Partida Rol por web

Ofelia recogió los tres periódicos y se los leyó mientras los caballeros hablaban con aquel tipo tan grosero. Mientras lo hacía se iba anotando algunas cosas en su libreta.

Esperaba a ver si aquel tipo respondía a Artie y sus preguntas para poderse marchar. Le ponía un poco nerviosa aquellas miraditas lascivas.

- Las noticias son recientes, pero ya ve... - dice Mahoney, contestando a Artie -, nuestros lectores quieren material nuevo. No podemos atascarnos semana tras semana en rugidos nocturnos o los horribles cuadros de un pintor, jajaja. - Mickey Mahoney, al ser preguntado por el detective, coge entonces la noticia acerca de los cuadros grotescos. - La noticia se redactó a raíz de una pequeña y poco afortunada exposición que Shipley hizo de su obra. Creo que tengo algo en la ficha...

Efectivamente, donde estaba guaradado el recorte de prensa, figura una ficha con la dirección del extraño pintor.

- Aquí está. Número 6 de las caballerizas de Holbein. ¿De verdad les interesa esta mierda? - Dice sin rastro de tacto Mahoney refiriéndose a los cuadros mientras agita la dicha en el aire.

- Si... - Sonrió Artie. - Ciertamente nos interesa. Aunque parezca una locura... - Dejó caer. 

Más pistas, más hilos de la madeja de los que tirar. Aquella red entretejida de acertijos se hacía cada vez más y más grande y llegaba a ser de un tamaño abrumador. ¿Cuándo todo empezaría a tomar forma y les sería desvelado el porqué de lo que estaba sucediendo? No lo sabía, pero lo cierto era que si seguían cada pista con tesón, acabarían por llegar al fondo del asunto.

- Nos ha sido de gran utilidad señor Mahoney. - Dijo con aparente sinceridad. - Aunque no lo crea, así ha sido. - Miró a sus compañeros. - Si no tiene nada más para nosotras y mis compañeros ya no tienen más preguntas, seguiremos con nuestras pesquisas en otro sitio. - Miró al editor. - Le mantendremos informado.

no por mi parte- dijo Bedford ya pensando en la visita al pintor

Decidís tirar del hilo que trata sobre las extrañas pinturas del artista Miles Shipley, que atrajo la atención de Jackson Elias antes de partir a Nueva York. Tras un rato de viaje en taxi por Londres, llegáis a una barriada más despoblada y con edificios más espaciados y de menor altura. En concreto, la dirección adjunta que encontrasteis con la noticia apunta a una vivienda de plata y piso, de ladrillo, que necesita unas cuantas reparaciones. La casa está ubicada entre dos edificios desiertos y en muy mal estado. Os llama la atención que todas las ventanas están cerradas con sus contraventanas de madera. Asímismo, la casa dispone de una puerta principal, cerrada, y otra trasera que da a un jardín rodeado de un muro de ladrillo recubierto de musgo, también cerrada. En el tejado a dos aguas puede verse un tragaluz con un asidero en lo alto del tejado, aunque extrañamente está pintado de negro.

Cuando salió del taxi de un simple vistazo sabía que no habían tenido suerte con aquella pista.

— Una de dos, o aquí no vive nadie o quien vive está mal de la cabeza. Apuesto por la primera. — concluyó con una sonrisa amarga.

Durante todo este tiempo, había pasado de ser una mosquita muerta que se quedaba escondida detrás de Artie a formar parte del grupo como tal. Se atrevía a hablar fuera de turno e incluso a explicar sus propias teorías que parecía que el resto de integrantes tomaba en consideración.

— La última vez que entramos en un sitio así, la cosa acabó mal. Así que vayamos con cuidado.

Dicho esto, saco el revolver y comprobó que tenía todas las balas. Lo volvió a guardar en su bolso.

Se acercó a la puerta principal y dio un par de golpes.

— ¿Hola?

- Y por desgracia - que también por experiencia, aunque eso no lo dijo en voz alta - yo apuesto en cambio por la segunda. - Resopló ante lo que para él era un evidencia.

Al igual que su compañera, Artie extrajo su pistola y comprobó el cargador. Ofelia tenía razón, llegar a un sitio como aquel siempre podía ser una abundante fuente de problemas y peligros. La señorita Lexignton había dado un gran cambio desde que empezó a trabajar en "Tras el Telón". Sin duda era ahora una de las investigadoras más mordaces que había conocido nunca y sin duda era una suerte contar con ella.

Tras tocar a la puerta con los nudillos, se escucha un pasos arrastrarse por el suelo al otro lado durante un buen rato, cada vez más cerca, hasta que al final abre la puerta una anciana señora con una cesta de punto en una mano.

