los tickets dorados que otorgaban la posibilidad de ser la heredera de ese imperio. "Un título digno de una reina" Sacó su ticket dorado de su mochila y se lo entregó con elegancia al pintoresco señor.

- Yuna Nakagawa, a su entera disposición. Aquí tiene el ticket dorado.- Dijo con una sonrisa complaciente.

Estaba entablando un trato con la agradable y directa Usagi, justo en el momento en que le respondía.

Lo importante es primero eliminar la basofia, luego ya nos divertiremos jugando el verdadero juego.  Apuesto que la mitad de estos renaquajos no duran ni un día antes de ponerse a lloriquear. 

Entonces un tio de anteojos me dio un empujón para abrirse paso, a lo cual lance una furibunda mirada y procedí a despedirme momentaneamente de mi interlocutora para ir a increpar al muchacho que justo estaba presentandose ante el Sr Womkat.

Así que eres el repartidor ? pues a mi me gusta muchisimo repartir palizas a los idiotas que no tienen la decencia de entender cual es su lugar. 

Apreto mis nudillos haciendolos sonar amenazadoramente listo para lanzarle un puñetazo directo a la cara si es que intentaba hacerse el listillo.

Cuiando llegue a la entrada de la fábrica, ya era demasiado tarde, ya había mucha muntitud en el lugar, como los posibles ganadores de los boletos dorados. Estaba algo preocupado por quedarme afuera pero el chico de puntas y color negro, entregar los boletos negros, así que ya sabía que hacer. Ignorando a todo el mundo, me acerque a Womkat y le di mi boleto dorado. Acercarme me presente y le hable, aun que solo la gente con clase me entiende lo que digo, ya que hablo ingles. ¡Mmm mmmm mmmm mmm! 

Al ver que alguien del doble de mi tamaño se ponía frente a mi me quede atónito mirándolo, esos pocos segundos fueron suficiente volví a inclinar la cabeza tratando de encender el cigarrillo -Esta cosa no enciende- Seguí tratando agitando el encendedor esperando que de alguna forma eso provocara alguna chispa, despues de intentarlo varias veces de nuevo voltee a mirar al grandulón -Mi lugar es aquí, tengo un boleto, ¿Me equivoque de dirección?- Volteé a mirar girando sobre mi eje en una rotación de 360 grados hasta quedar nuevamente frente al grandulón -No, estoy seguro que esta es una fabrica, no me equivoque de lugar- Seguí mirando mi cigarro soltando una risa poniéndolo en mi boca mirando al mastodonte que tenia en frente -¿Tienes fuego?- Volví a marearme ladeando la cabeza soltando una risa viendo nuevamente al frente -¿De que estábamos hablando?, ¿Eres mi padrino de bebida?- Solté una risa el cigarro se cayo al suelo, cuando me incline a recogerlo perdí un poco el equilibrio agarrándome del brazo del grandulón.

Tremendo alboroto se había armado en la entrega del ticket dorado al señor Womkat, representante del dueño de la fábrica, es verdad que Kenu llegaba tarde y lo abrumaba un poco tanta gente en el lugar, aunque a pesar de todo disfrutaba mucho estar en ese lugar sobre todo en presencia de Wii-Liam Womkat, sentia cierta afinidad y contemplaba su forma de hablar, después de todo el alborto por fin le toco presentarse y entregar su boleto.

Busco dentro de su saco y saco el boleto para bajar un poco la cabeza, tomándolo con ambas manos y ofreciéndolo hacia arriba al señor Womcat, ruborizándose ligeramente al hablar con él.

-¡Mi nombre es Kenu Shurato, Señor! ¡Aquí tiene mi boleto dorado señor!

Kenu dejo escapar un suspiro de descanso después de haberse presentado.

Entre los empellones de unos y de otros, Cerise se quedó atrás, pero tampoco le importó. Aceptó con estoicismo que los niños estaban ilusionados por entrar a la fábrica, ¡por ver al señor Poppu en persona! En realidad... no sabía cómo era. Pero en su lugar, apareció el excéntrico Womka, quien no tardó en presentarse a todos aquel que le acercara su ticket.

Cuando Katsumoto pasó por su lado, abriéndose paso aprovechando su tamaño, Cerise lo miró fijamente con enfado. —Abusón— no sabía siquiera si se daría por aludido, pero no apartó la vista de él hasta que se puso a hablar con la refinada del reloj.

Esperó erguida su turno, con una sonrisa de ilusión que no se preocupaba en disimular. —Cerise Sakurai, encantada— le tendió el billete dorado a Womka.

pues a mi me gusta muchisimo repartir palizas a los idiotas que no tienen la decencia de entender cual es su lugar. 

—¿Piensas ganar repartiendo palizas?— lo miró alzando ambas cejas, como si le sorprendiera, aunque lo cierto era que no. Los tipos así solo eran capaces de pensar con los puños, si es que llegaban a hacerlo alguna vez.

