Partida Rol por web

Aunque escuchar a los chicos siempre era una buena idea, en aquel momento no convenía que se alborotaran demasiado, pues todos tenían los nervios a flor de piel.

Y el pensamiento de Julio no tardó en confirmarse cuando George reaccionó de aquella manera inesperada y, sin más, abandonó la clase. Tentado estuvo de seguirlo, porque no era cuestión de dejar solo al chico con aquel estado de ánimo...

Los instantes de duda fueron suficientes para que la decisión se tomara por sí sola: ya no tenía forma de alcanzarlo ni de saber hacia dónde se había dirigido, así que se unió al tutor e intentó apoyarlo.

- Sí, por favor. Intentemos todos mantener la calma y no decir nada que pueda molestar a otros, ¿de acuerdo? -Apenas miró a Amanda pero un escalofrío lo recorrió de arriba abajo al recordar como pocos segundos antes la chica había reconocido que pegaban habitualmente a Marisa, sin el menor pudor. Buscó las caras del resto de alumnos, que según la chica también se habían comportado igual "todos". Y esta vez los contempló con nuevos ojos y le resultaron menos simpáticos y apenas inocentes, como pequeños cachorros salvajes que pese a su aspecto adorable guardan en su interior todo el instinto de una bestia.

- Yo por mi parte, os repito que si alguien tiene algo que contar estaré encantado de escucharos, a todos.

Los alumnos se quedaron todos en silencio, algunos se miraban entre ellos enfadados, pero en general parecía que no iban a decir nada. Pasaron unos minutos realmente tensos en los que ninguno dijo nada hasta que la puerta volvió a abrirse, en esta ocasión entraron un hombre de aspecto de media edad y un policía nacional bastante serio. Cuando el policía entro algunas chicas se quedaron mirándole y susurrando, pero no solo ellas, también algunos chicos.

Mientras el policía nacional se quedaba con los brazos cruzados el hombre de mediana edad decía mientras enseñaba una placa de policía a los profesores:

- Buenos días y disculpen la interrupción, pero hemos venido buscando a uno de sus alumnos... George Ander...

El policía miraba a todos los chicos como tratando de ver alguna reacción por parte de este y al mismo tiempo los demás alumnos empezaron a susurrar entre ellos, estaba claro de lo que estaban hablando, los susurros apenas se distinguían pero estaba claro que los chicos estaban diciendo que la policía se llevaría a George porque había matado a Marisa

No se había conseguido asentar el silencio en el aula cuando un policía de uniforme y otro hombre de paisano que les mostró una placa - Julio no atinó a fijarse en detalles: ¿Quién era? ¿Un detective, o inspector...? ¿Qué importaba? - alborotaron de nuevo el ambiente.

El profesor escuchó incrédulo las palabras del policía, y respondió molesto, sin poder contenerse.

- Y se le ha ocurrido que el mejor modo de encontrarlo era irrumpir en plena clase y traer a este matón con usted? - señaló al policía, que de brazos cruzados los miraba fijamente desde su solitaria altura. - Bastante nerviosos están ya los chicos, por todos los...! Acaban de enterarse de la noticia, sabe? Esto es lo último que necesitan, chismes, sospechas y teatros.

Hablaba con un chirriante susurro, intentando ocultar la conversación a la clase, pero en un tono bastante más alto de lo que pretendía. Se apretó las manos una contra la otra, en un gesto nervioso, y suspiró antes de rebajar algo su tono crispado.

- De todas formas George no está aquí, ahora. ¿Para qué lo buscan? Tal vez nosotros podamos ayudarles... - recordó las palabras del chico y lo afectado que parecía. Ël apenas lo había conocido, pero entre todo el grupo Julio había tomado su dolor como el más sincero.

En el momento en el que estoy a punto de llegar a la puerta noto como el pomo se gira y el leve crujido de las bisagras anuncian la llegada de lo que parecía un hombre de una edad parecida a la mía y un robusto policía que lo seguía. Me detuve y retrocedí un par de pasos hasta volver a donde se encontraba Julio. Me sorprendí gratamente de la presencia de estos hombres en nuestro aula y más aún cuando el hombre que se encontraba junto a mi me mostró la placa y reclamó la presencia de George.

