Partida Rol por web

Confiado, asintió, y con varita en mano se acercó al señor Rhys con intenciones de transformarlo en algún animal pequeño… un hámster o una cobaya estarían bien. Con la idea ya en mente preparó su varita y lanzó el hechizo esperando que funcionase y que con suerte, durase el suficiente tiempo para que les diese tiempo salir de allí.

Volvimos a llegar a otra encrucijada y yo estaba empezando a perder la poca paciencia que tenía ya de por si. -Esto es una mierda. ¡Menudo laberinto! -resoplé mirando hacia las tres opciones. 

-Se que es una locura y lo menos recomendado... pero sabes que lo más rápido sería separarnos ¿verdad?

No me hacía especial gracia la idea pero teníamos que darnos prisa si queríamos salvar a mi madre y al resto de secuestrados. Tarde o temprano nos acabarían cogiendo. 

El misnistro. Teníamos a Tower y al Ministro delante, y Tower parecía dispuesto a acabar con él de una vez por todas tras saber cuántas horas de humillación y tortura. Nuestra misión de investigar el sótano acababa de transformarse en un rescate a contrareloj y sin refuerzos.

Eran tres. Nosotros éramos dos. Eso les daba ventaja, pero Tower prestaba atención al ministro lo que podía dejarnos a dos contra dos en un primer momento. Teníamos qué terminar rápido con aquellos dos para poder proteger al ministro y atrapar a Tower de una vez por todas. No podía salir de esa habitación. Si lo hacía probablemente no volveríamos a verle en años y todo este trabajo sería en vano.

Miré a los dos hombres. Si pudiese controlar a uno de los dos... Pero aún recordaba el fiasco en el Cabeza de Perco cuándo intenté controlar a Lucas. ¿Sería capaz de hacerlo ahora? Otra opción era confundirle. En el duelo multitudinario fue un acierto, pero también fue peligroso. Ahora iba con la ventaja de que no sabían de dónde venía el conjuro y probablemente tardasen unos segundos en darse cuenta de qué ocurría... ¿Pero quién sabía que haría el hombre al que confundiese?

"Demuéstrales que las rubias no somos tontas, Emily. Termina lo que has empezado"

Tragué saliva. Estaba demasiado nerviosa para intentar un imperio. utilizaría mi segunda idea. Miré a Seanbella y me moví con cuidado. Con la mano libre le hice un gesto indicándole que se mantuviese oculto antes de asomarme con cuidado entre varias cajas para apuntar a uno de los hombres. Me preparé apra actuar en cuánto el conjuro hiciese efecto.

- Confundus.

Por el cucharón se puede ver que hay un guardia a la izquierda de las escaleras, en el piso de arriba. Tienen que subir lo más sigilosamente que puedan. Si no hay nadie más, podrían lanzar un desmaius y así desarmar otro de los guardias. Pero ese no es el problema... alguien debe de parar la caída del guardia para que no alerte a los demás.

-Chicos... desmaius y tratar de parar la caída. No puede hacer ruido.

El señor Rhys no parecía muy feliz con las ideas que estaban proponiendo. De hecho, cuando se propuso con más intención lo de transformarle en algún tipo de animal intentó echarles para atrás:

Señor Rhys:- ¡Esperad un segu...!

Pero Kegan ya estaba decidido y ni se paró a ver cómo terminaba aquella frase:

Y aquel pequeño hámster era ahora el señor Rhys. Uno de los hombres más poderosos del mundo mágico, sangre limpia y propietario de la mayor empresa de pociones del mundo.

Jane:- Buen trabajo.

"Bella", que ya empezaba a crecer y a coger músculo por los brazos, signo inequívoco de que la poción multijugos empezaba a perder efecto, hizo caso de Emily, varita en mano.

El hechizo de Emily fue acertado y sin llamar la atención en un principio, logró echarle el confundus al guarda más cercano que se puso nervioso, tiró la varita y miró a su compañero, asustado.

Compañero:- ¡Eh! ¿Qué te...?

¡PUM! Había sacado la pistola y le había disparado a su propio compañero. Aquella acción provocó una baja para el enemigo, pero también alertó a Tower que cogiendo mejor el cuchillo, aún detrás del ministro, fue directo a cortarle el cuello a Wright.

El guarda que acababa de disparar a su compañero seguía asustado y confundido. ¡Dispararía a todo aquello que viera!

Debía admitir que entre todas las posibilidades que habían cruzado mi cabeza al lanzar aquél conjuro, no imaginaba que fuese a matar a nadie con él. Me encogí ligeramente ante el disparo y un pequeño pitido se instaló en mi oído derecho. Cuándo me asomé y vi el panorama, quise volver atrás en el tiempo. 

