Partida Rol por web

En dominio 4 puede ser e incluso así el conjuro tiene un 50% de posibilidad de fallo.

Reinifors trabaja mejor sobre la materia sólida y en es aire no hay exactamente mucha masa con la cual trabajar, pues es más una transformación a nivel atómico que molecular.

Mientras esperaba la respuesta de la serpiente, de improviso caigo en la cuenta de lo complicado que sería usar el Renifors para eso, dado que no tenía un material específico que modificar. Sería mejor usar otro sortilegio.

- ¿No conocerás algún hechizo para crear humo?

Pregunto de improviso tras descartar la transformación del aire.

Mi señora, yo no sé hacer magia. - responde la serpiente siseando con calma.

Quizá su maestro de encantamientos pueda ayudarla. - agrega la serpiente

La sugerencia de Skaa no me hace ninguna gracia, razón por la cual tuerzo el gesto nada más escucharla.

- No me fío de ella. Nadie saca todo perfecto por muy inteligente que sea.

Explico a la serpiente para que fuera partícipe de mis pensamientos.

- Y si a eso le sumamos los demonios...

Definitivamente, la profesora Pendragón era la última persona en la que confiaría.

- Podéis matar al ratón, pero cuidado, no se vuelva a convertir en baldosa.

Concluyo tras pensársemelo medio segundo. Tenía más hechizos que probar sin un objetivo vivo.

Las serpientes se abalanzan sobre el pobre ratón que en vano intenta huir, la infeliz criatura deja escapat un chillido mientras una de las serpientes le encaja los colmillos.

La agonía del roedor termina en un parpadeo, pero cuando el pobre animal muere, lo único que queda en su lugar es una baldosa rota, mientras las serpientes se alejan siseando algo molestas.

Era un resultado más que posible, así que no veía el por qué se molestaban tanto, más aún cuando se lo había advertido.

- Luego os traigo algo.

Comento para tranquilizarlas mientras me acerco hasta la baldosa y, tras recogerla, la lanzo contra el suelo para romperla en varios pedazos, luego selecciono dos de los más grandes y los separo del resto antes de separarme ligeramente.

- Permutix.

Pronuncio tras oscilar la varita aunque sin apuntar sobre los objetos, provocando que inmediatamente intercambien sus posiciones.

- Así que era así...

Murmuro satisfecha por el resultado, pues aunque no había conseguido hacerlo en clase, ahora que le había cogido el truco estaba lista por si Bane volvía a pedirme que lo realizara, pero había llegado el momento de probar otro, que además intuía podía ser más complicado.

- Veamos si consigo este... - comento a continuación recordando cómo lo había realizado Slughorn - Prior Incantatem.

Pronunció volviendo a agitar la varita sin sujetarla con la suficiente firmeza y provocando que la varita salga volando hasta las escaleras.

- ¡Ups!

Suelto agradecida porque nadie, salvo las serpientes, lo hubiera visto y me voy dispuesta a recogerla.

Lo siento.

Pienso dirigiéndome a la varita, no fuera a molestarse por el trato recibido, además de que la necesitaba contenta si pretendía para seguir practicando.

Mejor paso a otros con los que te sentirás más cómoda.

Considero antes de pronunciar uno de los hechizos que mejor dominaba y con la que la varita resultaba más afín.

- ¡Serpent Sortia!

Declaro y una serpiente mas grande que las que hasta ahora había invocado hace su aparición junto a la estatua.

- Bienvenida.

La saludo con una sonrisa.

De todos modos mi sonrisa no dura mucho y mi expresión se torna más preocupada, básicamente porque conocía que había un hechizo que permitía deshacerse de las serpientes con suma facilidad, lo cual era un problema que debía estudiar si en verdad quería servirme de ellas.

- Se me acumulan los deberes Skaa. le confieso a mi pequeña - Hay un hechizo que permitiría a cualquier mago deshacerse de vosotras con facilidad. Es por ello que necesito aplicaros un contraconjuro para protegeros, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Si bien es cierto, aquella afirmación no era totalmente cierta, pues imaginaba que con runas sería posible, o que la clave residiría en esas varitas de sortilegios Weasley.

- Mira... - comento mientras busco a una serpiente despistada e intento recordar las palabras - Vipera Evanesca.

