Partida Rol por web

— ay cariño, si valoro lo que he hecho, y no me arrepiento, pero si lo supieras, no me mirarías como lo haces, soy mas semejante a las personas que golpeas y matas con Hades que a los que defiendes con él... creo que el pedirte que te mantengas  alejado es en parte instinto de sobrevivencia, me matarías al final del día  — pone su mano sobre la mano derecha de Gin y le da unas palmadas.

— además, me gusta ver a la persona que hay en tus ojos cuando me miras, es una linda persona, pero que no es yo — mordió su labio inferior un poco más, y dio otro pasado para alejarse de Gin.

- vamos ¿te bañaras conmigo o no? — llevó sus manos al borde de su camiseta y la comenzó a subir, hasta casi sacársela, estaba de espalda a él, y lo miró sobre el hombro — última oportunidad... — susurró, aunque cuando iba por la mitad de su camiseta, sus costados dolieron, tenía las marcas de los puños en el costado izquierdo, moretones que le habian quedado tras los golpes de Akari.

— tsss no me funcionó la broma.. — se largó a reir, girándose hacia él — ¿o sí? — preguntó mirando descaradamente la entrepierna de su amigo. Desviaba el tema, nunca antes había sido tan sincera con sus sentimientos con alguien que no fuera su tutor.

Suspiro con algo de tristeza. Tristemente, ni siquiera me doy cuenta de la ironía de la situación que vivo con Phryne: en cierto modo es lo que yo llevo haciendo desde pequeño. Mucha gente confió en mí, me contaba prácticamente todo sobre sí misma, y yo nunca me había abierto ante nadie que no fuese mis padres. Solo cuando mi mundo se derrumbó con su muerte había hablado más de mí con alguien, las personas que me habían acogido y soportado en mi estado catatónico de después, Phryne y Nero. Ahora es Phryne quien tiene reservas en hablarme a pesar de ello. Aún sin darme cuenta del todo sobre este hecho, el modo en que me lo plantea tampoco me ayuda. Instinto de supervivencia. Quizás sea tan malo como dice o quizás en verdad teme que me enoje con ella hasta ese punto, o quizás una combinación de ambas cosas. No puedo evitar que me disguste saber que eso puede interponerse entre nosotros.

Aún con todo, el juego sigue por parte de Phryne, o quizás no tan juego después de todo, pero sólo puedo negar con la cabeza ante su oferta. Se nota que sí que me excita y que una parte de mi cerebro no pierde ojo de cada detalle, pero también que las últimas palabras me han apagado un poco.

- Mejor no. Todo sería más complicado entonces. -respondo con voz algo alicaída- Voy a ver si el capitán está consciente, creo que será mejor si alguien más preparado te enseña a controlar tus nuevas capacidades. - termino, yéndome entonces si no trata de detenerme.

                        No lo detiene, ve cómo se va, sabe que ha logrado lo que deseaba, esa distancia que era necesaria para sobrevivir, que la mantenía alejada incluso de las personas que quería, pero siente algo de pena al sentir su rechazo, aunque no lo fuera, así lo interpretaba. Se quedó callada apoyándose a la pared, con la cabeza gacha, tomándose unos segundos para recuperar el descaro.

Tras un buen rato después de mi partida, fue cuando el capitán apareció y se puso a enseñar los fundamentos del Nen a varias personas que lo habían despertado durante la prueba, y quizás también a los que lo aprendiesen durante el trayecto.

Después de eso, aún tardo tiempo en reaparecer. El dichoso capitán me había dejado sosteniendo el timón, y como mi idea de barcos es tirando a nula (¿Que por qué flotan los barcos? Pues porque no se hunden. Fin), sólo alcancé a mantenerlo recto y tratar de llamar la atención de los marineros que pasasen por ahí, como si fuese una broma de la tripulación. Después de eso y alguna conversación más, hago guardia en (o cerca de, si no me dejan entrar) el lugar donde Phry esté practicando lo que el maestro le ordene. Me abstengo de hacer ningún comentario sobre lo que le diga el capitán o su forma de llevarlo a cabo. Esto depende de la fuerza mental, así que si no sale de aquí siendo capaz de pegarme una paliza nivel peso pesado contra peso mosca, o el entrenamiento está muy estandarizado o el capitán es muy inútil enseñando.