No pudo evitar mirar con desagrado a la chica del porro y al chico que luchaba por encender su cigarrillo, ambos demasiado jóvenes para probar siquiera esas cosas. —¿Es legal fumar aquí?— arrugó la nariz con asco. —Creo que es una falta de respeto, sobre todo por los más pequeños o por quien no le guste tragar humo.

Fue tomando los billetes dorados y saludando a los recién llegados. Afortunadamente parecía que ya habían pillado el sistema, y no hubo niños que se presentaron sin billete ni billetes que se presentaron sin niño y sin nombre. Tanaka Mashiro, a la que contestó con un "Welcome, Welcome!" en un perfecto inglés, Kouta Kita, chaval un poco hiperactivo y desgraciadamente también fumador, legal, esperaba, porque los niños normalmente no tienen permiso para fumar. Aunque algunos de los 'niños', como bien remarcaron ya, más bien parecían adultos disfuncionales o adolescentes de mayoría de edad recién cumplidos (que para el caso es lo mismo). No fue el caso de Emily Malcolm pero sí el de Yuna Nakagawa, quien anteriormente dejó en su ficha de Umbría que tenía 18 años pero afortunadamente parecía que ahora lo había arreglado, escondiendo dichos datos en el apartado Notas, apartado que el pobre señor Womkat no podría leer porque no tenía los permisos de VIP vigentes.

Pero reparemos la cuarta pared, que si se rompe muchas veces el chiste pierde la gracia, y volvamos al mundo real. Era bueno que hubiera diferentes personas de distintas clases sociales, con suerte las de la nobleza sabrían sin duda comportarse, no le quedaba duda de que Emily Malcolm y Yuma Nakagawa darían un buen ejemplo a otros niños más revoltosos. Willy Womkat era firme partidario de que la gran mayoría de veces los niños eran más que capaces de resolver sus propios problemas solos, sin la necesidad de que mediase un adulto. No obstante, si pasaban a las manos, mucho temía tendría que separarlos, nadie quiere que le estropeen la innauguración del evento de esa manera. Por si acaso, dijo un "Ejem." bien alto que quizá bastaría como advertencia.

Siguió la bienvenida a Juniro Jin, mochilero que sin duda habría tenido que recorrer un largo camino hasta aquí. Womkat le aseguró que podría recargar energías más adelante en el desayuno. El caso de Kevin Kristo tendría que haber sido difícil, pero afortunadamente el señor Willy Womkat entendía perfectamente inglés y era un hombre con clase, por lo que entendió al chaval presentándose como Kevin Kristo perfectamente. Con ese nombre era fácil hacer chistes de que lo habían matado, pero el señor Womkat no los hizo.

Por último teníamos a Kenu Shurato y Cerise Sakurai, dos niños más que decentes que con gran educación entregaron su billete y su nombre sin ningún problema. ¡Como debía ser!

De complexión física un tanto dispareja; a fin de cuentas su torso superior está extremadamente desarrollado mientras sus piernecitas apenas son un cuarto de lo que sería su brazo, la pequeña pero ancha (casi tan ancha como alta) Tooth está feliz con como es, aunque le hubiera gustado desarrollar más sus piernas... aunque jamás hace ni hará día de piernas.

Su gran complexión física es debido a que su padre escogió los mejores genes que había en Sakurami City para poder crearla, en este caso de un donante anónimo con la firma muy gruesa. Al parecer esto ayudó a que desarrollara su musculatura con facilidad... pero respecto al resto... quizás no escogieron a la persona correcta, por lo que la abandonó...

-Yo... ser... Tooth... -Decir Tooth- Yo... tener... Ticket....

La pequeña Tooth Kowasu entregó un Ticket Dorado, el cual aún estaba pegado a la mano de un niño que lo había cogido antes que ella.

¡Qué bonito era ver cómo un donante donaba su ticket dorado a aquella adorable niña! ¡Qué galán, que hasta la acompañó a la entrada! Sin duda debía tener algún tipo de quirk de invisibilidad el jovencito, ya que el señor Womkat sólo podía ver su mano. "¡Bienvenida!" le dio dos palmaditas en la cabeza a la chiquilla y cogió el ticket dorado, y también la mano del chico. "Oh, no no, los acompañantes se quedan fuera." tuvo que asegurar, para a continuación sin pensárselo mucho lanzar la mano por ahi.

Estaba a punto de descargar el puñetazo en el payaso con el cigarro, pero escucho el llamado de atención del señor Wormcat. Entonces aquella niñata que antes me había increpado me hace esa pregunta.

Pienso darle una paliza a cualquiera que sea lo suficientemente estúpido para meterse conmigo. Este payaso aquí apenas puede mantenerse en pie, además de el desagrado de fumar posiblemente esté ebrio, ni gastarme mis energías en golpearle, lo más probable es que acabe eliminandose solo al caer en una fuente de caramelo fundido.

mi postura no era simpática, seguía intentando verme amenazador de forma que aquella Cerise entienda que no iba de coña, no pensaba permitir que me pasaran por encima sin cobrarmelo.

