Partida Rol por web

CIUDAD DE DETRITUS:

LAGARTIJA:

- El canto de los gallos del vecino te despierta en esta mañana de la Primera Luna. El día del Sol pasó muy rápido descansando, quizá demasiado rápido ya que el ritmo normal de cada semana suele ser agotador.

CHAMPIÑÓN:

- Te duelen bastante tus heridas, recientemente cosidas y vendadas, pero crees que ya estás en condiciones de volver a entrenar.

Un tanto enfadado conmigo mismo por la pereza que me asaltó la víspera y que me hizo remolonear en la cama más de lo debido, me levanto al alba, con las primeras lluces y los primeros cantos de gallo. Una infusión ardiente es mi desayuno antes de partir a buen paso en la dirección que me marcó el viejo que encontré hace dos días.

Extramuros. Allí es donde está la legión. En el noroeste de Detritus. Poco a poco voy aprendiendo a desenvolverme mejor en las calles de esta laberíntica ciudad, aunque eso no quita para que de vez en cuando tenga que preguntar para orientarme y dar con la puerta más próxima al destacamento militar.

LAGARTIJA:

- Llegas a las puertas de la ciudad y los guardias te dicen que no deberías de cruzarlas si no tienes un Pase, pues técnicamente luego no deberían permitirte volver a entrar, aunque seas el Subcampeón de Detritus.

Suelto un bufido de impaciencia.

- ¿Un pase? ¿Y dónde puedo conseguir uno? - pregunto a los soldados -. Es verdaderamente urgente que llegue a vuestro destacamento y cuanto antes logre el pase mejor.

- "Está bien, si tan urgente es, puedes pasar. Procura no alejarte campo abierto más allá de la fortaleza de la Legión, ya que hay zonas de hielo quebradizo y traicionero, y podrían haber jaurías de lobos hambrientos.

Para volver, pregunta por el Legionario Claudio y te dejaré entrar en la ciudad de nuevo." -

- Agradezco tu gesto. Y cumpliré con lo que dices. Busco a Casius Agrippino, y Victor Braiden Aquilus. Tal vez, podrías darme alguna indicación para hallarlos lo antes posible.

El legionario le explica a Lagartija la disposición de la fortaleza de la Decimotercera. La mandan diez legionarios a las órdenes de dos legados y un general.

Cada legionario tiene mando sobre aproximadamente cien legionarios pesados, más otro número igual o mayor entre fuerzas de caballería y auxiliares (arqueros, honderos, escaramuceros, exploradores y zapadores).

No todas las centurias, sin embargo, son iguales. La de Casius es una unidad de caballería de elite ligera, cuyas decurias son enviadas constantemente de patrulla entorno a la ciudad, sus calzadas y las tierras salvajes del norte.

La unidad de Braiden es de infantería pesada de honores, son los guardianes del Estandarte de la Legión, de sus trofeos y los protectores del General.

La primera está situada en el extremo oeste de la fortaleza, la segunda en el centro.

Asintiendo a las palabras del legionario y agradeciéndole nuevamente su buena voluntad, parto en primer lugar hacia la posición de la centuria de Casius, bordeando la muralla hasta su extremo oeste. Quiero hablar con ambos centuriones para saber qué pueden ofrecerme a nivel de conocimientos y tomar la decisión más acertada de cara a mi formación.

ACUARTELAMIENTO DE LA DECIMOTERCERA:

- Lagartija abandona la ciudad por la puerta noroeste y llega poco después a la fortaleza de la Legión.

- Los legionarios le interrogan y parecen remisos a dejarle pasar, aunque finalmente las cartas de recomendación de Vitias permiten que sea conducido hasta el despacho del Centurión Casius.

El Centurión recibe a Lagartija en su despacho y lee la carta de Vitias.

- "Parece que el viejo Vitias, que sirvió con mi padre en su juventud, habla de ti en palabras elogiosas. Sin embargo, eres un bárbaro forastero que hasta hace poco no era más que un esclavo. ¿Por qué debería de escucharte?" -

Miro sorprendido al centurión. Sus palabras son bruscas y destilan el desprecio que los humanos en definitiva sienten por las demás razas. Tal vez fuera interesante recordarles los tiempos en los que ellos eran los bárbaros, criaturas menores al servicio de razas más poderosas pero, ¿qué sentido tendría? Ellos están ahora arriba y nosotros, lo queramos o no, abajo. Por el momento.