Cuando llega el final de la larga sesión y sale, le ofrezco mi cantimplora.

- Se te da bien... -comento sin saber qué más decir, con lo de esta mañana aún reciente en mi cabeza.

Había estado practicando ren, le costó comprender la logica del asunto, pero no tardó mucho en adaptarlo y pronto se comenzó a hacer natural el uso de las habilidad tal como se las había mostrado en la noche Ginnei, se daba cuenta de lo útil que seria todo eso  en la prueba y se preguntaba si había posibilidades de pasar las pruebas sin haber despertado el nen.                    Lo que le hacía pensar inmediatamente en Nero y el hecho que sin aquellas habilidades, aunque fuera solo despiertas, le significaba estar un peligro inminente. 

Cuando Ginnei se le acerca, Phry levanta la mirada, un capa de sudor perlaba su piel tan clara, pegando su cabello a sus sienes, y aunque antes de que caminara hacia ella, estaba con un gesto tranquilo, ahora que se daba cuenta que su amigo iba donde ella, su gesto se transformó a uno de dudas e incomodidad, le era imposible no pensar en la conversación anterior con Gin. Con algo de desconfianza tomó la cantimplora que le estaba ofreciendo y bebió un poco, para luego echarse encima un poco de agua, que marcó más camisa y el brasier que traía. 

- ¿me espiabas? - preguntó sonriendo y pasando su mano por su frente para secar un poco el sudor y simulando lo mejor que pudo lo que estaba sintiendo ahora en presencia de Gin.

- No he traído toalla, me temo. -dejo caer cuando veo que se echa el agua por la cabeza.

No puedo evitar que mi mirada baje un poco antes de devolverla al frente. Demonios de instintos. (Si eres tan simple, se te comerá vivo... Es demasiado para ti, déjalo de una vez, me aburres.) Escucho una vocecita en mi cabeza, a la que mando callar antes de responder:

- Por supuesto. Si dejo la posición libre, seguro que alguien más la ocupa, y entonces tendría que pelearme con él. Ya sabes que los chicos somos así de idiotas. -respondo con diversión.

Sí, es una actitud que queda a medio camino entre el novio celoso y el hermano sobreprotector, siendo igual de viable para ambas.

Le sonrió de medio lado, y se encogió de hombros, no tenia ganas de responderle alguna idiotez o algo, sino que miró a otro lado, como si buscara a alguien más. 

- pensé que iba a atraer más chicos - suspira, pero se le notaba sin ganas, la conversación que habían tenido la había dejado sin energías, estaba confundida y cuando se sentía así, se volvía oscura, distraída. 

- iré a comer algo... nos vemos de ahí - susurró, era obvio que no lo estaba invitando, no solo eso, parecía que lo estaba evitando.

La miro de hito en hito cuando dice lo de atraer a más chicos. Lo cierto es que de alguna forma logra seducir a la mayoría de los chicos con los que se cruza a pesar de no ser particularmente voluptuosa (de hecho, casi al contrario). Es extraño ese magnetismo, y yo que lo vivo prácticamente a diario...

- Sí, supongo que hay muchos que están concentrados en las pruebas... -dejo caer.

Otra posibilidad es que mi evidente cercanía se tome como interés, como relación o como cualquier cosa semejante, y que sea eso lo que espanta a los moscones, especialmente a los que saben "qué" soy.

- Sí, yo también debería cenar... Te acompaño. -dejo caer.

Lamentablemente (para ella), nos toca terminarnos la comida que nos han otorgado para los primeros días de la prueba, así que a fin de cuentas debemos ir al mismo sitio, por lo que no intentaré venderle que "simplemente estoy yendo al mismo lugar" cuando en verdad quiero seguir junto a ella.

