Partida Rol por web

Realmente comenzaba a hacer fresco ahí afuera, y no tenía pinta de que la noche fuera a mejorar mucho más. Ya habían pasado las nueve de la noche y su cabeza viajó a su casa, donde sabía que era hora de la cena. Suspiró.

Quizá había sido algo ruda con la muchacha de gafas que ahora se despedía del grupo; sinceramente no había sido su intención pero tal vez el día había sido duro con todos y la tensión terminó por afilarle la lengua; tampoco hizo amago alguno de disculparse no obstante.

Esperó a ver si Kenneth conseguía alguna pista del conductor pero en vista de que no había respuesta del interior de la tienda comenzó, no a preocuparse, pero sí a recelar un poco. A decir verdad, haciendo memoria de las últimas dos horas había varias cosas que le resultaban sospechosas.

- Más vale que ese patán que dice ser conductor aparezca por esa puerta. No me gusta que me tomen por idiota.

Se frotó los brazos unos segundos para hacerlos entrar en calor mientras miraba al autobús.

- Deberíamos entrar en la cafetera; al menos no pasaremos frío.

No sabes cuantos minutos lleváis por el camino pedregoso cuando empieza a cubriros una bruma que pronto se convierte en una espesa niebla. Al principio Brian avanza cada vez más despacio, pero hay un momento donde no se ve prácticamente nada a menos de dos metros, ni con las luces antiniebla. El vehículo cada vez tiene que reducir la velocidad más y más...

Llegado a cierto punto Brian detiene la moto, pero sin apagar el motor. Se da la vuelta con le casco puesto y se levanta la visera. No parece tenerlas todas consigo y se puede ver claramente en su cara de preocupación. Con una niebla así es imposible seguir avanzando sin acabar teniendo un accidente. Brian lo sabe y pese a que a veces es un temerario corriendo de más, haciendo caballitos y derrapes, esto es otro tema...

- Oye pequeña... dice haciéndote un gesto para que te quites el casco. - Así no podré seguir mucho más sin acabar volcando la moto. ¿Que quieres que hagamos? - pregunta haciendo por fin (tras todo el día haciéndose el chulito, primero delante de sus amiguitos y luego delante de esa gente del autobús)  una pregunta que refleja que de vez en cuando también piensa en ti y en lo que opinas.

- Podemos hacer dos cosas. O nos bajamos de la moto y vamos andando tirando de ella... sugiere con bastante desagrado. Cargar con una moto de esa cilindrada y por un camino de tierra y piedras era una mierda. - o nos damos la vuelta y volvemos donde estaban aquellos pardillos del autobús. Allí podemos esperar a ver si escampa... o yo que se. - dice empezando a levantar la voz cada vez más  ¡Menuda mierda Alice! siempre te pasa igual. Ya es la tercera vez que me haces llegar tarde a una de mis quedadas. - ya tardaba en empezar a soltar gilipolleces, como de costumbre, por su gran bocaza.

Comienzas a caminar sola por el camino que lleva al nordeste. El mismo camino que tomó Sheila, la dependienta, con su viejo coche. Empieza a hacerse tarde y a lo lejos ves como las granjas que recortan el horizonte apenas se ven en la oscuridad de la noche. 

La arboleda que se ciñe a los lados del camino es espesa y una niebla se atisba en las profundidades. Esto tiene toda la pinta de ser el lugar ideal para darte de bruces con lo paranormal...

Este no es tu primer caso, ya has visitado medio país en busca de aquello que en un principio es inexplicable. La mayoría de veces te has encontrado con información errónea, rumores, supersticiones e incluso algún que otro fraude. Pero también has tenido la oportunidad de toparte con el misterio frente a frente. Con cosas que realmente no tienen a día de hoy explicación científica alguna.  

