Partida Rol por web

Irina...

Capítulo XIII: Día 8: El Castillo de Strahd, en busca de la luz de la espada.

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12/12/2016, 07:34
Igor Olivero *

Viendo cuál era la amenaza, volvió a colgar su mayal y sin bajar del todo la guardia, simplemente hizo un pequeño gesto con la mano pidiendo a todos un poco de calma.

No pudo impedir, sin embargo, que la joven se pusiera a comer aquel vomitivo tentempié, máxime cuando todos llevaban raciones de viaje encima, que si bien no eran un gran manjar, nada tenía que ver con la bazofia que estaba ingiriendo aquella pobre criatura. 

Se acercó a ella y con gentileza le agarró del brazo levantándola de la bandeja. - Aguarda un poco y podrás comer - le susurró.

Luego le preguntó a la criatura tratando de obtener algún tipo de información útil- El amo nos quiere arreglados y listos para sentarnos en su mesa. ¿Dónde están las pertenencias de estos comensales? -.

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15/12/2016, 06:08
Cyrus, guía del castillo

El hombre del castillo miró a todos con mucho desagrado pues nadie se rió ante su chiste. Su cara cambió por completo, estaba lejos de expresar ira, pero sí que se había enfadado ligeramente al notar que su chanza había sido nublada por sus preguntas. 

¡Muchas preguntas tontas preguntáis! Dijo el siervo. ¡Claro que el señor está aquí! ¡El Señor está cuando no está, igual que vive cuando no vive. El señor está aquí, dijo señalando a Aalis, y también aquí, dijo señalando la entrepierna de Helmen, luego dio un par de vueltas alrededor de Kara y mientras le tocaba el pelo gritaba, ¡y aquí, y aquí! A continuación fue hacia el muerto y le quitó el tenedor y se lo tendió a Elsbeth, en ella también está, en la pobre chica muerta de hambre, aunque el Señor ya nunca tiene hambre y yo me aburro porque nunca cocino, dijo cambiando ahora su rostro y expresando mucha tristeza. ¿Véis? Dijo dando una patada al cadáver. ¡Aquí ya no!. Y lo que más sorprendió a todos fue cuando se acercó a Igor y con el dedo le tocó la frente. ¡Y sí, aquí también, aquí es donde más disfruta! Entonces empezó a dar saltitos de alegría. ¿Sentados en su mesa, para qué, para cenar? Contestó a Igor. ¡Eso sí que ha sido un buen chiste! Buahahahhahaa. Volvió a reírse tanto que se tiró al suelo y empezó a pegarle patadas de toda la gracia que le había hecho ese comentario.

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15/12/2016, 15:23
13 Muerto - Aalis Dragomir

Al escuchar cómo alguien bajaba por las escaleras, Aalis se giró, dispuesta a hacer frente a lo que se avecinara, a cumplir con la palabra dada a la mujer morena de tez tan blanca como la nieve; sin embargo, se vio sorprendida por el brazo de esta. Elsbeth rodeó su cintura, llevándola hacia atrás, situándose ambas junto a la pared. Fue entonces cuando el susurro de la muchacha llegó a la paladín, pidiéndole que se quedara con ella. Argumentó su petición de forma más que convincente, pero a pesar de ello, esto no fue lo que hizo a Aalis detenerse. Sabía que las suyas no eran las mejores circunstancias para combatir, pero no tenía miedo. Tenía al bien de su lado, y si había de perecer, sería por una buena causa; pero el movimiento de la joven le había pillado desprevenida, y por algún motivo quiso confiar en ella.

A pesar de las palabras de Elsbeth, a Aalis no le pasó desapercibido cómo esta se ponía en guardia, viendo por el rabillo del ojo la mano de la joven. Ella también se puso en posición, alzando el arma por lo que pudiera pasar. Sin embargo, lo que bajaba por aquellas escaleras no era más que un grotesco ser que parecía carecer de fuerza y malicia. Sus movimientos y palabras evocaban más lástima que temor.