                        La pruebas, sonrió, parecía no haber captado la intensión en esas palabras, ningún chico se le había acercado, no es que lo buscara, solo que aveces se daba, ni chicas tampoco, pero asumía que era por el miedo que generaba Gin y Nero y sonrío para sí misma, a pesar de querer irse sola, Gin se le pegó como lapa, sin comprender que estaba aún incomoda tras la conversación que habían tenido .

— Gin — se giró hacia él, sus mejillas estaban infladas — debemos... — mantener la distancia, alejarnos, pero luego de ver sus ojos, le sonrió con ternura, embelesada por aquella mirada — si vamos, estoy cansada — susurró, apoyándose en el pecho de chico — estoy muy pegajosa — murmuró, casi como si fuera un ronroneo.

Me detengo de golpe cuando dice mi nombre de manera tan cortante y la miro a los ojos cuando se gira. Sí, al parecer lo de esta mañana ha sido confuso para ambos, pero en mi mirada sigue estando indudablemente el mismo cariño que antes. Quizás "esa Phryne que no es ella" sea la mejor forma de describirlo para la joven.

Al parecer rectifica lo que sea que hubiese pensado decir, y en su lugar me dedica una encantadora sonrisa que hace que yo sonría a la vez al notarla. Entonces se apoya en mí y la rodeo con mis brazos en respuesta. Dada esa posición, puede notar más claramente de lo habitual cómo su frase me provoca un ligero estremecimiento. Es muy claro que trato de contenerlo porque, en efecto, sería muy complicado que me dejase llevar por mis sentimientos por la joven, que cada vez parecen ser más recíprocos. O quizás es lo que quiero ver a través de los "juegos" de ambos, no lo sé.

- Lo cierto es... que hueles muy bien ahora mismo. -dejo caer, sonrojándome un poco después por lo que acabo de decir, pero no por ello actúo alejándome o algo semejante, aunque sí la miro desde arriba con un gesto un poco extraño.

Era una sonrisa, eso sí, pero es como si pretendiese que pareciese propia de acabar de hacer una broma y no quedar capaz de convencer ni al más inocente. Sí, cuando es la hora de decidir y las cosas son lo que se suele entender como peligrosas, podría ser capaz de saltar de un barranco para agarrarla en el aire si cayese y yo tuviese la capacidad de hacer algo que ella no, pero a la hora de decir estas cosas o avanzar un paso... ahí era cuando mis piernas se volvían gelatina.

Nuevamente la tensión se hace presente entre los dos, estaban a dos segundos de una mala decisión, de un paso que quizás no estaban seguros de dar. Temió que iba a caer, aunque no sabía a dónde, pues solo había oscuridad e incertidumbre sobre el estado de su alma.

— apuesto... — susurró con su frente nuevamente pegada a su pecho que se sentía acogedor mientras deducía las formas de sus músculos. Lo conocía, lo había atendido algunas veces, cuidado cuando estaba lastimado. Suspiró apretando un poco sus ropas.

— deberé darme otro baño — era una conversación casual que ocultaba la gran batalla que se estaba dando en su interior. 
— bésame— susurra, estaban solos, unos segundos, y aunque pensaba que debía irse y mantener la distancia suficiente para que él no se diera cuenta del monstruo que era, estaba ahí, con la cabeza pegada al pecho del amigo de su hermano, con el corazón temblando ante el miedo que no lograba comprender, lo que era aún más atemorizante.

Permanezco abrazado a ella como si de una tabla en un naufragio se tratase, y ahí noto que tampoco ella es tan firme con respecto a esto... Quizás no es lo mismo, las mismas dudas, los mismos miedos, pero ahora, sintiéndola junto a mí mientras me susurra, notando su cuerpo menudo pero bien tallado bajo mis manos, es cuando me siento más cercano a ella.

