Partida Rol por web

Infierno Verde

Escena de Juego "Viaje al Amazonas"

Cargando editor
22/10/2019, 15:49
Director

El camarero se sintió un poco abrumado, intentando recordar todo lo referente a las bebidas.

Tiras de pollo con pepitas de "curachirongui" -respondió a Drake-. Entonces el camarerio vió que éste arqueaba un poco las cejas. El curachirongui es una planta que los portugueses apodaron así, la cual crece en las selvas cercadas, y su fruto es carnoso, como el de un melocotón. Es delicioso. Se dice que son diuréticas, señor, ya sabe... -el joven se tocó el vientre, intentando dar a entender alguna idea intestinal-. Ah sí, y un par de Old Fashioned... -apuntó-.

Ah sí, ¡Pinga! -dijo después el camarero mirando a Daniel, y luego giró su cabeza hacia el explorador Jeffrey-: Señor, no hay mejor bebida que la pinga, como ha pedido su amigo, y es lo que le recomiendo -le espetó cortésmente-; cerca de aquí hay una fábrica de esta bebida. Y para la dama, ginebra, limón y miel. De Bee Knees no disponemos, pero un servidor puede enjuagarle un brebaje similar -añadió-, no se preocupe.

El camarero, por fin aclarado, os dejó con las cartas para que eligiérais con más intimidad. El caso es que se estaba muy agusto en aquel lugar*. Los dos músicos estaban tocando alguna composición que bien debía ser una mezcla entre ritmos brasileños y acordes modernos, y amenizaba con sutileza el ambiente. En una de las mesas del fondo se producía un brindis, y algunos de vosotros (en concreto todos excepto el antropólogo Colleman, que tal vez el calor excesivo en su cuerpo hiciera mella de sus sentidos) vísteis en la última mesa, junto a una especie de macetero gigante entre dos columnas de marmol, a un tipo que parecía que os estaba observando con cierto interés. Su apariencia europea era evidente: pelo engominado, traje blanco y sombrero a juego, y con el mentón sin barba. Parecía, pese a estar sentado y disfrutando ya de la cena, una persona muy alta. Cuando se percató de que ahora le mirábais vosotros, siguió cenando.

Notas de juego

* Para que no haya confusión, el restaurante no está en el hotel, sino en una callejuela de la ciudad, como se narró.

Cargando editor
22/10/2019, 15:51
Henry Robins

Bueno señores, seguramente conozcan al profesor Woodstock mejor que yo -dijo el secretario Robins-, al fin y al cabo sólo llevo algunos meses trabajando con él. Un tipo fascintante, ¿verdad?

Notas de juego

Próxima actualización: viernes 25

Cargando editor
23/10/2019, 16:21
John Drake

-Probaré entonces esas tiras de pollo con pepitas de ¿curachirongui? -Drake entrecerró los ojos mientras esbozaba una leve sonrisa, dirigiéndose a sus compañeros-. Espero haberlo pronunciado bien... Nunca había oído acerca de esa planta y sus propiedades.

El explorador reparó entonces en la presencia de un hombre de elevada estatura que les observaba desde la distancia, aparentemente con cieto interés. Por su aspecto, era evidente que se trataba de un europeo. Drake no solía ser paranoico, entendía que en una población brasileña, él mismo observaría con atención la presencia de otros europeos. No obstante, le gustaba ser precavido, por lo que se dirigió a sus acompañantes, en voz bajo y evitando fijarse en el desconocido:

-¿Le ven? No nos quita ojo desde hace un rato. Tal vez podríamos invitarlo a que cenara con nosotros -bromeó, pese a que en sus pensamientos estaba valorando la idea de incorporarse para preguntar al desconocido por si les conocía de algo. Oyó entonces las palabras de Robins y asintió-. Estoy de acuerdo. No cabe duda de que el profesor Woodstock es un gran hombre. Reconozco que he tenido más relación con su padre, aunque también he trabajado junto a él.

Cargando editor
23/10/2019, 17:59
Luise Hayes

Escuchó al camarero mencionar la variante de su bebida, momento en el que asintió con una sonrisa para confirmar que no le importaba probar algo similar mientras fuera dulce, y sobre la sugerencia de la casa. Sin embargo, aunque no cabía lugar a dudas de que el pollo con nombre extraño resultaba apetecible, a la doctora Hayes le gustaba más los alimentos marinos.

