Partida Rol por web

- "¿Lagartija?" -

 Tapón ayuda al gran draconico a mantener el equilibrio, mientras ve como Muñón se hace cargo de Bizcochito y Petaculos de Bilis.

 Avanzan de forma pesada entre la muchedumbre, en dirección a la Escuela Amarilla. Bannor hace caso omiso de las palabras de los curiosos y demás ciudadanos que se van topando por la calle. El camina herguido, ayudando a su compañero.

 Cuando de repente, entre la gente aparece lafigura de Lagartija. Caray las noticias vuelan.

- Sí, soy yo - señalo mientras propino un suave empujón a un inoportuno curioso. El grupo al completo presenta un aspecto bastante lamentable, tiznados de humo y oliendo como un campamento de nómadas -. Vimos el humo desde nuestra escuela y aunque no teníamos certeza acerca de dónde sería exactamente el incendio... no sé, una sospecha, un algo nos hizo pensar que podíais estar en peligro. El Instructor me pidió que me acercara para intentar averiguar algo y ya veo que nuestra intuición, por desagracia, fue acertada - señalo al tiempo que caen copiosos los primeros copos del mes de Bane.

Miro sus rostros. Los de ellos, los esclavos azules. Herreforo y el otro no me preocupan lo más mínimo. La mediana y mi hermano de raza, quienes parecen haberse recuperado un tanto de la salvaje paliza que recibieron en la Arena pero no lo suficiente como para no comprobar su deteriorado estado de salud; la bruja tiefling, cuyos ojos arden con el fuego del infierno; el buen paladín a quien derroté; el elfo, mi último y veloz contrincante; y un enano desconocido. Seres esclavizados para satisfacer las ansias de sangre de los mamíferos humanos, privados de su libertad y, ahora, del único lugar que les servía de cobijo.

- No puedo hablar por el Instructor ni por Limonero, pero estoy seguro que estarán dispuestos a acogeros. No podéis seguir aquí en la calle. Además, la mediana y el dracónido necesitan cuidados. Los ánimos de la gente están caldeados, hace frío y nieva y necesitáis refugiaros en algún lugar. En la escuela, hay sitio suficiente para todos y no creo que os nieguen la hospitalidad, al menos, hasta que halléis una solución a este desastre. Ellos son los primeros interesados en que la escuela azul sobreviva, de modo que aunque no sea por generosidad bien entendida, sino por negocio es bien seguro que os tenderán una mano.

Mientras espero su respuesta, me vuelvo hacia la gente que ha concurrido y les hablo.

- El espectáculo ha terminado. Si no hay nadie dispuesto a ayudar, más os valdría retiraros - comento con mi voz ronca -. Esta no es la Arena y nada se os dará. Marchaos a vuestros hogares o a la taberna y dejadles paso libre. Y aquellos que se regodean en su pérdida, quizá quieran volver a decirlo en voz alta, pero esta vez ante mí y dando la cara - señalo en un tono silibante y cargado de desprecio-. Aseguro que le escucharé con gusto si a su vez están dispuestos a aceptar mi respuesta - declaro con una sonrisa sardónica que muestra los dientes de mis fauces.

Camino con muchas dificultades y casi voy apretando los dientes, para mantener una pose digna a pesar de mi estado. No es que la arrogancia sea uno de mis defectos, pero escuchar las palabras de la gente, despues de que me tengan peleando como un perro están hiriendo el poco orgullo que me quedaba. Me agarro al enano para mantenerme erguida, aunque voy cabizbaja, tratando de contener las lágrimas que vuelven de nuevo a mis ojos. - No llores, no lo vuelvas a hacer, no les des ese placer. - Pienso tratando de convencerme a mi misma mientras camino.

- Estoy convecida de que el instructor no ha sido el causante de esto, sino, por qué se habría jugado la vida al entrar entre las llamas para sacarnos? Es absurdo hasta para un sentimiento de culpabilidad.. No, tiene que haber otra explicación, pero me temo, que, casi con total certeza, se va a llevar toda lo culpa de lo sucedido esta noche.

Las palabras de Lagartija, el luchador que obtuvo su libertad en la prueba que ganó mi primo, me saca de mis cavilaciones.

