Partida Rol por web

¡Las puertas de la Fábrica de Dulces del gran magnate Kyandi Poppu iban a abrirse! ¡IBAN A ABRIRSE! Se había congregado toda una cabalgata de celebración de este maravilloso momento, además de la prensa y montones de curiosos que habían venido allí a... bueno, curiosear. Y allí estaban también los afortunados niños, delante de las puertas, protegidos por un cordón de seguridad, en un espacio entre su posible futuro: la Fábrica, y un pasado que con suerte dejarían atrás: las calles, los orfanatos, y los hogares de acogida temporal.

El sonido de unas campanadas provocó el silencio de los músicos y la comitiva de espectadores, la cabalgata se detuvo, como también quizá por un segundo se detuvieron los corazones de los pobres niños huérfanos invitados. Allí, al fondo, más allá de la reja, de una casita pequeña una puerta se abrió y entre aplausos y vítores salió una persona. Por desgracia no fue el gran Kyandi Poppu, promotor de este hermosísimo acontecimiento, el que recibió a la comitiva, sino...

Wii-Liam 'Willy' Womkat, su mano derecha y representante del mismo en todo aquello a lo que Kyandi no pudiera (o no quisiera) acudir. Hacía ya tiempo que no se veía ni al uno ni al otro ni en presente ni por televisión, por lo que los espectadores y la prensa celebraron con aplausos el momento. También los niños observaron con atención, pues ese hombre era su billete dorado de entrada a la fábrica, y con suerte a un futuro mejor. Ah bueno, y el billete dorado también lo era, claro.

El hombre llevaba sombrero de copa color burdeos y un elegante traje con un chaleco cuyo color variaba entre burdeos, negro y directamente púrpura según cuándo mirases. Pero lo verdaderamente importante no era su chaqueta multicolor, sino que llevaba un bastón y cojeaba. Con el ceño fruncido, el señor Womkat cojeaba y cojeaba mientras se acercaba a la gran verja, siguiendo la alfombra roja que habían colocado para la ocasión. A medio camino se quitó el sombrero para saludar, y llevándolo en la mano siguió cojeando. Hasta que en cierto momento... su mano agarró el aire...

¡EL BASTÓN!

¡SE LE HABÍA QUEDADO ATASCADO ENTRE EL EMPEDRADO!

Cuando el señor Womkat se dió cuenta, fue demasiado tarde, y tropezó y se cayó de boca.

¡Era broma! Dio una voltereta en el suelo y se levantó de vuelta con agilidad, un gran salto y una sonrisa. Las ovaciones del público no se hicieron esperar. Tras unos segundos de cortesía, pidió silencio para poder hablar. "Gracias. ¡Bienvenidos, amigos! ¡Bienvenidos a la Fábrica de Dulces del buen Kyandi Poppu!" hizo un gesto a los huérfanos para que se acercasen, y que el público les ovacionase a ellos, los auténticos protagonistas. "¡Bienvenidos! Me alegra tenerles aquí. Celebro que hayan podido venir. Hoy será un día de emociones grandes. Espero disfrutarán y lo pasarán de miedo." hubo una pausa en la que les miró a cada uno de ellos. "...Sí, creo que sí." asintió satisfecho.

"¿Me dan sus billetes dorados?"

