Partida Rol por web

Él no se levantó de la silla, observando cómo Emily, en efecto, estaba muy bien*. Se movía bien, caminaba de forma fluída y parecía estar de su habitual buen humor. Negó con la cabeza varias veces, divertido ante el comentario de los petardos.

- Los demás estarán buscando al fantasma ahora mismo. Todavía queda tiempo para la siguiente clase.- y sin que ella se lo esperase, la sujetó del brazo y tiró de ella hasta que la hubo sentado en sus piernas, mirándola de cerca, sujetándola con su habitual firmeza pero al mismo tiempo con cuidado- ¿Y si te secuestro unos minutos más?

El susto inicial del atentado ya había pasado. Ella estaba bien y ahora mismo quedaba esperar. El pensar en cómo tendría la espalda le llevó a la noche anterior y ello a desearla aún más si cabía.

- Cada vez me es más dificil separarme de ti. - exhibió su sonrisa pícara.

Me alegré de que Sean se relajase, tras lo ocurrido, y apreciase mi broma. Me gustaba que se preocupase por mí, pero tampoco quería que me viese débil e incapaz de cuidar de mí misma. Me pilló completamente por sorpresa y estaba sentada sobre él antes de ser consciente de qué había ocurrido. No pude evitar ponerme nerviosa al instante. ¿Y si la enfermera aparecía? ¿Y si cualquiera aparecía? ¿Qué iba a decir, o hacer?

La sonrisa de Sean, la distancia (más bien la falta de ella), y sus palabras estaban creando una brecha en mis defensas. No podría aguantar el tipo mucho más...

"¿Para qué vas a aguantarte?"

- ¿Solo unos minutos? - le pregunté haciendo pucheros y pasando mis manos por su pecho.

"Menos aguante que una bolsa de chucherías en un colegio."

Le sonrió, bajando un poco la mano que segundos antes estaba en su cadera. Le dio un beso en la mejilla al tiempo que sujetaba su varita y encerraba a la enfermera en su despacho. Si alguien venía de fuera se le escucharía bastante a esas horas.

- Puede... que un poco más.

¡Como les pillasen iba a ser su fin! La besó.

Autocontrol... ja. Ella es la única cosa que debilita mi fuerza de voluntad. Pero no se lo diré que luego se lo va a tener muy creído y cualquiera la aguanta en clase.

Se apartó y dirigió su mirada a la puerta del despacho que acababa de cerrar mágicamente.

- ¿Sabes la de tiempo que hacía que no encerraba a la enfermera en su despacho?- acababa de recordar algo de sus años en el colegio- Una vez tuve que hacerlo porque me peleé y me rompí los dedos de la mano por el puñetazo a lo muggle. Y ella estaba empeñada en darme una poción que me daba arcadas.

Me mordí el labio cuando encerró a la enfermera en su despacho, mientras notaba los labios de Sean sobre mi mejilla. ¡Incluso cn un beso en la mejilla me excitaba! ¿Cómo era posible?

Me reí un poco cuándo confesó que tal vez iban a ser más de un par de minutos, y le devolví el beso con ganas. 

Cuándo se separó de mí y dirigió su mirada al despachó, aproveché para mirarle a él mientras recordaba cosas de sus tiempos de estudiantes. Me gustaba observar a Sean cuándo estaba relajado, era tan distinto a las clases. Aunque admitía que su lado serio me gustaba igual.

- ​​Vaya, eras un criminal.   - "de hecho lo que hace ahora contigo se considera bastante peor que pegarse con un compañero, eh -  Me guardaré esa confesión para chantajearte algun día. - bajé mis manos hasta coloczrlas sobre las suyas, pasando los dedos por sus nudillos - ¿Era tu contrincante una pared, o sólo alguien con la cara reaaaaaalmente dura? Qué bruto, romperte los dedos. - ​cogí una de sus manos y la acerqué a mis labios, empezando a besar sus nudillos uno por uno . -No te los rompas de nuevo. Me gustan tus dedos.

