Partida Rol por web

Mardak sonrió ampliamente cuando el hombrecillo gris cesó en su agresiva actitud, y como si con ese acto el peligro de hubiese detenido por unos minutos, el joven se acercó al tiefling y al alto y fornido bárbaro de rojizo pelo con un interesante brillo en los ojos. Al bardo le encantaba conocer gente nueva, y dada la situación, era además, lo más conveniente. Además, estaba claro que el lugar era desconocido para todos, y seguramente las otras cuatro personas desnudas estaban en la misma situación que él, desorientados y perdidos.

—Ey, yo soy Mardak, Mardak Duk —se presentó, tendiendo la mano tanto al grandullón como al brujo. Luego invirtió unos instantes en observar los tatuajes que decoraban la piel del fornido humano, curioso, antes de escuchar hablar al mediano. La verdad es que eran un grupo variopinto—. Encantado de conoceros a todos, y ya que estamos, ¿alguno sabe donde diablos estamos? —inquirió mientras seguía los pasos del bárbaro para detenerse al lado del hombrecillo gris. Lo observó unos segundos, intentando determinar su raza sin llegar a ninguna conclusión—. No había visto nunca a ninguno como este —comentó, sin arriesgarse a estar muchos más segundos frente a él. Tampoco había que tentar a la suerte, así que siguió a Ghagha fuera de aquella extraña sala.

—Me encantaría saberlo, pequeñajo —dijo Ghagha tras un corto suspiro. Rápidamente recuperó la imagen de seguridad que solía proyectar. Continuó:

—Lo que sí que sé es que si encierran a uno en un tanque y le meten cosas por la boca, desde luego no es un lugar seguro. Además, no sé vosotros —, Ghagha miraba a su alrededor mientras hablaba, tratando de discernir si estaban en un lugar, dentro de algo o alguien, o qué narices estaba pasando—, pero como si nos quieren dar una fiesta sorpresa. Yo estoy deseando irme de aquí. Tengo asuntos pendientes y urgentes.

Pasó la mano por una de las pringosas paredes, preguntándose qué había pasado. Todo estaba tan borroso, ni siquiera estaba seguro de qué era lo último que recordaba antes de despertar aquí. Entonces, observó a los demás. Debían estar tan confundidos como él, o incluso más. Tenían que salir de allí, y si él podía ayudarles, lo haría.

—Continuemos, estad alerta —, aconsejó.

—Uara...

Uno a uno el grupo fue abandonando la sala. Una vez estuvieron todos sujetos de pruebas fuera, el hombrecillo cerró la entrada mientras les lanzaba una mirada fulminante. De haber sido una puerta tradicional seguramente lo habría cerrado dando un sonoro portazo.

Ahora el variopinto grupo estaba en unos pasillos, compuestos en su mayoría de carne, a excepción de algunos metros, tanto en las paredes como en el suelo. En el techo habían débiles luces amarillentas procedentes de unos círculos de cristal, que daban un tono cálido y rojizo al laberinto. Las paredes eran pringosas masas de carne, pero en algunas zonas la materia orgánica habían sido reemplazada por paredes artificiales. La parte de carne era pegajosa, como bien pudo comprobar Ghagha, pero debajo de esta y las zonas artificiales podía sentir un pulso electromagnético, distinto al latido de la carne viva.

Al caminar los pies se pegaban al suelo, una sensación familiar y desagradable, como el caminar sobre orina seca. Al igual que las paredes, habían franjas carentes de la capa superior de tejido vivo que mostraba un suelo de rejas. Al pasar por estas zonas uno podía sentir como la energía pasaba por debajo de vosotros.

Y en medio de ese laberinto viviente estaban ellos, lubricados con una extraña brea. Parecían cúmulos de grasa tramando obstruir las arterias del edificio viviente.

 03 siguió al grupo de personal por la puerta, siendo uno de los últimos en salir. Con su mente ya centrada, se percató de que estaban todos en pelotas, cubiertos de baba y en lo que parecía ser el interior de… Algo vivo? Mostró una expresión de desagrado, tristeza y miedo ante tal situación.
 Las otras personas no parecían muy preocupadas por andar con sus asuntos en el aire y parecían estar tan desorientadas como él, alguno hablando de frivolidades ajenas a la actual situación y otros preguntándose donde estaban.
 03 se mantuvo callado y deambulo lentamente por el pasillo examinando las paredes, el techo, el suelo, la baba en su cuerpo y los extraños “implantes” en su cuerpo, buscando algo de información.

Lo que 03 descubrió sobre el organismo vivo no fue gracias al estudio de enciclopedias animales, fue más al recuerdo que producía respirar aquel apestoso aire. Un olor a salitre y muy penetrante, parecido al de las tripas de pescado. Al final de la calle en la que vivió de pequeño había una pescadería que olía igual.