Observe como Julio les plantaba cara a estos señores y descargaba sus nervios contra ellos, había perdido un poco los nervios pero aun así no perdió la razón, estaba de acuerdo con sus palabras, coloque una mano sobre su hombro y me dirigí a ellos. - Esta bien Julio tranquilízate, no nos sirve de nada enfrentarnos a estos señores en este momento. - Dí unos pasos hacia delante y me coloqué frente a la pareja de hombres. - Disculpen caballeros pero aunque las formas de mi compañero no fueran las más adecuadas estoy completamente de acuerdo con él, lo último que necesitan estos chicos ahora es que vengan ustedes a ponerlos más nerviosos con lo que ha sucedido tan reciente. Si necesitan cualquier cosa de George y puedo ayudarlos preguntenme, yo soy su tutor, pero por favor acompáñenme mejor fuera y hablemos allí. - Mientras pronuncio estas últimas palabras hago un gesto con mi mano indicando la puerta y que quiero que me acompañen fuera.

No puedo evitar echar un vistazo a los chicos que parecen aún más alarmados que antes, es evidente que algunos cuchichean sobre el tema, otros solo observan la escena y a los nuevos personajes en el aula. Mi cuerpo se encuentra bastante tensionado y me vienen a la cabeza algunas ideas algo extrañas y pensamientos. - ¿Por qué buscarían a George estos señores?

El policía mira a Julio y dice tranquilamente:

• Usted hace su trabajo y yo hago el mío… y si tenemos que venir aquí a por el chico venimos, su trabajo es el hacer que los chicos no sigan con los rumores

Tras el comentario de Raul el hombre asiente, los alumnos no dejaban de hablar entre ellos, se escuchaban comentarios sobre que venían a detener a George y cosas similares, finalmente ambos hombres acompañan a Raul fuera del aula, dejando la puerta entre abierta, el inspector suspira y dice:

• Disculpen pero es realmente necesario que encontremos a ese chico porque, bueno, ustedes son sus tutores, mejor que lo vean ustedes

El hombre saca un papel escrito a ordenador metido en un plástico, en el puede leerse

Soy Marisa, se que lo que voy a hacer pondrá triste a mi madre y puede que traiga la desgracia sobre ella, pero espero que puedas llegar a superarlo, se que no fui una buena hija y que podría haberlo sido mejor, por eso espero que puedas recuperarte. Esta nota es mi disculpa por hacer esto, pero no podía mas, lo pasaba demasiado mal y George todos los días y los demás abusaban de mí, no puedo mas y ayer George consiguió que llegase a un punto que no podía mas… ya no puedo más, prefiero morir y desaparecer de este mundo, lo siento mucho y perdonadme y adiós.

El policía se queda unos momentos callado y suspira, entonces dice:

• Estaba en el bolsillo de la chica… y tenemos que hacerle unas preguntas a ese chico como comprenderán

Julio aumentó su cabreo con la respuesta del policía. Apretando los dientes se acercó a él, conteniendo claramente una respuesta todavía más airada.

- Si usted hace su trabajo, no me diga cómo debo hacer el mío, inspector! - luego apretó los puños en un gesto de impotencia. Si no lograba controlarse enseguida la rabia y la tensión se apoderarían de él, así que suspiró y tomó aire mientras veía a Raúl charlando fuera con el detective. Pudo ver el papel que le mostraba y tuvo la sensación de vivir una escena irreal, algo que había visto tantas veces en películas, pero que no era capaz de relacionar con su propia vida, con aquel momento. Se preguntó si todo sería un vívido sueño.

Se giró hacia los chicos y allí estaban todos, frente a él, cuchicheando sobre Marisa, sobre él, sobre el policía... Todo demasiado cercano y real, por desgracia. Buscó la mirada de Raúl adivinando y temiendo lo que aquella nota podía contener. Se acercó a los dos hombres y desde el umbral de la puerta habló al profesor, ya calmado, casi abatido.