Quiero responder algo, volver a decirle que todo eso sólo volvería nuestro mundo algo más difícil, algo con más dudas. Que el miedo podía cambiar mi actuar y eso la disgustase o bien hiciera que yo me resintiese. Que cualquiera de esas cosas podía hacer que todo saliese mal y no lo soportaría. Que había por ahí mil cosas mejores para ella que un bicho raro que no tiene dónde caerse muerto. Pero toda la parte de mi cerebro que dice esas cosas está en mute desde que me pide que la bese, dejándonos solos a Phry y a mí. Podía ser esta situación como podía ser en mitad de una multitud, en un campo, en cualquier lugar, simplemente había logrado cancelar mi percepción de los alrededores. Así pues, separo la mano izquierda de su espalda para emplearla en levantar su barbilla, y entonces la beso.

Un beso cálido y feroz que comienza por sus labios, saboreando la sal que a pesar del agua todavía reside en la mayor parte de la joven, sin detenerme apenas para tomar aire entre beso y beso, buscando después su lengua con la mía, como tantas veces había pensado. Siento que dentro de mi cabeza suena "algo", probablemente Hades que me dice algo, ya sea para ridiculizar esto, para advertir en contra o para cualquier otra de las cosas que suelta para intentar controlar cómo actúo, pero ahora mismo ni siquiera registro lo que dice. He saltado al vacío con la esperanza de que algo funcione, sin saber qué habrá una vez abandone el suelo, pero este es el primer instante, y como en el primer instante de cualquier salto, antes de que a la gravedad le de por hacer su molesta labor, siento que vuelo.

 Le hace caso, como nunca debió hacerlo ambos lo sabían, pero no les importó para nada, menos a Gin que no perdió el tiempo y decisión cumplir lo que tantas veces había deseado pero que no se había atrevido a reconocer y que se negaba día con día, tal como Phry que sufría al saber que aquello era un error, pero que disfrutaba de aquella intimidad. Gin la sujetó con mucha fuerza mientras aquel beso se había más y más intenso sacándole un suspiro ahogado, casi un gemido de miedo y excitacion, a medida de que iba dando pasos hacia atrás y quedar con la espalda pegada a la pared.

Un beso, esa boca recorriendo la de ella como si la hubiera deseado desde siempre y lo habia hecho, tal como ella sin que se hubiera dado cuenta hasta ese momento. Apretó sus manos contra su espalda, jalando un poco sus ropas, y subiéndolas y colándose por unos instantes bajo la piel de la camiseta de su amigo, pero lo soltó, su objetivo era su cuello, el que cazó para que no se separe de ella.

— Gin... — murmuró su nombre como si hubiera recuadrado la cordura y buscara terminar con todo ese fuego, pero en vez de separarse, lo jaló más y más, para que al final la apretara contra la pared y su pecho. Estaba temblando, Gin nunca la había sentido así, tan pequeña, tan vulnerable. Y era de él en ese pequeño momento.

Me dejo arrastrar por ella cuando retrocede, atrapado por esa red que sabía la más peligrosa de todas las que existen, la red que podía costármelo todo, lo poco que me quedaba, y en la que había entrado de un salto sólo con unas pocas palabras de ella.

Finalmente topamos con una pared, donde noto el impacto en el brazo que quedaba detrás de Phryne. Mientras devoro su boca, insaciable, mi mano izquierda se enreda en su pelo mientras tiro del otro brazo tratando de liberarlo de la presa contra la pared, haciéndola girar ligeramente en el proceso. Cuando el brazo se suelta, cae hacia abajo por la espalda y el trasero de la joven, notando cada relieve de su cuerpo con intensidad pero sin frenar el avance hasta llegar a la parte trasera de la pierna, obligándola a alzarla ligeramente hacia mí, por el lateral de mi cintura. Si no fuese porque aún estamos vestidos, ese movimiento tendría mucho más peligro, si bien es cierto que tras haber empezado me encuentro más que dispuesto a llegar hasta el final...