No quedaba claro de done venían aquellos recuerdos sobre temas arcano, pero estaba seguro que no se equivocaba al deducir que era una infraestructura móvil. Las energía que sentían no era solo para mantener en funcionamiento el lugar-criatura, servía para crear una gravedad artificial. También podías sentir cierta "presión" en el cuerpo, una sensación de movimiento al estar a bordo de algún medio de transporte, como en un navío.

Me fijé en el otro humano, que salió el ultimo, al menos parecía humano aunque un tanto demacrado... - Y tu, tienes nombre? - Le pregunté mientras avanzábamos.

El lugar, mitad orgánico, mitad artificial me recordaba alguno de los sueños/visiones que me enviaba mi patrón... Empezaba a sospechar que estábamos en algún lugar perteneciente a algún enemigo suyo. Esa tal Mente Suprema. Tal vez mas adelante me de algo de información, aunque lo mas seguro es que me ignore como suele hacer hasta que le apetezca... Las poderosas mentes antiguas son insondables.  

 03 Estuvo examinando el lugar con detalle, oliendo y probando todo a su alrededor. Al escuchar a una de las personas preguntar su nombre, lo miro un poco confundido, divago un poco con la mirada mientras arrugaba un poco el rostro.

—No lo sé o no lo recuerdo— Miro a los demás y volvió a ver a que le hablo —Que harán ustedes? Decidan rápido—

 03 volvió dirigió su atención a examinar el pasillo sin esperar una respuesta.

Los pasillos daban asco y miedo. Alastor jamás había visto nada igual y lo más parecido que tenía en la mente era la barriga de una ballena. Él jamás había estado dentro de una pero la leyenda del joven mediano que sobrevivió dentro de un cetáceo durante tres días la tenía muy presente.

-Los guerreros deberíamos ir delante.

El halfling era valiente, pero un poco temerario. Esperaba que el enorme bárbaro le apoyase en su iniciativa y pudiesen ir lo más juntos posibles.

Ghagha hizo un gesto de afirmación a Alastor. Irían mejor juntos.

Con cada paso que daban, miraba a todos lados, pendiente de no encontrarse con algo desagradable y buscando una salida.

—¿Hola?—, dijo en voz alta. No sabía que esperaba oír. ¿Una respuesta? ¿Algún aliado? No era muy prudente, pero el silencio le ponía nervioso. Así que volvió a preguntar:

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?

 03 miro con incomodidad al grupo de personas que lo acompañaban, estaban levantando la voz por los pasillos mientras deambulaban por los pasillos. Decidió alejarse un poco de ellos, así nadie pensaría que estaban con él.

 03 se colocó en la parte trasera del grupo, atento de cualquier cosa que pueda sorprenderlos por la espalda.

Aquel lugar era sumamente extraño, y por lo tanto, Mardak no ponía freno a su curiosidad, la cual se encargaba de que el joven tocara y analizara cada cosa que se topaban en aquellos pasillos. Las bolas de luces, pegadas al techo, lo fascinaron durante unos segundos, pero el hecho de estar rodeados por carne, o algo similar, lo invitó a fantasear con un millar de posibilidades. La intensa preocupación de hacia unos momentos se evaporaba absorbida por su jovial y despreocupada personalidad, y con el paso de los minutos, el miedo había sido sustituido por la expectación.

—Sabéis una cosa, sé una historia, que me enseñó mi padre, que podría explicar algo como esto. —Mardak hablaba con tranquilidad, pero sin descanso, y mientras lo hacia, gesticulaba y movía los brazos como si estuviera acostumbrado a utilizar algo con lo que interpretar la narración. Quizás por eso, en este caso se decantó por la opción escueta y sencilla, al fin y al cabo aquella era una historia para los niños, y sus nuevos compañeros eran todos adultos. —En la historia, Inocho, pues así se llamaba el protagonista de la aventura, era un niño hecho de madera, ya sabéis, como una marioneta. Y entonces, un dragón rojo, pues pertenecía a su enorme tesoro, le ofreció la posibilidad, con su magia, de convertirlo en un niño de verdad! —continuó, sin perder el entusiasmo, mientras sus manos tocaban las paredes, pegajosas en algunos puntos—. Y convertido en un niño de carne y hueso, Inocho salió al mundo y empezó a vivir aventuras y desventuras mientras buscaba a aquel que lo había tallado, Getope, nombre que el dragón, en su sapiencia, le había indicado. Inocho era un joven valiente y bondadoso que se caracterizaba por un pequeño problema con las mentiras y su nariz, pero en sus viajes, que podría contaros a decenas, acabó en uno de los grandes mares del sur, donde por desgracia, acabó engullido por una de las inmensas criaturas que habitaban en sus profundidades. ¿Y sabéis que?, aquel lugar era muy parecido a este, aunque no había esas luces ni esas cosas de metal. —No era su mejor actuación, y se sentía desnudo sin Nim y sus marionetas, pero tampoco el público estaba en disposición de escuchar una historia en aquel momento, así que el bardó la dio por concluida cuando sus verdes ojos advirtieron una de aquellas rejas en el suelo. Aquellas cosas no salían en su historia, así que quizás no estaban en el interior de una criatura marina—. Si queréis, cuando salgamos de aquí, os cuento la historia completa de como logró escapar de aquel estómago gigante, porque si, lo logró. —concluyó, permitiéndose unos segundos de silencio mientras se colocaba al lado del Tiefling. No sabia donde estaba, ni quieres eran aquellas gentes, pero lo que si sabia era que había perdido a Nim. Por un instante, Mardak hizo desaparecer su sonrisa, pero fue un fugaz instante, ya que era optimista por naturaleza y sabia que, fuere como fuere, recuperaría la flauta de su padre.

