Partida Rol por web

¿Nos han seguido? Sin duda me estaba haciendo vieja. Miré a la chica, luego miré a Allan y me guardé un presentimiento. Quizás estuviera equivocada. Quizás... 

De todos modos, hacía muchos años que no coincidíamos en persona.

-Encantada de conocerte, mi nombre es Pamela Winston. -me presenté con amabilidad. Había también algo aún más raro en ella, una sensación.- Vayamos al grano, ¿para qué necesitáis mi ayuda? En este momento no es como si fuera la mujer con la mayor libertad del mundo para moverse.

Natalia miró a Allan con una sonrisa dulce pero una expresión divertida y algo infantil. - Es como dijiste. - volviendo a mirar a la mercenaria, se acercó varios pasitos hacia ella. Cada paso le hacía sentir algo más incómoda, como si cada centímetro contara. Empezaba a sentirse como desnuda a unos ojos que podían ver más allá de ella misma, unos ojos que no eran los de Natalia ni los de Allan.

- Salvatore no quería que saliese de casa bajo ningún concepto, pero no podré terminar con esto si me quedo allí. No creo que seáis unos traidores, la verdad... aunque uno de vosotros cuatro me preocupa. - se llevó una mano a la frente y cerró los ojos como si le doliese la cabeza, suspirando - Pero no sé quién podría ser. Sea como sea, si queréis que Salvatore recupere la confianza en vosotros debéis conseguir el libro y volver con él, pero Robert Luchesse ha ido demasiado lejos y no será fácil. -

La joven se acercó hasta el borde del edificio, mirando al caos de abajo. Una mirada rápida le bastó a Pam para ver que la cosa estaba algo más tranquila, pero Shark seguía a lo suyo. Si no le fallaban los cálculos de tiempo, Jane estaría al caer.

- Lo que necesito... es que si consigues el libro, no dejes que nadie lo abra, por favor. Ya ha causado suficiente mal como para permitir que siga siendo así. - ahora estaba mirándola a los ojos, suplicante, mientras agarraba la tela de su falda con fuerza - A cambio... a cambio yo puedo ayudarte. ¿Qué opinas sobre el destino? -

Cuando se encontró dentro, Wasp pudo ver que se encontraba en lo que parecían las cocinas de la mansión. Eran muy amplias y aún en aquella semioscuridad, se notaba la opulencia que desprendía aquel lugar. Sólo había una puerta de madera entreabierta que daba a un pasillo grande. Frente a ésta, había otra puerta y a los lejos, dos puertas más y unas escaleras que daban a una parte superior.

Por el intercomunicador Benedict habló rompiendo el silencio de la línea. Edna, veo el vehículo que presumo es del rubio que esta armando jaleo, hay una abertura en la valla, si el entro, hay posibilidades de que tengamos que esperarnos que otros también lo hayan hecho?

- No lo sé. Es posible, pero teniendo el cuenta lo rápido que ha sido todo dudo que hayan podido entrar muchos más con él. Además... Julian Shark es un tipo solitario. Quizás se haya juntado a alguien, pero dudo que venga en grupo. Que Pamela os tenga cubiertos y manteneos siempre alerta. Desde aquí estoy algo atada de pies y manos pero si me entero de cualquier cosa os avisaré de inmediato. - dijo la mujer con seguridad

Estaba demasiado centrada en aquella chica como para prestar demasiada atención al pinganillo. A cada segundo que pasaba, mi sospecha se acentuaba. Pero no podía ser. Si lo fuera... Realmente Allan estaba en un problema gigantesco. Retuve las ganas de santiguarme, porque no habría quedado nada bien.

-Sin duda, será muy complicado. Los chicos están dentro intentando recuperarlo mientras yo los cubro desde fuera, pero hay algo que me da mala espina en todo esto y no puedo decir qué es. -comenté casi entre dientes. Era una intuición que tenía, pero no dejaba de ser eso, una intuición.- Y estoy de acuerdo con eso de no abrir el libro. No se sabe bien lo que puede haber dentro... No es que crea mucho en esas cosas, pero... -era creyente, pero no estaba muy segura donde terminaban. ¿Tanto para creer en magia negra? Quizás. Iba a ser una prueba de fe.- ¿Sobre el destino? No es que crea que está todo escrito, pero si creo que Dios no nos pone pruebas que no podamos soportar. De todas maneras, ¿por qué preguntas eso?