- ¿Quieres que intente buscarlo? Tal vez así sea más fácil convencerlo de que vuelva y hable con ellos - se refirió a los agentes con un gesto de la cabeza, pero no les miró. No le apetecía dejar a los chicos, pero con Raúl estarían bien.

Tome la nota entre mis manos temblorosas y la abrí deseando que no contuviera lo que ya imaginaba, por desgracia mis deseos no se cumplieron. Cada palabra que el negro carboncillo me mostraba era peor que la anterior, mis nervios cayeron y me sentí peor que nunca, mi respiración se entrecortó levemente por unos instantes. Cerré mis ojos, di un gran suspiro y intenté volver a retomar la calma.

- Discúlpenme caballeros pero el señor Ander no se encuentra aquí en estos momentos y no puedo facilitarles su localización actual pues la desconozco. - Volví a cerrar la nota con cuidado y se la entregué de nuevo al inspector.

En ese momento Julio se acercó a la puerta, lo escuché atentamente y asentí con mi cabeza aprobando su idea. - Es una buena idea Julio, sería de gran ayuda. Yo me quedaré vigilando a los chicos e intentando calmarlos un poco. - Agarré el brazo de Julio y me acerqué un poco a el para hablarle en un tono más bajo. - No seas brusco con George ¿de acuerdo? Es un chico un poco violento, pierde los nervios con facilidad. - Solté su brazo y volví a colocarme junto a la pareja de visitantes esperando algún otro tipo de petición que pudiera realizar y ver si podía ayudar en cualquier cosa para facilitar la resolución de todo lo ocurrido.

No era tanto la reacción del chico la que le preocupaba, sino su estado, pero Julio asintió en silencio y con una última mirada a la clase se aventuró por el pasillo, caminando primero sin un rumbo fijo pero dejándose llevar por la rutina que le conducía irremediablemente hacia la salida y desde allí, al patio.

Caminó por el gran espacio vacío lentamente, sumido en sus pensamientos y haciendo una búsqueda descuidada del chico. No creía que fuera a encontrarlo, pero debía reconocer que salir del aula y tomar aire fresco a la luz del sol le producía un bienestar que necesitaba con urgencia. La imagen de la chica fallecida era lo que ocupaba sus pensamientos, sin dejar espacio para nada más. Su mirada triste y el hecho de haber dejado pasar, seguramente, los indicios que podrían haberla salvado.

Y ese chico, George. Su actitud había sido extraña, y al parecer cuadraba poco con su caracter habitual.  Pero a Julio le resultaba la reacción más sincera de todas. Él mismo había confesado maltratar a Marisa. ¿Porqué entonces aquella actitud? El peso de la conciencia? Tal vez algo más? En estas edades los chicos pueden pasar el odio al... amor con gran facilidad...

Pero aunque los modos de la policia no le habían gustado nada, si la nota de Marisa apuntaba a George, era algo que había que tratar cuanto antes. Avivó el paso y recorrió el perímetro del colegio con paso cada vez más vivo.

Julio se marcha para buscar a George y los dos policías asienten, el inspector dice que se encontraran en el despacho hablando con el director.

Al dirigirse a la puerta y abrirla encuentra a varios alumnos pegados a la puerta, concretamente eran Amanda y Carlos, este corre hacia su sitio mientras que la chica casi se cae al huir del profesor. La clase estaba claramente alborotada y sorprendida, cuchicheaban entre ellos, pero parecía que ninguno se atrevía a preguntar realmente.

José Antonio que era el que parecía estar más tranquilo se aclara la garganta, todos se quedan callados en ese momento y dice:

- Señor profesor... que es lo que ha hablado con el policía... seguramente algo referente a George y la suicida no?

La voz de Amanda suena en ese momento:

- Si... ha dejado una nota diciendo que era el seguro... seguro profesor...

