Partida Rol por web

Allison estaba completamente de acuerdo con su amiga, pensaba lo mismo, seguramente fuera su hogar y ellas las "intrusas". - Además, si pensamos que normalmente pasáis aquí los veranos y nunca te has topado con una criatura así, no debe salir mucho fuera de la cueva. Imagino que todo irá bien. - comenta ya más tranquila, una vez fuera de la cueva. Cuando Mérida comenta de ir poco a poco en las materias, Allison se rasca la nuca ligeramente. 

- Perdona.. La curiosidad con estas cosas siempre me puede.. - añadió a modo de disculpa, mientras sonreía encogiéndose de hombros, supongo que podría buscar la información en otro momento, ahora tenían que disfrutar las vacaciones todo lo que pudiesen. - ¡En otro momento entonces! -
 

Tumbada sobre la hierba, con el rumor de las olas, la brisa y aquel cielo cuajado de estrellas, Allison no cabía en sí de alegría, casi tenía que reprimir las ganas de hacer la "croqueta" por la hierba de tanta emoción. - ¡Esto es mucho mejor que usar Astral Lucet Revellum en el dormitorio de Hogwarts! Y mira que me gusta ese hechizo... Es una pasada Mérida, una vista incomparable. - comentó mientras alzaba el brazo para señalar algunas constelaciones importantes como El Carro, algún signo del zodiaco visible desde su posición. 

- Lo tengo clarísimo, cuando sea mayor pienso irme a vivir lejos de la ciudad, estas vistas no tienen precio. - comenzó a decir toda convencida, imaginándose, en eso un astro cruza el cielo nocturno a toda velocidad, mientras la pelirroja exclama. - ¡Ah! ¿Es eso una estrella fugaz!? ¡Deprisa pide un deseo! - Nada más decirlo, la niña cerró los ojos con fuerza mientras se concentraba en pedirle a la estrella su deseo. 

Que papá y el abuelo se reconcilien... Qué papá y el abuelo se reconcilien... ¡Ah! ¡Y que Mérida y yo seamos mejores amigas siempre..! Y... Que Artemis esté bien, Ay.. Espera eso ya son muchos... Hmmm, ¿será válido? B-bueno supongo que puedo pedir más deseos en cuanto comience la lluvia... ¿Se considerará hacer trampas?  Mientras pensaba, Allison comenzó a cuestionarse interiormente intentando dar con la mejor solución a su dilema, arrugando la naricilla simplemente se encogió de hombros y esbozó una sonrisa. Seguro que no pasa nada, esto es una vez cada muuucho tiempo... Así que...

Me giro con una sonrisa al notar la emoción en la voz de Allison.

- Si la verdad es que es mucho más bonito. A veces pienso que los magos y los humanos normales no son tan diferentes. Ya sea con la magia o la tecnología, ambos intentan reproducir la naturaleza. En lugar de simple disfrutar la naturaleza en sí. - me detengo y echo a reír - Lo siento, creo que estoy leyendo demasiados libro de Herboristeria últimamente. A este ritmo igual acabo volviéndome hippie.

La escucha hablar, con la vista puesta en el cielo, hasta que señala la primera de las estrellas visibles.

¿Un deseo? ¡Sí! Rápido. ¡Que Allison y yo sigamos siempre juntas! ¡Que descubramos el origen de los problemas en Hogwarts! ¡Que...!

La estrella desaparece en el horizonte. Pero pronto empezará la tormenta en sí.

- ¿Has tenido tiempo? ¿Qué has deseado?

El lugar donde vivía Katherin era algo diferente del mío, pero igualmente interesante. No había ido nunca a un lugar así, estaba lleno de muggles y cosas que no entendía. Igualmente su casa me recordó a una casa de cuento donde vivía una familia feliz. El jardín también era bonito, aunque había un niño algo desagradable en él.

Sin lugar a dudas aquel era el hermano de Kat, parecía tan simpático como me lo había descrito. Al mirarlo un recuerdo fugaz pasó por mi mente. Un chico muy guapo, un paseo por un muelle, mi boda, Kat a mi lado... y el Espejo de Oesed. Algo perturbada, agité la cabeza intentando quitarme la idea de la cabeza. ¿Porqué me había acordado de eso ahora? Sólo fue una ilusión de la traviesa Oesed.