Los que subís al autobús pronto os dais cuenta de que las luces no funcionan. Y no es que se trate de otro problema técnico como los que llevan dando por culo todo el día en esta "vieja cafetera", ni siquiera es por tema del alternador, que también. Es simplemente que las llaves no están en el contacto. Ninguno de los aparatos eléctricos del autobús, como la radio o las puertas, funcionan con el motor parado, incluso si la batería estuviera en buen estado. Afortunadamente para vosotros, las puertas del autobús se habían quedado abiertas.

No sabéis donde cojones se habrán caído las llaves o si el maldito Bernie se las ha llevado consigo. Lo que os faltaba...

Por otra parte, Bobby el chaval, harto ya de pelearse con la condenada cabina de teléfono que para variar, tampoco funciona, se marcha cabreado detrás de Kenneth. Posiblemente para cagarse en los antepasados del conductor.

Los dos chicos, al comprobar la tienda se dan cuenta de que está estará cerrada a cal y canto, incluyendo los baños exteriores y no se ve señal alguna del desaparecido conductor por ningún lado. Sheila ha echado las llaves y es imposible acceder al interior de forma convencional.

Subió al autobús con la pierna ya quejándose antes de tiempo por los empinados peldaños de la escalera; sin duda el día estaba siendo muy largo.

El interior parecía tan vacío y cutre como lo recordaba pero ¿acaso pensaba que algo habría cambiado en ese breve tiempo? Tenía ganas de poder estirarse en una cama, aunque fuera una dura cama de motel, pero el autobús es lo único que por ahora tenían. Buscó su asiento sabiendo que aunque fuera un horror, su pierna lo agradecería.

Vaya mierda de día. Entre el viaje eterno, el puto Bernie y su puto cacharro y el frío que estaba empezando a hacer, Terry se estaba empezando a sentir un tanto molesto. Solamente su buen humor le había impedido prender fuego al autobus y a la tienda de paso.

Encima ahora no tenían ni luz ni calefacción ni la música cutre del viejo. Por lo menos estaba sentado, aunque no era gran cosa era mejor que estar tirado en una cuneta.

Trató de ver si encontraba las llaves sin éxito, cosa que ya se imaginaba. Una vez caída la noche allí dentro no se veía una mierda.

-¿Alguien tiene una linterna o algo así?- preguntó a las dos chicas que habían subido con él al autobús.

-Puta mierda.- Protestó el crío -Qué hacemos?- preguntó a Kenneth más por ser el cómplice más cercano que por otra razón. -¿Dónde se ha metido este cabrón?

- Estúpida, engreída, sabelotodo, ... - iba mascullando mientras se alejaba del autobús. - Si supiera lo que soy capaz de hacer se le iban a bajar esos aires de superioridad.

Se quejaba mientras avanzaba en solitario por el perdido camino. Este lugar prometía, tenía toda la pinta de ocultar entre la niebla, los árboles y las apartadas casas, secretos que no serían del paladar de la gente corriente. La excitación de lo desconocido empequeñecia el miedo que sentía al haberse separado del grupo.

Ya llevaba un rato en la puerta cuando el chaval del autobús apareció, increpando al desaparecido chófer. 

- Más le vale estar muerto, sería lo único que justificaría que haya desaparecido... - le contestó, ligeramente enfadado por la situación. Segundos después, volvió a aporrear la puerta, esta vez con más fuerza.

- ¡Despierta coño! ¡Que hace un frío de la ostia! - gritó a escasos centímetros de la puerta.

- ¿Vamos a echar un vistazo por atrás de la tienda? Quizás hay otra puerta o algún sitio por donde entrar. - sugirió a Bobby, mientras echaba un vistazo al frontal de la tienda.

Entra en el autobús y se sienta de nuevo en el asiento tras el conductor observando y escuchando al resto que parecen bastante enfadados con ¿Bernie? No se le ocurre buscar las llaves hasta que Christie y Terry lo hacen con objeto de encender la calefacción o las luces. Se gira hacia atrás, se incorpora para mirar el asiento delantero y le parece descubrir un brillo metálico.

