Partida Rol por web

Intrigas en la Corte

Salón Principal

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03/11/2017, 16:19
Kurr

Ante las palabras del rey Uthor, me incorporo de inmediato. Me encuentro gratamente sorprendido ante la decisión del monarca de dejarme comer en la misma mesa que su familia, el bufón y la dama de compañía de la princesa Elizabeth.

-Como ordenéis, Majestad -declaró, golpeando mi puño derecho sobre el pecho.

Sin más, tomo una de las sillas cercanas y me siento a comer junto a la familia real.

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03/11/2017, 17:17
Príncipe Dionysos

El príncipe suspira y se acomoda.

Su eterna sonrisa desaparece por un instante.

Sabía que las cosas no serían tan sencillas.

Levanta la vista buscando a algún sirviente de castillo.

En la mesa del servicio solo ve al mozo de establos y algunos otros de responsabilidad muy específica. Él necesita a alguien que se desenvuelva bien por palacio: Necesita a Ibb.

Juraría que estaba allí sentada. ¿Dónde estará ahora?

Busca a la chica por la sala y, de encontrarla*, le dedica una sonrisa y un gesto para que se acerque.

Notas de juego

*Me pareció leer que salías narrado pero no en notas, y ya no sé si sigues aquí.

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03/11/2017, 17:22
Príncipe Dionysos

Mucho me temo, milady, que nuestra aventura por palacio ha llegado a su fin antes de comenzar. Mi señor padre desea que permanezcamos aquí en lo que dure la cena.

Se gira entonces a su hermana.

Hermana, no te preocupes. Buscaremos una solución en lo que dure la recepción.

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03/11/2017, 18:09
Enzo

Con una sonrisa, el bufón se levantó de la mesa y se dirigió al centro de la sal del banquete.

 -¡Damas y caballeros! Espero que estéis disfrutando de la espléndida hospitalidad de nuestro gran Rey Uthor. ¡Loado sea el Rey por su generosidad!

El bufón aplaudió y luego hizo una reverencia al monarca.

 -Pero… Me temo que no sólo de pan vive el hombre. Por eso mismo, nuestro grandioso monarca ha dispuesto que no sólo hubiera alimento para el cuerpo en este banquete, sino también para el alma. Por favor, permitidme que nutra vuestro espíritu con mi arte.

El bufón miró a la princesa y sonrió antes de comenzar.

 -El relato que voy a narrar sucedió hace ya varios siglos, pero la huella que dejó en la historia fue tal que ha llegado a nuestros días prácticamente intacto. Resulta que hace unos cuantos cientos de años, estas tierras lejos de formar un reino, eran parte de un pequeño pero rico condado. El conde que gobernaba el territorio tenía una hija como única heredera de su título. Y aquella doncella tenía fama de ser la mujer más hermosa que jamás viviera. Sus cabellos, del color de la miel clara, enmarcaban un rostro de facciones perfectas, con ojos verdes como las esmeraldas más puras y con labios rojos y llenos como las bayas en pleno verano. Tenía además una voz y una gracia que hacían que los ángeles del cielo rabiaran como condenados por la envidia. Y si sus virtudes acabaran ahí, no estaría yo contándoos este relato. Aparte de su belleza y su gracia, la joven poseía además un agudo intelecto y una curiosidad insaciable que pronto la convirtieron en la principal consejera de su padre. Sin embargo, el conde pasó a mejor vida antes de lo esperado y la doncella heredó su título demasiado pronto.

 Seguro que podéis imaginaros lo que sucedió en cuanto terminó el luto por el anterior conde y la joven fue coronada condesa. Exacto, empezaron a llegar los pretendientes. ¡Parecía como si todos y cada uno de los jóvenes solteros que existían en ese momento en el mundo hubieran acudido a aquel pequeño condado! Claro que no era para menos, ya que el premio a conseguir eran tierras, un título y la mano de la más bella de las mujeres. Sin embargo, la joven condesa los rechazó a todos y cada uno de ellos. Ella era la dueña de aquellas tierras y de su vida y no pensaba dejarse avasallar por el primer noble almibarado que se presentara en su castillo. Aquellos pretendientes que no se fueron de buena gana al oír la negativa de la doncella, tuvieron que ser convencidos por su guardia personal. Sin embargo… Hubo uno con el que ni la guardia pudo. Se trataba de un barón que como única posesión tenía un trocito de tierra baldía a su nombre. Pero lo que le faltaba en riqueza lo compensaba en fuerza militar, ya que poseía un ejército fuertemente armado y preparado. Él mismo poseía una fuerza nada desdeñable, ya que era un hombre enorme, capaz de partirle el cuello a un toro con sus manos. Ese pretendiente no pidió, ni siquiera exigió la mano de la condesa. Él directamente amenazó: o la condesa se convertía en su esposa para la puesta de sol o para el siguiente amanecer la tomaría como esclava tras conquistar su castillo.