Intentando no hacer mucho caso del hermano de Kat, me centré en su madre. Era una mujer muy simpática y afable, de esas maternales que daban ganas de abrazar, y muy guapa, ahora sabía a quien había salido Kat. Después de una efusiva bienvenida la señora Darling se presento.

- Encantada, soy Janelle Rose - me presenté formalmente. Luego se presentó el hermano, que esta ocasión fue algo más amable, sólo un poquito más - encantada - le dije forzando un poco la sonrisa.

Mientras la señora Darling conversaba con mi madre, Kat me contó que su primo tenía miedo a los magos.

- Pues si me tiene miedo a mi, si conociera a mi bisabuela se quedaría como un flan - dije bromeando, viendo evidentemente que temblaba.

No le hice mucho caso, mientras se comportara no le daría ningún susto, sino tenía todavía algún artículo de broma que me había sobrado de nuestras jugarretas a mis primos. Cuando todo estuvo arreglado, la madre de Kat propuso hacer algo de muggles. No sabía lo que era pero quería hacerlo.

- Yo quiero - dije inmediatamente.

Dentro de la casa de mi amiga se me abrió todo un nuevo mundo de descubrimientos, era un auténtico templo de emocionantes hallazgos. 

- Kat, tu casa es increíble - le dije a medida que iba viendo nuevas cosas - había oído hablar de algunas de estas cosas, pero es genial verlos. 

Toqué un momento una de las bandejas del congelador y lo aparté inmediatamente, sí que estaba muy frío, y sin ningún conjuro. 

- ¿Pingüinos? ¿Y dónde los metéis? - ¿podrían los muggles reducir el tamaño de los objetos sin magia? Eran realmente increíbles.

Después, me llevó a su habitación. Era pequeña y algo vieja pero muy alegre.

- Es muy mona, pega mucho contigo - dije acercándome a contemplar los dibujos de la pared.

Las emociones no tenían fin en aquel lugar. Nada más dejar mi maleta en la habitación de Kat su madre nos llamó para una tarde de cine. ¿Qué será eso? 

Me llevó a una sala con un sofá y una aparato muggle algo extraño. 

- ¡Daitona Jones! - grité yo también sin saber lo que era, pero los demás parecían deseosos de verlo así que supuse que sería muy bueno. Además, iba acompañado de palomitas así que tenía que ser bueno sin dudar.

Resultó que una tarde de cine era quedarse delante de una pantalla donde imágenes que componían una historia pasaban sin cesar. Resultaba difícil comprender que no fuera cosa de magia. La película era interesante y me quedé mirando la pantalla como embobada los primeros 10 minutos, casi pegada a la pantalla antes de sentarme cerca de Kat y comer palomitas con ella mientras aguardaba emocionada a ver qué pasaba.

Al acabar, la señora Darling propuso pedir una pizza. Eso sin duda era una comida muggle, había oído que era muy popular y que sabía muy bien. Los dos hermanos estaban encantados con la decisión, así que seguro estaba delicioso. 

- Gracias, señora Darling - le dije cuando me ofreció un trozo.¡Y cómo estaban! Aquel pan cubierto de queso fundido, tomate y mil cosas más, ¿porqué los magos no teníamos nada así? Comencé usando los cubiertos, pero vi que los demás usaban las manos y no queriendo ser menos también lo hice así - Esto es genial, Kat, esa... película, ¿cómo lo hacen los muggles sin magia? Es genial ver una historia así. Y esta pizza, nunca había comido nada como esto - dije saboreando entusiasmada la comida.

Para cuando nos fuimos a dormir, estaba tan saturada de nuevas experiencias que no podía dormir. Me rehusé a dormir en su cama, ¿perderme la oportunidad de dormir en un saco de dormir por primera vez en mi vida? Ni pensarlo. Aún así, no me dejó por lo que miré con envidia como se metía en el saco. Mañana seguro yo dormiría ahí.

- Vale, no puedo esperar a mañana para ver más cosas e ir al estudio de tu padre - dije sin poder contener mi emoción - buenas noches, Kat.

Sin embargo y a pesar de mis palabras, en apenas unos minutos estaba soñando con pizzas bailarinas buscando tesoros ocultos.

