Partida Rol por web

Genaro tomó algo de la comida que había traído Luigi pero apenas probó bocado, se limitó a remover la comida de un lado a otro y a mirarla cariacontecido mientras la revolvía. Apenas les prestó atención cuando hablaban de los siguientes pasos a dar, ni tampoco a las recriminaciones que algunos de ellos le dirigieron. Solo alzó la vista cuando Enzo le preguntó por su familia.

-Yo... La verdad es que me gustaría ir al hospital para ver a Alessandro. - Dijo en un murmullo. Pero cuando Filippo habló, el frutero se acarició la mano vendada con la buena y balbuceó tartamudeando algo. -Pe-pero pue-puedo verlo después.

Don Genaro se sentía secuestrado por el grupo, daba por sentado que estaba obligado a ir donde ellos fueran y para evitarse problemas o posibles represalias mantenía la boca cerrada y obedecía a todas las instrucciones que le daban. Incluso cuando estaba con Sal y Filippo a solas les había pedido permiso para ir al baño como si fuera un niño en clase de la maestra.

Bueno, dejémonos de darle vueltas y decidamos.

Mi punto de vista es el siguiente:

La cosa a pasado a mayores de lo previsto, o al menos, de lo que "nosotros" pensábamos (está por ver, si Lucky no está metido en el asunto, o sin estarlo que se oliera algo, y nos usó de carnaza). Por tanto deberíamos dar parte.

Genaro es víctima de acoso, y si no podemos darle una solución, lo de retenerlo, a parte de darnos trabajo extra, no lo veo.

El tiempo pasa, y a esos tipos les es muy fácil tomar represalias contra la familia de Genaro, para dar un golpe de efecto. Si nadie va a protegerlos y con ellos, al barrio, esto subirá de escala, y quien pringará seran los pobres como siempre.

La policía hará su trabajo, en la medida que el Don u otros jefes, dejen hacérselo, y sospecho que habrá algún infiltrado en el cuerpo para no dejar cabos sueltos. Esto de ser así, puede meternos en más problemas aun, tanto a nosotros como a Genaro y a su familia...

Resumiendo:

Hacer de niñera no es el plan que yo tengo, ni lo que nos encargaron. Dejarlo ir puede ser acelerar su final si lo cogen los que no deben y retenerlo no nos ayuda en nada y vuelta al principio... Hay que avisar, pero a quien?

Filippo escuchó atentamente asintiendo. 

-Yo respecto a Genaro, creo que todo lo que tenemos que hacer es presentarlo ante alguien de la familia para que dé su versión de los hechos -respondió al fin- Como ya he dicho, me decanto por Frank Costello. Me parece una persona de fiar, pero tampoco insistire. Si preferís ir a Luciano o directamente a Maseria, realmente no sé qué resultado puede dar una cosa o la otra. En cualquier caso, es probable que la familia se encargue de la protección de la familia de Don Genaro o a lo peor, que nos encargue ese trabajo a nosotros. Pero sí, es cierto que debemos apresurarnos. Sea como sea, pongámonos en marcha. 

Masticaba con afán un bocadillo de albóndigas que había traído Luigi mientras se ponía en pie; miró su abrigo, que todavía llevaba Enzo, y se encogió de hombros, dirigiéndose a la puerta.

-Pues hala, vamos, cogeremos un taxi por el camino -dijo con la boca llena, asomándose antes de salir-. Genaro nos acompaña por si acaso, pero el que decide si quiere verlo y cómo se resuelve su deuda será el jefe, nosotros no se lo vamos a meter en la oficina ni decirle lo que tiene que hacer, a quién se le ocurre. Yo me quedo con él en el café de la esquina, nos mandáis recado si el jefe quiere verlo o con lo que sea que decida. Y si no, el señor Schilliamini se va a su casa, al hospital o donde quiera, y tan amigos. Y le daremos las explicaciones al primero que nos encontremos, pero vamos que... A ver, un ejemplo, si a Luigi le traen un coche al taller, ¿a quién le devuelve Luigi el coche, a él o a un amigo suyo que es más simpático? Pues eso.