- Así que definitivamente nos vamos ahora a la escuela amarilla? - Pero mi preocupación por el cambio de lugar dura más bien poco, ya que no tardo en girarme a contemplar a mis compañeros.

- Estáis todos bien? - Pregunto lo más alto que puedo, aunque el dolor hace que mis palabras se quiebren. Detengo mi vista sobre todo en Marranoso y mis siguientes palabras son un agradecimiento por lo que hizo por mí en el combate de hace unas horas. - Gracias por lo que hiciste por mí en el combate, te debo una.

El colosal draconico que una vez dirigio a un ejercito de miles, ahora solo era una carga sobre el hombro de un enano. Apenas podia mantenrse en pie y llevar el mangual que Bilis habia conseguido salvaguardar del incendio. De verdad le debia una a la bruja, ya que su mangual en estos dias era su mas preciado bien, sino el unico ganado por esfuerzo propio.

Mientras salian de la escuela en llamas, Marronoso notaba mas y mas como su cuerpo deteriorado por la aspiracion del humo, el abrazo de las llamas, y las heridas de la batalla, hacia un esfuerzo sobrehumano para mantenerse entero. Sin embargo lo que mas perplejo le habia dejado habia sido el arresto del instructor, no podia creer que despues de todo lo que habia pasado se hubiesen llevado al Jefe de la escuela como principal sospechoso por el ataque.

Mientras divagaba en sus pensamientos, marronoso escucho la voz de Bizcochito quien le agradecia por la labor en batalla. Nada mas lejos de la realidad, ya que no habia podido hacer mucho por ella mas que servirle un poco de escudo... y con el aspecto que presentaba en estos momentos no podria hacer ni eso por nadie.

-Descuida pequeña, fue una dura pelea y a ambos nos toco la peor parte. Te aseguro que no volveremos a perder, aunque me cueste la vida... recuperare mi honor y mi nombre.

Apenas se habia dado cuenta de la intervencion de su par de raza de la escuela amarilla. Despues de todo Marronoso todavia estaba afectado por el humo y las heridas y le costo notar a Lagartija y su intencion de ayudarlos. Tras respirar profundamente el draconido penso que lo mejor seria guardar fuerzas y llegar a la escuela amarilla donde podrian descansar, tal vez no estuviesen a salvo, tal vez intentasen envenenarlos... tal vez... pero la verdad era que no tenian otro lugar a donde ir.

Muñón sujetaba a la delicada Bizcochito mientras avanzaban en fila entre la muchedumbre de curiosos.

De improviso un dracónido se plantó ante la comitiva y comenzó a hablar sobre que deberían acudir a la Escuela Amarilla. Harold se detuvo al tiempo que el resto, pero confuso, y no pudo reprimir la pregunta que le rondaba:

Bizcochito...si éste Lagartija es un esclavo...¿cómo es que camina libremente por la ciudad? ¿por qué no escapa? susurró en voz queda a la mujer.

Asiento ante las palabras de Marranoso, ya me era familiar escucharle hablar así sobre las luchas, vivía para la batalla y eso no iba a cambiar pasara lo que pasara.

Ante la pregunta del enano, levanto mi cabeza hacia él y muestro lo más parecido a una sonrisa que puedo poner en estos momentos.

- Antes de que tu llegaras, hubo un campeonato, en el que obtuvo la libertad, quedando segundo. Champiñón, el mediano de la escuela amarilla, lo ganó, pero a él no se la condedieron, el por qué, pues ya no te lo puedo explicar.

- "La Escuela Azul ha sido incendiada y parece que ha sido provocado. El Instructor Azul ha sido acusado del crimen, aunque todo el mundo sabe que él antes daría su vida que destruir su propia Escuela.

El Juez ha ordenado que los luchadores azules sean acogidos de momento en la Escuela Amarilla hasta que se resuelva el asunto.