Por mi culpa había una persona muerta en el suelo y Tower estaba a punto de matar al ministro. No podía dejarle hacer eso. no era ningún héroe, pero no podía esconderme y mirar, no después de haber sido la causante de aquello. Aquél hombro podía dispararme, podía darme... Pero estadísticamente tenía más posibilidades de fallar él que Tower. Además, yo tenía a Sean.

"Perdóname."

Salté fuera de las cajas sabiendo a lo que me exponía, y sabiendo que sólo tendría una oportunidad, unos pocos segundos cómo mucho. No podía fallar. Mi varita apuntó a Tower y mi conjuro salió de la punta de ésta en cuánto estuvo a tiro.

- Depulso. 

Sean:- ¡Emily!

Rápido en reflejos, Tower esquivó el depulso de Emily. Desde luego no iba a ser tan fácil acabar con él. Lo bueno es que había evitado el asesinato del ministro de momento. Todo había comenzado a ir a cámara rápida. Tower sacó la varita y otra pistola y apuntó hacia la zona donde había descubierto a Emily, ocultándose tras el rehén pues era lo único que tenía cerca para protegerse.

Al mismo tiempo que Emily había atacado con el depulso, el guarda confundido apuntó a la chica y le disparó, pero una barrera mágica paró la bala en el último de los instantes. Sean había actuado con rapidez, salvando la vida de Emily una vez más.

Sean:- ¡Ponte a cubierto!- Sean volvía a tener su físico de siempre. Aquello era una ventaja.

Dos pistolas y dos varitas contra dos varitas. 

Todo parecía pasar a una velocidad vertiginosa, pero a su vez, mi cabeza tenía tiempo a analizar lo que ocurría. 

Mi conjuro había conseguido parar a Tower, pero el maldito cabrón lo había esquivado. El ministro estaba seguro unos segundos más y Tower había soltado su cuchillo. Si bien ahora tenía varita y pistola, lo que lo hacía muchísimo peor. Pero ese era el siguiente paso a solucionar.

El hombre confuso había disparado, cómo era de esperar, pero Sean me había salvado de nuevo. Sabía que podía dejar mi vida en sus manos cuándo no había otro remedio. No necesitaba las palabras de Sean para saber qué tenía que hacer, pero sí para poner en marcha mis músculos.

Dejé que mi instinto decidiese qué hacer, igual que en Navidad. Estaba en una batalla a vida o muerte, y no habái tiempo para pensar.

- Accio. - grité apuntando a la pistola de Tower mientras me lanzaba al suelo tras unas cajas. Bastante tenía con esos reflejos sobre humanos y su varita.

Ese accio fue tan sumamente perfecto y poderoso que si Tower no hubiera soltado finalmente la pistola se habría ido con ella. El arma llegó a manos de Emily mientras ésta estaba en pleno vuelo para cubrirse con las cajas. Al mismo tiempo, Tower realizaba un desmaius muy poderoso hacia ella que le habría dado de lleno de no ser porque, una vez más, Sean le cubría las espaldas. Un protego justo a tiempo paró el hechizo y una nueva bala por parte del guarda.

Tower:- ¿Quieres jugar?- escuchó que decía Tower. No había llegado tan lejos como para perder la oportunidad de finiquitar el plan- Pues juguemos.

Y a pesar de que Tabatha no es demasiado hábil con eso de ser sigilosa y no hacer ruido, a veces se es torpe por naturaleza, consigue avanzar lo suficiente para estar cerca del hombre. Pero no puede hacerlo sola... tiene que haber otro con ella para que pueda parar el golpe. 

Aterricé de modo poco elegante y algo doloroso, pero no importaba, pues con la adremalina por las nubes no me daba cuenta. Si salía de aquella, seguramente mañana me dolería todo y estaría llena de golpes. Lo que más me sorprendió es verme con una pistola en la mano. La miré un segundo con los ojos muy abiertos. ¿Cómo usaba eso? ¡No había disparado en mi vida! ¡Tan sólo sabía lo que veía en las películas que a veces ponía mi madre!

Miré a Sean un segundo, y en una sola mirada intercambié un millón de sensaciones. Agradecimiento, por salvarme, siempre. Preocupación y miedo, porque estuviese en peligro. Determinación, porque estaba decidida a salir de allí con él y con el asunto de Tower cerrado de una vez por todas.

Mi respiración estaba agitada, y tal vez fueron los nervios o una bravuconada, un mecanismo de defensa o un intento de poner nervioso a Tower, pero me vi sacando mi parte más ácida y cínica en medio de aquella batalla.

- Eso mismo dijeron todos tus peones, y aquí sigo. Jimmy. - le dije alzando la voz tras la caja. No tenía ni idea de si iba a saber disparar esa pistola sin golpearme en la cara, pero debía confiar en mi instinto más animal. Ahora que tenía la pistola en una mano y la varita en la otra, podía atacar y protegerme. O eso creía.