Cuando Brian frena la moto y se quita el casco, respiro aliviada porque se que no se puede conducir en esas condiciones. Creía que iba a seguir a pesar de aquella niebla tan espesa, pero me sorprende.

Cuando escucho su pregunta me quedo pensando cuál será la mejor opción: por un lado no quiero desandar lo andado a pesar de que es el mejor, o mejor dicho, el único sitio donde hay gente, comida y cobijo para pasar la noche hasta que se vaya la niebla;por otro ir andando con la moto cogida entre la oscuridad de la noche... no me gusta mucho y menos sin saber cuánto nos queda, dónde están los moteros o, incluso , si habrá hueco para nosotros después de tantas horas. 

Brian se ha enfadado porque ésta vez también llegará tarde, y lo entiendo, pero cuando me da el bajon no puedo hacer nada...

-Yo volvería al pueblo... alí hay gente, comida y “refugio”.- digo casi preguntándoselo. Pero te entenderé si quieres seguir... ya hemos perdido mucho tiempo y no voy a ser yo quién decida seguir perdiéndolo.

Dejo claras mis preferencias, pero dejo en las manos de Brian la decisión sobre qué hacer... al fin y al cabo, él es quién conducey es él quién ha quedado con los moteros.

La puerta es aporreada sucesivas veces sin resultado. Ni en la puerta principal de entrada ni en la de los baños que tiene acceso por un lateral al exterior... 

Kenneth va delante y Bobby le sigue. El chavalín parece estar muy cabreado con el conductor, por lo que no presta apenas atención a lo que sucede a su alrededor. 

Sin embargo cuando el joven de camiseta amarilla da la vuelta a la tienda lo hace con todo el interés y el cuidado que puede. Comienza a mirar puerta por puerta, ventana por ventana mientras gira en torno a la tienda. Intenta abrir las puertas y mirar al interior a través de las ventanas... pero nada. Todo está cerrado con llave y a través de las ventanas no se ve más que oscuridad a falta de luces que iluminen la parte interna.

Cuando llegáis a la parte trasera hay una puerta que también está cerrada. No hay nada que hacer, por aquí no hay manera de entrar tampoco. Pero entonces te fijas en algo que acabas de pisar. Levantas el pie y te das cuenta de que es una cajetilla de tabaco. No sería nada demasiado raro si no fuera por que al quitar el pie un par de cigarrillos se asoman del interior.  

Coges la cajetilla pisoteada y la abres para darte cuenta que quedan aún media docena... 

De pronto oís un sonido que os pone los pelos de punta. No sabéis de donde proviene pero no está muy lejos de aquí...

Christie sube quejumbrosa por las escaleras. Camina por el pasillo cargando con esa maldita pierna dolorida hasta topar con su asiento. Una vez llega allí se sienta, estira la pierna y de nuevo la masajea para calmar esa molestia. 

Terry se esfuerza en buscar sin éxito las llaves del autobús, para poder encender las luces o la calefacción. Pare eso necesitaba arrancar el motor. La coja también intenta echar un vistazo desde donde se encuentra pero no ve absolutamente nada.

A todo esto el joven de la camiseta amarilla y el chaval desaparecen de vuestro campo visual. Parece que han dado la vuelta a la tienda y se encuentran en la parte trasera. 

Es entonces cuando Morgane se pone a rebuscar entre el asiento del conductor cuando parece que encuentra algo con un brillo metálico. Parece que es algo que se ha colado entre el hueco de la puerta del conductor y el asiento. Ha de sentarse en el lugar de Bernie para poder llegar y rozarlo con la punta de sus finos y pálidos dedos...

Los estira... y casi. Lo vuelve a intentar con la puntita de las yemas... y !Sí, por fin! Tira de ello y lo saca, pero no se trata de las llaves, no. Lo que creía haber visto reflejado no era un brillo metálico sino de una plastificación. 