Tu llegada es muy oportuna, Lagartija. Te agradeceré que nos escoltes hasta tu Escuela." -

La gente que sale a la calle a insultarnos hace que la atmósfera sea aún más opresiva que en el circo. En cualquier momento, la muchedumbre podría estallar y atacarnos. Aunque sean poco más que mineros nos llevarían por delante. Pero es mejor estar preparado.
- Muñón, gracias por guardar mi daga. - Sin llamar la atención la recupero y me la pongo otra vez al cinto.
Mientras intentamos avanzar entre la muchedumbre, aparece Lagartija, el mismo que me dejó en este estado. Se nota el poder de la fama de los gladiadores, pues la gente parece escucharle y calmarse en su presencia, y ahora podría ayudarnos a llegar a un lugar irónicamente más seguro: la otra escuela de la ciudad.

- Os escoltaré, desde luego - señalo en respuesta al comentario del ayudante de la escuela azul. Me dirijo entonces hacia los gladiadores. No quiero imponerles más de lo necesario mi presencia, ni herir su orgullo con algún gesto inoportuno. Para ellos, no soy más que un contrincante de la escuela amarilla, uno que los ha herido en más de una ocasión -. ¿Alguno de vosotros desea que le ayude? ¿Tal vez alguno de los heridos?

Me doy por aluddida ante las palabras de Lagartija y levanto la vista hacia él. - La verdad es que nunca me había dado cuénta de cuántas veces tengo que levantar la cabeza hacia la gente hasta que me duele como ahora.. - Pienso al escuchar como me crugen los huesos y un dolor seco cruza mis cervicales..

- No te preocupes, al menos por mi parte con la ayuda de Muñón me es suficiente, podré llegar.. - Respondo cortesmente a sus palabras.

TRANSCURREN ALGUNAS HORAS:

- Avanzáis con cierta lentitud, debido al lento paso de Marronoso especialmente, y a que en más de una ocasión, Lagartija tiene que apartar del camino a ciudadanos demasiado curiosos, pero finalmente avistáis los muros y estandartes de la Escuela Amarilla.

- Conforme os habéis ido acercando, habéis visto grupúsculos de hooligans agresivos, seguidores agresivos de la Escuela Amarilla. Algunos se hacen llamar los Túnicas Amarillas y no son precisamente buena gente. La presencia de Lagartija evita la violencia en al menos dos ocasiones claras.

- Los Guardias de la Escuela Amarilla os ven desde los muros y os abren las puertas del recinto amurallado, muy similar en apariencia a la planta de la Escuela Azul.

Y allí estaban en las puertas de la Escuela Amarilla, mientras Lagartija explicaba la situación a su instructor. Bilis había seguido al grupo en silencio,  controlando la furia que pugnaba por desatarse en ella al oír los insultos y acusaciones de la chusma. En más de una ocasión estuvo a punto de contestarles con fuego, para que sintieran en sus propias carnes el infierno al que acababan de sobrevivir los Azules. Miró a sus compañeros, que a pesar de todo lo vivido, se mantenían orgullosamente erguidos, incluso los heridos. Esperó con los brazos cruzados sobre el pecho la decisión del dueño de la escuela Amarilla y los próximos acontecimientos.

- Entráis todos en la Escuela Amarilla y las pesadas puertas se cierran a vuestras espaldas.

Limonero camina por las calles de la ciudad en dirección al Banco del Escoriae con Lagartija a su lado.

- "No tienes práctica tratando con burócratas ni banqueros. Te recomiendo que me dejes hablar a mí." -

- De acuerdo, Limonero. Dejaré que gestiones el tema. Sin duda, más experiencia que yo ya tendrás en estas lides y al menos, de cara al futuro, aprenderé cómo se hace. Pero por Kord, obtén el mejor trato posible o me veo como esclavo de nuevo para pagar mis deudas.

BANCO DEL ESCORIAE:

- Lagartija y Limonero llegan a mediodía al Banco, y Limonero pide hablar con el Director.

- Mientras esperan, una mujer, obviamente una guerrera, se fija en Lagartija.

BANCO DEL ESCORIAE:

- "¿Lagartija? ¿Eres tú el famoso Lagartija de la Arena?" -

La mujer lleva una abultada bolsa que parece llena de dinero, posiblemente haya venido a ingresar dinero en su cuenta.

BANCO DEL ESCORIAE:

- Soy Lagartija, miembro de la Escuela Amarilla y luchador en la Arena, sí. En cuanto a lo de famoso, no me atrevería a decir tanto - respondo grave -. Pero, ¿quién me lo pregunta?