Partida Rol por web

Entráis en el Gran Comedor cuatro largas mesas con los colores de cada casa adornan la estancia, velas colgantes en el aire, alumnos de distintos años sentados en sus mesas, un gran ajetreo, al fondo del Gran Comedor hay una larga mesa donde están los profesores, algunos de ellos serán vuestros profesores estos años, aunque por ahora sus rostros son desconocidos para vosotros.

Estais en fila en el Gran Comedor, de pie, pues aún no teneis ninguna casa asignada, todas las miradas estan puestas en vosotros, pues sois los protagonistas de esa noche. El silencio reina cuando alguien empieza a cantar, os asombrais al ver que la canción proviene de un sombrero parlante

"Oh, podrás pensar que no soy bonito,
Pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
Un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
Sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
Y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
Que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
Dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
Donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
Ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff,
Donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
De verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
Porque los de inteligencia y erudición
Siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
Harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
Para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante."

Subió al estrado y se sentó en el taburete con su túnica nueva acompañado de un ajado y desgastado uniforme. Al ponerse el sombrero seleccionador empezó a oir como este hablaba en su cabeza, no le prestó mucho atención...¡Por las barbas de Merlín, en cualquier casa menos Huffelpuff!...Como me mandes a Huffelpuff te usaré de papel higienico, te lo juro por lo que mas quieras...El sombrero permaneció en silencio

-Vaya, debes de tener agallas para hablarle así a quien va a decidir tu futuro en el colegio- dijo el sombrero- Te pondré en...¡¡Gryffindor!

El muchacho suspiro aliviado, hubiese preferido Slytherin, pero cualquier cosa era mejor que ser un mediocre tejón zampabollos. Se levantó con un suspiro dibujado en sus labios y se encaminó a la mesa escarlata de los leones que le recibían con aclamaciones de bienvenida.

 Mi nombre era el siguiente en la lista, en mi interior sentía miedo por saber a que casa me iba a tocar. Mi madre había estado en Gryffindor pero mi padre y hermano en Ravenclaw, mi madre siempre dice que tengo el talento de un Ravenclaw pero el corazon de Gryffindor.

 Me acerque temeroso al taburete por alguna razon ya estar en Hogwarts me hacía ponerme nervioso y mas subiendo a la vista de todos, mi mente tampoco estaba tranquila empezaba a repasar ambas casas y le echaba miradas. Gryffindor o Ravenclaw... Cual será, me gustaria Gryffindor porque lo siento pero Ravenclaw me llevaría mejor. Mis ojos parecían estar en un partido de Quidditch donde ningun equipo logra marcar un tanto.

 Vaya... Vaya tenemos un chico que posee un gran conocimiento pero alberga la fuerza de leon. Me sorprendí al escuchar al sombrero hablar que salte, esta parte no me la contaron y solo dijieron que había una sorpresa al llegar. Veo tu conocimiento y tus ansías de ir a buscarlo pero tu actitud dice otra cosa... Sera mejor que estes en.. GRYFFINDOR.

 Sentí los aplausos de mis compañeros nuevos y suspirando me saque el gorro y fui a donde estaban mis nuevos compañeros. Donde pasaré mis 7 años aprendiendo magía.

Todo era perfecto,  desde la llegada a la estación de Hogsmeade en donde nos subimos a unas barcazas hasta ingresar al gran salón del castillo. 

Caminar por el extenso pasillo junto a mis compañeros de primer curso fue algo especial. Tras unos breves pasos mis ojos abiertos por el asombro se deleitaban con el techo de Hogwarts ya que era un cielo oscuro estrellado, muy similar al que adoraba mirar cuando estaba en mi casa. 

El gran momento que definiría un antes y un después en mi había llegado, allí adelante me esperaba el sombrero seleccionador y será quien me otorgue una casa. 

Una vez que mi nombre resuena en la sala escucho un silencio tangible, era la primer Black luego de muchas décadas que pisa Hogwarts. Mi apellido tenía una historia que todos conocemos, en ella encuentras mortifagos y nobles valientes como mi tío Sirius que luchó hasta el final para deshacernos de la oscuridad creada por Voldemort renegando de su familia y fue mi abuelo Alaphard, tan bondadoso que a cambio de su vida le brindó la ayuda a su sobrino ganándose el destierro.