- Buenos días, ¿qué desean? - Dice, con voz cálida.

- Muy buenos días señora. - Saludó enfático Artie. - Verá, estamos buscando al afamado pintor Miles Shipley. Solos críticos de arte y bueno... - Sonrió. - ¡No me he presentado! - Exclamó. - Mi nombre es Nick Lefebre, de ascendencia francesa. Igual lo ha notado en mi acento. - Le ofreció la mano. - ¿Nos hemos equivocado de dirección? - Preguntó finalmente.

Enarcó una ceja ante la improvisada actuación del detective, que en cierto modo consideraba innecesaria. Sobre todo porque eran cinco, y ya sonaba extraño que para una entrevista se necesitaran a tantas y -sobre todo- variopintas personas. Aun así trató de ayudar y sacó un pequeño bloc de notas de uno de sus bolsillos para afianzar la hipotética posición de amanuense del señor Gumshoe.

Por otro lado el estado del edificio le olía a lo típico. Un pintor traumatizado por esas visiones, incapaz de sacárselas de la cabeza y que opta por plasmarlas en un lienzo con el vano afán de que desaparezcan. Y por si fuera poco probablemente tendrían visos de realidad, lo cual crearía alguna clase de manifestación sobrenatural que o bien les atacaría o les impediría de algún modo efectuar la condenada entrevista. Suspiró para sus adentros...
¿La parte positiva? Que todo aquel mundo de lo extraterrenal comenzaba a adquirir patrones fácilmente deducibles para una mente despierta como la suya.

- Encantada, señor Lefebre. Disculpe mi falta de atención, pero soy vieja e ignorante, y no me di cuenta de su acento. - Sonríe, achinando los ojos. - Mi nombre es Berta Shipley. Miles es mi hijo, así que no, no se han equivocado.

De repente, desde el interior de la casa suena una voz chillona e inestable.

- ¡MaAAdre! ¿QuiéeEn hA tocadOoO a la puUuerta?

Berta Shipley no pierde la sonrisa, y os añade:

- Disculpen a mi hijo, trabaja mucho y está muy cansado.

Entonces se gira para hablar con su hijo.

Por las escaleras que se ven detrás baja una figura desgarbada, muy delgada y temblorosa, repleta de manchas de pintura. Es Miles. Os mira con ojos afilados y habla con desconfianza, rozando la paranoia.

- EeEEEeeehhH, ¿quIÉnes soN UuustedeS? - Dice señalando con su huesudo dedo índice.

- Son críticos de arte, cielo. - Le calma Berta, acercándose a él a paso lento.

- ¿Y quÉee quIErEn? - Contesta, sin quitar la vista de "Lefebre". - No TeNGo quEee dEmosTRaRRR mi Arte a nnAdIiie.

- Tal vez deberías escuchar lo que tengan que decir. Puede ser bueno... - Berta, imperturbable, no pierde la sonrisa cuando se gira de nuevo a vosotros.

Bedford observo al pintor, aquel hombre parecia una sombra de lo que podia ser cualquier humano a todas luces podria parecer un paciente de cualquier manicomio de la zona

No se trata de demostrar nada señor shipley , si no de compartir su impresionante arte al mundo- dice amablemente al pintor- sin duda su vision artistica y sus influencias  son unicas,demasiado valiosas para quedarse escondidas, apreciariamos mucho poder apreciar parte de ellas

Miles os mira fijamente e imperturbable a excepción de los temblores que recorren su decadente sistema nervioso.

- AaabrOo la PuErtA de casAaa a cOmprAadorEs. - Exclama. - ¿LleVAn dIiinerO? Si lO quE qUiereN es pASear, PueDen Ir a HydEee PArk.

Ofelia se guardó la libreta en el bolso.

— Como decía mi compañero, somos críticos de arte y varios de nosotros representamos mecenas y connoisseurs de distintas partes del mundo, es posible que pudieran estar muy interesados en adquirir alguna de sus obras.

Dijo siguiendo la historia de Artie.

— Nos gustaría ver y evaluar sus obras mas personales señor Shipley, si eso fuera posible.

- Como dice mi compañera, representamos a gente influyente, gente de dinero. - Intervino Artie.- Estoy convencido de que usted ha creado alguna impresionante obra que está esperando a ser vendida. Sólo necesitamos que nos la enseñe y volvermos con una muy buena oferta, se lo aseguro.

Al ver a aquel hombre entendió que no era más que una cáscara vacía del que fue. Sus pinturas le habían consumido por dentro llevándole al borde de la locura. No sabía muy bien a dónde les llevaría una charla con él, pero si tenía por seguro que si tiraban del hilo adecuado, acabarían obtenido una muy buena pista relacionada con todo aquel oscuro asunto.