Partida Rol por web

 Bannor encamina sus pasos hacia el templo, tras agradecer las indicaciones.

 Si Pelor se hiciera un sitio en este estercolero tal vez sería una salvación para la moralidad de esa gente y sus almas.

El feérico ser observa en silencio todo cuanto sucede, intentando averiguar cual será su destino en ese vertedero lleno de infraseres.

Aunque le repugna la idea, debe conseguir la máxima información posible sobre esa ciudad. Mientras permaneciera en ella tendría esperanzas.

Su voz sonó suave y con una modulación cuasi melancólica, como la de un ser salido de un cuento. Aunque su rostro mostraba paz, el intranquilo brillo dorado de sus ojos delataba el nerviosismo producido en él por un futuro incierto.

Ey enano, que harán conmigo, ¿cual es mi destino? en su pregunta no había ningun tipo de burla o insulto, de hecho tenía el tono de voz de un hipnotizador en pleno trabajo, o de un cuentacuentos narrando a un niño el desenlace de una historia.

Observó si aquel infraser contestaba a su pregunta, mientras se imaginaba para que debían de querer a un eladrin. Quizas hicieran infusiones mágicas con su sangre, tallaran collares con sus huesos... había escuchado en Cathedral histórias de las infrarazas que habitaban mundos como en el que se encontraba.

Malditos palurdos. Deberían adorarme casi como a un Dios y me encierran en una jaula.

Me levanté de la cama y en cuanto estuve de nuevo en pie, lo primero que hice fue volver a pasarme un rato mirando por la ventana, me parece que lo iba a tomar como costumbre. Tras asearme, bajé de nuevo a desayunar y decidí salir a dar una vuelta por la ciudad, esta vez, tratando de encontrar a alguien que pudiera proporcionarme un buen entrenamiento, uno que me fuera útil buscando los putnos débiles del enemigo, con la ventana de ser más rápida con una daga. Debía sobrevivir aún quince jornadas de la arena.

No hubo respuesta y parecía que no iba a haberla. El eladrin suspiró cansado, también enojado.

Sin saber cual era el destino decidió darles a aquellos infraseres la imagen de él que querían ver. Cuanto más populacho tuviera a su favor más altas serían sus oportunidades de sobrevivir a lo que fuera que le deparara el destino.

Así que se ubicó en el centro de su jaula, se arodilló y luego se sentó sobre sus talones en una pose meditatoria. Sus finas manos sobre sus piernas y su espalda herguida.

En su rostro una sonrisa tan bella como los dorados reflejos de sus ojos. Realmente parecía un angel, puro y noble, encerrado entre las súcias barras de aquella mundana jaula.

BIZCOCHITO:

- Por lo que tú sabes no hay Gremio de Ladrones en Detritus. Hay un Gremio de Cazarrecompensas, aunque dirías que eso sería ideal para entrenar a Exploradores y Guerreros, no a Pícaros.

- Por otro lado, recuerdas que el Maestro Pinfalo os dijo que le consideraseis vuestro manager, que si necesitáis algo que acudierais a él.

- Pero como puedo estar en una ciudad así de grande y que no haya un gremio de ladrones? - Pienso a medio desesperar ya. Las cosas resultaban demasiado difíciles para todo, menos mal que el respirar era libre.. Lo de los cazarecompensas no me acaba de convencer para nada, ni era un " hablaplantas " ni un guerrero, eso quedaba claro sólo con verme, así que opté por ir primero donde el Maestro Pinfalo, a ver si me podía ayudar.. No llevaba ni un día en libertad y ya me estaba arrepintiendo de mi decisión.
 

TAPÓN:

- Llegas al Templo de los Mil Dioses, un edificio muy grande lleno de pequeñas capillas con docenas y docenas de dioses. Pelor tiene una de las doce capillas principales.

- El Sacerdote de los Mil Dioses que te atiende ha oído hablar de ti y de tu historia y te dice que puedes quedarte en el Templo tanto tiempo como necesites.