Suspirando de los nervios camino a paso firme, tomo asiento en el taburete y siento la calidez del sombrero al posarse sobre mi cabeza.

- Ummmm difïcil... Una Black ha venido aquí... Como tu abuelo tienes el temple y la inteligencia de un Slytherin, pero tu ambición no te llevará a la perdición como a algunos de tus ancestros porque veo la sabiduría en ti... Será un desafío mi niña y la decisión es: ¡¡¡SLYTHERIN!!!!  - anuncia el sombrero con ímpetu mientras mi rostro sorprendido se posa en la mesa de color verde.

Mis ojos abiertos por el asombro al estar completamente paralizada por la selección del sombrero, me acerco a la mesa de las serpientes contenta por el caluroso recibimiento. 

Me subí a aquel letrado me coloque el sombrero que había encima de la silla y me senté yo quería estar en Griffindor como mis padres pero el sombrero no lo veía a sí Griffindor quiero Griffindor que mejor que en esta casa tan acogedora, aunque Reavenclaw no me disgustaría tampoco.

-Chico, veo lo mismo que vi en tu padre, una decisión difícil, pero vas a terminar donde tu padre no quiso ir en  ¡¡¡SLYTHERIN!!!!.

 Me dirigí a mis nuevos compañeros para saludarlos y conocerlos, Slythering era mi casa, espero que lo pase bien en esta casa.  

Nerviosa, oí como pronunciaban mi nombre. Con un hondo suspiro, subí a la tarima y autoconvenciéndome que nada pasaría, me senté en el taburete. No me importaba la casa a la perteneciera, siempre y cuando me permitiera estudiar todo lo que pudiera sobre magia.

Tras unos largos segundos que me parecieron siglos, el sombrero se posó sobre mi cabeza y comenzó a hablarme. Di un salto cuando me habló, nunca me habían dicho que hablaba. Mmmh, aquí tenemos una mente curiosa que busca conocimientos, con muchas ganas de probarse a sí misma y su ingenio. Tengo bien claro donde te voy a mandar, tu lugar será ¡Ravenclaw!

Una sonrisa iluminó mi rostro y bajé del taburete para ir a la mesa que me aplaudía. Ravenclaw era perfecto para mi, me permitiría alcanzar mis objetivos y mis padres estarían orgullosos.

James caminó por el pasillo que antes habían caminado sus padres y su hermana mayor, él trató de buscarla en la mesa de los tejones pero no logró encontrarla. De todas formas ya lo estaban llamando y no podía perder mucho tiempo buscando la cabeza de su hermana.

Mierda ahora me toca a mi, si no te toca Slytherin sería la persona más feliz del mundo...

El chico no se dio cuenta que lo estaba susurrando y miró con miedo a la mesa donde se vestían todos de verde esmeralda. El sombrero tocó su cabeza y dudó un poco.

Eres inteligente y trabajador, puedes estar en Ravenclaw o en Hufflepuff, pero a donde te llevaré... recuerdo haber mandado a un Spottler a Hufflepuff pero los otros son todos Ravenclaw, en tu caso... serás Hufflepuff!

La mesa dorada y negra estalló en victores, cuando James se dio cuenta hacia donde caminaba su hermana lo abrazó y lo sentó a su lado, mientras el resto de la mesa lo felicitaba, era el primer tejón en ser elegido ese año.

Por fin había llegado el momento, el sombrero esperaba sobre aquel taburete, mientras la profesora McGonangall esperaba para colocarlo sobre su cabeza tras llamarlo.

Lazarus subió las escalinatas con paso firme, indiferente ante la selección, pues ya sabía cuál era su destino... el mismo que había tenido su padre y sus dos hermanos mayores, asi como los pasados miembros de la familia Dragonbane. Todos los miembros de su familia habían sido miembros de la misma casa en Howarts, casi como si lo tuvieran en la sangre.

Al subir todos posaron su mirada en Lazarus. Era un chico algo enclenque, a pesar de su túnica de buena calidad, su rostro pálido le daba un aspecto enfermizo, y aunque sus ojos castaños reflejaran su determinación. Cuando se sentó en el taburete ante los demás alumnos, cualquiera podría haber dicho que estaba o bien muerto de miedo o a punto de desmayarse.