- No tienes deber alguno de escuharme, centurión Casius. Como afirmas, soy un bárbaro y antes fui un esclavo. Y en tiempos anteriores, fui libre. Ahora bien, ¿por qué escucharme? Nada de cuanto pueda decirte, te convencerá de la necesidad de tal cosa, si no estás dispuesto a ello. Lo único que puedo esgrimir a mi favor es la carta de Vitias. Si valoras su buen juicio, sabrás que no es hombre dispuesto a regalar algo inmerecido, como una recomendación. Vitias valoró justo otorgármela. ¿Por qué? No lo sé. Quizá por ser miembro de su gremio, quizá por su filia hacia mi raza dracónida, quizá por haber colaborado con él en la redacción de su libro. Quizá porque le pedí el nombre de alguien que pudiera ayudarme a mi completar mi entrenamiento marcial y demostrar mis capacidades en la Arena. Quizá porque vio mi potencial. Busco un líder, alguien adiestrado en la batalla y en la guerra, y tú eres uno de los pocos que responden a ese perfil. Es mi única carta de presentación. Poco más tengo. Y si no deseas que siga aquí, nada más diré y partiré por donde he venido.

- "Entreno a tropas de caballería de elite, los hombres que patrullan las fronteras y las mantienen seguras contra los salvajes berserkers caníbales del norte. Eso es lo que hago.

Tú no eres jinete, ni legionario. No dudo de tu honor ni de tu valía, supongo que eso lo habrás demostrado ya en la Arena. Es solamente que no tengo tiempo ni paciencia para gladiadores.

Creo que Braiden en el pasado sí que entrenó a luchadores de las Escuelas, por un precio. A él le entusiasma la Arena mucho más que a mí." -

- En ese caso, no te haré perder más tiempo. Lamento haberte interrumpido en tus obligaciones diarias y te agradezco que me hayas concedido estos minutos - señalo con una leve inclinación de cabeza.

- "¡Alto quién vive! ¡Nadie puede pasar al corazón de la Decimotercera!" -

Paro en seco al escuchar el alto.

- Me llamo Heresunge Krugaunn, también conocido como Lagartija en la Arena. Busco al centurión Victor Braiden Aquilus - señalo mostrándole mis papeles para demostrar mi identidad -. Traigo también una carta de recomendación - afirmo tendiendo la misma.

- "Está bien, ahora te reconozco, Lagartija. Te conduciré hasta el Centurión, pero debes dejarme tu arma." -

La petición me deja momentáneamente perplejo. ¿Mi arma? En el corazón de la centuria y ante un hombre frente al cual es altamente probable que no tuviera oportunidad alguna... y más cuando vengo a solicitar un favor y no como un asesino. Sin embargo son sus normas y si deseo ver al centurión no puedo sino plegarme a sus exigencias.

- Está bien, legionario. Aquí la tienes - digo ofreciéndosela -. Cuida bien de ella. Es un regalo del propio gobernador y lamentaría que algo le ocurriera.

El legionario conduce a Lagartija por los corredores hasta la puerta del despacho del Centurión Braiden.

- "(TOC, TOC, TOC) ¡Centurión! Lagartija, el Subcampeón de la Arena, está aquí y desea verle." -

- "Está bien, que pase. Puedes retirarte, soldado." -

El centurión alza la mirada de un grueso fajo de papeles que están sobre su escritorio cuando entra Lagartija y parece evaluarle intensamente unos momentos.

Cuando el legionario me hace pasar y me presenta, permanezco en un segundo plano hasta que se retira. Siento la mirada escrutadora del centurión, evaluándome. Es curioso, pero desde que he llegado a este destacamento, todos parecen examinarme para comprobar si soy lo suficientemente bueno como para que me dirijan la palabra.

- Hola - saludo para romper el silencio que empieza a pesar -. Me llamo Heresunge Krugaunn. He acudido a ti bajo el consejo de Vitias, quien me proporcionó tu nombre así como esta carta de recomendación - digo alargándole el documento -. Busco a alguien capacitado para entrenarme. Y en Detritus, solo un centurión, alguien avezado en las artes de la batalla podría hacerlo. Es decir, alguien como tú.