Allison asintió ante el pensamiento que tenía su amiga frente al mundo mágico y la sociedad muggle. Realmente era así, a pesar de que hubiera grandes avances, las personas siempre intentaban volver a conectar con sus raíces. Aunque personalmente desde que tenía memoria le había gustado estar en contacto con la naturaleza. - Pues no suena tan mal, a mi siempre me ha gustado mucho todo ese tema, bueno, es algo obvio. - dijo soltando una risita al comentario obvio del día.

Cuando aún estaba sumida en sus pensamientos, escuchó la pregunta de Mérida y empezó a intentar numerar con los dedos de las manos. - Pues... C-creo que si los decimos en voz alta no se cumplen. Aunque, creo que he pedido demasiado de una vez y me preguntaba si eso podía hacerse o va contra las normas de pedida de deseos a estrellas. - respondió divertida, mientras se acomodaba mejor sobre la hierba. 

- Pero bueno, ¡seguro que te haces una idea Mejor Amiga! - añadió haciendo un poco de énfasis en mejor amiga, mientras esbozaba una gran sonrisa. - ¡Porras! Olvidé que tenemos que encontrar el taller de Helga! ¿Crees que si aprovechamos la lluvia de estrellas para pedir varios deseos más será hacer trampas? - preguntó finalmente, contar con la opinión de Mérida siempre le ayudaba a aclarar sus ideas.

A la mañana siguiente descubren al hermano de Kat espiándolas a la distancia, quién al verse descubierto, las mira con desdén y luego vuelve a sus labores.

Cuando salen a dar un paseo tres chicos como de quince años las rodean e intentan propasarse con ustedes.

A la mañana siguiente ambas bajaron a desayunar, la mamá de Kat había hecho emparedados de bacón con queso, eran sencillos pero muy ricos. Luego de eso su mamá mientras lavaba unos trastos les dio unos euros y les pidió que fueran a la tienda.

La tienda estaba a 3 cuadras de la casa, era un sitió muy desgastado y algo mal cuidado, el mostrador estaba cubierto con unas rejas, el tendero era un hombre de aspecto arisco y con una cicatriz en el ojo. El hombre al ver a ambas niñas sólo movió el cigarro de la comisura de sus labios y dijo:

-¿Que hay niñas?-dio un vistazo a detalle y vio a Kat-Oh eres tu Risitos, ¿que vas a querer?

-Hola señor Smith, ha sido un año sin verlo. Quisiera 2 botellas de leche y una hogaza de pan.

-Marchando.

El hombre fue a un estante y trajo todo lo pedido, luego dijo:

-Listo, son 18 euros.

-Aquí tiene-dijo Kat solicita.

-Gracias y cuidate risitos. Últimamente las bandas de la calle andan movidas.

Kat hizo una cabezada afirmativa y salio con Jane a la calle. Habían avanzado un par de calles y todo iba bien, pero 3 chicos de 15 años les bloquearon el paso, dos adelante y uno atrás. Uno que iba con la cabeza rapada, tatuado y sin camisa dio una bocanada a su cigarro y les dijo:

-Pero mira nomas a estas muñequitas. ¿Que hacen aquí solas en medio de esta mierda?

Otro que iba con chamarra negra y una gorra de beisball garabateada con marcadores y que mascaba chicle como si fuera una vaca saco una navaja y continuó:

-Saquen el billete o las cortamos.

El último sólo las miraba con malicia, incluso con deseos que podrían catalogarse como lujuriosos, de los 3 el podia ser el peor. Kat no sentía miedo ni se intimidaba, se acerco al pelón y en tono serio le dijo:

-No estoy de humor para tus mierdas Billy-boy, ahora mismo estoy muy ocupada así que quita tu trasero del camino.

Los 3 se miraron sorprendidos por un segundo y se echaron a reír como idiotas. El de la gorra guardo la navaja y le dijo:

-Solo Risitos esta tan loca para gritarle así a la gente. ¿Oye como te va?

-Me va Red Mike, el internado en las afueras es una mierda....

-Como todo, todo es una mierda.-dijo el lujurioso, con un acento que indicaba que estaba algo drogado.

-Hey Risitos, vamos al tubo a tirarle piedras a los autos ¿vienes?-dijo el rapado con cierta familiaridad.

-Paso, le estoy mostrando a mi amiga del internado éstas calles y luego nos vamos de paseo, ya sabes, a perder el tiempo.

-Ahh.dijeron los 3 al unísono.