 La joven condesa largó a aquel sujeto, el cual juró que regresaría con su ejército para conquistarlo todo. La guardia personal de la condesa empezó a entrar en pánico. Si aquel barón les atacaba, acabarían por sucumbir con toda certeza. Porque lejos quedaban los años en los que el castillo había soportado guerras incesantes y en su estado actual, no aguantaría un asedio. Sin embargo, lejos de asustarse, la joven condesa pidió a su chambelán que le trajera el veneno más potente que pudiera encontrar en el castillo. El pobre hombre pensó que su señora iba a beberse la ponzoña para acabar con su vida, ahorrándose así una vida de sufrimiento bajo el yugo de aquel rudo barón. Pero nada más lejos de la verdad, damas y caballeros. Ya os he comentado que la joven condesa tenía una inteligencia viva y despierta como ninguna. Ordenó a todo el personal del castillo que pusiera grandes hogueras alrededor de la puerta principal y mandó a sus guardias que buscaran al mejor arquero de todo el condado. Al caer la noche, el barón se encontraba a las puertas del castillo con su ejército, listos para entrar en combate. Pero la condesa había dispuesto al arquero que sus soldados le habían encontrado encima de la muralla del castillo mientras ella observaba desde una posición más resguardada. Las hogueras que sus sirvientes habían encendido previamente alrededor de las puertas iluminaban al barón con claridad, convirtiéndole en un blanco perfecto.

 Pero antes de que el arquero pudiera disparar, éste murió atravesado por varias docenas de flechas enemigas disparadas hacia él. El barón rió estentóreamente, burlándose del estúpido plan de la joven condesa. ¿En serio esa chiquilla había pensado que un único arquero podría llegar a tocarle sin más? Y entonces la risa se cortó, convertida en un gorgoteo agónico. Los soldados miraron a su líder y vieron que tenía su enorme cuello atravesado limpiamente por un dardo de ballesta. El barón cayó al suelo muerto, ya que el dardo no sólo le había dado en un punto vital, sino que además estaba totalmente embadurnado en veneno. Cuando los soldados enemigos buscaron el origen de aquel disparo mortal, encontraron a la joven condesa con una ballesta en las manos, mirándoles desafiante. Había colocado a aquel arquero en una posición tan evidente para que el enemigo se confiara y la subestimara. Y eso al barón le había costado la vida.

 Sin un líder que los dirigiera, los soldados acabaron por dispersarse y los pocos que aún seguían con ganas de guerra fueron neutralizados por el ejército de la condesa. Por descontado que la noticia de la victoria de la joven recorrió el condado y los territorios vecinos a la velocidad del rayo, inflándose y adquiriendo carácter de leyenda cada vez que se repetía. Gracias a esta fama, la condesa vivió en paz el resto de su vida ya que nadie se atrevió a atacar su condado de nuevo. Y aún hoy, los descendientes de tan valerosa mujer guardan como el tesoro que es a la ballesta que otorgó la victoria y la paz a aquellas tierras. Y con esto finalizo mi relato, damas y caballeros. Así me lo contaron a mí y así se lo he relatado.

El bufón realizó unas cuantas reverencias al público antes de regresar a la mesa para beber un poco de agua. Estaba seco no, lo siguiente.

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03/11/2017, 18:10
Enzo

 -Siento que no fuera el relato romántico que os prometí Lady Katherine, pero tiempo habrá para contar más historias.

Enzo bebió agua en abundancia para aliviar la sequedad de su garganta y luego miró a la Princesa.

 -Espero que el relato os haya entretenido, alteza.

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03/11/2017, 19:13
Ibb

Antes de abandonar la sala doy un último vistazo a su interior, por si encontrara algún fallo que debiera ser reparado, cuando observo que el príncipe me hace una señal para que acuda junto a él. Asiento con la cabeza, y mientras camino hacia la mesa de los nobles, Enzo se dispone a contar una historia, atrayendo la atención de todos.

Con discreción, abriéndome paso por los pasillos junto a los muros, y con el semblante serio, avanzo hacia el príncipe.

-¿Mi señor? -Pregunto cuando llego a su lado, con voz queda, para no perturbar la narración del bufón.

Notas de juego

No lo había puesto en notas por si alguien me requiriera antes de salir, como ha sucedido =D

De hecho, me has interceptado a un post de anunciar mi salida.

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03/11/2017, 19:18

Recibo una nota de la mano de Rita, la criada de la Reina. Abro la nota y la leo. Acto seguido miro a la Reina, y le hago un gesto de incomprensión, casi imperceptible. Acto seguido la Reina me hace un gesto, invitándome a acercarme. -No sé si es buena idea hablar de esto ante todo el mundo, pero son deseos de su majestad.- pienso.