- Te quiero, Phry. Yo también te quiero. -le digo ahora muy enserio, sin recordar exactamente cuándo me lo ha dicho pero sintiendo que es así.

No es como esa mentira que había dicho, cuando dije que me gustaba fingiendo un tono intrascendente, sino que ahora me aparto durante una eternidad (entre medio y un segundo) para mirarla apasionadamente antes de volver a por más de ella.

Gin no perdió el tiempo deslizando esas manos por la silueta delgada de su amiga que jugaba con su lengua en el ferviente beso que se estaban dando, ocultos bajo la escalera. La apretaba y cuando sujeto su pierna para levantarla, Gin sintió como la chica de un pequeño salto rodeaba su cintura con esas piernas blancas y delgadas. Su piel era tersa, sus muslos firmes, al igual que su torso que estaba recorriendo con sus manos. La volvió a sentir pequeña, sin ganas de defenderse ni eludirlo, entregada a ese frenesí de energía y pasión que habían contenido por demasiado tiempo como para que fuera sano.

— ¿cómo sabes que también te quiero? — le preguntó en un susurro al oído, cuando se separó de su boca para poder recuperar el aliento. Estaba sonrojada, con los labios rojos, apoyo la nuca en la pared, el agua seguía goteando de su cabello azulino y el brillo de esos iris carmín parecía sangre entre la luz y la oscuridad de ese escondite.

— besas demasiado bien... creo que me puedo acostumbrar a ellos... — se mordió el labio inferior. Mantenía su cabeza pegada a la pared, con el cuello al descubierto, entregándose aunque sin decirlo, y no era de extrañar, no era una mujer normal, era un ser oscuro, como ella misma se definió, y al recordarlo se estremeció de miedo, ahora jalando el cuerpo de Gin hacia ella, para que la cubriera por completo.

— me... me odiaras... — murmuró, su voz estaba apagada — yo... — y comenzó a contarle cosas, incluso aquellas que había ocultado a su hermano, como la razón por la que aún era considerada una menor de edad, le contó del tiempo que estuvo internada en el psiquiátrico y que de ahí recordaba los baños de agua helada cuando no obedecía, le contó sobre las golpizas de su padrastro a su madre y como sabía que tarde o temprano abusaría de ella, le contó de los gritos de dolor de aquel hombre cuando lo quemó vivo tras la muerte de su madre, le contó que lo disfrutó. Le contó de todos sus crímenes cibernéticos y que tenía a los mafiosos tras de ella proque metió a varios a la carcel. Le contó sobre el tutor que la violó cuando tenía 16, y de lo que le hizo en venganza, sodimizarlo con un vibrador y tatuarle cerdo en el pecho, le contó cada cosa asquerosa que había en su vida y se apartó de él, destrozada. Es difícil comprender si sentía culpa realmente, era más bien miedo al rechazo de Gin la que no se atrevía a mirar a la cara, esperando su juicio.

Reaccionando a cada movimiento, mantengo a la chica pegada a mí mientras disfruto de su exquisita piel. Dejo que mi mano se deslice también por sus pequeños pechos que aún así me vuelven loco, antes de llevarla a su espalda para ceñirla más a mí, como si fuese un adicto solo queriendo más.

No respondo a su primera frase, sino que simplemente compongo una sonrisa juguetona. No soy capaz de determinar si en verdad me lo ha dicho, pero creo (y quiero creer) que es asi, y eso me basta.

- Es porque te los tenía reservados. -la respuesta, con la voz claramente presa de la excitación, parece de broma con la sonrisa que compongo, pero la verdad que se refleja tras esas palabras es el tiempo que llevo deseando esto.

Me dedico entonces a besar su cuello cuando lo deja abierto a mí, y muerdo con suavidad su hombro, se que a muchas chicas les encanta... Pero ella debe de tener otro botón en ese lugar, puesto que tira de mí, ahora no para buscarme, sino haciendo que prácticamente la rodee desde todas direcciones. Observo su cabeza gacha con duda y comienzan a aflorar mis miedos. ¿Qué he hecho mal? Pienso repasando los últimos instantes con velocidad, pero no es eso.