     Ahhhhhh... ¿ e-e...el...el b...billete ? - comentaba estupefacta, notando como todo aquel peso que antes se acumulaba en las apuestas de si se presentaba o no alguno de los cabecillas, ahora pasaba a todo nuestro grupo de afortunados - S...si, c-claro c...creo que... - mientras empezaba a revisar por mis diferentes bolcillos a la vez que sentía como mi corazón casi duplicaba su velocidad cada que el ticket no se encontraba en el bolsillo seleccionado - e...esto-toy, segura _si~si que lo tenía, ¡¡ s....si hasta lo planche !! - levantando el índice muy segura de ello, aunque a los segundos mis pies comenzaban una vez mas a temblar.... y esta vez a un ritmo mucho mas preocupante - N....NO me digas que.... ¿ H....hoy era miercoles, no ?, p....por que este es mi c....chaleco a...a juego de los miércoles... q...que.....que tiene el mismo patron de _{c....colores que el de los sábados ^{del coro... -}} y tras decir eso quedar totalmente como estatua en aquel espacio.... sin nada mas que decir o hacer.... viendo como mis esperanzas se las llevaba la cálida brisa d- ¡¡ CIERTO !! - comentaba de la nada a la vez que metía mi mano por la comisura de mi falda, a la cual le arrancaba una solapa de los mismo tonos que el resto de la pieza de tela - R...recuerdo q...que por miedo a p-perderla... l-la coci a mi ropa - mientras abría entonces el sobre de tela, lo que dejaba al descubierto aquella lamina premiada tan anciada por todos - T-ta....dahh.....

Aquel día realmente parecía ser realmente especial para todos los que se habían tomado el trabajo de asistir a tan renombrado evento. ¡Sin embargo...! Entre todos los presentes, había una persona que realmente desentonaba en muchos aspectos. Y no, no se debía a su condición de teriomorfa, ni a sus ojos enrojecidos que miraban al cielo, ni a los guardias que trataron insistentemente de patearla... Bueno, sí, tal vez esa última era una de las razones. ¿La otra? Pues el motivo por el que los guardias buscaban echarla: una suerte de cigarrillo pobremente armado que desprendía un aroma gracioso, si se le puede describir de una forma.

Vamos, que está consumiendo drogas en medio de un evento para niños.

-Es medicinaaal... Tengo permiso, tengo, tengo...- Diría perezosamente mientras rebusca en los bolsillos de su maltratada chaqueta con toda la paciencia del mundo. Al final... Termina sacando un documento maltratado y arrugado que parece ser la prueba final de su inocencia. -Soy legaaal... ¿Ven? Tienen que relajarse más y... Apreciar mucho más la vida.-

Se quedaría mirando el cielo con una sonrisa relajada después de decir eso, ajena a todo el bullicio e incluso al discurso del tipejo ese Womkat, como si todo eso no tuviese que ver con ella en absoluto. De hecho comenzó a prepararse un cigarrillo allí mismo, desentendida, usando un papelillo dorado muy especial al cual incluso prendió fuego y comenzó a fumar calmadamente.

No fue sino hasta que la voz de una nerviosa chiquilla comenzó a tartamudear sin descanso que por fin pareció volver a tierra, solo para acercarse a esta y ofrecerle el mismísimo botelo dorado convertido en un porro. -Eeeeey... Toma, que estás toh tensa. Caaalma... Yo aprendí a relajarme y mírame.- ... Era difícil saber qué buscaba que mirase. Si su ropa desgastada, sus pies descalzos o su mirada de perdida total... Peeeero bueno. Al menos parece contenta.

Womkat se mantuvo tranquilo y paciente mientras la chiquilla buscaba nerviosa su billete dorado, aunque los policías de ahí atrás de la verja, donde los niños, no parecían tan tranquilos. Finalmente, para fortuna de todos, la pequeña encontró su billete. "¡Ah! Hiciste bien en cosértelo querida. ¡A mi se me ha olvidado el bastón en medio de la caminata! Debería tal vez coserlo a mi mano, aunque claro, eso haría difícil hacer cualquier otra cosa que no fuera andar." asintió como si entendiera perfectamente el dilema de la pequeña a raíz de ese símil. Después le dio dos palmaditas en la cabeza. "Encantado. Yo soy el señor Womkat. Willy Womkat. ¿Cuál es tu nombre, querida?"