El lujurioso entrecerro los ojos y dijo muy ilusionado:

-Uy, que rico.

Dicho esto los 3 se juntaron en un grupo y saludaron a Kat con un saludo callejero, luego se voltearon hacia el lado opuesta y el rapado dijo:

-Nos vemos Risitos, no vuelvas locos a los maestros.

Los 3 rieron con malicia a escuchar eso mientras se iban. Kat se volteo hacia Jane y le dijo:

-¿Estas bien? Esperó que mis vecinos no te hayan espantado, podrán versé como tipos malos pero realmente son buenas personas, conflictivos pero buenos al final.

Mientras iban a su casa Kat le explica que ellos 3 son parte de una banda callejera que controla la zona, ellos peleaban contra otras bandas ocasionalmente y la mayor parte del tiempo solo vagaban en la calle. Como gente del vecindario ellos no atacaban o se metían con los vecinos, lo que había pasado sólo había sido una especie de "hola como estas".

-...Y así es como funcionan la vida en estas calles. En el vecindario me dicen "Risitos" por mi cabello rubio y ojos azules.-Kat vio que Jane no entendía la referencia-Risitos viene de un cuento Muggle llamado "Risitos de oro y los 3 osos", luego te lo prestó para que lo leas.

Dicho esto Kat continuó con las explicaciones, cuando descubrieron que ella era una bruja tuvieron que mentir diciendo que ella había sido enviada a un instituto para niñas a las afueras de Londres. Antes iba con Fredd a la escuela del vecindario, un "lindo" lugar.

Cuando llegaron a casa Kat fue a su cuarto, regreso con un libro de Risitos de oro y los 3 osos y se lo entregó a Jane. La madre de Kat para entonces ya había preparado un rico almuerzo de fritatas y algo de soda para beber. Una vez almorzaron Kat hizo una seña a Jane para que la siguiera, abrió la puerta del sótano y dijo al pasillo:

-Mamá, estaré con Jane en el sótano.

-Si cielo-Respondió su mamá desde la sala.

Hecho esto descendieron hacía el sótano, era un lugar frío y húmedo, con tuberías oxidadas y un foco opacó que apenas iluminaba el lugar, un poco menos lúgubre que los túneles del colegio. Después de caminar un poco llegaron a una pared de ladrillo rojo o eso parecía, ya que en medio de esta había una perilla de una puerta. Kat giro la perilla y esta cedió abriendo la puerta del tamaño de un adulto, miró a Jane ansiosa:

-Espera que véas esto, te vas a ir de espaldas.

Cuando cruzaron parecía que estaban en otro lugar, era un espacio enorme lleno de estantes y libros por todos lados, barriles con cartas geograficas y astronomicas, algunas mesas con francos llenos de sustancias varias, las paredes estaban tapizadas de cartas astrónomicas varias y varios pizarrones con garabatos, cálculos matemáticos y fórmulas de alquimia de todo tipo. Todo aderezado con un piso lleno de bolas de papel y trozos de pergamino con garabatos mal escritos.

-Este es el cuarto de trabajo de papá, Mamá me dijo que el le decía "el estudio" pero a mi me parece mas una biblioteca que un estudio. Aún no se como esto puede caber debajo de una casa muy pequeña.

Ese era el estudio, un lugar donde el padre de Kat trabajaba. Ella fue a una de las estanterías y saco un libro verde, igual de antiguo que el mostró en la casa de Jane y escrito también en latín. Bajo de la estantería contigua un diccionario de latín y le dijo:

-¿Comenzamos?

Asiento divertida cuando Allison dice lo de los deseos.

- Tú eres la experta, como siempre. Bueno, podemos intentarlo, en el peor de los casos no cambiara nada y tendremos que cumplirlos por nosotras misma. - cuando dice lo de mejor amiga, sonrío y me acerco para abrazarla - ¿En serio? Yo también pedí lo mismo. - dije contenta - Y... Uy, no, que no debería decirlo. Pero, Allison, se me olvido pedir ayuda con el profe para tí. - luego habla del taller de la señora tejón - Bah, tú eres la elegida. Si alguien puede pedir varios deseos, eres tú. - me separo ligeramente de Allison, aunque mantengo mi mano en su hombro - Rápido, ahí va otra. - señalo con la otra mano, el punto de luz que cruza el firmamento.