La profesora alzo el sombrero el sombrero sobre la cabeza del joven y apenas cuando había tocado su cabeza, hablo.

-Contigo la decisión es fácil, las mentes como la tuya pertenecen a ¡¡SLYTHERIN!!!

Los aplausos se sucedieron en la sala mientras el joven se levantaba y se dirigía hacia la mesa de Slytherin como quien llega a su nuevo hogar.
 

Cuando la profesora Minerva pronunció mi nombre, mis piernas empezaron a temblar aún más que antes. Me abrí paso entre mis compañeros y subí al pequeño estrado en donde estaba el taburete y el sombrero. Según había escuchado era muy sencillo, y por lo que había visto en sus compañeros tampoco parecía que aquella prueba fuese realmente complicada, aunque le habían contado casos en los que el sombrero, en su indecisión, había permanecido durante un día entero en la cabeza del alumno antes de destinarlo a la Casa que creyese conveniente, lo que me ponía aún más nerviosa si cabía. No quería ser de ese tipo de alumnos. Cuando me senté, la profesora puso el sombrero en mi cabeza y una voz, que parecía provenir del sombrero, comenzó a hablarme.

- Uhmm... no parece muy difícil, en cualquier casa podrías estar bien, pero creo que la mejor elección va a ser...

- Gryffindor, o Slytherin... - pensé con fuerza para que el sombrero pudiese escucharme

- ¿Gryffindor o Slytherin? No... eso no es lo que realmente deseas, lo puedo ver, donde mejor vas a estar es en.. ¡¡Hufflepuff!!

La elección de la casa fue escuchada por todos los alumnos, y cuando me quitaron el sombrero pude ver a la Casa de Hufflepuff que me recibía con aplausos, igual que al alumno anterior. 

Me levanté y me dirigí hacia allí, en donde me saludaron y me empezaron a hacer preguntas. Bueno, ahora tocaba pensar en lo que le diría a mis padres sobre esto. 

Desde que habían llegado a Hogwarts, Allison no era capaz de ocultar su emoción por todo lo que acontecía ante sus curiosos ojos, volcando toda su atención en cada minúsculo detalle.

Mientras avanzaban hacia el interior del inmenso edificio, junto con el resto de nuevos alumnos, una gran sonrisa se dibujaba en su rostro, todo aquello era lo que siempre había soñado, tal y como las historias que sus padres le habían contado en tantas ocasiones.

Pero en cuanto entraron al Gran Comedor y se fijó en el techo tan particular que había, era... ¡como si no hubiese techo! Se podía apreciar el cielo nocturno, cargado de estrellas rutilantes. Sin querer se quedó prendada, admirando tal vista con los labios ligeramente entreabiertos.

Tanto es así, que apenas se dio cuenta de que la ceremonia del Sombrero Seleccionador había dado comienzo... Pero al escuchar su nombre en voz alta se sintió como si el mundo se le viniera encima, notaba sus mejillas arder mientras se acercaba apresurada hacia la profesora McGonagall, se sentó sobre el taburete y... 

Oh no, ¿y si..?  Por la mente de la chica comenzaron a sucederse numerosas situaciones, a cual más terrible o vergonzosa. Se imaginó a sí misma con el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, mientras su pelo anaranjado, de repente, prendía fuego a este, para espanto de todos.  

No, no puede ser, ¡deja de pensar en algo así! ¡Es ridículo!

La profesora colocó al Sombrero sobre su alborotada melena, mientras la niña cerraba los ojos con fuerza, al contacto, este profirió un alarido que casi consigue hacer caer a la pelirroja del asiento. -¡¡Aaaaaah..!! ¿Te he asustado pequeña? Juaa ja jaa... - preguntó con un tono burlón, mientras se reía por la reacción provocada.

- Hmm, veamos... Piensas con una asombrosa rapidez, ¿sí? Tu cabecita es un no parar jovencita, ¿dónde debería..? - prosiguió mientras se movía ligeramente de lado a lado. - ¡Mm! Y de buen corazón, ¡sin duda! Tú, pequeña polvorilla deberías estar en... ¡¡¡ Hufflepuff !!! - anunció finalmente. 