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03/11/2017, 19:21

Ante el gesto de su Majestad la Reina, abandono mi plato y lavo mis manos con un paño preciosamente bordado. Me levanto y cruzo los pocos metros que nos separan, cuando Enzo comienza a narrar su historia. Paso por detrás de él, casi desapercibido, pues emboba a todos con sus palabras. Hago una reverencia al Rey, luego a la Reina, y espero.

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03/11/2017, 19:57
Príncipe Dionysos

El príncipe baja la voz y enmascara su conversación con Ibb bajo el relato del bufón.

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03/11/2017, 20:25
Príncipe Dionysos

Querida Ibb. Siento tener que llamarte para algo tan mundano. No sabes lo feliz que me haría pedirte que me acompañaras a un lugar más íntimo en lugar de tener que pedirte lo que te voy a pedir.

Por desgracia, nuestro padre se ha mostrado tajante e inflexible con nuestra presencia aquí en lo que dure la cena.

Así pues, en lo que tarden los invitados en hacer cuenta de tal innumerable cantidad de viandas, estamos encerrados en este salón.

Debo pedirte que seas mis ojos, mis oidos, mi voz y mis manos esta noche. De nadie más que de tí me fio, y mi padre está nervioso por algo.

Cuando todo este banquete termine te pediré consejo sobre una idea con mi problema. No me fío de mi capacidad para saber si es o no un error. Pero ahora, como te decía, debo pedirte recados más mundanos.

Mi hermana necesita su abanico para no desfallecer, puesto que su corsé la aprisiona demasiado y también necesita cualquier excusa para abandonar la sala sin que mi padre se enfurezca. Yo necesito tu compañía, pero aquí me está prohibida, por lo que no me queda más que mi violín, que está en el estuche de mis aposentos. Si fueras tan amable de conseguirnos abanico y violín, harías de nuestra velada un lugar mucho más placentero.

Siento encomendarte tareas tan ridículas a tí, que eres la más valiosa flor de este castillo.

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03/11/2017, 20:42
Ibb

Me inclino para escuchar lo que me dice el príncipe, y mientras habla, frunzo el ceño, concentrada. Para responderle, por otro lado, decido arrodillarme sobre el suelo, para que nuestras cabezas queden casi a la misma altura, y, sin mirarle, comienzo a hablar.

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03/11/2017, 20:43
Ibb

-Sabéis que mi deber aquí es para con vos y vuestra familia, mi señor. No tengo ningún problema en acercaros vuestros objetos preciados. -Asiento con la cabeza, dirigiéndole una mirada de soslayo- Por otro lado, lo que habéis dicho del rey... me preocupa. ¿Queréis...? 

Me detengo durante unos instantes. La idea que ha cruzado por mi mente es irreverente y arriesgada, pero jamás me perdonaría que la cobardía me frenara de ayudar a la familia real.

-¿Queréis que me asegure de que los demás invitados están... "debidamente instalados"? -Le miro intensamente durante unos segundos, esperando que entienda lo que quiero decir- Es decir, sólo una doncella de cámara puede asegurarse de que las viandas y los objetos personales de todos los invitados están en su sitio correcto. A nadie debería escandalizar, es parte de mi trabajo.

No es que vaya a rebuscar entre sus objetos personales, pero si hay algo fuera de lugar, o sospechoso... enviar a un guardia a registrar a los nobles sería un verdadero problema diplomático, pero todo el mundo sabe (injustamente) que las doncellas son chismosas y entrometidas por naturaleza. 

Sin embargo, haberlo expresado así, podría haber sido una verdadera imprudencia. Agacho la cabeza, esperando la respuesta del príncipe, con el corazón acelerándose en mi pecho.

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03/11/2017, 21:05
Príncipe Dionysos

Es una excelente idea, mi querida musa. Y aún hay algo más que puede resultar... interesante. No sólo los invitados deben estar debidamente acomodados, también los residentes en palacio - dice como preámbulo.

No sé si os habéis fijado en el Gran Maestre. El Rey desconfía de él y yo... bueno, he observado que éste daba órdenes a la doncella de mi hermana.

¿Eso tiene algún sentido para ti? - niega con la cabeza acompañando sus palabras. - No. No lo tiene. Quizás debas comprobar en el despacho del maestre que todas sus pertenencias sigan en su sitio. No querríamos que con tanto revuelo se traspapele alguna de sus posesiones más preciadas.

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03/11/2017, 21:15
Anne

Contemplando a Ibb arrodillada, la Reina no puede evitar ser asaltada por una serie de pensamientos turbadores.

Espera que nadie se dé cuenta, aunque seguramente Ibb sí lo haya notado.