¡Que Allison encuentre el taller! ¡Que Allison encuentre el taller! ¡Que Allison encuentre el taller! Ya no está... ¿Me habrá dado tiempo?

El hermano de Kat era muy gracioso, nos espiaba y luego se iba como molesto. ¿Sería que nos tenía tanto miedo?

- ¿Nos está espiando para vigilarnos? - pregunté curiosa. Era la primera vez que me pasaba y no dejaba de ser divertido - Kat, tu madre es una cocinera estupenda - dije mientras comía los emparedados.

Después, nos fuimos a una tienda que me dio algo de miedo, tenía un aspecto algo tenebroso, pero Kat conocía al tendero por lo que me tranquilicé un poco. Lo saludé yo también y contemplé cómo hacía la compra. Al salir, el tendero nos dijo algo sobre bandas. No entendí bien a qué se refería hasta que un par de calles más adelante unos chicos nos cerraron el paso en ambas direcciones. Matones en busca de dinero. Una gesto de desagrado asomó a mi rostro.

- Escoria muggles... - dije con desprecio agitando la mano para que el humo del cigarro no me apestara.

Mi comentario era ciertamente despectivo, a pesar de no tener nada en contra de los muggles algunos se ganaban a pulso su desprecio. Menudas pintas traían, por no hablar de su burdo vocabulario. No estaba acostumbrado a que me hablaran así. Y lo peor de todo era que no podíamos hacer magia. Por suerte, Kat parecía conocerlos y saber manejarlos. 

- Billy-boy, menudo nombrecito...- pensé con una risa silenciosa.

Y entonces todo cambió. Sorprendida y parpadeando, vi cómo Kat hablaba amigablemente con los rufianes. El tubo, internado en las afueras... ¿qué era todo aquello de lo que hablaban? No entendía a los muggles ni su jerga. Si una cosa me había quedado claro es que a Kat la conocían como Risitos por aquellos lares y que Kat hablaba igual que los rufianes cuando se juntaba con ellos. Sin duda eran una mala influencia.

- Sí, estoy bien, bastante sorprendida - dije cuando se fueron - cambias mucho cuando estás con tus amigos... y esos amigos tuyos deberían aprender modales y unas cuantas normas de vestimenta, menudas pintas.

En casa me enseñó un libro muggles con una historia sobre una niña rubia que les robaba la comida a unos osos. La niña era bastante tonta y maleducada por entrar en una casa que no era suya y comerse la comida que no era suya, pero después de todo, era un cuento como los de mis libros de cuentos.

Después de almorzar, por fin llegó lo que más esperaba: el estudio del padre de Kat. Bajamos al sótano (todo tenía un ambiente lúgubre perfecto para la ocasión) y pasamos por una puerta oculta. Cada vez se ponía más misterioso. Entramos en un lugar maravilloso de conocimientos y descubrimientos por hacer. Casi me caí hacia atrás, como había dicho la rubita. Me apoyé en el marco de la puerta y contemplé toda la sala repleta con asombro.

- Kat, esto es increíble, cómo me gustaría tener un lugar como este para estudiar e investigar - comencé a andar despacio entre todas las estanterías y pizarras con pasos lentos sin apartar mi vista de ellas - aquí tiene que haber miles de cosas fantásticas. Comencemos, estoy deseando ver qué tesoros encontramos entre todas estas montañas de conocimientos.

Los días pasaron rápidamente, tal vez demasiado rápido. El mayor parte del tiempo lo pasábamos en el sótano rebuscando entre los papeles y libros del padre de Kat. Aquello era todo un mundo de conocimientos, por mucho que aprendiéramos aún quedaba mucho más para descubrir. Tendríamos para mucho tiempo antes de poder terminar de estudiarnos todo lo que allí había.

El resto del tiempo lo pasábamos haciendo jugando, estudiando o haciendo cosas muggles nuevas para mi. No faltaron las bromas, risas y aventuras que todo verano escolar debía tener. En alguna ocasión también veíamos a Fred, pero casi siempre se mantenía a distancia. La madre de Kat era muy buena, le cogí mucho cariño y lamenté mucho cuando llegó el momento de tener que irse, aunque también estuviera deseando volver a Hogwarts.