"¿Y lo que hace con ellos, eh? ¡Jaja!"

- ¡Eh! Era de los buenos. Fue en defensa propia.- comentó sonriendo- era uno con la cara como una piedra. Se metió con mi hermano y no era la primera vez. Así que... me lancé a por él y le pegué. Pero su cara no fue la que me rompió los dedos. En una ocasión me esquivó y estampé la mano contra la barandilla de la escalera de piedra. Creo que aún tiene la marca que le dejé.- ¿Quedaría mal por confesar aquella parte tan vergonzosa? Tampoco lo pensó mucho pues recordar aquellos momentos le pareció divertido.

Sin embargo, la diversión sobre memorias de su estancia en el colegio se esfumó, transformándose en excitación ante los movimientos de Emily. Dejó que moviera su mano como quiso, que acercara los dedos a sus labios. Tragó saliva. 

Autocontrol.

- Procuraré no rompérmelos entonces. No vaya a ser que me dejes de querer

Bromeó. Nunca habían hablado de aquello. Nunca se habían dicho que se querían, aunque habían intercambiado más que palabras. Sean confiaba en que Emily le quería y aunque no lo escuchara de sus labios, sus acciones lo hacían por ella.

Reí divertida ante su hisforia. Era siempre curioso cuando explicaba anécdotas. No eran comunes, no siempre hablaba de sí mismo, pero cuándo lo hacía me daba la sensación que cada palabra era importante. Que el hecho de que lo compartiese conmigo me hacía especial, que esas cosas no se las contaba a nadie. Intenté recordar si ya me había hablado antes de su hermano, pero no estaba segura, al menos no más que mencionarlo de pasada como ahora. Pero tampoco me parecía importante: el Pullap que me interesaba era éste.

La Voz hizo una nueva aparición, por supuesto, cuando Sean bromeó sobre quererle.

"Vaya, hablándo de 'eso'. Qué, Emily, ¿le quieres?"

"Ya hemos hablado de esto...No empieces ahora, no es el momento."

"¿Porqué? ¿Miedo de ponerte modo paranoica y acabar con la cabeza en el retrete del baño, pensando en cómo eres una decepción? ¿En cómo sería si lo dijeses y no te correspindiese?

"Sí." - contesté tajante. - "Luego te dejo que me ningunees, pero ahora déjame disfrutae. Tú también quieres"

Su silencio me daba via libre.

- Entonces tenemos un trato.- dije soltándo su mano y besándole con algo más de urgencia que él hacía unos minutos. - Más te vale no romper el trato. - le susurré apartándome unos centímetros antes de besarle de nuevo.  -O tendré que castigarte.

Por alguna razón que no entendí, An me miró seriamente durante unos segundos antes de entrar. ¿habría dicho o hecho algo que no debía? mujeres ¿quién las entendía? seguramente estaba con la regla...

Al final el único que bajó con escoba fue Kegan; Aled, An y yo bajamos por la escalerilla.

Con un lumos en mi varita y con mucho cuidado de ver dónde pisaba, fuimos inspeccionando aquella sala. Pero me había imaginado algo más impresionante de lo que realmente era, sólo me llamó la antención la piel de serpierte gigante, y aquella puerta al final, que probablemente no se podía abrir, quizás hablando pársel, de todas maneras, me acerqué mejor para buscar alguna que otra posible forma.

La puerta estaba cerrada y era pesada. De cerca podía ver mejor los detalles. Ciertamente eran unos grabados espectaculares. 

Y fue en ese minucioso examen a la puerta, cuando Williams se dio cuenta de algo. Las visagras de la puerta estaban bastante flojas, lo que hacía que ésta estuviera ligeramente inclinada hacia abajo, como si no soportase bien su propio peso.

A Meredith no le gustaban las escobas y tampoco le apetecía nada ponerse a buscar a un fantasma cuando creía que aquello debía de haber sido una broma.