Me gustaría pescado.- Miró la sección de pescados y, al ver tal cantidad de platos y sabiendo que no podría llegar a probar todos, prefirió dejarlo a la sorpresa.- Confiaré en su criterio. Seguro que puede elegir el mejor plato de esta sección que yo.- De nuevo otra sonrisa educada dejando aparcado ese tema para fijarse en el hombre que los observaba.

En realidad, a pesar de haberse también percatado de que no les quitaba ojo de encima, tampoco le dio excesiva importancia. Se imaginaba que un grupo tan variopinto llamaría la atención, por lo que lo achacó más a una curiosidad innata de saber qué hacía un grupo extranjero en el Amazona.

Un tipo fascintante, ¿verdad?

Sin lugar a dudas.- Parecía que por fin podía meterse en la conversación dejando atrás todo rastro de timidez o desconfianza, notándose que cuando algo le entusiasmaba la lengua podía más que la razón.- Los tres coincidimos en un congreso de “Socioeconomía tribal de Sudamérica” y su ponencia fue esclarecedora.- Puso una mano sobre la de Leonard, una manera de incluirle en la conversación al haber estado también presente.- Si alguno tiene interés sobre el tema, le recomiendo asistir a alguna de sus conferencias. Su conocimiento sobre el libre mercado y la explotación de los recursos naturales en determinados sectores dan que pensar.- Buscó por la mesa su bebida, olvidándose que acababan de pedir y todavía no la habían traído, delegando la conversación al resto de comensales.- ¿Cómo le conocieron ustedes?

Cargando editor
24/10/2019, 17:33
Jeffrey T. Spaulding

Mi atención se centró por completo en el camarero, no sabía nada acerca de este lugar y por lo tanto cualquier cosa con un nombre un poco exótico me convencía bastante.

- Si, me gusta como suena - digo al camarero cuando me ofrece esa extraña bebida, me habían gustado las caipirihnas, pero ya puestos probar otras cosas era lo ideal.

- Bien, tomaré lo mismo - añado cuando el Sr Drake pidió su comida, ni idea de que es todo eso, pero suena increible.

Justo en el momento en el que pensaba comenzar con la trivial cháchara que acompaña la alimentación el explorador se adelanta, al girarme veo a aquel hombre que nos está mirando.

- Admiradores, a veces pasa, a usted también le pasará de vez en cuando, ¿no señor Drake? - digo mientras me levanto de la mesa y me dirijo a hablar con el hombre con parsimonia.

 

Cargando editor
24/10/2019, 19:48
Leonard Colleman

Con tal de probar cosas nuevas y, de esa forma, sumergirse en la cultura del pueblo que estaba visitando, a Leonard cualquier propuesta del camarero le parecía estupenda, en especial si sonaba como algo exótico que no probaría en su tierra natal.

Probemos el pollo —dijo, sabiendo que su esposa seguramente se decantaría por el pescado. Sonrió al escucharla, pues había adivinado sin problemas cuál sería su elección.

A pesar de haber elegido, Leonard se puso a leer la carta que el camarero les había entregado, abstrayéndose en los curiosos nombres que leía y sorprendiéndose de la cantidad de alimentos desconocidos que había en esas tierras. Si por él fuera probaría todos y cada uno de los platos que leía en la carta y, sobre todo, preguntaría su procedencia, su elaboración y cualquier detalle interesante que se le pudiera ocurrir. Al fin y al cabo la alimentación era un factor determinante en el estudio de las distintas culturas y tribus de cualquier lugar del mundo.

Tan enfrascado estaba en la lectura de la carta que ni siquiera se enteró de que alguien los estaba observando, y no fue hasta que sus compañeros de mesa lo comentaron que no elevo los ojos buscando al tipo en cuestión. Le echó un rápido vistazo pero no reconoció su cara así que, dejó de prestar atención para centrarse en el señor Robins, no sin antes acariciar ligeramente la mano de su esposa que había dejado reposar sobre la suya.

Oh sí, un gran tipo sin lugar a dudas —pronunció, pensando más en la conferencia a la que hacía referencia su esposa que en el hombre en sí—. Con ideas muy innovadoras e interesantes que estaría bien poder —deijó de hablar para mirar al señor Spaulding, el cual se acababa de levantar para ir directo hacia el desconocido de antes. Para cuando Leonard volvió a prestar atención a sus compañeros ya se le había olvidado lo que estaba diciendo y se dedicó a escuchar la conversación de los demás.