Pronuncio e inmediatamente la serpiente desaparece dejando un hilo de humo como único testimonio de su existencia.

- Necesitáis algo que os proteja de eso.

Repito y me siento en el suelo pensativa, aunque pronto tendría que dejar las prácticas para asistir a clase.

Lo prometido era deuda, así que antes de irme a dormir dejé en el piso los trozos de carne. Luego busqué a la más grande que había invocado aquel mismo día y varita en mano me dirijo a ella.

- Es para todas. Ni se te ocurra aprovecharte.

Le amenazo para que comprendiera el orden establecido, luego procedor a seguir mi rutina, son olvidar que mañana debía madrugar para el entrenamiento con Bane.

Al cabo de un rato había decidido dar por concluido el encuentro con Ian y Calixta, con la excusa de ir a estudiar Transformaciones para acabar con los deberes que me había puesto Bane en las horas extras, aunque en lugar de irme a la biblioteca, había acabado metiéndome en el baño y teleportado a la cámara, pero para desgracia de las serpientes allá apostadas, hoy no había comida.

- Lo siento hoy no pude cogeros nada.

Me disculpo y voy hasta la habitación com la idea de liberar el cristal, pero prinero necesitaba estar preparada y eso pasaba por el Wizangan.

- Wizangan.

Pronuncie formando la barrera que debía ayudarme a enfocar mi mente y entonces me puse con el cristal y dejé que la magia me conectara con el... y di gracias por haberme preparado.

Inmediatamente sentí que la cosa iba a ser difícil. Me costaba afinar hasta llegar a la cantidad de magia que necesitaba proyectar ¡y sólo era el primero de los sellos! Iba a necesitar apoyarme en mi fuerza de voluntad para romper todos los nodos y así lo hice, hasta que en el tercero casi estuve a punto de perder el férreo control que debía sostener hasta que acertaba con la magia que debía proyectar y justo entonces, el ojo decidió cambiar y comenzar a proyectar magia pura que me vi obligada a absorber sin descanso hasta que el artefacto decidió volver a cambiar y volver a necesitar que fuera yo quién generara el flujo y volviera a tener que esforzarme por controlarlo.

Después volvió a cambiar una vez más, pero ahora estaba preparada y absorbí la magia que emanaba con rapidez rompiendo los dos siguientes con contundencia y sosteniendo el torrente de magia una vez más hasta alcanzar el siguiente punto a base de insistencia, pero aún estaba lejos de acabar y sabía que el fundador habría creado los dos últimos nodos a conciencia para asegurarse que sólo su elegido consoguiera romperlos, por lo que en cuanto sentí que debía volver a proyectar magia, lo hice con todas las fibras de mi ser antes de afrontar el subsiguiente, y lógico, latigazo de energía que acabó quebrando el ojo del basilisco.

Tan pronto terminas de sobrecargar los nodos, el crustal empieza a reverberar de forma violenta, al tiempo que una serie de fisuras aparecen en la superficie del mismo.

Algunos segundos después las fisuras se convierten en grietas y luego el cristal explota liberando una descarga de luces de colores por toda la habitación.

Mientras la varita de Salazar Slytherin cae al suelo, sientes como tus piernas te traicionan y caes al suelo, extenuada por el tremendo esfuerzo requerido.

Lentamente la varita rueda hasta tu mano y notas que es bastante similar a la tuya, salvo porque de esta emana una gran cantidad de poder, poder que puede resultarte de mucha utilidad en el futuro.

Tan pronto logras coger la varita, sientes que esta te reconoce como su nueva ama.

Extenuada, por los suelos y con una sonrisa de oreja a oreja por la satisfacción de haber conseguido la varita de Salazar Slytherin... así había acabado aunque una vez la varita tocó mi mano, una sensación extraña apareció en mi interior.

Cierto era que se trataba de una varita poderosa y que parecía dispuesta a cumplir mi voluntad, pero ya había tenido que cambiar de varita una vez y de volver a hacerlo, especialmente tan pronto y sin motivo alguno más allá del simple poder, me hacía pensar en cuánto estaba cambiando y a dónde me llevaban aquellos cambios.