No parecía que Sal tuviera mayor dilema con todo aquello. ¿Que a Genaro lo tenían acogotado, extorsionado, acosado? Desde luego, y Sal y compañía estaban en el bando de los extorsionadores. ¿Que pringaban los pobres? Pues como siempre. ¿Que podía pasarle algo a la familia de Genaro? Podía, pero era algo que escapaba a su control. ¿Que Lucky podía estar haciéndole la cama a Masseria? Tanto les daba a ellos, y aun si fuese cierto, puentearlo no sería solo una falta de respeto grave, también le demostraría a Luciano que aquellos cuatro pobres mindundis se olían la tostada y podían darle problemas. No, Sal había aprendido lo suficiente para saber que todo se reducía a cumplir con las órdenes, tratar de no salir malparado y medrar cuando se podía. Y cuando no se podía, pues a cumplir y aguantarse.

Volvió a encogerse de hombros, se subió las solapas de la chaqueta y engulló lo que quedaba de bocadillo. Fuera hacía un frío de mil demonios.

-¿Vamos o qué? Tengo que comprar cigarrillos, y voy necesitando un café...

Al oír hablar a Luigi, bajó el cubo de tallarines, masticando lentamente. Mierda, ya estamos...  otra vez con ser garante de los derechos del barrio y la gente pobre, que si su jefe puede estar jodiendo a sus superiores, pero yo me encargo de aclarárselo a todos sin ninguna prueba... Enzo suspiro visiblemente. Filippo seguía con Frank. Ya ¿y dónde está Frank? Que se entere Vito también, pero Enzo ni tenía sus direcciones ni razones para no cumplir con Luciano. Sabía dónde estaba: Scarpatto’s. Una vez ahí, ya vería cada cual por donde sopla el viento. – Luigi, nadie te ha pedido hace de niñera, pero tampoco arreglar el mundo ni buscarle tres pies al gato ¿no? El primero, Lucky.

Como los demás hablaban de él como si no estuviera, Enzo se dirigió al frutero - Verá Genaro, no se puede ir a casa todavía porque tenemos que aclarar con nuestro jefe lo que le ha pasado. Sin más. Marrone tomo la palabra. Hizo caso omiso de las preocupaciones de Luigi, dejando claro que Genaro no se va a ningún lado por ahora y que él no piensa explicarle a Luciano que “mire, hemos pensado que es mejor hablar primero con Don Giuseppe, por si acaso es usted una rata”. - Claro, no esta el horno para bollos. 

Se acabó el vaso de agua. - Vale. Andando. , y levantado le dio otro golpe en la espalda ¡Genaro! no le dejan a usted hablar con la familia. Nah. No se preocupe, es un momento. Se dirigió a Sal. - Si te quedas tú con él, ten cuidado, estará poniendo el grito en el cielo su mujer, y la policía estará en ello ¿el café de la panadería esa? Bien, pequeño. Metió como pudo la ropa manchada de sangre en una bolsa de la basura, y la tiro a un rincón. Ya volvería por ella.

Ya en la calle, caminaba encogido, despeinado, sin sombrero y enfundado en la chaqueta de felpa marrón de Sal. Les dijo a los tres en tono bajo. - De entrada, contamos lo que hay. Y si preguntan por él, y tiene buena pinta, decimos que lo tenemos en la esquina y os vamos a buscar. ¿y si huele mal? preguntó al aire. Lo mismo, supongo, y se encogió de hombros. A Enzo que le importa lo que Luciano le haga al frutero, si quiere malmeter apoyando al Verrochio o no, o si le usan a él o a Genaro de carnaza. Verrochio está aquí, y punto. Enzo solo quiere husmear por dónde va el tema, y por supuesto, estar siempre de parte del ganador.

Al entrar a Scarpatto’s, fue un alivio ver a Franky Vito en el piso del restaurante. Si había alguna duda sobre si podrían contárselo a ellos antes que a Lucky, ya se había despejado. 

Enzo entró encogido, balanceándose y haciéndose el dolorido. No le costaba mucho. Saludó a lo lejos con el brazo izquierdo a Frank y Vito, con un cabeceo. Avanzando quejosamente hasta el fondo, apareció Gerardo tras la barra. Le sonrió con cara de circunstancias, y explicó sus pintas. -  Hemos tenido días mejores. Le hizo un gesto con el pulgar y el incide marcando el culín de un vaso, y en tono de interrogación, algo pedigüeño, dijo  – ¿Whiskey?  

Cada vez que entraba en el Scarpatto, para Filippo era como si retrocediese atrás en el tiempo. Durante el úiltimo año no le había quedado más remedio que madurar. Macharle la mano a Schimilliani podría ser una de las peores cosas que había hecho durante este tiempo, pero había hecho muchas otras cosas que harían llorar a su madre. Pero aquel lugar le seguía resultando sobrecogedor. 