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Allison Kenneth, aún notaba sus mejillas ardiendo, mientras se dirigía a la mesa de Hufflepuff, ya mucho más tranquila. ¡Menos mal, creí que me iba a morir ahí arriba! Hufflepuff, ¿eh? ¡Qué contenta se pondrá mamá!  Pensó sonriente.

El viaje camino al colegio sin dudas había sido la experiencia genial que Jules le había prometido. Además había tenido la posibilidad de conocer a algunos de sus futuros compañeros y poco a poco había ido olvidandose de la timidez y la ofuzcación.

Las barcas camino al castillo, la noche y las velas fueron su parte favorita. Casi como un Hombre Lobo, había sentido ansias de aullar a la luna. Pero aquel llamado respondía no a sus instintos, era emoción pura!

Y como toda emoción... se fué apagando conforme puso su primer pié en el gran salón. El mismo estaba repleto de magos de diversas edades, todos vitoreando por los recien llegados y ahí fué cuando Johan recordó por qué estaba en el salón. *El sombrero...* pensó y tragó saliva con dificultad.

Con la vista buscó a Jules en la marea verde y plata. Lo encontró sin dificultadas, hablando con dos chicas... todo era fácil para el...

-Buena suerte, chicos- dijo a Janelle, Jack y Kat antes de ir a sentarse para esperar su turno.

Conforme fueron dando los nombres, el sombrero daba su veredicto y el salón se llenaba de festejos... Gryffindor, Gryffindor, Hufflepuff, Hufflepuff, Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin *Uff... que suertudo*, Hufflepuf y de repente... -Adelante Johan Slytherin- Anunció la profesora y el grupo de Jules comenzó a gritar.

Johan subió timidamente las escaleras y el sombrero se posó sobre el. -Mmmm sufres, chico? Acaso estas enfermo?- El sombrero parecía bromear. -No, es que...- No pudo completar la frase. -Es que nada. Debes estar seguro de ti, de tu camino. A donde vayas... todo dependerá de ti y de nadie mas, ni siquiera de tu sangre. Pero si tanto así lo quieres... debe ser porque lo eres... SLYTHERIN!- Aquellos segundos fueron confusos, pero la confusión se acabó cuando después de dar unos pasos, Jules lo tomó y lo levantó sobre los hombros. -Jules, yo...- Titubeó -Qué, no estás seguro?- preguntó su hermano. -Yo estoy feliz- dijo Johan y esbozó una sonrisa.

Por fin llega el Gran Momento. Al entrar en el Gran Comedor al contrario de lo que pasará con la mayoría de mis futuros compañeros de Escuela yo no me encuentro nerviosa al fin y al cabo soy una Malfoy y por todos es sabido que nuestra casa es la de Slytherin.

Cuando mencionan mi nombre avanzo orgullosa hacia el Sombrero.

- Malfoy, ¿eh? - dice el Sombrero para a continuación proseguir. Slytherin, por supuesto.

Sonrío sabedora de que mi padre, Draco, estaría orgulloso si pudiera verme.

Sin más demora me acerco a la mesa de Slytherin y tomo asiento.

Al entrar en la gran sala mire hacia el techo donde había miles de velas que levitaban encima de toda la estancia.

Un gran pasillo central y a cada lado dos grandes mesas en posición vertical. En las que había chicos y chicas de entre 12 y 17 años, todos vestidos con túnicas negras y el uniforme del colegio.

Aun no entendía exactamente porque mama me había mandado a ese lugar si no era una niña mala ni sacaba malas notas aparte de eso, no teníamos dinero para pagar un internado de tanto lujo y a las afueras de la ciudad, lo que menos entendía era porque Pedrito se había quedado en casa y no había venido conmigo, estaba tan enfadado cuando esta mañana salimos de casa.

Mire al señor Tingle, mi unicornio rosado imaginario que iba a mi lado buscando una respuesta pero él se dedicaba a saludar a todos los chavales que le veían por su lado.

Egocéntrico….pensé para mis adentros.