Cargando editor
25/10/2019, 12:52
Daniel Dunham

 

Había leído un librito bastante tonto sobre la vida turística que llevar en Brasil. Daba ciertas indicaciones y lugares a los que visitar, pero por la correción del camarero no parecía estar lo suficientemente actualizado. - Si… eh, lo que sea - Dije no muy seguro lo que el camarero trataba de decirnos. - Em, gracias - Añadí

Todos estaban pidiendo la comida y al no querer desentonar (y en parte porque también me apetecía) decidí unirme al resto de comensales - Traiga el pollo también para mi - Entregué la carta y me recosté en el asiento. Seguí sin recuperarme de la incomodidad de aquel lugar y pensaba en lo mucho que había cambiado para desentonar allí.

Preferí quedarme callado, escuchando a los demás y asintiendo con la charla banal que estaban teniendo y que el séquito de Woodstock había iniciado. No había nada que decir que no se hubiese dicho ya o que no se conociese. No estaba ahí para lamer culos, sino para ir en cabeza en una expedición arqueológica importante. - Cuando antes salgamos de la civilización mejor estaré - pensaba

Cargando editor
25/10/2019, 15:38
Director

El resto de la velada transcurrió sin ninguna novedad. Los platos estaban realmente delicisoso, y el restaurante de encanto era verdaderamente un descubrimiento en aquella ciudad brasileña. Tras comentar algunas anécdotas y datos del profesor Woodstock (y elucubrar acerca de la expedición que teníais por delante, de la que ni tan siquiera su secretario Henry sabía demasiado, tan sólo que la intención, una vez en Manaos, era remontar un afluente del Amazonas, el Urubi, en busca de las ruinas de una antigua ciudad de una civilización desconocida, y que era muy posible que se hallaran grandes riquezas arqueológicas. Y eso os esperanzó un poco), la velada se terminó, y todos regresásteis al hotel. El tipo que os miraba no volvió a hacerlo, y de hecho desapareció del restaurante cuando comenzásteis a comer. El caso es que regresásteis antes de medianoche al hotel, donde la reserva de habitaciones estaba formulada. El joven Henry os recordó que al día siguiente, a eso de las 10:00 horas de la mañana, habríais de estar embarcando en el puerto, rumbo a Manaos, para comenzar el viaje río adentro.

* * *

A la mañana siguiente os despertásteis temprano, tomásteis vuestras maletas y equipajes, y os dirigísteis al puerto. Era primero de mayo, y había ya actividad en el lugar desde hora temprana. Tras partir en el navío a motor, los días fueron pasando tranquilos. Los pasajeron no eran sino unos treinta, más varios grumetes de tripulación y un capitán. La verdad es que viajar por esa zona, pese a lo inhóspita que a veces parecía, era un lujo.

Cargando editor
25/10/2019, 15:39
Henry Robins

Treinta y séis días de viaje -añadía el muchacho una de las primeras mañanas de navegación-. No se hará ninguna parada, señores -añadió-. Me temo que nos adentraremos al corazón de este país por la zona más pudiente, pero aun así es un trayecto lento.

En ese tiempo aprovechásteis para explorar el barco, pues teníais habitaciones propias y un lugar a modo de sala común. En la cubierta la gente aprovechaba para tomar el sol, descansar y sobre todo relajarse. Incluso el tiempo invertido se hacía realmente agotador, y hasta a veces, pesado y aburrido.

Notas de juego

No vamos a relatar lo que ocurren los 36 días de viaje (todo transcurre sin problemas), pero en vuestra siguiente intervención podéis narradme qué hacéis durante ese viaje de manera general. Incluso podéis charlar un poco con Henry, si queréis.

Próxima actualización: martes 29

Cargando editor
27/10/2019, 09:56
Luise Hayes

Dentro de lo que cabía, el resto del tiempo que pasaron con el grupo desde la velada e incluyendo el largo viaje fue bastante entretenido, llena de conversaciones sobre su profesión o conocimientos más que ámbitos privados.

Si algo había aprendido en la universidad es que, al tener un grupo de trabajo en cualquier tipo de rama, para llegar a mejores resultados necesitaba una plena confianza en el equipo. Saber adaptarse, conocer sus puntos débiles y fuertes, sobre todo compaginar los diversos carácteres y tener claro un bien común que en este caso era la expedición por lo que, aparte de dedicar tiempo a la lectura como tenía por costumbre, también lo hacía con ellos.

