Partida Rol por web

Cuando Hellen coloca el libro en el pedestal, del pedestal emergen cinco haces de luz de distintos colores, cada uno de los cuales termina en un libro diferente.

Aquella sala era mi paraíso convertido en realidad. Jamás había visto una biblioteca como aquella, tantos libros juntos que seguramente serían raros y antiguos. ¿Qué secretos podrían esconder entre sus páginas?

Levanté la mirada hacia el dindel y leí la palabras que tan bien representaban a Ravenclaw. 

Reconocí inmediatamente a Rawena Ravenclaw cuando apareció frente a mi. La sonreí amablemente.

- No es otro que el conocimiento que aquí se encierra lo que ansío, lo respetaré y me haré merecedora de sus conocimientos - dije ceremoniosa, sus sabias palabras me inspiraron y serían mi lema a partir de entonces - con respeto, haré buen uso de lo que aquí aprenda - tomé buena nota mental de lo que me dijo Rowena y me despedí con una inclinación de cabeza cuando vi que desaparecía.

Una vez solas, presté atención a las palabras de Hellen.

- Si usamos correctamente la información, no habrá peligro que pueda existir. Pero debemos asegurarnos de que nadie más encuentre este lugar, por el momento sería preferible que sólo nosotras tres conozcamos su ubicación - comenté con gesto grave tomando el diario que me tendía y lo coloqué en el pedestal junto a ella.

Los haces de luz me cogieron por sorpresa. Siguiéndolos, miré los libros que señalaban. No parecían contener información muy divertida por los títulos. Cogí el libro que ponía Supercheria y lo ojeé. Me gustaba el color morado, por lo que decidí empezar por ese rayo.

Cuando Janelle posa su mirada sobre las primeras líneas del libro, parece caer en un trance profundo, quedándose congelada cual estatua, al tiempo que un cómodo sillón emerge de la nada, atrapando a Jane.

Tan pronto la Ravenclaw "se sienta" en el sillón, una esfera de energía mágica rodea el mismo.

Observo la situación con cierta sorpresa al comprobar lo que ocurría al leer uno de los libros y antes de que Kat haga alguna estupidez, cómo intentar atravesar esa aura mágica, la cojo del brazo.

- Ni se te ocurra intentarlo - le advierto - Esta prueba es suya.

Añado acto seguido aunque sin apartar la mirada de Janelle en todo momento.

- ¿No es así señorita Ravenclaw?

Pregunto por si la Dama Gris había tenido a bien hacerme caso y permanecer en la sala.

Es cierto, esto recién empieza, si esa niña quiere obtener la varita de mi madre le espera un largo y duro camino. El sólo pensar en lo que mi madre le tiene preparado me aterra. - responde la fantasma mientras observa a Janelle con condescendencia.

Pasado el susto inicial Kat entro en el recinto, quedó maravillada ante tantos libros mágicos y tan bien cuidados. Era un auténtico paraíso para una lectora mórbida obsesiva como ella, lo suyo eran mas los libros de fantasía y magia Muggle pero estos tampoco estaban mal.

Iba a tomar uno al azar cuando Hellen les indico con prudencia que estaban en la area mas peligrosa del colegio, cuyos conocimientos podían triturar no solo al mundo sino hasta la misma gente. Kat tragó saliva al oír esto, nunca había pensado que un libro pudiera hacerte daño, para ella los libros eran un bien absoluto y eran incapaces de hacer daño. Seguía su debate interno cuando el diario antiguo en un pedestal, cosa que activo 5 libros mas, con títulos inquietantes.

Kat quería revisar uno pero Jane se adelanto, tomó uno y leyo varias lineas, cosa que la dejó en una especie de coma. No pudo siquiera acercarse pues Hellen y luego la Dama Gris se lo impidieron. Kat se sentía impotente, incapaz de ayudarla, mas las 2 tenian razón, esto sin duda era uno de esos retos dementes como elegida de Ravenclaw. Dejándola solo para decir:

-Vamos, tu puedes Jane.

A penas unos segundos después, Janelle parece despertar de su trance completamente indemne.

Pestañeé unos segundos, algo desorientada en un principio y, después, miré a Kat y Hellen.