El resto de chicos se mantenían escuchando atentamente y expectantes. En ese mismo momento llega un mensaje al móvil del profesor procedente del jefe de estudios

La niña ha sido ya trasladada, las clases se suspenden por todo el día, el instituto va a mandar una representación para las dos últimas horas de clase, los alumnos que quieran rendir homenaje pueden venir

Julio estuvo dando vueltas un rato por el centro, hasta que no muy lejos de este cerca del edificio que pronto seria derribado para hacer una ampliación al centro estaba de pie George, el chico estaba serio dando patatas al muro del edificio, Julio pudo darse cuenta que tenia los nudillos rojos con un poco de sangre, sin duda había dado más de un puñetazo en la pared, el chico se mantenía callado y parecía que no se había dado cuenta de su presencia, en ese momento el móvil del profesor suena, es un mensaje del jefe de estudios

La niña ha sido ya trasladada, las clases se suspenden por todo el día, el instituto va a mandar una representación para las dos últimas horas de la clase, los alumnos que quieran rendir homenaje pueden venir.

Se acercó al muchacho caminando despacio, con las manos metidas en los bolsillos y se detuvo a unos pasos mientras lo observaba soltar su rabia contra aquel muro. Una imagen desoladora y al mismo tiempo un reflejo claro de la situación en la que se debatía el chico.

- Hola, George - sin saber muy bien qué hacer esperó, hasta que se decidió a añadir algo más. - ¿te apetece charlar un rato conmigo? Podemos dar un paseo, y la pared seguirá ahí cuando vuelvas.

El chico mira al profesor cuando este le habla, parecía que estaba realmente enfadado, a su pregunta niega con la cabeza y se empieza a alejar mientras dice:

- Déjeme, es mejor... si no quiere que le pase nada déjelo pasar y ya esta

El chico caminaba rápido para alejarse de allí.

Se quedó un momento intentando desentrañar el mensaje en las palabras de George. Era una amenaza provocada por la rabia, o había algo más?

- No quiero agobiarte, pero no soy el único que te busca. - Caminó tras el joven con las zancadas más amplias que sus largas piernas le permitían. - La policía ha estado en clase. Aunque huyas de mí ellos terminarán por encontrarte. Si tienes algo que contar, este podría ser un buen momento para charlar.

No sabía si el viento diluía sus palabras o si George caminaba sin querer prestarle atención. Al fin se detuvo, pues le resultaba absurdo correr tras él, pero en un último intento, juntó sus manos y gritó a través de ellas, con la esperanza de que las palabras llegaran nítidas hasta los oídos de George y bastaran para convencerle.

- George, escucha. Yo apenas conocí a Marisa, no tuve esa suerte. E incluso así siento que le debo algo, que podría haber hecho más por ella, ayer mismo. Me duele su pérdida y no puedo imaginar cuánto te duele a ti, pero huir no es la solución a los problemas, nunca. Antes o después te alcanzarán, muchacho. Es una lección que vais a tener que aprender demasiado pronto. No hagas que sea más duro de lo que ya es... - bajó las manos y se detuvo, sin apartar la mirada de la espalda del chico, al que creía dolido por la muerte de la chica: Por mucho que Marisa lo señalara en su nota...

Cierro la puerta tras de mi y miro a la clase bastante alborotada, camino hasta el centro y observo todo el aula de izquierda a derecha, escucho a Jose Antonio y a Amanda pero no puedo sacar de mi cabeza la nota que había leído hace unos momentos escrita por Marisa antes de morir. Me recoloco las gafas con el dedo indice y suspiro un poco.

- Vamos chicos por favor mantengamos la calma, no sirve de nada estar tan alborotados. Dejemos a George tranquilo, ha sido un día muy duro para todos y es normal que esté afectado - Mientras dirijo mis palabras a los chicos puedo notar varias vibraciones en mi bolsillo derecho, tras terminar de dirigirme a los alumnos que escuchaban con atención, metí mi mano derecha en mi bolsillo y cogí el móvil, al desbloquearlo puedo leer el nombre del director como remitente de un sms, leí su contenido con atención y tras ello volví a guardar el aparato en mi bolsillo y volví a mirar a los chicos.

- Lamento comentaros chicos que las clases de hoy se han suspendido, al final del día los alumnos que quieran rendir homenaje a Marisa podrán asistir a su velatorio en compañía de algunos profesores que asistirán a dicho acto.