Algo en las palabras de Pamela pareció divertir a la chica, que rió en voz baja. Sin embargo Allan carraspeó para decir el nombre de Natalia y ésta frenó de inmediato, volviendo a ponerse seria. - Sólo te pido que nadie lo abra desde el momento que estés junto al libro, por favor. De alguna manera, tienes razón. Todos llevamos dentro una carga muy pesada, pero de alguna manera, nos sobreponemos a ella. Es algo que admiro en ti por encima de otros. - aquellas palabras no tenían sentido. O, más bien, quizás el problema es que tenían demasiado sentido aplicadas a Pam - Sólo quería saber cuánto te aferrabas a la divina providencia. Es... es algo difícil de explicar. -

- No creo que sea buena idea. - las únicas palabras de Allan rompieron la conversación entre ambas. Estaba más serio que de costumbre, pero no parecía querer intervenir más por algún motivo

No entendía muy bien por qué lo parecía tan gracioso. Cada uno tiene sus propias creencias. Últimamente la juventud de había vuelto o muy extremista o muy insolente. Por suerte, Allan cortó con ello antes de que me resultase ofensivo. Realmente, aquel encuentro era extraño y no sabía muy bien qué quería conseguir con ello.

-Independientemente de que crea en el destino o no, cuidaré de que nadie abra ese libro, aunque tenga que meterme dentro yo misma. -pero la chica hablaba como si me conociese. - Pero no me creo que hayáis venido sólo por eso, ya que podríais habérmelo dicho por teléfono. -miré a Allan.- Una explicación completa no vendría mal.

Wasp se escabulló dentro de la casa, entrando en medio del enorme escándalo que estaban armando. La chica se acercó a la puerta y sacó un espejo para ver que había, buscando cámaras y agentes. Apretó los dientes, e imaginó en qué dirección estaba el despacho del amo y señor de esa mansión. Necesitaba a Edna, pero no podía  usar la red, ante el peligro de que la línea estuviera intervenida.

- mierd...- murmuró, debería moverse a ciegas,y decidió salir al pasillo una vez que certificara que no había nadie.

- Natalia quiere saber si estás dispuesta a que use en ti sus aptitutdes. - dijo Allan en aquel tono neutro que solía utilizar, mirando a los ojos de Pamela desde su posición - Podrá ver lo que... Dios tiene pensado para ti en un futuro próximo. No tienes por qué hacerlo, Pam. -

Era difícil saber si Allan le estaba diciendo que no lo hiciera o sencillamente estaba incómodo por la situación. En cualquier caso...

En ese momento, escuchó una nueva ráfaga de disparos de un arma que no había escuchado hasta entonces en la refriega: no necesitó mirar para saber que esos disparos eran del fusil que había llevado Jane consigo, así que debía haber llegado ya al combate.

Eché una ojeada a la calle. Esperaba que todo estuviera saliendo bien, a pesar de la mala suerte que parecía perseguirlos últimamente.

-¿Ver... mi futuro? -me quedé de piedra. Sin duda, estaba teniendo ración de cosas paranormales para toda una vida.-Yo... Mmm... -estaba en blanco. Era tan tentador ver el futuro, sobre todo ahora que parecía hacerles falta. -¿Y cuál es la trampa de todo esto? ¿Me quedaré tonta en el proceso o algo parecido?

-Intentemos evitar contacto directo. No queremos armar jaleo, queremos entrar y salir.

Comentó, esperando que el viejo estuviese de acuerdo con eso. Sintió la tentación de volver a tomar un cigarillo, pero se calmó a sabiendas de que el humo podía llamar la atención de alguien.

-No perdamos mas tiempo. Espero que esa compañera tuya sepa lo que hace con el francotirador.

Dicho lo mismo se agachó y trató de inspeccionar mas de cerca la entrada, dando unos pasos e intentando ser lo mas sigiloso posible.

-Estoy de acuerdo- dije asintiendo- avancemos entonces y no te preocupes, Jane sabe lo que hace-

Tras decir esto me incliné y aferré mi katana para seguir al joven y adentrarnos de una vez en la mansión.

El pasillo parecía desierto y dentro reinaba una desagradable calma que parecía preceder a la peor de las tormentas, como si fuese un mundo alejado del caos que había fuera. Sólo los sonidos de los disparos y la batalla rompían aquel tétrico momento que Wasp aprovechó para escabullirse por el sótano.

Tras una breve comprobación, se dio cuenta de que una de las puertas estaba cerrada con llave, mientras que la otra solo estaba cerrada con una manivela que no se atrevió a apretar. Acercando la oreja no parecía haber ruido alguno al otro lado.