Saludó con la mano a la mesa de Frank y se acercó con Enzo a la barra y contestó a su pregunta asintiendo con la cabeza, aunque no tenía claro que fuera dirigida para él. 

-¡Whisky!

Si Luigi lo había entendido bien, iban todos al Scarpatto's, menos Don Genaro y Sal. Sal se quedaría en un bar cercano con el hombrecillo y el resto subirían al despacho del Luciano. Si lo precisaban sabían donde ir a buscarles.

Ya una vez en el local, pudieron ver, al entrar, que la concurrencia era similar a otras veces que estuvieron por allí, incluidos Costello y Vito Genovese. Sin duda alguna eso quería decir que Lucky andaría ocupado por arriba.

Al que costaba de ver mas era a Joe Massería, pero a veces también lo habían visto.

Al parecer Enzo y mi primo quisieron "refrigerar el radiador" antes de encarar la recta final.

No tengo por costumbre beber alcohol fuera de momentos especiales, pero hoy creo que nos lo merecemos y voy a brindar por estar todos juntos y vivos. 

Gerardinno, otro "malta" para mi.

Brindamos y subimos? o preferís pedir consejo de como proceder a Franky y a Vito? Ellos están ahí al lado. Seguro que si te ven en tu estado querrán saber, Enzo.

-Yo me sentiría más cómodo consultando con Frank-dijo Filippo luego de darle un pequeño trago al vaso de whisky que hizo que se estremeciera por dentro-.

Los Bacoli se acercaron a la barra. Filippo respondió por su cuenta a la pregunta que Enzo le había hecho al propietario, Gerardo, y pidió otro whiskey. Enzo enarcó una ceja, pero sonrió. Bacoli, el grande, venía hablando desde que dejaron a Sal, y Genaro en la calle. Se acercó por detrás, y pidió otra bebida para él. Gerardo los miró extrañado un momento: esas pintas no eran normales. Pero veía muchas cosas raras, y sacó tres vasos. Enzo se metió el chupito del tirón y le dijo a Filippo. - Si, vamos a decir hola, les respondió. Se desató los primeros botones del abrigo dejando ver la camiseta interior, y de esa guisa se acercó a la mesa de Frank y Vito. - Buonasera. ¿está Luciano arriba?

-Joder muchacho. - Exclamó Frank Costello en cuanto vio a Enzo de aquella guisa. -Menudo aspecto llevas. ¿Problemas con la novia? Lo ves Vito, por mucha flor por la que vaya picoteando el muchacho termina con una siciliana, ¿quién sino iba a dejarle el brazo de esa manera?- Vito Genovese, totalmente serio, se limitó a mirar con aquellos ojos que daban miedo a Enzo y frunció el ceño sin decir nada. Probablemente Vito era un tipo sin humor, o seguramente no le gustaba que un calabrés como Costello bromeara sobre las sicilianas, por muy amigo que fuera. De todos modos ninguno de ellos había visto sonreír a Vito en todo el tiempo que llevaban rondando por Scarpato´s.

-Charlie esta en el meódromo. Sentaros aquí, hombre, en dos minutos regresa. - Frank tenía una mirada particularmente curiosa, parecía amistosa, bromista, divertida incluso, pero en una fracción de segundo podías ver como analizaba con seriedad la situación y como te calaba y adivinaba tus intenciones con solo echarte un vistazo. Su mirada fue de Enzo a Bacoli y después volvió a Enzo. -¿Lavaste la ropa?

El grupo, a excepción de Sal y Genaro Schilliamini, entraron a Scarpato´s mientras ellos quedaban en una cafetería cercana tomando algo. Pidieron dos cafés, aunque Genaro se limitó a darle vueltas con la cucharilla al suyo. Lo hacia con poco garbo, pues tenía que hacerlo con la mano que Sal no le había machacado. El pobre hombre ni siquiera le había echado el azúcar.

-¿Crees que... - Alzó la vista tímidamente hacia Sal, luego la bajó de inmediato y murmuró su pregunta. - ...Lucky se enfadará mucho conmigo?

¡JA! se rio de buena gana mirando a Frank y a Vito - Siciliaaaaaana ¿como la mia mamma? ma NOoo dijo burlonamente. Sonrió mirando a uno y otro abriendo los brazos, o mejor dicho, el brazo izquierdo y la manita del derecho que parecía ir cosido al pecho. Non ancora. Que una siciliana... se tocó el pecho con dos dedos, y abrió la mano: las sicilianas eran de una raza y un honor especial, que era mejor no andar meneando ¡ci vuole sposAaare! acabó ofreciéndoles una sonrisa cómplice.