Me asomé, pistola en una mano y varita en la otra, y disparé con rapidez al guarda, pues estaba más cerca y disparar a Tower sería peligroso para el ministro, pero siendo la primera vez que disparaba no las tenía todas conmigo.

Un mínimo momento de conexión visual entre Emily y Sean antes de regresar a la acción. Estaban de nuevo en medio de todo el peligro, pero estaban juntos. Y a pesar de las locuras que podría estar haciendo Emily, lo cierto es que no lo eran tanto. Confianza. Eso era lo que les llevaría al éxito. 

El guarda pudo esquivar el disparo de Emily pero no así el demaius de Sean que le dio de lleno y lo dejó inconsciente. Dos contra uno. Pero quedaba el más peligroso y seguía detrás del ministro. No podía matarlo porque entonces nada impediría al enemigo atacarle sin cuidado.

Justo en el momento en que el hechizo de Sean daba en el guarda un rayo rojo se dirigía hacia la zona de Emily. 

No sabía si mi puya había hecho algún efecto en Tower, pero al menos a mí me había ayudado a deshacerme de algunos nervios. Ser cínica y sarcástica era mi manera de expresarme con comodidad, así que poder hacerlo en medio de una batalla posiblemente mortal me hacía sentirme más segura.

El guarda había esquivado mi disparo, pero Sean, tras compartir aquél segundo intenso conmigo, lo dejó inconsciente. Sin embargo, Tower no se detenía y vi el conjuro que me lanzó justo a tiempo para detenerlo. 

- Protego.

Era mi oportunidad para devolverle el golpe. Era mi oportunidad de intentar terminar con esto. Esta vez no disparé. Las armas de fuego muggle eran un mundo desconocido para mí, pero mi varita había sido una fiel compañera desde hacía años. Desde aquella posición que me cubría ligeramente y apenas medio segundo después de aquél hechizo protector, ataqué a Tower.

- Desmaius.

Anwen avanzó tras Tabatha. No fue el mejor ejercicio de infiltración, pero fue suficiente para que el guardia no notara su presencia. Cuando estuvo a tiro Anwen pensó en lo útil que sería imperarlo para que le contara como estaba organizada la seguridad y luego usarlo como escudo. Ya lo había hecho con animales...pero no fue capaz...a la hora de lanzar el hechizo utilizó un desmaius, esperando que alguno de sus compañeros cogiera o levitara el cuerpo si caía.

Cuando Anwen lanza el desmaius, se apresura a hacer levitar el cuerpo para que no golpee el suelo, pero algo pasa. Sabe que la cosa no va a acabar bien. Quizá es porque no estaba segura o algo por el estilo.

¡Música!

Estaba oculto tras Wright, mientras éste no paraba de mirar en dirección a donde Emily estaba, asustado por las balas y los hechizos que se dirigían hacia él, pasando cerca, muy cerca de allí. Tower sujetaba el hombro del ministro, atento a cualquier movimiento de sus enemigos. Sean, a unos metros de Emily, escondido tras unas estanterías que pocos hechizos podrían aguantar, esperaba. Desde aquella distancia no se atrevía a acertar a Tower por si le daba al ministro. 

Tower estaba bien oculto, pero era más corpulento que Wright, sobretodo desde que el ministro había perdido kilos y ahora apenas se podía mantener recto por las palizas recibidas. Tenía un par de puntos descubiertos y Emily encontró uno de ellos. Sus movimientos fueron tan rápidos e inesperados que solo pudo abrir los ojos con sorpresa al ver venir el rayo rojo e impactaba contra su hombro izquierdo.

En ese mismo instante, antes de caer inconsciente, James Tower supo que había fracasado. ¿En qué había fallado? ¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Cómo habían burlado la seguridad? ¿Quién les había conseguido la llave del ascensor? Tantos años de planes, de paciencia, de aumentar la sed de venganza... siempre pensó que había sido cuidadoso y que siempre había ido un paso por delante. ¿Cómo, entonces, estaba en aquella situación? ¡¿Había sido esa muchacha rubia?! Una chica rubia le acababa de vencer. ¡Le había estropeado los planes...! ¡Amy Greenbell y Edward Wright debían morir! ¡Los sangre limpia debían sufrir! El odio que sintió al desmayarse fue incluso superior a la decepción.

Esbozó una mueca de sombría satisfacción cuando vio al hombre convertido en pequeño roedor. Se hubiera ofrecido ella misma a transformarlo pero la verdad era que corría el riesgo de convertirse en puré de Rhys y no era el objetivo de la misión.

- Puedo llevarlo en mi bolso - se ofreció, señalando lo que en realidad era una bandolera bastante maltrecha que había vivido tiempos mejores. Estaba segura de que al señor Rhys le "encantaría" -. Por cierto, ¿cuál es el plan ahora? ¿Nos vamos por donde hemos venido o ayudamos a los demás?