En la parte superior de las escaleras no veía nada, pero por cómo estaban distribuidas apenas tendría ángulo de visión hasta que subiera... mientras que cualquiera observando podría verla a ella subir: era una opción arriesgada.

Los dos mercenarios se colaron en aquel conducto con sutileza, cayendo casi sin hacer ruido pese a que todo aquello era metálico. Estaba oxidado, y quizás eso les daría algo de ventaja en caso de que tuvieran que volver a escabullirse. Tenía sus pegas, claro estaba: era un único camino y sin sitio para ocultarse. Una trampa para ratones.

No tenían más remedio, pues la otra opción era meterse de lleno en una batalla que nadie parecía ganar y que no tenían claro que pudieran ganar ellos cuatro, ni con Jane de su lado. La misión había cambiado radicalmente: de mero trabajo a una cuestión de supervivencia. Era muy diferente tener a un mercenario de enemigo que a toda una familia mafiosa, por mucho que se tratara sólo de los Moretti.

Continuaron en linea recta durante un rato, pero algo llamó la atención de ambos. Había una especie de agujero en la parte superior del conducto, y justo debajo de éste, había un cuerpo inerte y que desde lejos parecía tener varias heridas de una gravedad que no tenían muy clara, debido a la semioscuridad. Se trataba de un hombre, parecía joven y vestía con una camisa y unos pantalones elegantes. Sin embargo, estaba de espaldas a ellos y no le veían bien la cara, no se movía ni se percató de la presencia. 

En su vistazo, Pamela se percató de cierto momento en el que Jane se subía a un coche que había en la parte delantera de la mansión, soltaba el rifle de asalto (que tenía asegurado al cuerpo) y sacaba dos cuchillos de las botas para caer a toda velocidad sobre dos hombres, que no se levantaron cuando ella sacó ambos cuchillos de sus cuellos. Parecía apañárselas bien, al fin y al cabo.

Allí arriba, sin embargo, las cosas eran mucho más extrañas y retorcidas. La proposición, aunque tentadora, no le sonaba más que a una triquiñuela de Satanás para que su alma volviera a caer en el mismo pozo del pasado. Natalia miró a Pamela con una sonrisa triste, mientras negaba con la cabeza.

- No la hay... no para ti. - 

Allan se quedó mirando a Pamela, sin decir absolutamente nada ni gesticular lo más mínimo.

Esa frase sonaba aún peor que las anteriores. ¿Qué podía hacer? Algo me decía que sí había un truco que no me iba a gustar... Pero de todos modos, estaba llena de mierda hasta las rodillas, y la tentación era muy grande. ¿Sería conveniente involucrarme en algo así? ¿De verdad se llevaría mi alma? No lo creía. Pero... Todo aquello pintaba mal, y esa chica tan rara esperaba una respuesta. No me gustaba esa sensación que emanaba, por muy tranquilizadora que fuese. Me daban ganas de alejarme de ella. Pero no era una opción.

-Date prisa, por favor.

Natalia asintió, acercándose a Pamela hasta quedarse frente a ella mientras Allan observaba, impávido como la más inerte de las estatuas. Una brisa se levantó entre ambas, como si anticipase que algo desagradable iba a ocurrir. La mercenaria, por su parte, no sabía si sentir culpa, tranquilidad o los nervios de quien va a recibir una noticia que todavía no sabe si será agradable o no.

- Sólo agarra mis manos, ¿de acuerdo? Será breve. - algo le dijo que no sería así, pero cogió sus manos. Era tarde para echarse atrás y la curiosidad la estaba quemando por dentro, mientras que el rostro de Natalia solo parecía querer transmitirle alguna clase de sensación de calma que no terminaba de encallar en Pamela

Ambas se miraron a los ojos, y ella se dio cuenta de que no estaba mirando a los ojos de la joven. Las cuencas de sus ojos se habían vuelto negras, o eso creyó ver antes de tener la sensación de estar siendo arrastrada con fuerza a algún sitio desconocido. Todo se volvió borroso y parecía estar yendo a gran velocidad, pero sus brazos y sus hombros estaban anclados a algún sitio, como guiada por Natalia a través de una autopista al más allá.

No supo cuánto estuvo en ese estado, pero cuando las cosas se calmaron, se dio cuenta de que no estaba en ninguna parte. Todo estaba oscuro, pero veía a Natalia frente a ella con perfecta claridad: estaba dormida, o algo por el estilo, pero no había soltado sus manos ni se había movido del sitio ni un centímetro, exceptuando la cabeza que colgaba rozando el pecho.