"¡Ah, su billete dorado! ¡Gracias!" interceptó el porro dorado antes de que la teriomorfa peliverde totalmente legal le diera drogas ilegales a niñas que no tenían permiso oficial de las autoridades para fumarse canutos. El señor Womkat procedió a fumárselo él, ya que sin duda los regalos no deben echarse a perder sin antes abrirse. Pero se ve que aquel tipo, aunque pareciera un fumado, nunca había fumado nada. En aquel instante procedió a toser como si no hubiera un mañana, pero toser toser, hasta el punto que nuevamente la comitiva se quedó en silencio toda asustada. Afortunadamente no se murió, ¡vaya problemón habría sido ese! Pero eso sí, no fumó más. Apagó el porro dorado, lo deslió y tiró a la papelera de al lado todo el interior, quedándose sólo el billete dorado. "Cof cof... Verdaderamente, todos hemos visto a gente rica fumar en billetes, pero al menos yo nunca he visto una niña con permiso legal para fumar billetes dorados. ¡Encantado!" le estrechó la mano con gran alegría. "¿Cuál es tu nombre, mi querida fumadora infantil completamente legal? A mí puedes llamarme señor Womkat."

Tyrion se acercó entre la gente abriéndose paso hasta estar entre los primeros en sacar su billete dorado de su bolsillo y entregarlo - Aquí tiene señor Womkat - no era difícil parecer el más normal entre las teriomorfas yonkis que allí habían.

  - Soy Tyrion señor - Era difícil saber si el chico delgado y enjuto tenía vergüenza propia o ajena debido a los dos histriónicas que se le habían adelantado en la fila para ser las primeras, él solo quería que todo empezara cuanto antes y apartarse de todo aquel gentío lleno de desconocidos, policías y cámaras

"¡Encantado, Tyrion!" tomó su billete y le dio una reverencia pequeña. ¡Por fin un niño que educadamente se presentaba primero! Así no tendría que repetirse presentándose cincuenta veces. ¿Había cincuenta billetes dorados? -No, no, no...- pensó el señor Womkat -Creo que había dos o tres decenas, más o menos...- ¡Oh rayos, debería haberse memorizado el número! ¿¡Qué haría ahora si le presentaban billetes falsos!? ¡Bueno! Nadie sería tan mezquino como para querer arruinarle un futuro mejor a unos niños huérfanos, ¿verdad? ...¿Verdad?

Un muchacho corpulento se abrió paso entre los niñatos dando empujones y codazos sin temor a liarse ahí mismo en una pelea de puñetazos con ninguno. 

Abran paso pendejos! Decía aquí y allá mientras lanzaba miradas de basilisco a quienes se atrevían a plantarse. Luego ya cerca saco el papel dorado de su chaqueta y sorteo los últimos metros que quedaban hacia la extraña figura de chaqueta cambiante.

Aquella cosa dorada era su pase a abandonar el maldito orfanato y que las rondas de padres sustitutos al fin se acabarán de una vez por todas. No pensaba desaprovecharla con lo que le había costado robar ese maldito boleto.

Aquí tiene señor Wombat, si vamos a estar haciendo firuletas por cada uno que entre esto acabará hasta mañana. Que tal si aceleramos el proceso y vamos, no se, que tal un desayuno de bienvenida?

A decir verdad el estómago le gruñía reclamando algo sólido para su vientre y el hambre siempre le ponía gruñón por demás.

"¿Wombat? ¿¡Wombat!?" exclamó pestañeando perplejo. ¡El apodo del instituto! Terribles flashbacks de Vietnam (el centro donde estudió, curioso nombre, sí) asolaron la mente del pobre señor Womba-... Womkat. ¡Días y tardes de burlas constantes! ¿Por qué no pudo su madre tener un apellido más fácil? ¡Como Wonka! ¡O MEJOR AÚN, COMO POPPU! Ah, el buen señor Kyandi Poppu, qué haría esta ciudad sin él...