Camine con los demás de mi edad hacia otra mesa que se colocaba delante de las demás en posición horizontal pasando unas escaleras de unos 3 peldaños. Delante de estas mesas había un taburete de madera y encima había un sombrero que sin más ni más empezó a cantar, valla que talento tenía aquel sombrero, nos dejó a todos impresionados con el gran número.

Entonces la señora mayor que vestía una túnica que parecía ser de la edad media, otra cosa rara que sumarle a la anécdota, fue llamando a los que estaban a mi alrededor.

No entendía nada, mama mandándome a un internado de lujo, el sombrero cantarín, la señora vestida de otra época y para colmo los libros del curso tenían unos títulos que nadie en su sano juicio se daría cuenta de que existirían.

-¿Katherin Darling?-pregunto la mujer de ropas extrañas.

Levante la mano con algo de miedo y me adelante hacia ella. Me hizo un gesto para que me sentara en el taburete y después me puso el sombrero encima:

-valla valla, ¿Qué tenemos aquí? ¿Un unicornio rosa?, eres una personita bastante interesante, pequeña. Veamos donde te pongo a ti….- empezó a decir el sombrero el cual me asusto cuando hablo.

-a….mí me gusta mucho estudiar…….-dije al sombrero en bajo para que solo me escuchara el objeto.

-¿estudiar, eh? Pero también veo que tienes muy encuenta lo justo y también que te enfrentarías a muchas cosas si eso lo requiere, pequeña- contesto el sombrero.

-emmm….si es necesario si que lo haría, se- señor-susurre asustada.

-ya veo…¿Ravenclaw o Griffindor….? Menudo dilema, aunque creo que será mejor que estés en ¡¡¡GRIFFINDOR!!!-exclamo finalmente el sombrero parlante.

Los que había en una mesa aplaudieron y me llamaron a voz en grito, me acerque a ellos y me senté al lado de alguno de ellos y empecé a preguntar:

-yo no entiendo nada, ¿Dónde se supone que estoy?-

Ninguna anécdota contada por sus hermanos sobre Hogwarts era comparada con la experiencia real. Todo era mucho más asombroso de lo que imaginaba. Desde el paseo por el lago, hasta el gran salón la había dejado sin habla. Era eso o.. los nervios que sentía. Clementine estaba más emocionada que nunca ¿y cómo no estarlo? El momento más esperado en toda su vida por fin llegó. 

Estaba formada junto con sus compañeros esperando el momento que más ansiaba. Nunca se había preguntado realmente a qué casa le gustaría pertenecer. Su padre había pertenecido a Hufflepuff y su madre a Ravenclaw, sin embargo, siempre le habían dicho que nadie es mejor o peor por donde pertenecía. 

-¡Clementine Scamander!- exclamó la profesora de pronto, sacándola de sus pensamientos. Dio un respingo y camino hacia el taburete. Por más que intentara parecer tranquila, sus manos y labios no podían dejar de temblar.

Cuando por fin se sentó y le colocaron el sombrero remendado en la cabeza, de la nada, sin saber por qué, una sonrisa se dibujó en su rostro. -Una Scamander.. tu linaje representa una importante mezcla de casas..- dijo el sombrero parlanchín -Sin embargo no tengo ninguna duda de dónde perteneces.- continuó -Eres determinada y astuta para conseguir lo que quieres.. ¡SLYTHERIN!- 

De pronto escuchó aplausos y gritos en la mesa de Slytherin, donde se dirigió y tomó asiento. Por alguna razón, Clementine no se sorprendió de la decisión que tomó el sombrero.

Al entrar al enorme pasillo, el serio Alexander se da cuenta que había un número considerable de mestizos, situación que le daba un poco de repugnancia al joven aprendiz-.¿hasta acá han llegado estas escorias?-. Piensa mientras trata de disimular su cara de repudio y asco, a la vez que estos pensamientos negativos se apoderaban de su joven cabeza, la profesora a cargo empezó a llamar uno por uno a cada estudiante que hacía fila en el enorme salón, para subir al estrado y ser seleccionados a las diferentes casas-. Menuda porquería-. Suspira con desagradado Alexander luego de escuchar su nombre…

El pálido niño sube al estrado con una mirada fría e indiferente, luego de sentarse le colocan el extraño sombrero y casi inmediatamente dice-. ¡Un Mengele! Un descendiente del famoso Ángel de la muerte, un linaje maldito cubierto por los llantos de miles almas… interesantes-. Expresa en voz baja el curioso sombrero-. Tienes una mente sedienta de conocimiento y en tu interior guardas cosas poco ortodoxas…. Esto solo puede significar que eres un hijo de RAVENCLAW!!-. Proclama con energías el mágico ser.