Echó un vistazo a los lavabos y asintió a las indicaciones de Costello. - Grazie, grazie. Tomó asiento, y miró a Luigi un momento al verse interpelado. Respondió con un asentimiento corto. - A posto. Hoy la llevamos limpia. Suspiró al reclinarse en la silla, intentó peinarse con la izquierda, y sacar torpemente un pitillo. Blanco, y con gesto cansado comentó - En la frutería no esperaba el ejercito, pero... si que esperaban problemas lo acompañó de un gesto explicativo, levantando el brazo. ¿os suena un tal... Verrochio?

El local era oscuro, y estaba mal ventilado, pero por lo menos se estaba caliente. Allí no había cigarrera, claro, así que le pidió un pitillo a un parroquiano. Estaba cansado, decaído. Miraba la cucharilla de Genaro mientras le respondía, tranquilizador.

-No, señor Schilliamini, no creo que Luchy se enfade mucho. Al fin y al cabo, usted no ha hecho nada mal. Aparte de no pagar, claro. Le preocuparán más esos tipos... Ese Verrochio.

Sacó con disimulo la petaca y se condimentó el café. Luego la meneó en dirección al otro hombre, ofreciéndose a echarle unas gotas en su taza, conciliador. Entendía que Genaro estaba pasando por una mala situación, y Sal quería ganárselo.

-¿De dónde habrá salido ese tipo? Quizá esos matones mencionaron algo o a alguien cuando hablaron con usted, algún sitio, algo. No los había visto usted antes, ¿no? Haga memoria, tiene que contarme lo que sepa, Genaro... Sería una buena forma de congraciarse con Luciano. Yo porcuraré ayudarle, Genaro, pero ponga de su parte, hombre...

Filippo observaba la conversación desde la distancia. Enzo la estaba llevando bien así que no había motivo para intervenir. En lugar de eso decidió seguir apoyado en la barra observando. Si Frank deseaba que se acercaran, ya se lo indicaría. 

-Espero que sea así. - Dijo con la mueca de una sonrisa el frutero.

La pregunta de Sal le hizo pensar, Marrone pudo ver como los engranajes giraban a toda pastilla en la cabeza de Schilliamini. Que Sal pensara que aquello ayudaría a que Charlie Luciano no montara en cólera contra él le animó a hacerlo. Finalmente, algo abatido torció el labio y negó con la cabeza.

-No los había visto nunca. Tampoco dijeron nada sobre ningún sitio. Pero estoy casi seguro de que no eran de por aquí. No tenían acento neoyorquino. - Genaro alzó la cabeza hacia Sal. - ¿No es mucho, verdad?

Frank miró a Vito quien negó con la cabeza, luego a los otros dos tipos que estaban allí, uno se encogió de hombros y el otro negó con la cabeza. Luego Frank volvió la vista hacia Enzo y extendió las palmas de las manos hacia arriba, por si la respuesta no había quedado clara la apuntilló con una frase contundente que mostraba que no sabía de quién le hablaba.

-Ni puta idea. ¿Un nuevo fichaje de los Yankees? - Dijo con una sonrisilla.

-Es algo -animó Sal de forma algo exagerada, sorbiendo su café. Tenían tiempo, y a veces la gente no se da cuenta de lo que tiene en la cabeza y hay que ayudarla a sacárselo. -No me fijé si eran italianos, la verdad; si tuviera que apostar, ¿de dónde cree que pueden ser, por el acento?

Sal se rascaba el mentón. Su vena de jugador brotaba sin que a veces se diera ni cuenta. Y de algún hilo había que tirar.

Hagamos una cosa... Piénselo bien y deme una respuesta. Si finalmente resulta que acierta, le doy cincuenta dólares. No bastará para reparar la tienda -añadió con una sonrisa inocente que su sempiterno gesto de disculpa reforzaba-, pero será una ayuda, ¿no cree? ¿Qué le parece, hay trato?

Frank y sus colegas eran viejos maestros en su trabajo. Pero Luigi, siempre había confiado bastante en su instinto para averiguar si alguien les mentía o no. Cabía pensar que quizás supieran perfectamente de quien hablaba Enzo, pero no fuera de su interés dar a saber que lo conocían y sobre todo, de qué lo conocían.

Luigi se mantuvo callado, saboreando su bebida, y dejó que la conversación la llevaran los otros.

Desde luego si es un fichaje de los Yankees, esta claro  que es un jugador que necesita ganar más pasta, porque está extorsionando a la gente del barrio.