- Cuatro... - una voz distorsionada la sorprendió, proveniente de alguna parte indeterminada de aquel sitio. - Cuatro lunas iluminan la estrellada noche. -

La voz parecía provenir de Natalia, mas sus labios no se movían ni un ápice. - Cuatro lunas iluminan la estrellada noche, veladas por el pecador de ojos negros. El primogénito corre sin moverse, huyendo de su deuda mientras la venganza busca a su presa. - la joven de los Moretti sufrió un espasmo, pero aquello parecía no haber terminado - Una quinta luna irrumpe en la oscuridad, alegando deber y derecho, impotente ante el camino de la Verdad. El Ojo, premia a aquellos que rechazan el camino, creando el suyo propio. -

De improvisto, Natalia apretó con mucha fuerza las manos de Pamela, tanto, que incluso le dolía. Como enloquecida, la joven levantó la cabeza mirándola con aquellos ojos negros y vacíos. - Aquellos que te han salvado serán tu perdición. - 

La joven se echó hacia atrás, despacio, como si fuera a caerse pero sin soltar el contacto que tenía con la mercenaria. Ésta no sabía si Natalia tenía control o no de su cuerpo, pero no quería que la soltaran y, quién sabe, se quedara tirada en aquel sitio tan terrorífico.

Con un chillido desgarrador, como el de una banshee que llora por su amado, la sensación de velocidad volvió a ella y casi perdió el conocimiento hasta que se encontró a si misma tumbada en el suelo.

Allan seguía en el mismo sitio donde se había quedado, pero Natalia se encontraba de rodillas a un par de metros de la mercenaria. La niña echó la cabeza hacia atrás, lanzando un chillido que de seguro se escuchó muy lejos de allí. Allan apretó los dientes, pero se quedó todavía inmóvil.

Lo que vino después fue incluso más impactante que aquel pequeño viaje sensorial que había creído tener. Llevándose las manos a la cara, Natalia Moretti se tiró de la piel de la cara, encogida sobre si misma. Parecía hacerse más grande, mientras que su rostro se afilaba más y más. Su pelo, por otro lado, creció mucho, casi convirtiendo su melena en el doble de larga que antes. Al final, se echó hacia atrás y observó como si figura parecía haberse desarrollado más. Sus pechos, para el ojo femenino de Pamela, habían aumentado un poco y sus caderas crecieron ligeramente al unísono. Al fin, cuando todo parecía terminado, Natalia se quedó tumbada en el suelo, temblando...

...sólo entonces Allan salió corriendo hacia ella, tomándola en sus brazos. Parecía asustado, pero no sorprendido, y le susurraba cosas que Pamela no era capaz de oír.

Es oficial... No debería haberme levantado aquella mañana. Nada de lo que decía tenía sentido... Excepto eso de la perdición, que confirmaba mis sospechas de que debería haberme ido cagando leches hace tiempo. Sin embargo, esos ojos negros vacíos no me daban demasiada buena espina. Algo me decía que había algo más. ¿De qué iba todo esto? ¿Y por qué tanto interés en ver mi futuro? No creía que Allan la hubiese convencido. Esa chica parecía de aquellas chicas huracanes y Allan era el cazador de tormentas que siempre va detrás. Pero todo era algo demasiado complicado. Yo soy una chica de acción/reacción. Y encima... ¿de verdad le han crecido los pechos? Me miré de reojo, y realmente, pensé que debía enseñarme el truco. No me vendría mal que me creciese el busto. Pero de todas maneras, era antinatural. Además, verle recogerla así tan cariñosamente... No estaba celosa. Qué estupidez, no habíamos hablado en persona por años. ¡AGHHH! ¡Detesto esta situación!

Me revolví el pelo dando patadas al aire.

-Tendría que haberme quedado en mi casa... -suspiré. -Sigo teniendo muchas preguntas, pero... Ahora vas a explicarme por qué tanto interés en saber mi futuro... Que es bastante negro. O porque esa chica se parece tanto a ti... En cuanto se ponga mejor... Si es que vivo para contarlo. -añadí. Aunque la verdad, parecía que iba a seguir viva para ser testigo de cosas horribles.

Encendí el pinganillo para hablar con los demás.

-Chicos, por lo que más queráis, no abráis el libro cuando lo encontréis. Es una trampa. -me inventé. No tenía que contarles todo. Aunque no era del todo mentira. -Por nada del mundo.