Luego de la declaración del sombrero, Alexander con una pequeña sonrisa fría baja del estrado y se dirige al lugar donde su nueva casa lo esperaba entre aplausos y gritos, mientras que en su mente pensaba que su primer paso hacia el poder había sido todo un éxito.... 

Caminé tranquilo por aquel pasillo. Sentí alguna mirada de desprecio, pero la ignoré completamente. No era algo que me preocupara, mi madre ya me había avisado de que había gente que me odiaría por ser mestizo. Mi respuesta fue simple: "No voy ha hacer amigos mama, voy a estudiar. Que los demas piensen lo que quieran de mi o de mi sangre." Había ido para aprender.

Caminé tranquilamente hasta donde descansaba el sombrero. Hice una pequeña reverencia al sombreo antes de sentarme para que me lo pusieran.

"Vaya, vaya... la verdad es que tu no me lo has puesto nada dificil. Aunque puede que ese desprecio hacia el resto de las personas podría hacerte ganar un puesto en Slytherin... Pero no, tu mente es de otra casa. ¡RAVENCLAW!-tras la proclamación del sombrero lo deje en su lugar y me dirigí hacia mi asiento.

Me senté sin hacer ningun gesto, ni sonreir ni nada parecido. Simplemente tome mi sitio en la mesa y me quedé ahí, esperando a que todo aquello terminara.

Por diversos retrasos no llegó a coger el tren hacia Hogwarts pero si que llegó al andén 9 y 3/4. Por lo menos había pasado y no se había quedado en el mundo muggle del que provenía. Ya solamente el viaje hasta Londres le había suponido un gasto bastante grande pero podía permitírselo dado su posición social y económica.

Como no había más solución del colegio de magia y hechicería partió Hagrid en busca del pequeño Gabriel a quien recogió con su moto y sidecar voladores. Fue un momento tanto incómodo como nervioso para Bramko pues era el primer profesor de Hogwarts que conocía y no quería causar mala impresión aunque creyó que si lo hizo.

Tras el viaje "vip" que Hagrid le dio por los cielos de la zona en dirección a Hogwarts terminó entrando hasta la sala que precedía al comedor donde, según le habían contado, estaba el gorro seleccionador y le adjudicarían una casa teniendo en cuenta sus facultades y personalidad a mayores de sus deseos.

Poco a poco fueron pasando los demás siendo él unos de los del intermedio de la lista. Escuchó su nombre y tomó asiento en la banqueta donde se le colocaría el sombrero seleccionador. Se mordió el labio nervioso para luego notar cómo el envejecido cuero tocaba su cabeza y comenzaba a divagar sobre en qué casa ponerlo.

Tras unos segundos la decisión fue tomada con una poderosa voz - ¡Gryffindor! - Pronunció en alto. En loa cara de Gabriel se esbozó una leve sonrisa para acto seguido colocarse junto los de su casa presentándose a los que encontraba cerca.

Entré en el casino en silencio, sin mirar a nadie a los ojos. No me importaba lo que pensaban de mí, no me había hecho amigo de nadie…solo quería aprender. Observé como todos pasaban adelante, y pensé lo mucho que me molestaría que todos vieran mis pobres ropas una vez que subiera al estrado. Esperé mi turno, y una vez fue, pasé en silencio hasta el lugar. Me senté, y una vez que el extraño sombrero parlante se puso sobre mi cabeza comenzó a parlotear;

-Qué…qué es esto….es muy extraño. Sintiera como su sangre…es diferente…simplemente la muerte está pegada a él como la piel a sus huesos…un aura tan extraña jamás había sido vista en un mago…jamás había pasado por una cabeza como la tuya. No sé en qué casa ponerte…así que te pondré en la casa… Hufflepuff! –