- Yo... Rowena Ravenclaw se me ha aparecido de nuevo y me ha hablado, debo superar una serie de pruebas, cinco, una por cada libro - miré el libro que había cogido - al caer la noche iniciará la prueba y lo primero que tengo que descubrir es cuál es el objetivo de la prueba. Si el título del libro es Superchería, supongo que tendrá que ver con eso. Y algo más - las observé. primero a una y luego a la otra - puedo escoger a dos personas que me ayuden en cada prueba. Me gustaría que fuerais vosotras, no puedo pensar en nadie mejor para que me ayuden - les comenté a la espera de una respuesta.

Afortunadamente, Kat no hizo ninguna estupidez, por lo que pronto pude dejar de sujetarla y quedar a la espera de que ocurriría con Jane. No fue necesario esperar demasiado antes de que despertara, pero la propuesta que hizo me dejó intranquila y no sólo a mí, pues ante Skaa también se revolvió entre mis piernas.

- No, no puedo...

Comento bajando la cabeza y casi en un susurro. Luego me dirijo en busca del índice de la biblioteca y comienzo a pasar sus páginas con nerviosismo.

Para el alivio de Kat Jane volvió a la realidad. Además parecía que necesitaba ayuda para resolver las pruebas. La rubita subió un pulgar en alto y le dijo:

-Claro, puedes contar conmigo.

Lo raro fue que Hellen se negó a participar, la Rubita infló los cachetes por eso y preguntó:

-¿Por que no Hellen? Si lo hacemos con tu ayuda seria fácilicimo.

No parecería que supiera ni que andaba buscando, sino más bien una excusa para mantenerme ocupada, por lo que dejé de hacerlo antes de responder a Kat.

- Porque es mejor para todos. No quiero llegar al extremo de tener que haceros daño para apartaros de mi.

La contestación resultó bastante sombría. No quería tener que repetir una situación similar a la de Artemis.

Viendo semejante actitud Kat no se cruzó de brazos, fue hacia la feloz tigresa y le dio un abrazo, uno con cierta calidez maternal en espera a mitigar sus miedos.

-Yo no tengo miedo. Seras gruñona, a veces antipática pero eres la niña mas valiente y leal que conozco. Siempre que pasa algo tu estas ahí para dar la cara por nosotros. Te empeñas mucho con lo que haces y siempre te preocupas por los demas, no mientas, sino hubieras dejado sucio a Artemis. Aunque no lo creas eres una buena persona.

Dejando a Hellen Kat comenzó a dar vueltas en línea recta mientras tomaba su menton con 2 dedos. Estaba pensando, pensando una solución.

-Ahora, si tienes miedo de que pierdas el control cuando estas en forma animal lo que tenemos que hacer es ver como estar contigo sin que te alteres o te sientas amenazada....

Dando sus paseos de un lado a otro cual imitadora barata de Sherlock Holmes Kat intentaba pensar como poder estar junto a Hellen, no podían dejarla sola y con ese miedo a que su bestialidad la consumiera. Consultó todo cuanto sabía, desde lo que aprendió en Hogwarts hasta cuentos de hadas, todo podía ser útil. Entonces recordó una cosa:

-¡¡¡Fabulas!!!, eso es.-miró a Hellen y le dijo-Si estas con gente te sientes amenazada ¿no?, y si ¿Estuvieras con otros animagos?. Como en las fábulas.

De pronto Kat paro en seco y dijo:

-¿Como convertirnos en animagos?.

La serpiente se movió inquieta y siseó con vehemencia, más no llegó a atacar y ni siquiera mostró su cabeza ante el abrazo de Kat o su posterior discurso.

Sabía que estaba intentando animarme. Hacerme ver que no estaba sola a pesar de todo. Teorizando, erróneamente, que mi aislamiento era motivado por el miedo a hacerles algo estando en mi forma felina.

Tan atrapada me sentí, que ni siquiera me salió la voz cuando musité mis motivos conforme la rubita mencionó las fábulas, aunque si lo logré cuando lo volví a intentar, esta vez a pleno pulmón.

- ¡PORQUE VOY A MATAR A RIDDLE!

Chillé quedándome sin resuello y generando un silencio terrorífico. Era la primera vez que declaraba mis intenciones en voz alta y yo misma me había asustado por ello.