La pelirroja sintió como Elsbeth se movía tras ella, pero cuando se disponía a girarse, queriendo asistir a la chica, esta se lanzó hacia la bandeja que la criatura había apoyado en el suelo. De forma descorazonadora, la mujer de mirada sibilina comenzó a comer, arrodillada en el suelo, como si no fuera mas que un animal. Con el pecho encogido, Aalis se acercó para levantarla, pero el clérigo se le adelantó, y continuó hasta agacharse junto a la bandeja; cogiendo uno de aquellos platos y engullendo parte del contenido de uno de estos de una sola vez, tras lo que bebió un gran trago de agua que esperaba que se llevara parte del sabor de aquel pútrido mejunje.

Mientras lo hacía, escuchó las palabras de los presentes sobre el grotesco ser, sorprendida porque le dejaran campar a sus anchas cuando reconocían no saber si informaba o no a su amo. No comprendía aquella actitud, y pensó en proponer hacer algo, pero entonces escuchó cómo tras la mujer de piel verde, Igor trataba de obtener información de la criatura de forma muy inteligente. Lamentablemente no pareció surtir mucho efecto, pues el ser no dejaba de divagar y no dijo nada útil.

Aalis dio entonces la espalda a la criatura, situándose de cara a Elsbeth e Igor, estando Helmer, Kara y los demás también cerca. Bajó la voz, dispuesta a compartir sus impresiones, pero antes de hacerlo advirtió una lágrima recorriendo la mejilla de la muchacha de piel de porcelana. Dio un paso al frente y estiró su mano, secando con delicadeza aquel retazo de angustia de la cara de la mujer, antes de comenzar a susurrar.

No podemos dejarle campar a sus anchas. No hablo de matarle, puede que no fuera mas que un hombre inocente, pero… Supone un peligro. – miró entonces a los recién llegados. - ¿Tienen cuerda o algo con lo que apresarle?

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15/12/2016, 19:51
12 Muerto - Elsbeth

Elsbeth no se percató de la conversación que discurría a su alrededor. Demasiado esfuerzo le suponía ahogar su orgullo en lagos de necesidad, cansada, débil y hambrienta, soportando la arcada de repugnancia que le agujereaba la tripa con cada trago que daba del espeso mejunje que había traído el despreciable hombrecillo. No fue hasta que sintió una mano tirando de ella, que se revolvió sin fuerzas hasta comprobar que aquella mano pertenecía a Igor, el clérigo. Al mirarle a la cara, agachó la mirada llena de pudor, dejó el cuenco en la bandeja de nuevo y permitió que el hombre la ayudase a levantar con esa promesa de comida de verdad.

G-gracias... -Murmuró con dificultad, limpiándose las manos en el corto atuendo de tela gruesa e incómoda, juntando las manos y frotándoselas entre sí.

Se dio cuenta de que los intentos de extraer información de ese hombrecillo patético no estaban dando buen resultado. Hablaba de forma críptica, como un demente que hubiera perdido todo sentido de la realidad, llegando a tirarse al suelo y patalear de risa. En ese momento, Aalis se interpuso en su visión de ese ser, pronunciando unas palabras que la llenaron de esperanza. No podemos dejarle campar a sus anchas... Sí, eso era algo que ella podía entender, una lectura de la situación que le resultaba familiar y la transportaba a su hogar. Por supuesto... Pero no, parpadeó nerviosa y apartó la mirada al ver cómo la posibilidad de matarle era negada de forma tan categórica por la mujer. Se sujetó un brazo con la mano contraria, suspirando al comprobar que hablaba de amarrarlo con cuerdas.

Puede que alguna vez haya sido un hombre inocente... -Dijo en voz baja- ...pero ya no queda en él nada de ninguna de las dos cosas... -Sentenció, agachando la mirada al sentir la mano de Aalis acariciando su rostro, secando los restos de una lágrima que recorría su mejilla. Sintió un escalofrío, una mezcla de frío y calor, de agradable sentimiento y miedo. Se sintió desconcertada, débil, como si ese simple gesto, el de tratar de consolarla, desvelase todas sus debilidades. Continuó mirando al suelo, y cuando alzó de nuevo su mirada, ésta era siniestra y fría. Se recordó que seguía medio desnuda, despojada de todo atisbo de orgullo, desarmada. Sí, podía haber tomado aquella espada corta, o la daga. Pero eso no era estar armada, no para ella. No cuando le habían arrebatado algo tan valioso. Se apartó de Igor y sobrepasó a Aalis, dirigiéndose directamente a donde el hombrecillo seguía riendo en el suelo. Clavó una rodilla en el suelo y súbitamente su diestra se engrilletó en torno al cuello del ser, tirando de él con fuerza y rabia para alzarle lo justo y mirarle a sus enormes y desproporcionados ojos- Mi ropa, mi armadura, mi cadena. ¿Dónde están? Todo lo que me arrebataron, ¡¿DÓNDE ESTÁ?!