Dijo, como si se estuviera divirtiendo. Yo no pude evitar mi decepción al escuchar eso. ¿Honestidad, amistad? Siempre había vivido solo con mis padres, y ahora habían sido cruelmente asesinados hace no mucho tiempo. Además, ¿Quién mierda tendría un zorrillo de escudo? Me paré, molesto, y me dirigí a uno de los asientos. Maldito sombrero parlanchín…me puse a preguntar si se podría torturar un sombrero, y no pude evitar sonreír.

asombrado por el entorno . los chicos . la grandiosidad del lugar . la majestuosidad del gran banquete . pero . . . tanta gente aqui me hace sentir incomodo y para colmo . . . para colmo todos me miraran ! ! ! voy a ser el centro de atencion de todo el mundo . 

camino lentamente y timidamente . una cara de asombro nunca antes puesta en mi rostro.

estando en mi asiento , impaciente por que el momento termine . ese momento tan incomodo donde todos los ojos estan clavados en mi . siento algo entrando en mi cabeza y comienza a moverse.

el efecto del salon . la magia . las miradas y mi personalidad han provocado que no diga ni una palabra como si un raton o tal vez un gato me hayan comido la lengua pero mi mente inundada de pensamientos que me llevan a otro lugar , pensamientos que me retornan a la comodidad de mi hogar . la soledad que sentia y toda esta vida que llevaba esta cambiando drasticamente.

cuando de repente escucho una voz atronadora proveniente de arriba de mi cabeza !

" HOOO VAYA ! ! ! TENEMOS UN INTEGRANTE MAS PARA LA CASA DE . . . ¡ ¡ ¡ SLYTHERIN ! ! ! "

siento que me sacan el sombrero y me voy corriendo ! pensando que el momento mas intimidante ya ha pasado , ahora solo queda disfrutar del banquete y la magia del lugar

Cuando me despedí de mis padres en el andén 9 3/4, sólo pensé que este sería un gran año, abordé el tren con mucho estudiante y busque un lugar en el cual sentarme a leer uno de mis nuevos libros de defensa contra las artes oscuras, desde muy joven mis padres me enseñaron que el mundo puede ser un lugar muy peligroso y que es necesario estar preparado.

Tan pronto el tren llegó a destino guarde mi libro y baje en compañía de los demás chicos, rogando a Dios que todo salga bien en la selección de casa, pues sabía de antemano que el sombrero quizá tendría problemas conmigo, pues descendía de una larga lista de magos brillantes, la mayoría de ellos de Ravenclaw como mi bisabuelo Nicolas, mi abuelo Godfric y mi tía Sarah, sin embargo unos cuantos miembros de mi familia habían pertenecido a Gryffindor, tal como mi padre y mi tío abuelo Amadeus. ¿Qué me depararía el destino?

Cuando entre al gran comedor, me dí cuenta que las anécdotas de mi padre no eran exageraciones, pues en definitiva aquel lugar era realmente impresionante, uno a uno mis nuevos compañeros fueron pasando hasta que finalmente escuché mi nombre.

-Flamel, Artemis Flamel - dijo la subdirectora mientras me ponía de pie y sentía todas las miradas puestas sobre mí.

Cuando me senté en el taburete sentí una gran ansiedad, hasta que escuché al sombrero hablar.

- Difícil, en verdad... Una mente brillante veo en tí, Ravenclaw podría ayudarte a explotar tu potencial. Sin embargo, tu corazón otra cosa me dicta, pues en el veo la ferocidad de un león. ¿Qué debo hacer contigo? Mmm... - dijo el sombrero antes de guardar un incómodo silencio. - ¿Cuál es tu anhelo muchacho combatir la oscuridad o burlar a la muerte? -Pregunto al fin el viejo sombrero.

Tras pensarlo unos breves segundos dije. - Quiero ser auror como mi padre - respondí en tono muy bajo.

- Muy bien si ese es tu deseo, entonces será: ¡¡¡GRYFFINDOR!!! - gritó el viejo sombrero y mi corazón dió un brinco de alegría mientras me ponía de pie y me dirigía a la mesa de mi casa, feliz porque el sombrero haya tomado en cuenta mi deseo.