Luise intentaba disfrutar esos 36 días, contándolos marcha atrás para calcular cuánto quedaría hasta llegar a su destino y anotando todo en su diario que serviría, en algún punto de su vida, como introducción a su estudio para narrar su viaje.

Sin duda, a medida que los días pasaban, la doctora tenía cada vez más ganas de poner los pies en tierra.

Cargando editor
28/10/2019, 13:47
John Drake

Aquellos treinta y seis pasaron de forma un tanto lenta y tediosa para Drake. Tal vez se debiera a que le podían las ganas de aventura y el paisaje brasileño no hiciera sino agravar su situación, pero lo cierto es que el explorador se mostraba bastante impaciente y deseoso de poner un pie en tierra.

La mayor parte del tiempo el explorador lo empleó sentándose a tomar el sol para descansar y tratar de despejar la mente, así como sentarse en la cubierta mientras escribía en su diario de viaje acerca de su día a día.

Quien leyera las entradas correspondientes a aquellos treinta y seis días, vería que todas ellas eran bastante breves y que, en su mayoría, sobre todo en las primeras, Drake se centraba casi en su totalidad en describir lo que veía en el exterior del barco.

Cargando editor
28/10/2019, 19:46
Leonard Colleman

Por fin se habían puesto en camino. Por delante tenían treinta y seis días para conocerse mejor, intercambiar opiniones y, sobre todo en el caso de Leonard, para leer libros y hacer elucubraciones de lo que podían descubrir una vez llegaran a la ciudad que pretendían encontrar.

Los días pasaban lentos, con una rutina y monotonía que, por momentos, se hacía pesada y, cuanto mas se acercaban a su destino más nervioso se iba poniendo Leonard pues se moría de ganas por ver en primera persona una ciudad de una civilización desconocida, quizás alguna precolombina de la que nunca se había oído hablar y él, el profesor Colleman, tenía la oportunidad de descubrirla y ponerla en conocimiento del mundo en general y del académico en particular, lo que ayudaría a que su nombre quedara para la posteridad.

Treinta y seis días de tranquildad antes de entrar en acción, aunque él desconociera por completo lo que era una aventura en realidad.

Cargando editor
29/10/2019, 11:28
Daniel Dunham

 

Salimos de la civilización al día siguiente. Aquello no significaba que la aventura había, aún quedaba otro més de viaje en barco para llegar al corazón del país. No podía evitar pensar en el piso cerca de la universidad donde estaban sus cosas. Había pagado unos meses por adelantado, pero por como estaban sucediendo las cosas, parecía que aquello se iba alargar más.

La sensación era que el barco iba a ser la última forma de contacto que iba a tener con Francia por lo que fui directo a hablar con el apartado de correos. Allí si alguien querría envíar una carta, la entregaba y pagaba una cantidad acorde con el tamaño de la carta o del paquete, después se custodiaría hasta la entrega en la oficina de correos más cercana. Aún me quedaba algo del adelanto después de las compras y los billetes de viaje, pensaba dar todo lo que me quedaba y así conservar la esperanza de que mis cosas no acabaran en la calle.

Fue justo antes de completar la transacción, cuando escuché griteríos provenientes de la cubierta, el bar estaba abierto y había unos extranjeros jugando. Una mejor idea me había venido a la mente así que decidí jugar al poker hasta haber ganado una fortuna. Con algunos jugadores era más fácil que otros, una vez había asegurado mi cantidad de dinero, me pude relajar y jugar por diversión. Hasta invité alguna vez a mis compañeros cuando los jugadores habituales ya no querían jugar pero rara vez querían pues estaban ocupando investigando y leyendo.

Para el final del trayecto, había amasado una fortuna algo pequeña, pero lo suficiente como para mantener mi piso asegurado.

Cargando editor
29/10/2019, 17:14
Jeffrey T. Spaulding

Por fin salían de aquel lugar, las comodidades eran indiscutibles pero la aventura llamaba a nuestras puertas e iba siendo hora de salir a buscarla. Tras cargar todo su equipaje, o mas bien pagar a un muchacho para que lo hiciera, el capitan Spaulding se dedicó a moverse por la cubierta con su puro en la boca sin dirección ni objetivo alguno, cada vez que se encontraba con alguno de aquellos que le acompañaron a la cena se dedicaba a preguntarles cosas de interes propio y apuntarlo en su cuadernillo de notas, casi podía parecer un periodista.