Mandé cartas a casa cada pocos días y mis padres me contestaban inmediatamente. Me contaron que la señora Brams se pasó al menos una semana murmujeando y mal humor después de mi marcha diciendo cosas como ''así se va a educar bien esa niña...'' o ''asalvajada como siempre...''. A pesar de su cara avinagrada, la institutriz me había cuidado desde muy pequeña y me quería a su manera. También supe que mis primos habían pasado por casa y se habían llevado una increíble bronca. Habían llevado unos tintes imborrables para vengarse de nosotras sin saber que nos habíamos ido y terminaron pintando a las gallinas de un granjero vecino de diferentes colores. Se pasaron los siguientes tres días limpiando y cuidando los gallinas.

Pronto llegaría la hora de volver a la escuela, pero antes nos tocaba ir al Callejón Diagon. La madre de Kat nos llevó un par de días antes de volver y nos entretuvimos mirando las tiendas antes de ir a buscar el material que necesitábamos. Teníamos casi todos los libros y el material básico de clase, así que no tuvimos muchas cosas que comprar. Compré algunos dulces, algún material como plumas y un nuevo uniforme. Nos entretuvimos un buen rato en la tienda de bromas, había muchas cosas interesantes, y en la tienda de dulces, tenían nuevos dulces y sabores.

También aproveché para visitar a mi padre cuya tienda de escobas estaba en uno de los extremos del callejón. Le di un beso y le dije que le diera otro a mamá. Cuando todo estuvo hecho, volvimos para empacar lo que nos faltaba.

- B-bueno, experta experta... No creo, ¡pero es tradición eso sí! - comentó quitando importancia al asunto. - Cierto, no hay que olvidar que con empeño y cabezonería se mueven montañas. - dijo con entusiasmo en respuesta a la opinión de Mérida.

Al ver que su amiga había entendido la intención de su mensaje, Allison sonrió toda feliz, aunque se sorprendió ante el abrazo, notando como se ruborizaba ante aquel gesto de cariño. Por suerte, era de noche y con la poca luz no se apreciaría demasiado, así que simplemente la estrechó y al separarse se quedó escuchando lo que le contaba. ¡Vaya, con todo lo que se le había venido a la cabeza y no había pensado en el profesor Longbottom! - ¡Ostras, ni yo! Eran tantas cosas que no me dio tiempo en una sola estrella. Aunque no sé, quizás debería esperar a crecer un poco más.. - empezó a divagar, mientras estiraba los brazos hacia arriba y le daba vueltas al asunto. - Estaba dándole vueltas a eso de usar la poción e intentar salir con él, pero habría que hacer muchas dosis para mantener algo así. Hmmm, supongo que no estaría mal poder acercarse durante algún evento y tantear el terreno. Pero no creas, hasta a mí me da miedo. ¡No tengo ni idea de que decirle la mitad del tiempo! - admitió, mientras se acariciaba la barbilla pensativa, pero luego giró la cabeza para mirar a Mérida.

- Lo gracioso es que ahora digo esto... Pero seguro que al volver a Hogwarts y volver a verle sonreír me pondré toda tonta como un flan, ¡seguro! - añadió divertida, riéndose de su propia tontería, al imaginarse en la situación. Justo al ver que Mérida le avisaba de que pasaba otra, volvió la vista al cielo velozmente. - ¡Ah! ¡Voy! - Que este año pueda proteger a mis amigos, ¡quiero ser más fuerte y cuidar a los que quiero!

No puedo evitar reír cuando Allison dice que se ha olvidado de pedir nada sobre el profe y que igual debe esperar.

- Igual sí. Yo... No sé que decirte, Allison. Cuando os oigo hablar a ti, a Hellen y a otras chicas caerca de los chicos, las parejas... No sé... Me hace sentir un poco inmadura, ¿sabes? Parece tan importante para vosotras y a mí simplemente me deja igual. A veces me hace sentir como si me estuviera quedando rezagada en una carrera. Como si vosotras seguís avanzando pero yo sigo en el mismo sitio. - tras ese momento profundo, la miro con una sonrisa - Estoy segura de que encontrarás el momento adecuado y sabrás que decirle. Confio en tí.

Me tumbo completamente mirando el cielo estrellado y la tormenta de estrellas que sigue cayendo. ¿Debería pedir madurar? No sé... La verdad es que no estoy segura... Al punto de que me quedo simplemente mirando el espectáculo de la naturaleza, mientras sigo dándole vueltas a ese pensamiento. Sin pedir ningún otro deseo.