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15/12/2016, 20:25
Quenya

Quenya decidió aguantar mirando directamente a los ojos de aquel hombre extraño antes que desviar la mirada del todo y observar a los nuevos integrantes del grupo. La mujer verde no podía imaginarse la situación en la que alguien pudiese alimentarse de aquella bazofia, pero desde luego no había estado encadenada a saber cuántos días. Lo que sí notó fue cómo su estómago se cerraba con firmeza simplemente con el olor. Y que se quedase bien cerrado y no la llevase al vómito al ver más allá en esa situación.

Las respuestas de la criatura no pillaron sorprendida a Quenya, esperaba alguna desviación de ese tipo, pero realmente todo encajaba. Habían escuchado historias de todo tipo sobre el Señor del Castillo. ¿Acaso no encajaba en alguien como él que estuviera presente en todos lados? ¿Quién les iba a decir que no gobernaba las brumas que rodeaban todo, escuchando a los transeúntes, llevándolos directamente a precipicios o a las garras de las malas bestias. Y que estuviera vivo y muerto a la vez, que no se alimentara... Sí, todo tenía mucho sentido. Demasiado.

Lo que hizo que la semidragona quisiera llevarse la mano al arma y desenfundarla fue el momento en el que la criaturilla señalaba dónde estaba su señor. Y esos lugares no eran sitios, si no personas. Aún así, se contuvo de mirarles, no podía ceder a esas palabras. La mayor sorpresa fue que se suponía que también habitaba en Igor. Entendía que el señor del castillo hubiera hecho algo más que alimentarse de aquellos inocentes. Quizá poco a poco les había emponzoñado el cerebro, el corazón, e incluso el alma. A saber si ya habían dejado de ser del todo humanos para ir caminando lentamente del lado de la muerte. ¿Pero Igor? Es lo que no entendía. Y era un tema del que tendría que hablar con Alese.

Las intenciones de Quenya respecto a la criatura eran claras. Dejarle ir, era un mal menor, sin duda no iría corriendo al Señor a contarle lo que había visto y pasado. Ella iba a proponer que se movieran de allí en cuanto el hombre se largara nuevamente cuando una de las novatas saltó a su cuello, exigiéndole sus cosas.

La diplomacia siempre es un buen paso para conseguir lo que se desea dijo con claro sarcasmo, pues ella la diplomacia se la había dejado debajo de la almohada desde siempre. Es sencillo le dijo al hombrecillo nos gusta estar con nuestras cosas, así que si eres tan amable.

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21/12/2016, 11:24
Igor Olivero *

Igor no dijo nada más. Se limitó a esperar la conclusión de los acontecimientos desencadenados, mientras pensativo trataba de buscar sentido a las palabras de aquella criatura.

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25/12/2016, 13:19
Cyrus, guía del castillo

El hombre del castillo se puso a patalear en cuanto la mujer lo agarró. Sus golpes no hacían ningún daño, pero eran tan repetitivos que resultaban molestos. ¡Cyrus no sabe donde está la cadena! ¡Cyrus no sabe nada! ¡Cyrus solo sabe donde están los pasillos y las habitaciones! ¡Cyrus no sabe donde hay objetos de prisioneros! ¡Cyrus es un simple sirviente y un simple cocinero que ya no puede cocinar, pues nunca hay invitados! El hombre misterioso estaba claramente molesto y agobiado porque le hubieran agarrado. Que no le soltaran no le agradaba en absoluto e intentaba zafarse como podía. 

¡Yo puedo guiaros, yo puedo deciros donde hay peligro o no, pero no puedo deciros donde están las cosas porque no lo sé! ¡Yo sólo sé como es el castillo, nada más!

