Partida Rol por web

¡Alese! ¡Protegete y cúrate! gritó Quenya. Sabía que, sin la ayuda de la joven, todos irían cayendo uno a uno, sin poder hacer nada. Además, si abrían los ojos, caerían en la maldición de la fata y no habría marcha atrás.

Esperó las instrucciones de Alese y alzó la mano de nuevo. La magia surgió de ella y se lanzó contra el lugar en el que la semidragona pensaba que se encontraba el hada.

Igor llegó junto a Ocaso a la altura de su enemigo y así se lo hizo notar ocaso que se situó para atacar como siempre hacían, flanqueado a su rival y dándole una dentella, tratando de derribar a la fata al suelo en el intento.

En el mismo instante y de manera intuitiva Igor acostumbrado a combatir junto con su compañero agarró el mayal con las dos manos y atacó con todas sus ganas, tratando de golpear al rival.

Era ya medio molesto mantener los ojos cerrados, en especial cuando luces pasaban cerca, como cuando miras al sol con los ojos cerrados, pero aun asi su luz traspasa los pararpados, pero tambien entre idas y venidas, entendia que Alese estaba siendo atacada.

-Alese, ponte detras mio, cubrete conmigo, puedo aguantar los golpes, pero si tu caes, caemos- Le digo a la sacerdotisa mientras sigo moviendo la esfera de fuego, hasta el hada de nuevo.

Wolkot apoyó su escudo en el suelo para levantarse del suelo. Había realizado esa maniobra multitud de veces pero esta vez los viejos huesos les costó algo más de lo normal.

Vamos viejo, si la dama viene a buscarte que no te encuentre de rodillas.

Con un gruñido se incorporó y buscó a Igor y su perro lobo, sabía que el enemigo no estaría muy lejos de él.

Finalmente Alese les avisó de que la fata había desaparecido. El enemigo que tenían frente a ella era muy peligroso, pero con una buena fortaleza y una gran coordinación no había sido complicado de derrotar. La criatura de los bosques que había sido corrompida por la maldad del morador del castillo se desvaneció a través de un conjuro que le llevó a algún lugar lejos de su escondite.

Con los ojos abiertos y algo de luz, hallar la espada no fue nada complicado. Era una espada bastarda cuyo filo está forjado de cristacero transparente, mientras que su empuñadura y guarda están hechas de platino. El único problema era que la espada de la que tanto habían hablado parecía más bien muerta, como el de un arma normal. No había ni majestuosidad, ni grandiosidad ni nada de lo que la difunta Ashlyn les había hablado. Si no estaba muerta, al menos estaba dormida, y ese poder había que despertarlo, y solo Madame Eva era la única capaz de saber como hacerlo. Aunque quizá alguien más lo supiera... especialmente si se habían prestado atención a sus consejos antes de que se volviera contra vosotros.

Envy una vez escucha que todo termino, abre los ojos sorprendida, pensando en que esto parecia una broma. Tanto problema, y el hada habia huido al poco tiempo. Bueno, a caballo regalado Penso la joven, mientras que el resto se ponia a buscar la espada, ella se acerco a Alese.

-¿Como estas Alese?- Dijo atinando a acercar sus manos a las heridas de quemadura que tenia. -¿Duele? Se que ya estas curando, hasta se ve a simple vista... pero bueno, debimos todos recibir algo, la proxima ponte detras mio cuando lo digo, por favor-

-Me siento rara aun teniendo ropa luego de un combate- Dice en broma mirando a sus ropas intactas, y sonriendole, como para distraerla del proceso de curacion.

- Estoy perfectamente cielo, ha sido mucho más sencillo de lo esperado. Os habéis portado de maravilla. 

Quenya abrió los ojos lentamente y observó que la luz de la fata se había extinguido. Parpadeó para recuperar la visiblidad total y miró a su alrededor. Ella fue la que se acercó hasta recuperar la espada bastarda y la alzó. Era una lástima que no supiera manejar un arma como esa, seguro que era extraordinariamente potente.

Le falta algo, ¿no? Creo recordar las palabras de Madame Eva. "Pero la luz de la espada no está despierta aún, hay que despertarla en... .. donde la luz yace muerta, asesinada por su propia oscuridad. Buscad los restos de vuestro enemigo".

Me temo que eso significa que nos toca ir al castillo, a buscar la tumba de nuestro enemigo.

-¿La tumba de nuestro enemigo? Creo que por como vamos necesitamos un cementerio entero para ponerlos a todos- Dijo con una mueca. -En todo caso... si es sobre Strad, el es un no muerto, pero antes tuvo que morir, lo habran enterrado antes de que despierte?- Pregunto como en una conexion de ideas alineadas de casualidad.

Igor, acabado el combate se retiró la venda de los ojos e inspeccionó junto con los demás el lugar hasta dar con la espada. Fue Quenya la que la tomó, pero la encontraron deslucida y sin lugar a dudas falta de poder.

A estas alturas, y aunque realmente no había pasado mucho tiempo desde que visitaran a Madame Eva, los acontecimientos ocurridos desde entonces sí que habían sido numerosos, los suficientes como para que apenas si se acordase de sus palabras, Quenya parecía tener mejor memoria y recordó el oráculo de la bruja. 

Fue entonces cuando le vino a la mente algo de lo que dijo, aunque no sabía si podía tener relación o no. - ¿No dijo algo también de la capilla del castillo? Quizás allí encontremos alguna pista.-

- De todos modos no hemos de olvidarnos de que en el castillo, tenemos un enemigo adicional del que apenas salimos convida y que nos demandó la entrega de una oreja para poder completar un ritual de debilitamiento contra el señor del Castillo. -

- Bueno, salgamos del bosque, que el que hayamos conseguido la espada no significa que los hombres lobo nos vayan a poner facilidades para abandonar sus dominios, y mucho menos tras las repetidas humillaciones a las que les hemos sometido.- añadió.

-Si, puede que tengas razon, y que esta no sea la noche propicia para un paseo nocturno... Tal vez la proxima luna llena ¿Les parece?- Dijo en tono de broma... o no?

Esperad dijo Quenya, bajando la espada Cada vez que hemos acabado con una de esas bestias, hemos encontrado una especie de reliquia, algo sagrado y santo, ¿no? ¿Esta vez será la espada? ¿O nos estamos olvidando de algo más? Dijo la semidragona mientras se ponía a buscar, esperando que los demás hicieran lo mismo antes de salir de allí