- Buenas, la fresca brisa es realmente agradable, ¿no cree? - preguntaba de diversas maneras distintas a todos los que se encontraba - ¿Le importaria responder a algunas preguntas para mi nuevo libro? - cuando la gente le permitia de alguna forma hacer esas preguntas el capitán se acomodaba y se dedicaba a charlar con un sentido del humor y una labia encantadoras.

 - ¿Cual es su especialidad para esta expedición? - preguntaba sacando su puro de la boca para dejar caer la ceniza

- ¿Y que le ha llevado a usted a venir a esta aventura? -  decia levantando su ceja y con una agradable sonrisa en su rostro.

Notas de juego

Dejo un par de preguntas, si algun pj o Henry van a contestar que contesten, haré más, pero esas 2 me parecen las más interesantes. 

En 36 días imagino que me dará para preguntar al menos una vez a cada uno.

Si el matrimonio responde en conjunto dad por hecho que pregunto en plural.

Cargando editor
29/10/2019, 20:57
Henry Robins

Bueno, ya lo sabe -respondió Henry atendiendo a las preguntas de Jeffrey-. Tan sólo soy un mandado del profesor Woodstock. En realidad, siempre me han gustado las lenguas, y a la vez, siempre quise ser taquígrafo y mecanógrafo... y aquí estoy. En realidad el profesor siempre está ocupado, y los informes de las investigaciones no se redactan sólo -por lo visto Theodore Woodstock sólo debía escribir en su diario, y poco más-. Nada más... Bueno, si teclear y escribir símbolos vale para algo en la aventura, ese es mi lugar -añadió finalmente el joven-.

Cargando editor
29/10/2019, 20:58
Director

El resto del pasaje miraba un tanto extraño al estrambótico aventurero del eminente salacot de color claro. Consiguió arrancar algunas frases de aquellos a los que no les importó hablar, y tan sólo sacó en claro respuestas como "viaje de negocios", "turismo" o "visita". Lo cierto es que aquellas razones no eran muy dispares como para tomar nota, pero Spaulding lo hizo.

Por su parte, Daniel decidió invertir su tiempo y capital en salvaguardó algunos de sus objetos antes de embarcar. El caso es que cuando supo que había unos extranjeros jugando al póker supo que aquello era su sino dentro de barco: jugar hasta desplumarles. Éstos no lo hacían nada mál, pero Daniel se las ingenió como parar obtener cierta fortuna si ser después mal visto (quién sabe si podría haberlos "desplumado" del todo...).

El matrimonio Colleman estuvo más tranquilo, dedicado a la lectura y a la resignación de la monotonía (pues poco o nada podían hacer por el ámbito científico en tal transporte); y lo mismo ocurrió con John Drake, quien el sol, constante compañero de su viaje, se dedicó a oscurecer un poco su piel mientras leía lo que podía en aquel reducto sobre el agua.

* * *

7  de Junio.

Tras treinta y séis días de viaje, llegásteis a Manaos. Ésta era una ciudad una ciudad sin industria y de escasa actividad comercial. Conservaba aún así los recuerdos de una época floreciente y no muy lejana, cuando a principios de siglo, en los inicios de la explotación del caucho, se convirtióen un París en el corazón de la selva. Ahora, sus habitantes parecían gentes humildes, y vivían al día, sumidos en una somnolencia que el clima húmedo y cálido convertía en torpe resignación. A medida que os acercábais a los muelles podíais ver una estampa general de la ciudad: en el centro de la misma, junto a humildes casas de madera, se alzaban suntuosos edificios, en testimonio del bienestar existente cuando barcos de todo el mundo llegaban a cargar el caucho que los pacientes “xiringueiros” extraían de los árboles para venderlo por un pedazo de pan. Pero no lejos de sus calles y a su alrededor se extendía la frondosa selva ecuatorial. Eran pocos los que se aventuraban en ella, pues poco más allá empezaba, según aseguraban muchos, un reino inexplorado: el infierno verde.