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26/12/2016, 01:59
13 Muerto - Aalis Dragomir

Aalis cada vez se encontraba más desconcertada, y es que a parte de Elsbeth, nadie parecía atender a sus palabras. Ni el clérigo, ni aquella mujer que sólo opinaba, ni siquiera la de piel verde, que sí se había dirigido a la criatura, habían respondido a su pregunta. Se preguntó entonces qué clase de personas serían aquellas, ¿Y si sólo eran parte de una trampa? Pero había sentido aquella sensación al entrar la primera mujer, aquella que le decía que eran buenas personas; puede que simplemente no fueran aptas para trabajar en grupo.

Sus pensamientos acerca de todo aquello se disiparon ante las palabras de la mujer morena y su posterior movimiento, el cual le llevó hacia aquella criatura; pero no tardaron en volver. Elsbeth clavó una rodilla y agarró al ser del cuello, exigiéndole saber dónde estaban sus cosas, mientras Aalis presenciaba descorazonada como nadie trataba de impedir que pasara una desgracia, ni siquiera el clérigo. La llamada Quenya se dirigió a la criatura como si nada sucediera, y en vista de que ninguno de los que se encontraban en plenas facultades hacía nada, decidió acercarse ella a la mujer de tez pálida.

- Mi señora, déjelo, por favor. – imploró a la mujer, poniendo una mano en su hombro, mientras aquel ser pataleaba y decía no saber nada de sus cosas, mas si había algo que sabía. - ¿Escucha? Podría servirnos de guía, conoce el castillo… Podría ser la clave para salir de aquí. – entonces acercó su boca al oído de la mujer para susurrarle. – Le dije que haría cuanto esté en mi mano y así será. Pero esto no es necesario… Cuando lo sea, no dude en que seré la primera en hacerlo… - continuó diciéndole, mientras dejaba que la mano que reposaba en su hombro comenzara a deslizarse despacio por su extremidad, terminando por alcanzar el antebrazo; el cual sujeto con delicadeza. – Vamos, mi señora… - insistió, tirando suavemente para que lo soltara.

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26/12/2016, 05:05
12 Muerto - Elsbeth

Elsbeth apretaba con fuerza, su mano enroscada en torno al cuello de aquel hombrecillo. Cuanto más trataba éste de zafarse, más apretaba, y entrecerraba los ojos oyendo una voz en su interior que le repetía una y otra vez lo sencillo que sería partir ese cuello, presionar hasta oír un chasquido y silenciar a ese inútil que se negaba a entregar la respuesta que ella esperaba. Era la voz de aquel a quien Elsbeth había aprendido a llamar padre, además de maestro y señor.

Una voz a la que se veía incapaz de hacer caso.

Estaba rabiosa, airada, fuera de sí. Pero ese ser despreciable con quien lo estaba pagando no era el culpable de su desgracia. La filo del ocaso trató de desentrañar si el tal Cyrus decía la verdad o mentía, pero fuera como fuese sólo era un peón inofensivo del verdadero culpable. Matarlo sería un acto de maldad gratuita. La habían entrenado para ello, era lo que debía hacer. Pero no podía. Y eso la irritaba aún más, la hacía sentir imponente.

Si conoces los pasillos y habitaciones, sabes donde están los almacenes... -Afirmó entre dientes- ...y las armerías...

La mujer apretó aún más sus dedos en torno al cuello de Cyrus al sentir una mano en su hombro, temiendo que alguien tratase de forzarla a renunciar a su presa por la fuerza. Sin embargo, esa mano no trataba de sujetarla. Al contrario, su contacto era cálido y tierno, lleno de comprensión, como la voz femenina que le imploraba que dejase a aquel hombre. Era Aalis, aquella dama de piel pecosa y mirada clara como el cielo de un día de verano. Elsbeth titubeó, desvió su rostro a un lado, súbitamente avergonzada y deseosa de evitar que aquella mujer viera la expresión airada que dominaba su rostro. La utilidad que aun tenía ese hombre era evidente, pero el susurro que suponía la proximidad de Aalis le provocó un ligero estremecimiento, que se incrementó cuando esa mano se deslizó, resbalando de su hombro por todo su brazo y tirando suavemente de él. El firme brazo de la filo del ocaso, mucho más fuerte de lo que aparentaba, comenzó a perder fuerza. Sencillamente, se negaba a oponer resistencia, a enfrentarse a Aalis. Soltó el cuello de aquel hombre y se puso en pie de nuevo, mirando al suelo para evitar las miradas de todos.