- Creo que me voy a ver a Teagan un rato.- se llevaba bien con él a veces. Otras veces discutían sin parar. Pero al final siempre se buscaban el uno al otro.- Luego os veo, pajaritos.

Mia:- Bien. Vamos, Max. Al mejor sitio que podemos ir que los demás no alcanzan es al lago.

En su visión hacia la puerta, Anwen y Kegan se percataron de que había algo raro. ¿No estaba un poco inclinada? Parecía como si no soportase su propio peso con facilidad.

Me acerqué a Meredith y le di un beso en la mejilla. -Gracias por todo, te lo compensaré. -susurré antes de darme la vuelta.

Salí volando hacia el lago, tal y como me había dicho Mia. -¿Puedes contarme más? ¿Hay heridos? ¿Kegan está bien? -estaba preocupado por mi mejor amigo y aunque la idea de que cierta persona sufriera un pequeño daño me alegraba quise deshacerme de esos pensamientos funestos.

Correspondió el beso, haciéndolo más intenso y urgente. Sus manos se movían lentamente siguiendo la figura de sus caderas, mientras que su boca actuaba casi de forma opuesta. 

Sonrió, apartándose escasos centímetros para hablarle entre besos:

- Eso... de castigarme... me ha sonado mejor de lo... que debería.

¿Que la quería tirar en aquella cama en esos momentos? Verdad. ¿Que sabía que podía ser demasiado arriesgado? Verdad. ¿Que de todas maneras aquella posición en que se encontraban también le gustaba? Pues verdad. Precisamente por eso no hizo amago de levantarles de la silla. Además, estaba claro que de un momento a otro les iban a cortar el rollo. O Rosemary dando golpes a la puerta, o alguno de los alumnos de todo el colegio con alguna urgencia. Y quizás esa urgencia era que habían encontrado a Myrtle.

No podía negar que me estaba excitando. Sean sabía qué botones presionar. La Voz no dejaba de sugerirme, o implorarme, que le quitase la camiseta. Que me quitase la mía. Que dejase que mi piel hiciese contacto con la suya.

Pero no podía. Pese a que quería (debía ser que hacía mucho que no nos habiamos visto antes de llegar ayer a la escuela, o que la tímida Emily de la primera vez se había vuelto algo adicta a Sean...), la enfermera podía llegar. O un estudiante. O un profesor. O Cualquiera con ojos y una boca que nos viese y delatase.

A pesar de eso Sean seguía acariciándome, besándome, apretándome contra su cuerpo... Y yo contra el suyo. Una de mis manos buscó el contacto de su piel por debajo de su camiseta. Su cuerpo - "su cuerpazo, Emily" - , el calor que desprendía... Sabía que algún día Sean sería mi perdición.

Me separé unos centímetros, recobrando el aliento, respirando con dificultad debido al momento. Miré a Sean directamente a los  ojos, esos ojos que a veces parecían verdes, a veces azules, a veces el suelo de un bosque virgen. Esos ojos que siempre tenán una mirada dura hasta que mirabas de verdad en su interior. Era tan perfecto. Me pregunté qué vería él cuándo me miraba a mí.

"Deja de filosofear o vas a ir a clase con un señor calentón."

No lo desmenti, pues sabia que tená razón. Igual que sabía que estaba encendida y no iba a poder apagarme. No ahí, no ahora.

- Esto está mal... - le susurré cómo la primera vez que nos habíamos besado, preguntándome si el recuerdo seguía tan vívido en él cómo lo haía en mí, pero esta vez habá una sonrisa en mi cara antes de acercarme de nuevo a sus labios, sin llegar a tocarlos. Todos con calentón, o nadie con calentón. Mi nuevo lema.

Anwen bajó la escalerilla y avanzó con cuidado. Miraba todo aquello con curiosidad, aunque ya parecía claro que quien fuera que había usado el fluido explosivo no había utilizado después ese camino.

