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Para muchos en Poniente, el Norte no es más que una tierra salvaje e indómita, pero ¿qué pueden saber los arrodillados de la verdadera dureza? Aquellos que doblaron la rodilla ante los Stark viven vidas largas y tranquilas, con pocos peligros, muy lejos de la lucha que define nuestra existencia.
Nosotros somos el Pueblo Libre. No nos inclinamos ante ningún hombre, y por ello fuimos castigados, expulsados y olvidados. Nuestros hijos no reciben nombre hasta que han sobrevivido uno o dos inviernos; no sembramos la tierra, porque el hielo mata toda semilla antes de que nazca; y en medio de la tormenta, entre la nieve y la oscuridad, las criaturas antiguas aún nos observan… y esperan.