Y-yo... Lo siento... -Dijo abrazándose los brazos con las manos, lanzando a Aalis una breve mirada de soslayo- ¿Qué hacemos ahora?

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26/12/2016, 13:06
Alese

- De acuerdo Cyrus, si nos ayudas podrás venir luego con nosotros, y podrás cocinar alimentos de verdad, sabrosos, y para muchas personas. Tendrás muchos invitados, todos los días, y en vez de trabajar en el castillo lo harás en la posada del pueblo. Y te tratarán de maravilla, créeme. Pero tendrás que ayudarnos. 

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28/12/2016, 20:26
Quenya

Quenya contempló de nuevo los acontecimientos sin hacer nada, sólo meditaba en las palabras de aquel ser medio deforme y loco. Él conocía el castillo, él nos podría guiar. ¿Dónde? ¿Hasta qué punto? Podía ser una bestia infernal de combate y, en el mejor momento, atacar y destrozarles uno a uno con la misma facilidad con la que se rompía una ramita. Estaba claro que no podían confiar en él, pero era el único que parecía capaz de hacer algo además de dar vueltas.

Lo que le sorprendió enormemente fue las palabras de Aalis.

¿Salir de aquí? dejó que se escaparan de su mente para llegar a sus labios y dejarlas salir No creo que estéis aquí por un error. Si os ha traído el señor del castillo, ¿creéis que os dejará marchar? ¿Así, despidiéndoos desde lo alto de su castillo? su mensaje de ironía iba cargado de un ligero toque de preocupación. Negó repetidas veces con la cabeza Me temo que todos los aquí presentes no podremos salir ya del castillo. Y de salir, no creo que podamos si quiera salir del pueblo. Sólo parece haber un único camino en este lugar. Pero, primero, hay que encontrar las armas.

Cuando Elsbeth liberó a su rehén, Quenya se agachó a su lado y le ayudó a levantarse.

Muy bien, Cyros, como ya ha escuchado a mi compañera, si quiere servir a mucha gente, ayúdenos a movernos por el castillo sin encontrar amenazas ni gente o cosas que quieran acabar con nosotros. ¿Lo harás?

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28/12/2016, 21:24
Alese

- Mi querida Quenya, no he dicho nada de salir YA del Castillo. En efecto, el camino ahora es solo uno. Por eso solicito su ayuda. Si lo conseguimos, o mejor dicho, cuando lo consigamos, habrá otros, también para él.

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28/12/2016, 21:37
Quenya

Alese, no me refería a tí, me refería a Aalis, que cree que Cyros será la clave para sacarnos del castillo

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29/12/2016, 01:20
Lobo (Envy)

Solo un gruñido bajo salio de la loba a modo de llamado a la atencion. Como si buscará tan solo que siguieran camino.

Notas de juego

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29/12/2016, 06:44
12 Muerto - Elsbeth

Elsbeth puso los ojos en blanco un par de veces, ante la ridícula conversación que se desarrollaba a su lado. Aquellas dos mujeres discutían lo que se había dicho hacía apenas un instante como si no fueran capaces de comprender ni el significado de las palabras ni el autor de las mismas. Resopló, preguntándose si realmente eran personas capaces junto a las que combatir, a las que seguir en busca de una salida a su situación. El silencio de los demás presentes, excepción hecha de la mujer pecosa que estaba a su lado, tampoco ayudaba. Tenía la esperanza de que aquel monje de la cruz en el rostro, o ese prisionero al que había visto manejar magia de congelación participasen más, pero no estaba siendo así. Sin embargo, se recordó que seguía débil, desarmada, y carente de protección alguna. Hasta que no volviera a contar con su equipo, hasta que no volviera a ser ella misma, la orgullosa y letal Elsbeth Bathory, parecía que no le quedaba más remedio.