—Bueno, decidme, ¿alguno recuerda como ha llegado hasta aquí? Yo solo recuerdo estar en una bonita posada, rodeado de niños y de repente, plas, cubierto de mocos y con esa cosa en la boca.

Una voz pareció responder a Ghagha, unos murmullos agónicos pisados por la larga historia de Mardak. El bárbaro hizo un gesto con la mano para pedir que guardaran silencio por un momento, le interesaba más saber quién le respondía que conocer el final del cuento infantil.

Tras cruzar el pasillo y girar la esquina, vieron tirados en medio del pasillo un par de cuerpos de aquellos hombrecillos, a nueve metros del grupo. Tanto los cuerpos de los grises como las paredes habían sido acribilladas con flechas. Un arma bastante común y primitiva, pero eficaz ya que se cobró dos vidas. Los hombrecillos tampoco parecían llevar las sofisticadas armas de vuestro carcelero. Uno llevaba un escudo y una gran y contundente llave de trabajo que debía servir a su vez como arma. El otro cuerpo llevaba una especie de ballesta.

En aquel túnel de carne las luces fallaban constantemente. El final de este no se vislumbraba por la oscuridad, mientras que en vuestra esquina no paraban de parpadear.

-¡Ayú-da! Dolor... ¡Agonía! Todos... uno... ¡Má-tame! -Eran las palabras en común que se podían entender, pero no la única. Habían otras voces, de distintos hombres, mujeres y niños. Risas y lloros, en común y otros idiomas distintos.

De la oscuridad apareció una masa amorfa de bocas y ojos, que se arrastraba lentamente, mordiendo el suelo para poder avanzar. Os distéis cuenta que los cuerpos habían sido mordisqueados también. Quizás no fuera la causa de la muerte pero les había devorado la parte blanda de la cara y aquellos sitios que la armadura de cuero no cubría.

-Tene-mos... hambre... -Sus ojos de mirada vacía brillaron con algo de inteligencia al reconocer al grupo como presas potenciales. Ignoró los cuerpos profanados y se arrastró por encima de ellos para devorar la carne viva.

El humano dijo que no recordaba su propio nombre... Tal vez tenia amnesia por la abducción? El resto si recordábamos cosas sobre nosotros... Que raro.

Estaba absorto en la historia que contaba el muchacho. Ahora que me fijaba bien parecía bastante atractivo... y se notaba que tenia labia. - Estaré encantado de descubrir el final... - Estaba diciendo cuando el Ghagha levantó la mano pidiendo atencion y silencio. 

La cosa que asomo... podria haber amenazado con vaciarme el estomago si lo hubiera tenido lleno. Esta vez seria imposible eludir el combate... incluso con mi habilidad para tergiversar las palabras. 

El pequeñajo empezaba a cargar a Ghagha. No es que no le gustaran las historias, al contrario, pero no era el momento ni el lugar. Además, esta ya la había oído.

La espeluznante visión de aquella criatura lo sacó de estos pensamientos. Tardó unos segundos en reaccionar y se preparó para el combate.

—¡Armaos! ¡Coged esa cosa y la ballesta, poneos detrás de mi!

Miró a la criatura y sonrió haciendo sonar sus nudillos.

—Me encanta partir bocas, y tú tienes unas cuantas. Veamos de qué estás hecho.

Mardak sabia cuando tocaba callar, y la aparición de la extraña criaturas, asi como los cuerpos sin vida de otros dos de aquellos seres que moraban aquel lugar, le indicó que ese era uno de aquellos momentos. Consciente del peligro, cerró la boca y se preparó para actuar. No deseaba tener que acercarse a aquella masa de bocas y ojos, así que se preparó para enfrentarse a la criatura de otra forma...

 03 estivos todo el camino examinando el lugar, volteando la mirada para ver el tenebroso pasillo por donde pasaron, teniendo la sensación de que en cualquier momento algo vendría a por ellos desde la espalda. Escucho a una de las personas hablar sin parar, lo ignoro en gran parte mientras continuaba vigilante.

 De golpe, el grupo se detuvo, se escucharon voces provenientes de una grotesca criatura.

 03 espero a que el grandote lo distrajera para correr a por la ballesta rodeando a la criatura sin acercársele.

Alastor se acerca a la herramienta y la emuña como si fuese una maza. Listo para el combate, se posicionó junto al bárbaro, con el arma lanzada y todos sus músculos tensados.