"Oh, no no no." contestó rápidamente al chaval, tomando su ticket dorado. "¡Las fábricas tienen sus tiempos, y estos son lentos como los secunderos de un reloj, joven candidato! Si quieres terminar heredando esta fábrica, has de aprender cómo funciona! Pero que tu estómago no tema: os llevaré a todos firmar una cosilla y después de cruzar los pasillos, os llevaré a una habitación donde todo es comestible! ¡Todo! Bueno, casi todo. Evidentemente algunas cosas no, como tus compañeros. ¿Tu nombre, por favor?"

Lo siento señor! Dije ante el altercado de su apellido, pero en mi cara podía verse una mueca de disfrute.

La noticia de que caberia esperar más para poder entrar la recibí con la peor de mis caras, que se suavizó levemente al escuchar que entraríamos en una habitación donde todo era comestible. Sonaba a la casita de la bruja de Hansel y Gretel aquello, pero poco importaba si había una bruja en esa fábrica, acabaría dentro del horno y reclamariamos para nosotros su morada.

Katsumoto, señor. Puede llamarme Kat para abreviar.

Jinso se encontraba jugando a un juego de carreras en su móvil cuando andaba ocurriendo todo aquello, por lo que a penas hizo mucho caso a los eventos que acontecían, hasta que escuchó la palabra. - Eh, oh. - dijo sin apartar la vista del móvil, rebuscándose en los bolsillos con una mano, mientras que con la otra seguía corriendo en aquél juego, hasta que finalmente lo sacó. - Aquí está, señor Goomba. - entonces rápidamente volvió su otra mano al móvil, sacó la lengua mostrando su alto nivel de concentración y continuó jugando.

No es que fuera un chico maleducado normalmente, pero es que le flipaba la velocidad, puede que incluso más que las gominolas en forma de anillos que allí le esperaban. - ¡Yo soy Jinson! - miró rápidamente a quien le había entregado el ticket, después volvió su mirada al móvil, nuevamente apartó su mirada de la pantalla para mirar al resto de chicos y chicas que le acompañaban. - ¡Aunque mis amigos me llaman Jin! - pero nuevamente solo les dirigió un solo segundo de su tiempo antes de hundir su cabeza en su dispositivo.

Usagi se encontraba mirando su reloj, nerviosa por que cada segundo que perdian, era un segubdo en la que ella no era la heredera elegida.

Al ver el altercado con aquella teriomorfa, no pudo hacer mas que dar un bufido de desprecio.

-Veo que cualquier chusma puede ser elegida 

Comento, guardabdo el reloj en su bolsillo y saludando al señor Womkat cono una señorita, haciendo una leve genuflexiin mientras sujetaba las puntas de su falda.

-Señor Womkat, todo un placer conocerle.

Y con un leve juego de manos hizo que su ticket dorado apareciese como por arte de magia en sus manos.

-Aqui tiene señor, mi entrada.

Dijo con una ligera sonrisa de superioridad, sabiendo que poca de aquella chusma podia competir con su ingenio, gracia y belleza.

Primero Wombat, cortesía de Kat, ¡¿y ahora Goomba?! ¿No era ese el nombre de la tortuga en ese juego tan popular entre los niños, Super Hugo Boss o algo así? Este chaval parecía ser un fiel reflejo de los niños de la sociedad: enganchado a los videojuegos, incapaz de distinguir Goombas de Womkats. ¡Qué tragedia! Willy Womkat tomó su ticket y asintió. "Encantado entonces, Jin. Espero que podamos ser grandes amigos, y puedas llamarme señor Womkat en vez de señor Goomba."

La siguiente volvió a no presentarse, pero afortunadamente la reconoció. "¡Ah, maravilloso juego de manos!" la felicitó al tomar su ticket, devolviéndole la reverencia con el sombrero. "Usagi Shiroi, ¿verdad? He sabido de ti por los periódicos, en la sección de juegos. Estoy muy contento, aunque el niño que apostó contra ti no debe de estarlo. ¡Al menos habrá aprendido una valiosa lección!"