A ver, señoritas, ¿habéis dejado de discutir quién dijo qué? -Se ahorró la mención a la escasa capacidad de comprensión y retención de información, sabedora de que no era el momento para ofender a nadie- Sería de agradecer que compartiérais algo de información, en lugar de limitados a criticar cualquier idea que no encaje con lo que vosotros sabéis y nosotros no. -Dijo cruzándose de brazos, aunque su gesto orgulloso era menos digno de lo que pretendía, por culpa del cansancio- ¿Por qué no se puede salir del castillo o de ese pueblo? ¿Qué hace que el camino que proponéis sea el único posible? Y lo que es más importante... -La mujer torció el gesto, mirando con altanería al lobo que gruñía por lo bajo- ¿...qué le pasa a ese animal?

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29/12/2016, 11:52
Alese

- Acabo de responder a esas preguntas hace un instante.

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29/12/2016, 12:04
12 Muerto - Elsbeth

No, no lo has hecho. -Replicó Elsbeth clavando en la mujer una fría mirada.

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29/12/2016, 14:04
Alese

- Pues vale.

Para estar recién salvada de sabe dios que destino, aquella chica era un tanto... agresiva. Alese prefirió no continuar la conversación sin sentido. En todo caso ya habían explicado quienes eran y por qué estaban allí, al menos brevemente, como correspondía a la situación difícil en la que estaban y la premura en continuar. Contestaría más preguntas por supuesto, si se molestaban en hacerlas... amablemente. Podría ser que estuviese agresiva por la situación vivida, en cuyo caso mejor darle tiempo a resituarse. O podría ser que estuviese acostumbrada a obtener lo que quería usando esos modos, en cuyo caso mejor darle tiempo a resituarse y darse cuenta que, con ella al menos, esos modos eran no sólo inútiles sino contraproducentes.

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29/12/2016, 17:53
Cyrus, guía del castillo

Cyrus se sintió algo confundido con aquellas ristra de preguntas y con la conversación que estaban manteniendo. No sabía muy bien qué decir o a quién contestar primero. Así que, ahora que le habían soltado empezó a dar saltos de alegría y se lanzó directamente hacia una de las puertas que había en la sala. Primero señaló la puerta por donde no iban a entrar, esa habitación se llama La Oficina de la Venganza, dijo volviendo a dar saltitos, allí se encuentra Lucian, es uno de los mayores siervos de mi señor, y es mejor que no tratéis de hablar con él, pues os engañará y fingirá ser vuestro amiguito pero será mentira. Dijo repitiendo los brincos que estaba dando. Creo que es mejor ir por aquí, dijo abriendo la puerta opuesta, justo por la que iba a ir Igor antes de que Cyrus hiciera acto de presencia en la sala. ¿Me seguís?

Tras adentrarse en la habitación que les había llevado Cyrus pudieron ver grandes mesas de roble, chamuscadas y maltratadas, todas esparcidas por el suelo con la madera astillada y machacada. Manchas oscuras cubren el suelo y las paredes. Hace un frío invernal en esa habitación. 

¡Ah, si! ¡Ya recuerdo! Dijo mirando el caos que había en la sala. Esos muchachos sí que eran tipos duros, comentó, vinieron para matar a mi señor. Strahd tuvo que reunir una buena parte de sus fuerzas para aplastarlos aquí. Creo que aún conserva la calavera de su líder como trofeo. Dijo mirando a la pequeña Alese. Tu cara es muy bonita, seguro que queda estupendamente en la estantería de mi señor. Repitió como si aquellas palabras no pudieran tomarse como una amenaza, y soltando una fuerte risotada después. ¡A mi no me dejó ningún trofeo, yo quería algún recuerdo de ese día, y nada, pero sí que se donde enterraron a sus cadáveres! En una cripta en la que puso una inscripción que decía "Que sirva de recordatorio a todos los que osen oponerse a la voluntad del Señor". A mi me da miedo bajar ahí solo, pero si queréis podemos ir juntos a verlas. Dijo animado tras su propuesta. Abrió unas puertas de doble hoja que al grupo principal le resultaron extrañamente familiares, como si ya hubieran pasado anteriormente por ahí y tomó la puerta más cercana para acceder a una sala pequeña. 