El resto, desde donde está no ve de que se trata, parece un carné, una tarjeta o algo similar... y ella se pone a leerlo.

Antes de que asimile bien lo que acaba de encontrar, un sonido apenas amortiguado por las ventanas del autobús os pone a los tres los pelos de punta. No sabéis de donde proviene pero no está muy lejos de aquí...

- Volvamos al pueblo entonces. - dice creyendo que lo estás afirmando, aunque cree que, al igual que él no tienes ni idea de cual es la mejor opción. - Lo que está claro es que vamos a llegar tarde y nos vamos a perder lo mejor. Yo me conformo con llegar a la hora de dormir aunque sea a las tantas. Para algo hemos reservado la habitación de ese hotel rural que vimos por internet. ¡Joder! empezamos bien el finde... - se queja amargamente mientras le da la vuelta a la moto, pone de nuevo el contacto y deja los faros antiniebla puestos para que al menos veáis algo.

Comenzáis a desandar el camino que habíais hecho en moto. Por ahora lo hacéis a pie y os tiráis como 15 minutos. El lleva la moto de los manillares mientras tu andas a su lado con las manos en los bolsillos de la chaqueta. Comienza a estar oscuro y hace frío. Con suerte dentro de poco empezará a estar más despejado por donde vinisteis y podréis volver a subir los dos a la moto...

Pero entonces, de pronto, oís un sonido que os pone los pelos de punta. No sabéis de donde proviene pero no está muy lejos de aquí...

Mientras maldices a esa militar sabelotodo piensas que jamás creería ni entendería que lo sobrenatural es totalmente real...

Metida en tus pensamientos sigues andando cuando te das cuenta de que la oscuridad comienza a ser importante. Instintivamente sacas tu cámara de vídeo, último modelo, con visión nocturna y te pones a hacer lo que más te gusta investigar sobre el terreno.

Motivada por tu pasión de descubrir el misterio te sorprendes corriendo tras unas lucecitas que pasan por delante de tu visor y van hacia los bosques. Te adentras sin darte cuenta del peligro que supone dejar el camino. Cuando por fin esas lucecitas se detienen te das cuenta que no son más que luciérnagas... 

Desanimada intentas volver sobre tus pasos. Tardas un buen rato en encontrar el camino de tierra por el que ibas camino de las granjas. Cuando finalmente regresas al sendero habrá pasado cerca de 20 minutos. Minutos perdidos tontamente, pero que todo buen sabueso de los fenómenos está acostumbrado a perder en falsas alarmas.

Continuas el camino y ves como las granjas ya te quedan como a medio camino, cuando de repente...

Oyes algo que te pone los pelos de punta. No sabes de donde proviene pero no está muy lejos de aquí...

- Qué raro... Aun quedan cigarros aquí. Mientras se guardaba la cajetilla en el bolsillo, pensaba en la posibilidad de que le hubiera pasado algo al conductor, pero prefirió quitarse esa posibilidad rápidamente de su cabeza.

La noche ya era completamente cerrada y seguían allí tirados, igual que desde hace algunas horas, pero la situación había empeorado, no tenían ni idea de dónde estaba aquel peculiar chófer.

Parecía imposible entrar a aquella tienda a menos que fuera rompiendo alguna ventana, algo que se planteó varias veces pero, aunque parecían estar completamente solos, comenzar su nueva vida en la ilegalidad no le convencía.

Nada... este cabrón no está o tiene el sueño más profundo que yo haya visto nunca. O pasa de nosotros.

Mientras seguía buscando por la trasera de la tienda, unos aullidos le hicieron girar el cuello instintivamente, llegándole a doler ligeramente fruto de la brusquedad.

¿¡Qué cojones!? - respondió a aquel ruido - Volvamos al autobús venga, no te pares. - le dijo a Bobby intentando, sin éxito, no parecer alterado.