MANSION DEL MAESTRO PINFALO:

BIZCOCHITO:

- Llegas a la lujosa mansión del Maestro de Ceremonias de la Arena, por lo que ves, el hombre también es propietario de algunas minas y vive en parte de la exportación de mineral.

- Sus criados te abren la puerta y te conducen a su despacho, donde te ofrecen té y pastas.

CASA DEL MAESTRO PINFALO:

- "Bizcochito, me alegro de verte. Ponte cómoda. He oído que la situación de Champiñón continúa estable. He hecho un generoso donativo al Templo para que se ocupen lo mejor posible de sus quemaduras y heridas." -

Me acerco a la ansión y antes de llamar, me quedo un rato observando la lujosa casa como un poco embobada. Al final, opto por llamar y acompaño a sus sirvientes hasta el despacho, para coger otra paste de esas que parece ya ser costumbre que me ofrezcan, pero a las que nunca hago ascos, ya me me encantan.

- Me alegra saberlo señor. Ayer estuve tratando de verle, pero me dijeron que seguía inconsciente así que no pude hacerlo. - Respondo a sus palabras antes de ir al tema que centra mi vista. - He estado preguntando por ahí, y el único lado donde podría entrenar, me parece que sería el Gremio de Cazarecompensas, pero como ya sabrá, ni soy guerrero ni explorador, así que no sería demasiado buen rendimiento, ya que no podría jugar con todas mis bazas, no sé si me entiende..

Fuera ya de la Escuela Amarilla y cuando las puertas de la misma se cierran, miro a uno y otro lado, dubitativo durante un segundo. No sé si encaminarme a mi casa, dando por perdida la semana y los recursos que podía haber conseguido durante ella, o dirigirme al Gremio, siquiera para que sepan que mi ausencia no ha sido voluntaria y demostrar cierto interés. A fin de cuentas, deduzco que muchos de mis ingresos o al menos, una buen aparte de ellos, procederán con el tiempo de esta sociedad. Con un gruñido de frustración, encamino finalmente mis pasos hacia el Gremio.

- "La verdad es que somos unos novatos totales en esto de tener luchadores propios. Es evidente que no hemos tenido en cuenta cosas tan básicas como que necesitaréis entrenar.

Creo que primero de todo, necesitaréis un campo de entrenamiento adecuado. ¿Qué tal la propia Arena?

Habla con el Azuzabestias Pularr para que te consiga cualquier material de entrenamiento que podáis necesitar, ya sean pesas, obstáculos para saltar y esquivar, estafernos, dianas o cualquier otra cosa.

Respecto al Gremio de Cazarrecompensas, me temo que no tenemos mucha influencia sobre ellos, pero creo que estáis sobradamente capacitados para conseguir que os admitan si queréis. La mayoría son exploradores y guerreros, pero seguramente habrá también pícaros entre sus filas, por lo que quizá podría interesaros.

Para los entrenamientos especiales, vais a necesitar Maestros, ciertamente. Lo que pasa es que a un Maestro hay que pagarle. Nosotros os cobramos muchísimo menos que las Escuelas, pero al igual que las Escuelas no pagamos el entrenamiento a los Libertos, sino que corre de vuestro bolsillo.

Si necesitas dinero te puedo prestar hasta trescientas piezas de oro ahora mismo, y puedo empezar a mover hilos para que venga un maestro pícaro desde Malatea." -

 El palaín agradece la voluntad y las buenas intenciones del Sacerdote del templo. Luego se dirige a la capilla de Pelor y se postra en el banco para meditar y reflexionar ante los símbulos de Pelor.

 Luego, tras saciar esa necesidad enun lugar más apto, que las que ha tenido en lás últimas semanas mira por los alrededores en busca de otros sacerdotes o creyentes de Pelor.

TAPÓN:

- La verdad es que para empezar hay muy pocos fieles en el Templo. Tal vez porque a estas horas estén trabajando en las minas y en las factorías, o quizá la gente de Detritus sea más bien pragmática y poco devota.