Comienza entonces a hablarme sobre todas esas cosas que ha pasado o realizado durante años. Desde el primer asesinato, que no conocía a las claras pero sí intuía, hasta otro amplio abanico de cosas que ha hecho, antes de empujarme repentinamente quitando las piernas de mi espalda para tener un espacio. Se nota en mi rostro que soy plenamente consciente de que el momento ha pasado, así que me dejo apartar sin oponer resistencia, pensando en todo lo que ha dicho. Sí, definitivamente no es la madre Teresa, no es ninguna novedad, pero tras pensarlo no me parece tan horrible. Quizás lo que hizo con su tutor y su padrastro no sea lo que marca la ley. ¿A quién le importa? Yo les hubiera hecho lo mismo o semejante. Los robos de información sólo eran importantes dependiendo de para qué se usaran, pero habría más tiempo para entrar en detalles cuando estuviese preparada.

Coloco mis manos de tal manera que cuando sus brazos se separan de mi pecho, caen en estas. Con un movimiento tranquilo, los separo hacia los lados y vuelvo a avanzar, mirándola desde cerca, directamente a los ojos, de manera tranquila. Se nota que no estoy desilusionado con ella, que a pesar de sus miedos no la rechazo, y tomo su barbilla una vez más, soltando su brazo derecho, para darle un beso tranquilo y sin prisas ahora, mientras mi otra mano avanza hacia la suya, mucho más pequeña y entrelaza nuestros dedos con cuidado.

Gin la había escuchado, incluso no siendo el mejor momento para hablar pero ¿existía otro? No, era mejor aquella sinceridad bestial antes de que el dolor los poseyera y terminarán destruidos y alejados. El chico desliza sus manos por sus hombros hasta que las palmas de ambos se toman en medio de un beso más cálido y reconfortante que se estaban dando. 

Phryne cerró los ojos, tenía una o dos lagrimas corriendo por sus ojos, no habrían más muestras de pena, y claro que el sentido de esa pena era por ser condenada por Gin, era sincera al decir que temia que con Hades decidiera que debía morir por sus actos, cosas que seguramente no dejaría de hacer de ser necesario, Gin no era consciente de aquello, quizás debería decírselo, pero no estaba pensando bien, el miedo al abandono y al rechazo se hizo más patente, y con ese beso, fue lentamente apasiguandose.

Entrelazo sus dedos, y ese beso fue mucho menos apasionado que antes, por lo demás Gin no había perdido el tiempo al recorrerla, era un travieso pero que ahora se comportaba como lo que necesitaba la joven.

— _espero que no te arrepientas... _— le dijo al oído, tímidamente, ahora volviendo a buscar su mirada. 
Ambos pensarían en ese momento en Nero, sin atreverse a averiguar qué pensaría de todo aquello.— Nero no debe saber...— le dice rápidamente, mirando a todos lados, quizás eran observados — ¿entiendes?— agrega, soltando sus manos para sujetarle las ropas, ya se había limpiado las pocas lágrimas que tenía en los ojos.

Permanezco tranquilamente pegado a la muchacha, enjugando sus lágrimas antes que ella si me deja. La verdad es que todo esto es problemático. Ésta mañana terminamos mal ambos por lo difíciles que son las cosas, porque ahora se que me tiene miedo...

"Espero que no te arrepientas" Me dice con una voz adorable, y no puedo evitar sonreír un poco... Sí, la verdad es que ahora que veo el conjunto global de las cosas, no puedo decir que me arrepienta de nada de lo que ha pasado. Ha habido cosas malas y buenas, pero lo cierto es que después de lo sucedido hoy, conozco mejor a Phryne. El momento de besarnos ha sido espectacular, pero aún si no hubiese existido, lo más importante para mí es poder saber ahora más sobre ella, así que no hay manera de que me arrepienta de lo sucedido.