Mire con desde al niñato que no dejaba ese maldito móvil, ya me encargaría adentro de darle algunas lecciones al respecto, pero pronto mi atención la acaparó la muchacha vestida de forma muy particular y que hizo una clara y evidente utilización de su quirk al hacer aparecer el ticket dorado en sus manos como un mago barato.

Un placer Usagi, se reconocer un buen candidato cuando le veo. Así que espero que aunque seamos oponentes al menos en principio podamos ayudarnos a quitar la escoria del medio.

No me molestaba mancharme.las.manos desechando inútiles como ese del móvil, o las patitas que estaban por delante. Pero sin embargo ma competencia con alguien como Usagui era lo que realmente me entusiasmaba, alguien que valiera la pena como oponente.

Apartada a un lado de la muchedumbre congregada frente a las puertas de la fábrica de dulces, una joven peliverde de apariencia tímida y reservada había permanecido en completo silencio y observando al detalle la escena, y como el señor Wii-liam Womkat había salido a recibir a los candidatos huérfanos que tenían en su haber un ticket dorado y varios de ellos ya realizaban sus respectivas presentaciones y se postulaban para ser el legítimo heredero.

La muchacha sostenía entre sus temblorosos dedos uno de los ansiados pases dorados, recibido días atrás por un alma bondadosa a la que no podía ponerle rostro, pero que según le había dicho, bien podía ayudarla a cambiar su triste, austera y desdichada vida en las calles. No obstante, lejos de dar un paso al frente para acercarse para ser recibida junto al resto, el cuerpo de la pequeña Miu Todoke parecía entumecido, bloqueado, como si fuese una estatua inmóvil e inalterable. Incapaz de reaccionar.

Debo moverme, debo moverme... ¡reacciona MIU!

Debería acercarme y decirle al señor Womkat que me llamo Miu Todoke, que soy huérfana y que tengo uno de los Tickets Dorados del gran Kyandi Poppu.

¡Haz algo MIU!

Alguien golpeó desde atrás a la pequeña, forzándola a dar unos cortos pasos al frente, sin percatarse de que había estado bloqueando la calzada. Se disculpó reiteradas veces con aquel señor que apestaba a tabaco y alcohol, y tras el desafortunado encuentro, al fin fue capaz de reaccionar por sí misma, girando su rostro hacia el señor Womkat.

- ¡SEÑOR WOMKAT! ¡SOY MIU TODOKE, ES TODO UN PLACER CONOCERLE! - gritó a pleno pulmón, quedándose sin aliento en el proceso y con el corazón en un puño - ¡AQUÍ TENGO MI TICKET DORADO! ¡CONFÍO EN QUE CUIDARÁ DE MÍ!

Solo entonces se percató de que su frase podía perfectamente malentenderse. ¿Cuidar de ella? ¿A caso iban a casarse? ¿Cómo podía haberse referido al señor Womkat con dichas palabras?

El rostro de la jovencita peliverde se volvió rojo como un tomate, avergonzada por haber gritado frente a todos sin medir sus palabras. Agacho la cabeza y extendió sus manos al frente entregándole el ticket dorado al apuesto hombre. ¿Qué le diría después de sus palabras frente a aquella multitud?

La siguiente peliverde, a diferencia de la primera, era un matojo de nervios. La pobre chiquita había perdido el control de volúmen por algún sitio, como Womkat su bastón. Sólo que él lo había encontrado por algún sitio y esperaba, quisiera Dios, que ella también encontrase el suyo. Su botón de volumen, me refiero, no su bastón, pues que Willy supiera ella no tenía ninguno. "¡Un placer conocerte, Miu! Por supuesto, por supuesto, aunque si al final te haces con la fábrica, serás tú la que cuide de mí." ¡Junto al resto de trabajadores! Lo último que quería era que le despidieran al cambiar de dueño. Aunque bueno, si así pasaba seguro que su amigo el gran Kyandi Poppu le contrataba otra vez. ¡A lo mejor tenía más fábricas!