Partida Rol por web

Ese no es jackson- le dice por lo bajo a sus compañeros con cara preocupada , despues miro a gumshoe con cara de que era el momento de un metodo mas bruto

Ofelia niega con la cabeza mirando a sus compañeros y asiente a lo que dice el doctor Warren.

- Algo no va bien, el tipo que hay dentro... pinta mal. - dicho esto da un paso atrás para dejar que los hombres se encarguen de abrir la puerta. Sigue manteniendo agarrada la empuñadura de su pistola dentro del bolso.

- Hay que entrar ya..! - dice apremiando pero manteniendo la voz baja.

Anna se aparta hacia un discreto segundo plano, dejando que los hombres fuertes se encargasen de aquella situación. En esos momentos, ella poco podía aportar y meterse en medio solo provocaría ser un estorbo para con sus compañeros. 

Miró al profesor. Dado lo que le había su amigo y lo que había confiado Ofelia, no quedaba otra que tratar de entrar a la fuerza. 

- ¡Ayúdeme Warren! - Le pidió al profesor. Al fin y al cabo, aunque era bastante más viejo que Henry, había sido boxeador de joven y conservaba todavía un físico privilegiado para su edad. 

Los dos a la ve golpearon con el hombro la puerta tras cierta carrerilla, pero la puerta no se movió. Sin duda era una buena puerta. Tendrían que seguir intentándolo.

Al grito de su compañero Warren Bedford cargo contra la puerta sin dudar, dado que aquella voz extraña  y el saber que su amigo Jackson Elias podia estar en problemas hacia que el tiempo apremiara.

Por desgracia la puerta no cedio a la primera y Warren lamento no tener la fuerza que en su  juventud tenia , se lamento para asi pero no era momento de dudar, tomandose un segundo para recordar sus viejas clases de boxeo y que la clave de todo estaba en la respiración se tranquilizo - Una vez mas!!- le dijo a gumshoe tomando aire profundamente para cargar de nuevo como un toro embravecido

La puerta se abre de golpe, con la cerradura desencajada del marco de madera. En el interior encontráis una habitación totalmente desordenada, con los cajones sacados de sus huecos, el armario abierto y las perchas tiradas al suelo, el escritorio con todos los objetos desordenados... Y en el centro del suelo a Jackson Elias con sus intestinos desparramados a su alrededor, lo que le vale un grito ahogado al Dr. Bedford pronunciando el nombre de su amigo. Cerca de la ventana del fondo, que está abierta, hay dos tipos negros con ropas andrajosas y un repulsivo gorro en sus cabezas con una tira de color rojo que cuelga por su frente. En sus manos llevan prangas* de las que aún gotea la sangre del desafortunado escritor que yace en el suelo. Cuando todavía estáis asimilando la situación, un tercer tipo aparece del costado, como si estuviese pegado a la puerta. Viste igual que los otros dos, pero sus rasgos son occidentales y su aspecto demacrado, el de un adicto a la cocaína. Los tipos negros comentan algo entre ellos en una lengua desconocida para vosotros, pero el tipo blanco, fuerza una sonrisa y lanza con voz histérica: - Bienvenidos, poneos cómodos.

A continuación muestra sus sucios puños y los negros, sus prangas.

Ofelia entró en pánico. En su mente se esperaba encontrar todo tipo de situaciones pero nada la había preparado para ese escenario, parecía una de esas novelas de literatura negra que había leído alguna vez. Se creía capaz de soportar la visión de un cadáver, pero eso no podía soportarlo.

Vio esos negros andrajosos con esos machetes y pensó que iba a morir, por lo que cuando apareció el tipo tras la puerta apunto con su revolver que tenia cogido y sin sacarlo del bolso disparó a aquel tipo que tenia tan cerca.

Su corazón iba a mil por hora.

Artie se llevó un gran sobresalto al ver la macabra escena que se hallaba en el interior de la habitación. Esperaba casi cualquier cosa, pero no encontrar a aquel hombre, su contacto, con las entrañas esparcidas por el suelo. No obstante, su reacción fue rápida y agarrando con firmeza su arma comenzó a disparar, aquellos tipos no se andaban con tonterías, ya habían matado a Elías y no dudarían en hacer lo mismo con quien se entrometiera en sus planes, cualquiera que éstos fueran.

- ¡Cuidado! -  Les gritó a sus compañeros mientas disparaba contra el  hombre blanco.