 

Finalmente, el barco atracó en el muelle de la ciudad junto al río. Una constante pared de piedra rodeaba toda la estructura excepto en varios segmentos de la orilla, destinado al embarque y desembarque, tanto de mercancías como de pasajeros. Tras tomar vuestras pertenencias, salísteis al puerto y vísteis la ciudad, vestigio en realidad de lo que hace pocos años fue. Parecía estar en cierta decadencia, nada que ver con Belem. El caso es que allí, de vosotros, había un tipo extremadamente alto esperándoos. Henry lo divisó y levantó su mano para saludarle desde lejos. El tipo entonces caminó hasta vuestra posición, aún sobre el muelle.

Cargando editor
29/10/2019, 21:00
Theodore Woodstock

¡Buenos días! -dijo el profesor Woodstock-, ¡Amigos: John, Daniel, Luise, Leonard, Jeffrey! ¿Cómo van tus novelas? Je Je -le dijo con una sonrisa de oreja a oreja tras darle una soberana palmada de bienvenida en el hombro-. El profesor era un tipo alegre, lejos de cualquier estereotipo de hombre refinado y exclusivo como muchos científicos "de salón" solían ser. Woodstock parecía un hombre campechano, de mundo, activo y dinámico-. Entonces os saludó uno a uno e incluso os ayudó con el equipaje-. Henry, ¿han tenido buen viaje mis invitados? -preguntó aún con la sonrisa en la cara-. Sólo faltaría que vinieran agotados, je je.

Cargando editor
29/10/2019, 21:02
Henry Robins

Por supuesto, profesor -respondió el joven secretario-, ya sabe: más de un mes en ese lugar es un duro trayecto, pero aquí los tiene, creo que estamos todos listos para el viaje.

Cargando editor
29/10/2019, 21:02
Theodore Woodstock

Estupendo -añadió Woodstock-, bueno, escuchado: el hotel Amazonas nos espera, pues hay una reserva de habitaciones para nosotros. Venga Henry, no tengo cuatro manos, coje esa maleta -le espetó al chico, que ahora parecía más un botones que su secretario-. Una vez desembarcados os vísteis rodeados de comerciantes, vendedores y pescadores, entre otros ciudadanos y turistas. Tras caminar unas calles os internásteis de pleno en la ciudad. La bienvenida, pese a lo cálido de la misma, no tuvo referencias a vuestra nueva empresa.
 

Notas de juego

Próxima actualización: viernes 1

Cargando editor
31/10/2019, 21:07
Leonard Colleman

Durante el tiempo que duró el trayecto, Leonard se había acostumbrado a usar las cómodas y ligeras ropas que había comprado, incluido su nuevo salacot, en lugar de los trajes de paño y las camisas almidonadas a las que estaba habituado, aún así el calor era pegajoso y, aunque poco a poco se iba haciendo a él, por lo menos ya no se sentía tan fatigado y mareado como los primeros días.

Cuando por fin llegaron a su destino y mientras el barco atracaba en el puerto, Leonard observó con curiosidad académica el bullicio de la ciudad, comparando el esplendor que habia tenido con la proliferación de gentes más humildes y, sobre todo, con el telón de fondo de la impresionante selva en la que tendrían que adentrarse. Por un segundo un escalofrío recorrió la espalda del antropólogo y un sentimiento mitad temor mitad curiosidad comenzó a invadirle. Viendo a sus compañeros, acostumbrados a la aventura y a vivir toda clase de experiencias en lugares inhóspitos, él no dejaba de ser un ratón de biblioteca, un simple académico cuya máxima aventura era un paseo por el campo o la imaginación disparada al leer libros sobre otras civilizaciones. Pero por otra parte, saber lo que podría esconder aquel mar de frondosa vegetación lo llenaban de emoción.

Se alegró de corazón al ver a su benefactor, al cual saludó con efusividad tranquilizándolo respecto al viaje.

El joven Robins nos ha tratado muy bien y como verás —comentó con jovialidad— hemos llegado de una pieza.

Había bajado las maletas, o por lo menos todo lo que había podido cargar ya que no sólo era su equipaje sino también el de su esposa que, como todas las mujeres, habían cargado con casi todo lo que había en la casa, o por lo menos esa era la impresión que Leonard tenía al coger el equipaje de Luise.

Lo del hotel suena muy bien —saber que esa noche dormirían en una cama que no se moviera era algo que le reconfortaba. Además, a saber cuánto tardarían en poder dormir cómodamente.