Es por eso que permanecí un buen rato tirada en el piso, no solo por el cansancio originado por tan magno esfuerzo, sino meditando sobre mi misma. Necesitaba centrarme, de lo contrario acabaría perdida, tal y como me había visto en mi sueño, o peor, quizás realizando algún pacto del que me arrepentiría toda la eternidad.

Esa sensación me llevó a una decantarme por una sabia elección, o eso me parecía en aquel momento. No podía depender de esa varita. Si usarla, por supuesto, pero me sería más útil como herramienta para poder progresar, lo mismo que la biblioteca de Ravenclaw, aparte de que su parecido con la mía seguro que me serviría para mantenerla oculta aún a la vista de todos. Habiendo tomado dicha decisión, hice el esfuerzo por levantarla y mirarla con atención.

Tendría que probar todo mi repertorio de hechizos con ella. Con suerte, su poder me ayudara a comprender mejor la forma en que podría realizarlos y quizás Slytherin me mostrara alguno de sus secretos, pues me negaba a pensar que no mantuviera algo oculta por si, incomprensiblemente, alguien hubiera conseguido romper el cristal y hallarla.

- Bienvenida de nuevo.

Le dije en pársel antes de volver de volver a descansar un poco más. No podía olvidar que pronto tendría que ir a cenar.

Sábado (Mañana).

Tras el desayuno vine a la cámara y lo primero que hice fue dejarles las salchichas a las serpientes. Pensaba practicar algunos hechizos por la mañana y necesitaba a las serpientes aunque no pensara hacerles nada malo.

- Ilusia.

Pruebo a recitar el hechizo, pero en cuanto veo cómo las primeras en llegar me saludan respetuosas, deduzco que no ha funcionado como debería, por lo que en lugar de probar de nuevo con mi varita, la recojo y echo mano a la de Slytherin mientras los ofidios se centran en la comida.

- Ilusia.

Intento de nuevo pero una vez acaban, se vuelven hacia mí y declaran un "Gracias", se que he vuelto a fallar. Iba a ser más complicado de lo que imaginaba dominar aquel hechizo, por lo que decidí centrar mis esfuerzos en otros como intentar mejor mi dominio con el útil Wizangan.

- Wizangan.

Pronuncio y acto seguido noto como la barrera a la que estaba acostumbrada se genera con sencillez, pero no por ello me siento abatida, sino que lo veo como una preparación a intentar algo nuevo para lo cual necesitaba a una de las serpientes.

- Quieta ahí. Voy a intentar entrar en tu cabeza, relájate - ordeno a una de las rezagadas que había disfrutado de la comida, luego inspiro profundamente y centrándome en la serpiente proclamo - Legeremens.

Al instante siento como mi mente se aproxima a la de la serpiente, pero no llega sin llegar a entrar en la de ella, así que vuelvo a intentarlo.

- Legeremens.

Anuncio de nuevo y esta vez ni siquiera consigo aproximarme. Iba a ser un conjuro realmente difícil de dominar y necesitaba dominarlo. No podía darme por vencida, menos después de haber obtenido esta varita.

- Vamos pequeña, intentémoslo de nuevo. Legeremens.

Intento aleccionar a la varita, pero vuelvo a obtener el mismo resultado. Estaba claro que necesitaría estudiar más antes de volver a intentarlo.

- Gracias, puedes irte.

Termino diciéndole a la serpiente y me quedo mirando a la varita conforme se escabulle. Estaba claro que no podía depende únicamente de ella para lograr progresar, eso significaba que únicamente podía servirme de ella para conseguir un pequeño impulso que me ayudara a alcanzar una cuota que ya fuera de lograr por mi misma y eso me ahora me dejaba con pocas opciones.

- Anapneo.

Pronuncio y siento como el encantamiento surte su efecto, confirmando mis palabras al tiempo que mis pulmones recogen todo el aire que eran capaces. Entonces podría intentarlo con otro hechizo que se me había estado resistiendo hasta el momento y que resultaba básico.

- ¡Protego!

Acto seguido se forma una fuerte escudo a mi alrededor, o al menos lo suficientemente fuerte como para ser la primera vez que conseguía realizarlo. Estaba claro que necesitaría practicar más, pero al menos había tenido una mañana productiva y a partir de entonces podía pasármela ojeando el libro de pociones o permaneciendo tranquilamente con las serpientes, optando al final por ambas sentándome apoyada junto a la estatua de la pantera.