- Ves escasas personas, con aspecto de mercader o artesano, rezándole a Erathis y a Moradín. Una viuda orando a la Reina Cuervo, sin duda rezando para que su difunto esposo encuentre su lugar en la otra vida y no se pierda por el camino.

- Ves un muchacho con túnica de iniciado cambiando los cirios más gastados de la capilla dedicada a Pelor.

 Bannor se acerca a la muchacho de la túnica de iniciado.

 - Hola buenos días, muchacho.- Dice con solemnidad.- Perdona, puedes dedicarme un poco de tu tiempo, por favor.

 Tras una pausa prosigue:

 - Estoy un poco desorientado y tal vez tú puedas orientarme, es sopbre asuntos de leyes, tal vez conozcas quien me pueda ayudar. El caso es que h salido de la esclavitud recientemente.- dice mostrando el pergamino lacrado.- Pero me han dicho que no soy residente pero que tampoco puedo salir de la ciudad... por eso estoy un poco confundido.

TEMPLO DE LOS MIL DIOSES:

- "Es una muy mala situación, si me permite decirlo, señor enano. El no ser residente supone que no puede trabajar legalmente ni tener bienes o propiedades a su nombre, abrir cuentas bancarias o ni siquiera firmar contratos de arrendamiento, solicitar créditos o hipotecas, unirse a organizaciones o firmar contratos o compromisos de cualquier tipo.

Es una situación equiparable a la de un extranjero no imperial al que se le concede el derecho a no ser esclavizado, pero se le limitan todos los demás derechos.

De todos modos, entiendo que esa situación no es irreversible. Lo que necesita es pedir el Permiso de Residencia, aunque es un trámite complejo si lo realiza individualmente sin el aval y soporte de una organización de peso. Además, hay que pagar una tasa de cincuenta monedas de oro." -

Me quedo mirándole con cara de imbécil, con cara de ser muy imbécil.. ni que yo tuviera mucha idea de cómo debía entrenar, que esto no es como hacer dulces, que eso ya lo sabía hacer. Suspiré llevándome la mano a la frente, como diciendo que, claramente, esto no podía estar pasándome a mí.

- Bien, iré a probar suerte con el Gremio, a ver que me cuentan, pero estaría bien que buscaséis entrenadores, ya que si tenéis pensado tener luchadores propios y que sean últiles y den espectáculo creo que lo de un buen entrenamiento sería lo adecuado. No es lo mismo ver a alguien que esquiva a alguien que puede hacerlo haciendo piruetas y cosas así no? No sé si me entiendes..

Lo del dinero me vendría bien, ya que aunque sea, necesitaré cosas básicas para vivir, aunque sea ropa, ya que si me pongo enferma tampoco sería bastante bueno para el negocio.

Y lo del maestro pícaro, pues tanto a Champi como a mí nos vendría bien, aunque ya te comentaré lo que me dicen en el gremio primero.

 Bannor parece más desorientado aún.

 - Si no puedo trabajar, como se espera que pueda reunir esa suma de dinero?

TEMPLO DE LOS MIL DIOSES:

- "¿No tiene amigos, o alguien que esté dispuesto a ayudarle?" -

MANSIÓN DEL MAESTRO PINFALO:

- "Aquí tienes trescientas piezas de oro. Es un préstamo sin intereses cuyo importe te iré descontando de tus ganancias, si te parece bien." -

El Maestro pone encima de la mesa una pesada bolsa que tintinea, llena de monedas.

- "Hacer venir a un Pícaro experto desde Malatea no será barato. Sólo por cruzar el Portal ya hay que pagar una tasa de veinticinco de oro por persona. Ir allí, localizar a un maestro potencial, acertar con la elección y convencerle para que venga, pagarle, cruzar de nuevo el Portal, conseguirle papeles de Residencia, darle alojamiento...

Tienes razón en que es una inversión por el bien del espectáculo, pero antes de gastar más dinero del que ya hemos gastado, nos gustaría veros tanto a ti como a Champiñón ganar al menos un combate en la Arena." -