Finalmente llegaron a una puerta decorada con motivos serpentinos y además había una enorme piel de serpiente en el suelo. Sí aquello no era la entrada a la rumoreada Cámara de los Secretos que viniera Merlín y lo viera. Seguramente lanzar cualquier hechizo contra una puerta así no fuera buena idea. Pero aunque estuviera protegida mágicamente, físicamente no parecía estar en las mejores condiciones. Anwen se acercó más, preguntándose como podría ablirla...

Cuando ya se había encargado de calmar a Myrtle, Vilma se unió a la conversación junto a ella pero en lugar de hablar empezó a burbujear como los peces. Eileen puso cara de alucine, aguantando las ganas de reír* antes de echarle un hechizo cascoburbuja a la chica justo para entender la palabra "lavabo".

- Entiendo, gracias Myrtle, ¡has sido de mucha ayuda! - exageración, la clave para contentar a la fantasma. Le hizo sendos gestos de aprobación antes de hacer como que caía en algo de forma repentina -. Sólo otra cosa, Myrtle. Has dicho que llevaba la túnica al vuelo, entonces, ¿viste si era un chico o una chica? ¿Recuerdas si llevaba falda o pantalones? - el ingenio ravenclaw al rescate. Si la llevaba al vuelo, por más que fuera de espaldas habría visto algo al salir corriendo, el bajo de unos pantalones, unos calcetines, el tipo de zapato...

La chica se puso pensativa unos segundos antes de contestar:

- Me pareció que llevaba pantalones...- dijo pensativa.- ¿Pero no iba a llamar mucho la atención un chico entrando en mi lavabo?- si no fuera un fantasma se habría puesto colorada.

Claro que no, porque todo el mundo evita tu lavabo, Myrtle, pensó para sí pero se abstuvo de verbalizarlo. Por una vez que la fantasma ayudaba en algo no era cuestión de contrariarla.

- Bueno, pues creo que por mi parte ya está, pero supongo que el profesor Pullap querrá hablar contigo. Vilma, ¿quieres preguntarle algo más?

La verdad es que empezaba a agobiarse de tanto mover las piernas y los brazos para quedarse quieta en el lugar, por no hablar del frío. Tenía ganas de cambiarse y secarse y de ir a ver a Emily para asegurarse de que estaba bien.

Escucho con atención lo que tiene que decir Myrtle, por lo visto no pretendía salir y yo no me había preparado para estar en el lago. El frío me podía así que cuando Eileen me pregunta niego con la cabeza. 

- Nada más, sólo que es una lástima que no hayas podido ver a qué casa permanecía. Pero muchas gracias, Myrtle, eres un cielo. -Digo sonriendo tiernamente, a la vez que pienso que ése comentario le puede ofender.- O sea, cielo de que eres muy amable, no del cielo de los... -Comienzo a hipar de nuevo, como cuando me pongo nerviosa, a tiempo para que no se me escuche acabar con la palabra "muertos".- Adiós, Myrtle. Salimos ya que aunque no lo notes, hace frío. -Más hipo. "Oh dios mio, tengo la sensibilidad en mi sala común, que tonta estoy siendo". 

Salgo apresuradamente del lago. 

Salgo del lago lo más rápido que puedo. 

- Hola, Taby ¿Cómo es que estás aquí? -Le pregunto a mi compañera mirando aún hacia atrás.- Hace un frío que pela ¿eh? Aunque claro, tu no estás mojada, jejeje.

Kegan se bajó de su escoba y se acercó curioso a la puerta. Tenía curiosidad y el haber llegado hasta ahí y quedarse justo a las puertas de ese lugar de leyendas.

Cada vez se acercaba más, e instintivamente levantó su mano para tocar la puerta, eso sí, con mucho cuidado.

- Esta puerta… parece que se fuese a venirse abajo por su propio peso… ¿Qué habrá mas allá?