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03/11/2017, 21:19
Ibb

Mi corazón late más violentamente contra mis costillas. Una cosa es excusarme en cambiar las sábanas de algún invitado, pero visitar las estancias del gran maestre... son palabras mayores.

-Haré lo que vos deseéis, mi señor -respondo, sin mirarle- pero... espero que podáis respaldarme si algún guardia considera que mi trabajo allí pudiera resultar sospechoso. -No quiero que atrapen y me corten las manos por ladrona. El rey es implacable en ese sentido- Me aseguraré de que todo está en su lugar correcto, tanto en la residencia del gran maestre como en las alcobas de la doncella de vuestra hermana.

Así que visitar los aposentos del maestre, de Eleanor, y darme una vuelta por los de los invitados. Y, por supuesto, traer el violín y el abanico. Todo esto, antes de que termine la cena. Doy un vistazo al resto de la sala, preocupada por si los platos ya estuvieran casi vacíos. Descubro que la reina nos mira, y desvío la mirada, azorada. No quiero que lea nuestras intenciones en mis ojos.

-Debéis pedirle más entretenimientos al bufón, mi señor. Que alargue la velada todo lo posible. La mayor parte de la guardia está aquí, y aquí debe quedarse. Al igual que todos los nobles. Me iré de inmediato, ¿queréis algo más?

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03/11/2017, 21:20
Ibb

Hablo, concentrada, con el príncipe. Sus palabras me turban, pero mantengo el semblante serio. En determinado momento, paseo la mirada por la sala, en cuyo recorrido me topo con los brillantes ojos de la reina. Desvío la mirada, sonrojándome. 

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03/11/2017, 21:22
Anne

- Maestre, honradnos con vuestra presencia en la mesa real; vuestro aislamiento, en aquella humilde mesa, nos preocupaba a su Majestad y a mí - dice con una amplia sonrisa.

- No es necesario que habléis, si no se os pregunta; no quisiéramos perturbar vuestros pensamientos, que sin duda son elevados y profundos. Mas, para vuestro bienestar, creemos necesario que permanezcáis a nuestro lado.

- Más tarde - añade la Reina, mientras contempla con fijeza a la criada Ibb, que está arrodillada junto al Príncipe Dionysos - requeriré que finalicemos nuestra partida de ajedrez, donde vos prefiráis, Maese.

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03/11/2017, 21:24
Edmund

Los nobles en verdad no sabían disfrutar de una fiesta. A lo mejor - pensó el mozo mientras vaciaba su jarra - ellos están tan acostumbrados a asistir a fiestas y reuniones como tú a recoger boñigas de los establos. Y bien dicen que lo poco, agrada. Y lo conocido, puede aburrir si se repite en demasía.

Y en esas estaba el joven, observando aquí y allá, entre distraído y ensimismado, viendo cómo unos cruzaban, otros respondían a un gesto, aquel se inclinaba y todos cuchicheaban sin mesura sin dar descanso a sus lenguas, aunque sus platos seguían bien llenos.

Así vio regresar junto al Príncipe a la esbelta Ibb, y al viejo Maestre acercarse a los monarcas, y a la hermosa Princesa casi desfallecer en su silla, mas recuperándose de súbito, agregarse sin tardanza a otra nueva tertulia.

Junto a él, sin embargo, Jarre se mostraba más bien esquivo a sus intentos de conversación, así que vaciando y llenando vasos -en ese orden, o en el contrario - Edmund escuchó cautivado la historia que declamó del bufón, que debía contener en sí misma alguna sabia enseñanza que él no comprendió, pero se alegró de la viveza de aquella valiente condesa, por lo que no pudo menos que aplaudir con fuerza cuando terminó la narración de la aventura y cuando desocupó las manos de esta tarea, volvió a tomar un último bocado escogido al azar del plato que más cercano tenía.

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03/11/2017, 21:29
Príncipe Dionysos

Nada es urgente. Yo te cubriré hasta las últimas consecuencias, pero debemos ser cabales. Si regresas primero con abanico y violín, nuestra conversación no despertará sospechas y yo mismo entretendré a la corte acompañando con música a Enzo.

Pero de todos modos, no te expongas. Prefiero millones de veces que no tengas ocasión de entrar en cualquier estancia que te pongas en peligro. Recuerda lo dicho: nada es urgente.

El príncipe iba a estar intranquilo mientras no viese a Ibb regresar. Esperaba no haberle pedido demasiado.

Quizás sea mejor que reduzcas tu ronda sólo a lo imprescindible.

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03/11/2017, 21:28
Eleanor

Tras escuchar las duras palabras del rey hacia Elizabeth, Eleanor se sentó de nuevo en la mesa. Enzo se había animado a contar una historia, y los cuchicheos se perdían tras las palabras del bufón. Discretamente, se inclinó sobre la princesa para hablar con ella.