Entonces apareció aquella musculosa pequeñaja y acaparó toda mi atención, aunque parecía tener un retrato en el habla, su enorme músculatura definitivamente era algo para tener en cuenta.

Hola Tooth, yo soy Kat. Veo que eres muuuy fuerte, que te parece ser mi amiga? 

Un gritito agudo salió de la boca de Mamoru Ay Iastis, al cual una mano cercenada de un niño le acababa de abofetear la cara sin venir a cuento y lo que era aún peor, casi le había tirado el bigote que parecía ser a todas luces postizo de la cara. Aún con todo, este rapidamente se recompuso y continuó andando de rodillas hacia el Encargado.

-Tome aquí, Zeñóh. -Comentó entregándole el Ticket dorado- Zoy un niño pequeño... de edad comprendida entre los parámetroz del concurzo... Zi uztéh cree que zoy máz mayor de lo que zoy porque me parezco al guapo detective Mamoru Ai Yastis que zuperó zu veintena... le tengo que advertir que no zoy el porque el no tiene bigote -Y entonces recordó que los niños no suelen tener bigote- que ez por mi Quirk... Y Mamoru Ai Yastis ez mi hermano gemelo mellizo y por ezo noz parecemoz... pero no zoy el... -Y entonces recordó que los mellizos/gemelos nacen a la vez- Pero yo tardé en salir de la tripita de mi mama... -Y entonces recordó que tiene que ser huérfano- Muerta.

A medida que iba hablando, iba sudando cada vez más y más, y su mano temblaba mientras trataba de darle el Ticket a Wii-Liam Womkat y continuar avanzando de rodillas para que no viera que erguido superaba a la mayoría de los presentes por una cabeza, dos o tres en algunos casos...

Yasuko se quedó perpleja cuando oyó que el premio no era dinero contante y sonante, sino que primero debía ganar, ¡esforzarse!, por conseguir un premio y luego ya venderlo. Estuvo a punto de quejarse y darse media vuelta, pero el rubito confirmo que eran muchos, muchos millones, que no sabía cuanto sería, pero seguro que eran suficientes para no tener que volver a vivir en la calle. Además, le devolvió la chocolatina, que se quedó mirando un momento sin saber muy bien qué hacer con ella.

-Sí, por qué no.-respondió decidiendo guardársela en el bolsillo. Recordaba esa extraña sensación de querer chocolate a toda costa, aquella que le llevó a entrar en esa tienda, y quizás le vendría bien guardársela, no fuera que se repitiera el suceso.

Todavía parecía que iban a tener que esperar, así que se buscó un sitio en el que sentarse y se quedó mirando al resto de gente que aparecía. Uno de ellos le llamó la atención, puesto que bromeó con algo de darle palizas a la gente, ante lo cual se rió sonoramente, y luego otra niña se acercó a echarle la bronca. La miró con curiosidad. Parecía pequeña, pero parecía tenerlos bien puestos para llegar y ya ponerse a buscar pelea con el matón y los fumadores.

-¿Qué eres, un poli?-le preguntó con una sonrisa burlona. 

El hombre niño seguía tratando de darle el Ticket a Wii-Liam Womkat, pero cuando este escuchó a alguien mentar la palabra "Poli", pese a que no hablaban de él, este simplemente se alarmó, aún más de lo que este ya estaba. Claramente aquella primera fase de selección era algo complicada.

-¿¡QUE!?. ¡NO!. -Gritó el que claramente no era un Poli encubierto- ¡Como mucho sería un Detective Encubierto!. Quiero decir... No zoy yo... ¡Tome el Ticket y déjeme pazar!. -Dijo recuperando el "acento de niño" que cecea.

".............."

Wii-Liam Womkat se quedó que no sabía qué hacer. Evidentemente este caballero no era un niño, no porque andara de rodillas y fuera mucho más alto de lo que aparentaba, no porque su voz y musculatura fueran las de un hombre adulto, no porque aquel bigote fuera postizo, no porque vistiera traje de chaqueta y corbata, oh no no. Sino porque tenía colgado de la chaqueta la placa de identificación que le identificaba como Mamoru Ai, detective de policia. Era gracioso porque le había pintado un bigote a la foto de la placa, pero no había emborronado lo de detective de policía, qué cosas.

El señor Kyandi Poppu le había dicho que no fuera demasiado exigente ni restrictivo con quién dejaba entrar en la fábrica. Era por ello que había dejado entrar a niños dudosamente menores de edad, fumadores empedernidos, abusones, niños mudos y posibles Kévines muertos. Pero este hombre, este Not Mamoru Ai, sin duda representaba un desafío de tolerancia nunca visto hasta entonces.

"Encantado de conocerte, hermoso bigote." dijo, agarrándoselo en gesto cariñoso, pero lamentablemente quedándose pegado en la mano. "Oh..." intentó ponérselo de vuelta, pero sin darse cuenta... no, espera, creo que intencionadamente, se lo puso al revés. 

"Por favor, pase adentro y espere ahí un momento con los demás, señor detectiv-... niño encubierto."