La habitación pequeña dio a un zaguán, bueno, y aquí está Nicoramus, tened cuidado de no pisar estas baldosas, dijo señalando las que estaban justo antes de la escalera, tan solo tenéis que dar un fuerte salto, dijo dando un brinco casi impropio para su tamaño y aspecto y cruzó hasta las escaleras que descendían. Tened cuidado, porque si pisáis alguna de ellas, despertaréis a Nicoramus. No tenéis nada que temer porque vais conmigo y es mi amigo, pero a lo mejor se enfada al ver que tengo nuevos amigos en el castillo. ¡Venga, seguidme! Y sin esperar a que pudieran saltar, Cyrus bajó las escaleras de caracol internándose en la oscuridad de las mismas.

Notas de juego

Prueba de Saltar CD 15. Y luego Prueba de Equilibrio CD 15 para no caer por las escaleras. 

Si alguno falla activa la trampa y Nicoramus hará acto de presencia, dado que Cyrus se ha marchado, si alguien la activa, tendréis que ir a buscarle o enfrentaros a él.

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29/12/2016, 20:54
Quenya

Los ojos de la mujer verde se encendieron al escuchar las palabras de Elsbeth. O mejor dicho, el tono.

¿Cómo dices? Creo que tus malos modos han nublado mis oídos y no he podido escuchar nada de lo que has dicho contestó con fiereza. La desconfianza original que le habían transmitido los recién rescatados no iba más que en aumento, y esas actitudes no hacían más que reforzarlo. No tenía ganas de aguantar tonterías de nadie, menos después de haber pasado tanto y de haberlo sufrido de esas maneras. Muchos habían caído, y a Quenya no se le había suavizado el carácter.

Aún así, y eliminando toda mordacidad de las palabras de Elsbeth, encontró coherentes sus sugerencias, y le hizo partícipe de un resumen.

Llegamos aquí para salvar al pueblo de una plaga de zombies. Nos enteramos que, detrás de todas las maldades estaba Stradh, el Señor de este Castillo. Parece que nos observa y nos vigila en cada instante. Nos envía criaturas con el fin de buscar información sobre nosotros, o incluso atacarnos. Hemos tenido que destruir a tres guardianas para poder destruirle. Hemos localizado en medio de un bosque de hombres lobos una espada que, una vez despierta, nos ayudará a acabar con él para siempre. Y aquí buscamos tres cosas: El Tomo de Stradh, que se supone que tiene sus debilidades, activar la espada, que lo podremos hacer en las catacumbas y acabar con Stradh, el vampiro.

La sangre le seguía hirviendo, y no templó sus ánimos hablar de todo lo vivido allí, aunque fuera un resumen.

Si no has podido entender por qué dudo que nos deje abandonar el castillo o el pueblo, te diré que se debe divertir con nosotros, debemos ser su nuevo juguetito. Obviamente son sólo suposiciones. Puedes intentar huir de aquí. Pero por lo que a mi respecta, tengo una misión que cumplir

Y miró al lobo que no dejaba de gruñir y, en esos momentos, sí que consiguió tranquilizarse. Y ese animal ya te contará lo que le pasa. Si le apetece, claro. Y partió detrás de Cyrus.

Le hubiese gustado cortar su charla, pero no había manera. Seguramente era la primera vez que encontraba alguien con quien hablar en mucho tiempo, y no se iba a callar. La mujer respiró para seguir serenándose, escuchando las tonterías del ser como si le importaran un comino.

¿A dónde nos llevas, Cyrus? preguntó, pero sus palabra quedaron en el aire. Se quedó contemplando las baldosas de las que hablaba el hombre. ¿Sería cierto? Dudaba mucho que en ese castillo no hubiera monstruos por todas partes. Y si era una trampa, les había dicho cómo esquivarla para no llamar la atención. Pero para Quenya, saltar era un problema. Su armadura no resultaba el compañero perfecto para los equilibrios, y parecía que sí o sí caería de bruces contra el suelo. Miró a los demás y se encogió de hombros.

¿Queréis seguirle? les preguntó a todos Es muy probable que active la trampa en cuanto intente saltar.