- Ninguno sois capaz de ello y eso supondrá que terminaré mis días en Azkaban... ¡pero no esperaré a que os mate a alguno ni que nadie llore por mi destino!

Añado conforme las lágrimas vuelven a recorrer mis mejillas y explicando el por qué tenía los ojos rojos al abrirles la puerta.

- ¡Ahora marchaos!

Les pido aunque echando mano de la varita. Parecía que no dudaría en usarla si fuera necesario.

Cuando Hellen echa mano de la varita, del diario emerge una figura espectral que se para entre ustedes. Con el rostro hecho una furia, la fundadora os observa a las tres.

Si quereís pelear ¡HACEDLO FUERA! - ruge Rowena Ravenclaw, al tiempo que señala hacia la puerta. 

Si dañaís siquiera una página de mis tesoros, no respondo de lo que os vaya a suceder. - les advierte la fundadora mientras las tres sienten que pierden el control de sus cuerpos.

Esto es un templo del saber no un campo de batalla.- agrega Rowena al tiempo que el fantasma de su hija se esfuma con una expresión de verdadero terror en el rostro.

Semejante desplante sacudió a la Rubita, no se podía creer que eso fuera lo que estaba ocultando. Ahora ya entendía por que Artemis estaba tan crispado en la enfermería cuando preguntó sobre Hellen.

Iba a decir algo cuando repentinamente la Fundadora se puso a armas tomar y las exhortó a dejar el recinto. Kat no dijo nada, sólo fue a paso rápido hacia la salida y sin esperar causar la furia de la fundadora.

Hasta una despistada como ella reconocía lo que es un suicidio.

Me alivió ver que Kat aceptaba ayudarme, pero me sorprendió que Hellen no quisiera, pues se había implicado activamente en la búsqueda de la biblioteca desde el primer momento y pensé que querría ayudar en esta misión. Me sorprendió saber que quería matar a Samantha, pero no me eché atrás, ni siquiera cuando escuché a la serpiente silbar. 

- Hellen, yo... - justo cuando fui a responder, Hellen pareció dispuesta a echarnos aunque fuera a golpe de varita.

La aparición de Rowena me sorprendió y entonces sí, di un paso atrás intentando reaccionar. Me tranquilicé y respiré hondo antes de contestar.

- No habrá pelea, no voy a pelear contra una amiga - dije con seriedad mirando a Hellen directamente a los ojos - No voy a obligarte a ayudarme, Hellen, eres libre de decidir, pero como ha dicho Kat yo tampoco tengo miedo. A estas alturas no creo que eso deba preocuparte, estamos todas metidas hasta el cuello en el peligro y no hará mucha diferencia si unes tus propios peligros. En estos momentos, por mucho que quieras, no podrás protegernos de tus propios demonios, pues quieras o no, te ayudaremos pase lo que pase. Si vas a matar a Riddle, te ayudaremos, si desaparece no creo que nadie sepa lo que le pasó, después de todo, ahora mismo está desaparecida.

La espantada de Kat era prevesible, incluso la aparición del espíritu de la fundado para defender su biblioteca, pero la tranquilidad de Jane me dejó trastocada, tanto que ante sus palabras dejé de sostener la varita al tiempo que la caía sobre mis rodillas tapándome la cara y llorando desconsoladamente.

- ¡MARCHAOS!

Volví a chillar en mi mar de lágrimas y, aunque estaba desarmada, incluso Skaa se escabulló hasta el escritorio.

Suspiré, mirando como la siempre fuerte Hellen se deshacía en lágrimas. No era el momento de hablar ni de intentar convencerla. Necesitaba estar a solas y tranquilizarse y seguir presionándolo sólo lo empeoraría. Resignada, pero apenada, bajé los ojos y me di la vuelta.

- Vámonos, Kat, por el momento le vendrá mejor estar a solas - mientras iba para la puerta, volví la cabeza a medias hacia Hellen - aún pienso que podríamos ayudarnos, Hellen, si cambias de parecer cuando te tranquilices, sólo tienes que buscarnos.

Sin decir nada más, tomé el camino para abandonar la biblioteca, intentando buscar una solución a la actual situación. No sólo el que tenía Hellen y sus intenciones, sino también qué haría con la prueba. La negativa de Hellen me había dejado en un dilema de buscar a otra persona que no entendiera la situación o afrontarlo sola con Kat.