El bolso de la Srta. Lenxington lanza un fogonazo contra el repugnante cocainómano destrozando parte del muslo derecho del individuo, y empapando de viscosa sangre los harapos que lleva. La sonrisa inestable del tipo desaparece para componer una mueca de dolor y llevarse la mano al muslo mientras Ofelia saca su humeante .32 y lanza el bolso, ya inservible, al suelo. Cerca de Ofelia, Artie aprieta el gatillo pero la bala rompe el cristal de un horrible cuadro de un lago que cuelga de la pared. Luego, lanza una maldición por fallar.

En otras circunstancias seguramente Anna hubiera pegado un buen chillido al ver el cuerpo destrozado del amigo del doctor. Sin embargo, la presencia de esos dos fornidos negros y el hombre blanco, y su actitud claramente amenazante, hizo que su mirada se centrase en lo que era el peligro más evidente. 

Sus compañeros comenzaron a reaccionar usando sus armas de juego, y la pobre mujer no sabía dónde poder esconderse de aquella situación. 

La imagen de su amigo tendido sobre la habitación rodeado de sangre sacude el interior del buen doctor como un huracan de dolor y nostalgia, varios recuerdos de como se conocieron y trabaron amistad, de las buenas charlas academicas y dias de investigación se arremolinan en su mente, mientras lo unico que puede hacer es  gritar su nombre como si ello pudiera hacer que volviera a levantarse, cuando su mente se vuelve poco a poco a serenar y volver mas fria por la situación lo que han parecido horas de sumergirse en sus recuerdos, han sido solo segundo que se ven rotos por el sonido de un disparo.

El Dr Bedford llenadose de una ira por la perdida  no puede contenerse y sin pensar nada mas que en devolverle el dolor a aquellos asesinos se lanza sobre el que ha sido impactado con el disparo para golpearlo con sus puños

¿Había visto de todo? No. Había visto cosas extrañas, y cada vez se inmunizaba más frente a lo sobrenatural, pero aquello era pura barbarie. Eran tres hombres descerrajando a un cuarto, y sus motivos daban literalmente igual. La violencia en cualquiera de sus formas era repudiable, y más si se ejecutaba contra alguien indefenso o en inferioridad numérica. Y allí estaban, ellos cinco enfrentados a esos asesinos despiadados que estaba claro querrían ejecutar el mismo procedimiento sobre ellos si no lo impedían...

Se sabía en inferioridad, se sabía poco más que un estudiante enclenque y con un problema de miopía que podría golpearles con una silla... si pudiera levantarla. Pero a pesar de todo, era alguien con valores, así que aunque no tomó iniciativa alguna contra personas armadas con machetes se adelantó e interpuso entre ellos y las dos mujeres. Así, si bien no les atacaría, defendería con su vida si fuera necesaria a la señorita Vixen y a la señorita Lexin... ¿Ofelia? Hizo un mohín con los labios y asintió al comprobar cómo el bolso de la mujer había impactado con tanta violencia sobre el muslo del hombre blanco, y a pesar de todo procuró ocupar su lugar por si había represalias. -¡Den la voz de alarma! -interpeló, ladeando levemente la cabeza hacia Anna pero no sabiendo muy bien si Ofelia era más valiosa en activo que correteando por los pasillos. En cualquier caso con gritar y vociferar en busca de ayuda quizá tuvieran suerte y alguien abriera la puerta de su habitación o algún botones pudiera acudir a tiempo

El primero en actuar, con una rabia inhumana en su rostro, es uno de los tipos negros, que arremete con su pranga contra la autora del disparo. El filo del arma desgarra la blusa y la carne del hombro y antebrazo izquierdo de la joven, de donde comienza a manar sangre que gotea sobre la moqueta de la habitación de hotel.

Ofelia está muy asustada al ver aquel hombre con mirada asesina se dirige hacia ella. Totalmente nueva en una situación similar no se le ocurrió otra cosa que cerrar los ojos, gritar y apretar el gatillo.

- ¡¡AAAAaaaaaAhhhh.....aggggg!! - exclamó mezclando el grito de miedo con el de dolor.

Nunca había sentido tanto dolor, le ardía el hombro donde había sucedido el corte. Su arma se disparó pero salió totalmente desviada hacia el techo. Retrocedió unos pasos atrás hasta dar con la espalda en la pared.

Anna sabía que aquí poco podía ayudar a sus compañeros, por lo que rauda fue a buscar un lugar seguro donde podría ponerse a salvo.