Sus siguientes palabras me hacen dudar, y se nota.

- No sé... -replico también en susurros, la idea de guardarle un secreto a Nero, y más uno como este, me resulta complicada. No creo que pueda mentirle si me pregunta, pero aún así...- Si así lo quieres, lo intentaré. -concluyo, aunque está claro que la idea no me gusta, pero por ella estoy dispuesto a intentarlo.

Finalmente, acaricio su mejilla una última vez con la mano abierta, y le digo:

- Vamos adentro. Te constiparás si sigues con esa ropa empapada. -termino con ese tono protector que tan familiar le es, pero terminando con una mirada de complicidad.

Eso es nuevo.

 Entraron en el cuarto donde habían pasado la noche anterior, Phry busco algo con que secarse, mirándolo de reojo, había sido casi catártico, al punto de que necesitaba dormir, descansar, sin embargo tenía aun deseos de seguir hablando con Gin, pues sentía que su relación había cambiado, sin dejar de ser la misma, lo que hacía todo aún más extraño. Se giró hacia el chico, necesitaba hacer alguna broma, cualquier cosa para romper lo que sentía y lo que había producido en ambos tantos los besos como la confesión que había hecho. No lo negará, pensó que Hades aparecería para acabar con ella.

— oye, la próxima vez que se te ocurra correrme tanta mano, te las cortare te las podré colgando ahí abajo... era el primer beso, pero vaya hombre, que ganas tenías — le indica la entrepierna, lazando esa amenaza con la broma, llevaban demasiado tiempo jugado al gato y al ratón, no había que ser muy listos para saber que cuando se besaran de verdad, no sería un gesto casto y tímido de dos adolescentes. Lo miraba pasando la toalla por su cabello para secarlo.

— o le diré a Nero lo que me hiciste — se ríe de nuevo dándole la espalda sacándose la polera que llevaba, era para tentarlo y ponerlo entredicho, entre tocar y quedarse tranquilo, aunque también si intentaban algo más, no se iba a resistir, sin embargo, no era el momento pero ella estaba ahí, son polera y con la toalla cubriendo su pequeño busto, avanzando hacia él — ¿te da miedo? — preguntó a unos pasos de él, con la toalla cubriendo su desnudez.

Acompaño a Phry al interior y me siento en un lateral de la habitación con tranquilidad mientras ella se dedica a secarse y yo trato de terminar de calmarme. Ciertamente habíamos frenado ya hacía un poco, pero la tensión que acumulaba respecto a Phryne desde hace tanto tiempo se resiste a darse por vencida. Miro hacia la pared mientras tanto, serenándome. La advertencia de Phry me pilla de sopetón y la miro de nuevo con la boca entreabierta como no sabiendo qué responder. ¿Va en serio?¿Tanto me he pasado?

- Lo siento... -respondo sin saber qué más decir ante su... ¿enfado? Bueno, no parecía  enfadada, pero ¡en fin! Mujeres.

Además de meter a Nero cuando decía no querer que se entere... Aunque su pregunta me pilla un poco de sopetón.

- Nero... Miedo no. Hemos pasado por mucho juntos, le confiaría mi vida, y creo que es recíproco. Si fuese cosa de pelearnos, sin habilidades extrañas de ninguno de los dos, creo que estamos bastante equilibrados, así que es difícil saber quién ganaría. Pero creo que sería raro llegar a ese punto aún si lo supiera, por eso quería decírselo. -respondo seriamente, mirándola a los ojos- Tú y él sois más fuertes, habéis estado tiempo solos y otro tiempo habréis tenido cierta relación más o menos fuerte con alguna persona. Lo que me da miedo es que lo descubra por sí mismo y que me rechace entonces. Yo no soy así. Vosotros dos sois lo único que me importa de verdad. Por eso esto me daba tanto miedo... -concluyo desviando la vista hacia el lado.